Orgía en la Sala (01)

¿Qué haces cuando uno de los amantes de tu nuera te invita a cogerse, junto a el, a su esposa, su hermana y su propia madre, en una orgía que no podría olvidar nunca? (Amor filial y orgía).

Orgía en la Sala 01

Las cosas iban caminando bien en mi vida, ya andábamos cerca del medio año y todo me estaba saliendo de maravilla, no me podía quejar. En casa, Laura continuaba haciéndome las delicias, afuera, Rafa, mi Gatito y Ludvin… o Ludwika.

Sin embargo, con Lala las cosas no resultaban tan sencillas como suena, no es que tuviera problemas, pero, como ya dije, tenía que irme con cuidado con ella, para no molestar a Alberto o a Bianca. Quiero aclarar que yo no me dejo amedrentar fácilmente y menos cuando no hay peligro, mi temor era buscarle problemas a ella, no de tenerlos yo.

Por fortuna las cosas fueron mejorando poco a poco, fue solo cuestión de conocerlos y darme a conocer. Descubrí que tenía muchas cosas en común con Alberto, los 2 vivíamos de la tierra, ambos teníamos sendas exitosas fincas de ganado y técnicas diferentes de hacerlas producir. En ese sentido yo soy más tradicional que el, pero no por ello dejo de reconocer las ventajas de sus métodos.

En realidad Alberto, o Beto cuando le tomé más confianza, es un hombre tranquilo, alegre y protector. Es muy cariñoso y considerado, el marido perfecto si lo quieren ver así. Y por si fuera poco, es absolutamente guapísimo. Mide 1.90, es fuerte como un árbol y robusto como un toro, tiene piel blanca y cabello castaño claro, con un divino par de ojos grises que brillan como con fuego, hechizantes, cautivadores. Y su rostro, la cara de un hombre apuesto, guapísimo… ¡cómo me habría gustado servirle de puta, je, je!

El se sinceró conmigo y paulatinamente me comenzó a hablar de su familia durante las largas pláticas que manteníamos en el jardín o en su estudio por las tardes, en que, cervezas en mano, hablábamos de todo un poco. Le conté de mi vida y el de la suya, no esperaba tanta confianza de nuestras partes, y menos cuando me confesó su gran secreto: desde los 13 años había sido el hombre de su casa… en TODOS LOS SENTIDOS DE LA PALABRA, incluyendo el sexual. Lo que ocurría es que creció junto a su madre, su abuela y sus 3 tías, todas mujeres maltratadas por los hombres y abandonadas por sus maridos. Lo convirtieron en su amante, novio, esposo y amo, luego sus primas entraron en el juego, me quedé shoqueado, no acababa de creerlo.

La confianza entre el y yo llegó a tal grado, que cierto día me llegó a ver a mi departamento, me hallaba rastrillando las hojas de mi césped. La noche ya se asomaba, me habló directamente de Laura.

Tito, yo sé que casi a diario tiene relaciones con mi esposa… ¿qué digo relaciones? ¡que la revienta! – me sonrojé – No se preocupe, por mi no hay problema… de hecho me agrada que lo haga con usted

¿De verdad? – pregunté completamente desubicado.

Si, de verdad… mire, no voy a negar que siento celos cuando ella está con Bianca y Kike, pero no es el caso con usted. Usted conoce como es Lalita, ella solo se deja llevar por las situaciones, resuelve los problemas cuando ya los tiene encima… ¡y a veces ni eso, deja que solitos se resuelvan!

Si, así es ella

Pero no es bueno, puede ser peligroso… ya lo hablamos con Bianca y Kike

Si, mi hijo me lo comentó.

Pues bien, usted es una buena influencia para ella, muy buena… ella lo respeta y admira, además de quererlo como a un padre. Solo le pido un favor

Si claro, ¿cuál será?

Que tenga cuidado con ella cuando tengan sexo… ya me habló de su "herramienta" y debo decir que estoy impresionado, – por un momento deseé que agregara "y la quiero probar", pero ese hombre era muy hetero – pero quisiera que tuviera cuidado con ella, no importa lo duro que le pida que se la coja, no me la vaya a lastimar.

