Orgia en la calita (8: Natalia y Lucía)

El deseo da paso a las escenas sexuales y Natalia protagoniza con Lucia la primera sesion lesbica de la noche

Se incorporó sin prisas después de besar a Aurora y nos dio la espalda cuando comenzó a caminar hacia la orilla. Le seguimos con la mirada en la misma posición en que nos habíamos quedado ella y yo y, al alejarse, la visión de la escena cambió por completo porque el resto del grupo también pasaba a formar parte de la misma. Y, fuera del agua, parecía que la cosa también se había empezado a poner calentita.

Mientras comenzábamos a observar la escena, Aurora se sentó sobre mí de la misma manera en que lo había estado sobre Nacho. Es decir, pegando su espalda a mí pecho. Conforme sentí su culo contra mi piel la agarré con fuerza por las caderas apretándola contra mí y estirando la polla, que emergía entre sus piernas. Y, después de satisfacer ese subidón, volví a relajarme y comencé a acariciarle suavemente el coño mientras mirábamos al resto del grupo y lo que estaban haciendo.

Al parecer Natalia estaba haciéndose fotos con Lucía. Las dos estaban de pie y Jorge era quien disparaba. Lucía se había quitado el pantaloncito y se había quedado solo con el bikini. Y, si la parte de arriba os recuerdo que era mínima, podéis haceros una idea de cómo era la de abajo. Era un tanguita minúsculo. El triángulo justo para cubrirla bien por delante y otro pequeño triangulito que se perdía por entre los cachetes por detrás. Lucía tenía un culo espectacular, firme y respingón con el tamaño justo para poder apretarlo sin que te sobre mano. Y ese tanga le quedaba escandalosamente bien.

-Podías quitarte la parte de arriba del bikini y haceros la típica foto de amigas juntando las tetas… -.

Nacho, que ya había alcanzado la orilla y estaba saliendo del agua, se incorporaba a lo que pasaba fuera haciendo esa interesante propuesta a Lucía.

-Es buena idea –dijo Natalia.

Mi mujer rodeó enseguida a Lucía con sus brazos con la intención de desatarle el sujetador del bikini. De primeras ella la miró con cara de no querer, pero Natalia sabe cómo convencer con la mirada para llevarte siempre por donde le da la gana. Así que no me sorprendió que, en décimas de segundo, Lucía sonriera y dejara a mi mujer continuar. Natalia se acercó para oprimir sus tetas con las de Lucía y comenzó a desatarle el bikini. Primero la moña de la espalda, después la del cuello y, finalmente, tiró de él para que fuera deslizándose entre sus tetas hasta quedárselo en la mano. Lo lanzó a la silla y, abrazando la espalda de Lucía con las manos cruzadas sobre su culo, buscó el objetivo de la cámara con la mirada y sonrió. Lucía hizo exactamente lo mismo.

-Un piquito ahora… -Nacho continuaba cizañando a las chicas.

Tampoco se cortaron en hacerlo. Empezaron a darse piquitos mientras que Jorge seguía haciendo fotos. Se reían, la situación les resultaba graciosa y, con la broma y la no broma, Natalia pisó un poco más el acelerador. Pasó de darle picos a Lucía a besarle el labio. Lo cogía entre los suyos y lo soltaba con suavidad y envuelto en saliva. Al mismo tiempo había empezado a apretar, también suavemente, el culo de Lucía y la había apretado contra sí un poco más. Lucía, por su parte, respondió subiendo un dedo por la espalda de Natalia desde el culo hasta el cuello y, una vez la mano ahí, sujetó a mi mujer para pasar de besarse en los labios a comerse la boca.

-mmmmm… ¡Qué rico! –suspiró Aurora al verlas.

La pasión se fue desatando entre las dos y, al poco, sus manos comenzaron a recorrerse apasionadamente, dibujando cada una sobre las curvas de la otra. Natalia coló un dedo por el tanga de Lucía, justo bajo el triangulillo del culo, y fue deslizándolo por entre los cachetes hasta colar la mano en su entrepierna. Y ella reaccionó sacando el culo y abriéndolo para que Natalia llegara con sus dedos hasta el más intimo de sus rincones.

-Estás chorreando pedazo de puta –me pareció escuchar que le decía Natalia a Lucía.

Natalia no dudó en continuar comiéndose la boca con Lucía pero, después de decirle lo que fuera que le dijo, tampoco tuvo reparos en tirar del tanga para intentar quitárselo. Jorge, que era el que estaba más cerca de las dos, era incapaz de soltar la cámara y fotografiaba sin cesar el festival que su chica se estaba dando con otra mujer. Nacho, que ya había dejado la ropa y también las observaba, no dudó por el contrario en acercarse a ellas y, agachado tras Lucía, ayudar a Natalia a desnudarla definitivamente. Tiró del tanga hasta el suelo y, mientras ellas continuaban magreándose, levantó uno a uno los pies de Lucía para coger de la arena la prenda y echarla también en la silla.