No tengás pena Alberto, a ella siempre la voy a cuidar mucho. Me alegra que me hayás dicho esto, no le quería buscar problemas a Lalita.

No se preocupe Tito… de todas maneras ella se los busca solita… – rompimos a carcajadas como un par de idiotas, supongo que para quitarnos el clavo de encima.

Así, cada día me hacía más cercano a esa familia, la de Beto y Laura y el resto de sus mujeres. No así con Bianca, que como buena feminista activista siempre mostraba recelos por los hombres… concretamente hacia uno de 30 cm. de verga que se cogía a su mujer hasta por las orejas. Con ella las cosas eran más difíciles, no es que peleáramos, pero uno percibe esa tensión en el aire que aparece con la llegada de alguien relativamente indeseable.

Me daba un trato frío y distante, calculadamente cortés e inflexiblemente formal, no pasábamos de un "buenos días" y un "buenas noches", se comportaba como la loba alfa de la manada, caminando con la cabeza y la cola en alto, las orejas bien paradas y la mirada altiva. Pero, al igual que con Beto, no me dejé intimidar, y sin ánimos de ofenderla ni nada, me atreví a invadir su espacio. Sin atrevimientos ni confianzas de más, pero si con naturalidad y, sobre todo, siendo yo mismo.

Las cosas siguieron así, caminando poco a poco, un paso a la vez. Una tarde había comprado un litro de helado que pensaba comer al lado de mis nietos, así que decidí ir a visitarlos. Lo que no sabía es que Kika se los había llevado de paseo… y que en la casa otras cosas estaban ocurriendo.

¡Qué sorpresa me llevé con la escena que acontecía allí! Sentado sobre su sillón favorito estaba Alberto, desnudo, con las piernas abiertas y la verga parada como un mástil de carne dura. En medio tenía a su madre, doña Silvia, a su hermana mayor, Silvia, y a Laurita, las 3 se disputaban como perras hambrientas aquel suculento jamonote. ¡Ja, me moría de la envidia de ver a esas mujeres comerse todo eso, le mediría por lo menos unos 21 cm. y era bastante grueso!

Qué bueno estaba Beto, también tenía un físico tremendo, sumamente musculoso y marcado. Posee un ancho pecho de pectorales enormes, recubiertos de una fina capa de vellos perfectamente recortados y arreglados que se prolongan hasta cubrir unos abdominales perfectamente marcados sobre un estómago plano y duro. Por detrás aparece una espalda igualmente fuerte, ancha y muy marcada. Sus brazos son gruesos y definidos, sus piernas duras y robustas, su trasero grande y redondo, el culo masculino más hermoso que he visto, tan solo superado por el de mi hijo Kike. Y todo ello, coronado por una enorme verga de 21 cm. en tiesa en erección, horizontal, rígida, palpitante, muy gruesa y surcada de largas venas moradas. Y un tenía a un trío de mujeres preciosas a su total disposición.

Soy gay, pero recuerden que viví la mitad de mi vida con una mujer bellísima que me pedía hacer el amor a diario, a veces más de 2 veces y tenía que responderle adecuadamente. Y aunque me gustan las vergas más que nada en el mundo me volví bisexual, y esos 3 culos redondos y bien parados que veía eran suficientes para entusiasmar a mi belicoso pene.

Ya saben lo buena que están las nalgas de Lala, mi nuera, firmes y duras masas grandes de carne morena, redondas y bien paraditas, que acarician la vista. Pero su cuñada y suegra tampoco se quedaban atrás, las 2 son unas verdaderas beldades. Silvia es una madura de 50 años, absolutamente preciosa, de 1.70, de cabello rubio ondulado (ya bastante canado) hasta la cintura, con ojos celestes y una nariz fina y delicada sobre una boca muy linda, todo en conjunto le conferían una graciosa carita de niña, bellísima. Aun se mantenía delgada y voluptuosa, aunque el paso de los años le dejó algo de grasa corporal extra, que no hace más que aumentar más aun las dimensiones de sus senos colosales, todavía firmes, y de su magno y aun inconmovible trasero, pero con una cintura estrecha.

Por su parte, Silvia hija es la digna heredera de la belleza de su madre. De 32 años, medía lo mismo que su madre pero era bastante más delgada, si bien sus proporciones más pequeñas no dejaban de ser bastante grandes. Su cabello era liso y rubio, algo más oscuro que el de su progenitora, con ojos violetas y un rostro encantador, era una mujer muy dulce.

La madre estaba en el centro y le chupaba el glande a su hijo, succionándolo mientras movía la cabeza en amplios círculos. Por su lado, su hermana le lamía los testículos, 2 bolas grandes y peludas, tanto como las mías, ensalivándolos mientras les pasaba despacio y con fuerza la lengua por encima. Laura se tenía que conformar con lamer el cuello de la verga como si fuese un caramelo. Y eso si, las 3 mujeres se manoseaban entre ellas, pasando sus brazos por detrás y metiéndose los dedos entre sus calientes y empapados sexos.

Yo estaba caliente a más no poder, mi pene, que por cualquier cosa se para, estaba rígido y luchando contra mi pantalón para salir disparado, me urgía masturbarme, que, aunque no me gusta, en algunos casos me es indispensable, pues frente a calenturas como esta me empiezan a doler los huevos insoportablemente. Además no quería importunar a los 3 amantes. Pero no contaba con que Beto me vería cuando me disponía a irme, me llamó en voz alta y me invitó a participar con un ademán.

No lo podía creer, tanto Laura como yo, y obviamente las otras 2, se quedaron sorprendidos ante esta tentadora oferta, ¿pero qué le podía decir? ¿Qué no?… ¡Por supuesto que no! Nerviosamente entré a la sala y me quedé parado en medio, con el helado en la mano y, seguramente, una enorme expresión de idiota en la cara.

Mama… ya conocías a Tito, ¿ya te contó Lala de qué tamaño la tiene? Si, si, ya te lo dijo… ¿por qué no vas con el y lo atendés?

Todos nos quedamos estupefactos con la petición de Alberto, no le dábamos crédito. No es que ella nunca hubiese cogido con alguien más frente a su hijo, pero es que el nunca había ofrecido con tanto descaro a una de sus mujeres a otro hombre. Y su madre, por raro que fuera todo, no lo iba a desilusionar, si la quería ver cogida pues la vería muy bien cogida entonces.

Se me acercó aun dudosa hasta donde yo estaba, no sé cual de los 2 estaba más nervioso, nunca habíamos intercambiado más que un par de palabras. Pero ella no se detuvo hasta llegar a mi entrepierna, poniéndose a manosearla, palpando impresionada e incrédula el largo y duro abultamiento que formaba mi pene. Me la sobó por un rato antes de abrirme el cierre y el cincho y bajar mi prenda. Quedó sin habla cuando vio como mi ciclópea macana cayó sobre su cara, apuntándole amenazantemente en medio de los ojos.

¡¡DIOS MÍO!! ¡¿Con esto te coge Laurita?

¡Hujum! – dijo ella con la boca llena de carne.

¡¿Y cómo no te desgarra toda?!

Tito es muy bueno… – dijo ella sacándose la verga de Beto por un momento – deje que le enseñe

Silvia, volviendo a mirar con asombro mi fenomenal príapo, se lanzó a devorarlo, aun sin saber bien la razón de la generosidad de su hijo para conmigo (ponerme a su propia madre a coger…). Esa mujer era una maravilla, ¡cómo la mamaba!, creo que podía hasta rivalizar con Lalita. Engullía por completo mi glande, metiéndoselo hasta que le rozaba la garganta, sacándolo luego despacio, succionando fuerte, acariciándomelo con la lengua y el paladar, llenándomelo de saliva, moviendo la cabeza en círculos, de arriba abajo y de derecha a izquierda.