Lucía buscó a Nacho con la mirada al sentir unas manos desconocidas quitándole la ropa. Cuando le vio desnudo supo que era el momento de dejarse llevar por el placer y disfrutar del sexo como le fuera pidiendo el cuerpo y sin ataduras o límites de ningún tipo. Nacho, sin embargo, no se sumó a los que estaban haciendo y, tras desnudarla, se limitó a retroceder un par de pasos para continuar observándolas y se llevó la mano a la polla para empezar a acariciarse.

Las chicas continuaban besándose y magreándose sin cuartel. Las manos ya deambulaban libremente por todos los rincones de sus cuerpos y sus respiraciones comenzaban a ser jadeantes y entrecortadas. La excitación estaba manando de sus poros y el deseo las estaba volviendo locas de placer.

Natalia comenzó a agacharse para ir recorriendo el cuerpo de Lucía con la boca. Besó sus hombros, mordió sus pezones y, ya de rodillas, continuó bajando por su ombligo hasta que la nariz se mojó con los flujos vaginales de su amiga. Ésta, que ya doblaba las rodillas por los espasmos de placer que le provocaba el contacto de cualquier cosa contra su coño, terminó por agacharse y recostarse sobre los antebrazos y abierta de piernas ante Natalia, encima de una toalla.

-¡Cómetelo! –gritó Aurora desde el agua

Natalia nos miró y sonrió. Y, acto seguido, se fue dejando caer para poner la cabeza entre las piernas de Lucía y empezó a comer.

Necesitaba ver aquella escena desde una perspectiva mejor y, aun dentro del agua, me fui moviendo hasta encontrar el ángulo desde el que pudiera ver perfectamente a mi mujer buceando entre las piernas de su mejor amiga. Aurora permanecía donde estaba, sobre mí, apretando su culo contra mi pelvis para no separarnos ni un centímetro y con el mismo interés que yo en disfrutar de la escena que se desarrollaba cerca de la orilla entre las dos chicas. Cuando encontré el lugar perfecto volví a acomodarme agazapado bajo el agua y me dispuse a penetrar a Aurora. Tal y como había hecho antes con su novio, Aurora me absorbió con un movimiento de cadera y mi polla se coló de inmediato hasta lo más profundo de su coño.

-déjala ahí –me susurró –y no pares de tocarme… -.

Con Aurora empalada y su clítoris en mis manos no podía pensar en una forma mejor de ver a mi mujer follando con otra chica. Así que dejé que mis manos se movieran a su antojo por el cuerpo de Aurora y ambos continuamos mirando hacia la orilla.

Natalia chupaba el clítoris de Lucía mientras que, con dos dedos, jugaba en la boca de su vagina. Lucía intentaba mantener la cabeza erguida para mirar a Natalia pero el placer se lo impedía. Con cierta frecuencia dejaba caer la cabeza muerta hacia atrás a la par que encogía los dedos de las manos apretando la toalla.

Natalia le metió los dos dedos y comenzó a follarla sin separar su lengua del clítoris. El ritmo compenetrado de lengua y dedos tenía a Lucía flotando en la nube del placer y gemía manifestando así lo mucho que estaba disfrutando. Mi mujer mantuvo la posición y no paró de restregarle la lengua por el clítoris hasta que Lucía llegó al orgasmo por primera vez. Sus jadeos y el movimiento de sus caderas eran tan exagerados que creí podría golpear a Natalia en un descuido. Pero no ocurrió. Mi mujer la tenía tan bien cogida que, no solo no se llevó ningún golpe de pelvis sino que, además, insistió con la lengua y los dedos hasta que Lucía comenzó a gemir orgásmicamente por segunda vez.

Lucía acababa de llevarse los dos primeros orgasmos de la noche y la fiesta no había hecho más que comenzar. Natalia se separó lentamente de entre sus temblorosas piernas y se acercó a Jorge para que este le lamiera los flujos vaginales que tenía alrededor de la boca.

Volví a apretar a Aurora contra mí cogiéndola fuertemente desde las caderas sin dejar de mirar a mi mujer. Ella, después de que Jorge le limpiara la cara con la lengua, se acercó a la mesa para coger su copa. Nos miró a todos y, al encontrar a Toño y a Estrella que estaban pendientes de la situación pero en un segundo plano les dijo:

-¿Y vosotros qué? ¿Aún estáis así? -.