Mientras tanto, Silvia hija y Lalita continuaban mimando el miembro de su amado. Laura de pié, con las piernas abiertas y el culo paradito, se inclinaba sobre el monstruo de Alberto y se lo metía hasta las bolas, chupándolo como solo ella podía. Por su parte, Silvia se hallaba de rodillas detrás de ella, lamiendo y paladeando su sexo, metiéndole la lengua lo más que podía y chupando todo cuanto había que chupar por allí.

¡¡¡SILVIA!!! ¡¡¡SILVIA, SI, SI ASÍIIIIII!!! ¡¡¡¡AAAAAAAUUUUUUUHHHHH!!!! – Lala no se reprimió y dejó que su cuñada (y compañera de harem) se bebiera todos sus jugos en medio de ese dulce orgasmo.

Perdiendo mis inhibiciones decidí devolverle el placer a doña Silvia, así que la levanté del cuelo gentilmente y la hice acostarse en un sofá con las caderas en el aire. Yo me posicioné en medio de sus piernas, poniéndomelas sobre la espalda y zambullí la cara en medio de esa raja rosada, húmeda, suave, deliciosa. Jamás había hecho eso con una mujer madura, si bien mi difunta señora era sumamente fogosa en la cama y no me negaba nada de nada, en nuestros últimos años sus quebrantos de salud mermaron nuestra vida sexual. Nunca tuve la oportunidad de hacer con ella todo lo que nos habría gustado al alcanzar su edad madura.

Reconozco que soy muy bueno mamando vergas, pero vaginas es otra cosa, son como un mundo nuevo y extraño (a Estela no le gustaba verme chupándosela… ¡cómo gozaba, eso si!, pero había que rogarla). Le pasaba la lengua por todo lo largo de su vulva, metiéndola en medio de sus labios vaginales y sorbiendo sus cada vez más abundantes jugos. Me topé con su clítoris y lo mordisqueé un poco, muy suavemente, al tiempo que lo succionaba y lengüeteaba. Mientras, mis dedos, acostumbrados a dilatar anos mientras hago una felación, comenzaron a hurgar dentro del hoyito de la señora, que daba de si fácilmente (me imagino que Beto se lo ha de haber roto muchas veces ya), permitiéndome colar 2 y hasta 4 sin muchas dificultades.

Mientras tanto, Alberto ya estaba pasando por las armas a su hermana. La sentó sobre su largo mástil y la hacía cabalgarlo a todo galope, mientras Lalita se hallaba arrodillada entre sus piernas, lamiendo y chupando cuanto podía, haciendo un excelente trabajo en esos huevos gordos y peludos, lamiendo a su cuñada en el sitio donde ese barreno entraba en sus entrañas.

Era un concierto de gemidos, madre e hija alcanzaron orgasmos rápidamente, la señora dándomelo a beber en la boca.

¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! – gemía Silvia madre.

¡¿Te gusta mama, te gusta lo que te hace Tito?!

¡¡¡¡SSSIIIIII!!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!!… ¡¡¡¡ME VA A MATAAAARRRR!!!!

¡¡¡AOOOHHH!!! ¡¡¡AOOOHHH!!!… ¡¡¡BETO, HERMANITOOOO!!! ¡¡¡ACABO, VOY A ACABARRR!!!

¡Dale Silvita, dale, dejá que Laura se beba todos tus jugos!

¡¡¡AOOOHHH!!! ¡¡¡AAAAHHH!!!… ¡¡¡¡¡AARRRGGGGHHHHH!!!!! – gritó fuerte Silvia hija, convulsionándose sobre su amado hermano y esposo mientras este le hundía con fuerza la cara a Laura entre sus nalgas, haciéndola beberse todo.

¡¡¡¡DON TITO!!!! ¡¡¡¡OOOUUUHHH!!!! ¡¡¡¡ ¡¡¡AOOOHHH!!! ¡¡¡¡¡SSSIIIIIIIIIGGGGHHHHH!!!!! – gritó doña Silvia, estrujándose los senos con fuerza, pellizcándose y jaloneándose los pezones, agarrándome duro del pelo y apretándome la cara con las piernas contra su sexo, que me daba a tomar sus deliciosos flujos - ¡¡¡COJAME, COJAME DURO, PÁRTAME EN 2 YAAA!!! – me pidió con los ojos cerrados, con el pulso a mil y más caliente que una boiler viejo.

Me incorporé y me puse a buscar los condones, pero no habían.

Voy por un condón y regreso… – dije.

No necesita, – replicó Beto, dejándonos asombrados nuevamente – ¿verdad que no cielito? – le preguntó a Lala, que con cara de gran extrañeza le respondió.

Es cierto… con el no hay problema Silvia

Además, tú ya no tenés problema de quedar embarazada mama. – le dijo a su madre mientras acomodaba a Laura en 4 sobre el sillón y la penetraba, para empezar una fuerte cogida que le sacó gritos a mi nuera desde la primera estocada.

Bueno, ni modo, no le iba a hacer feo a esa señora, ¿verdad? Tomé mi larga talega y la coloqué sobre la entrada de su vagina, empezando a presionar. Esta se deslizó despacio, sin detenerse y sin dificultades. Eso si, podía sentir como las tiernas y cálidas paredes se abrían y se estiraban, y como los ojos de la señora se ponían en blanco a medida que la invasión continuaba.

¡¡PUTA MADRE, QUE GRANDE, QUE GRANDE!! – decía ella mientras era atravesada.

Terminé de empalarla, me incliné a besarla y acariciarla antes de ejecutarla. Ella me devolvía los besos con pasión, me abrazaba de la espalda y me arañaba, gemía y resoplaba al mismo tiempo que comenzaba a mover las caderas, estaba urgida de que me la cogiera ya.

Sin proponérnoslo, Beto y yo nos enfrascamos en un duelo por ver que tenía más aguante, si el o yo. ¡Qué orgía, era sencillamente increíble! Me estaba cogiendo a una mujer increíble, un monumento a la ingeniería genética, al cromosoma X.

Comencé un mete y saca rápido y fuerte, ella se estremecía cada vez que sentía la punta de mi ariete topar contra el final de su canal vaginal, sintiéndose totalmente abierta y sometida. Yo veía embelesado como sus tetas enormes se estremecían, moviéndose de un lugar a otro, con sus pezones parados y enrojecidos pidiéndome guerra, pidiéndome más. Yo, pasando una de mis manos bajo las caderas de la señora para tenerla bien sujeta, me puse a agarrárselas, a estrujárselas, jamás había tocad chiches iguales, eran tan grandes que se rebalsaban de entre mis dedos, tan suaves, tas blancas (pero no eran flácidas, ojo), era sencillamente una mujer increíble.

Del otro lado Beto se cogía con furia a Laura, viendo como pasaba sobre su madre. Le metía la verga entre su rica pusita mientras su hermana, sentada en el suelo al pié del sillón con la cabeza inclinada hacia tras, le lamía la vagina a su cuñada que no paraba de gemir y orgasmearse, ya iba por su tercero creo yo. A veces le sacaba la verga repleta de jugos y se la daba a su hermana para que la chupara, bebiéndose con avidez todos esos flujos que llegaban a su lengua.

¡¡¡¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!!!! ¡¡¡¡VOY A ACABAR TITO, VOY A ACABAAAARRRRGGGGHHHH!!!! – bramó doña Silvia, en medio de uno de los orgasmos más intensos que he sentido en el interior de una mujer.

Los jugos salían de su vagina como si fuesen expulsados a presión, sus ojos celestes estaban en blanco, su boca muy abierta y su lengua de fuera, babeándose ella sola. Todo su cuerpo estaba empapado en sudor, su larga cabellera rubia-cana se pegaba a su piel y se enredaba por todos lados, sus piernas abiertas me rodeaban y apretaban por la cintura, buscando que mi misil se incrustara más adentro (si fuera posible). Y sus poderosas tetas, las veía subir y bajar durante unos momentos de calma en que al dejé de coger, solo para que se recuperara. ¡Dios mío, qué orgía!… y apenas estaba empezando.

Continuará

Tito (Garganta de Cuero).

P.D.: les mando una foto de Silvia, la madre de Beto, para que admiren su belleza, es una mujer sencillamente impresionante, la verdad.