Orgía en Familia
El desconcierto se apoderó de mí, se encontraban bebiendo Álvaro que era gemelo de Sergio, don Roberto que era un vecino aún mayor que mi padrastro, Jaime mi medio hermano de sólo diecinueve años, y Pato que era el hijo de mi hermana mayor,
Desde que tuve relaciones sexuales con mi padrastro a eso de los veinte años, nunca dejamos de mantenerlas, eran relaciones permanentes pero esporádicas, nunca deje de excitarme con la circunstancia casi filial entre nosotros, ni con la forma de pervertirme con cada una de sus ideas sexuales, verlo ahora bastante demacrado, representando mucho más de los sesenta y cuatro años que cargaba, con su piel seca, arrugada, faltándole dientes y con un aspecto totalmente desaseado, contándome las implicancias sexuales de su diabetes, su deseo interno y su falta de respuesta física, pidiéndome ayuda sentado en ese sillón que tantas veces había ocupado para reventar mi culito a sus anchas, me movía a la lástima pero también me excitaba, me acerqué a su oído y jugué con mi lengua en él –qué te gustaría le pregunté- y escuchaba sus respuestas mientras mi lengua recorría su cuello y jugaba en su oído, cada propuesta me estimulaba más, -puedo, puedo- era todo lo que le susurraba, notaba su respiración agitarse y le sabía caliente, pero su ánimo no estaba para lo que yo buscaba, le propuse hacerlo, que preparase todo, y su entusiasmo fue creciente a medida que aumentaba el alcohol en nuestro cuerpo.
Hice todo como él lo había pedido, realmente había pasado toda la semana con un gran charco entre mis piernas, me preparaba sin saber qué ocurriría, un short de jeans de aquellos que una misma se hace que prácticamente eran sólo la pretina y la cremallera, dejando al alcance y a la vista la totalidad de mis nalgas, botas bucaneras, un crop top para cubrir mis tetas y mi eterno abrigo, y a la vez que enviaba el mensaje, me arrojé a la calle.
La brisa de la playa entumecía mi cuerpo mientras caminaba de un lado a otro frente al reloj de flores, el tiempo parecía más lento frente a ese acompañante gigante, sin darme cuenta me tomo por los hombros desde la espalda y diciéndome como quería ver mi cara llena de semen sacó mi abrigo dejándome con mi vestimenta de puta a la vista de todos, siempre había gustado de exhibirme y mientras caminábamos veía en él su cara de satisfacción, casi a las dos cuadras nos subimos a un auto y fue mi primera sorpresa al saludarme Sergio, un chico que conocía desde mis quince años, menor que yo en unos diez, no acomodamos en el asiento trasero e inmediatamente vi como este acomodaba el espejo a la vez que mi padrastro tomando mi cabeza la llevó a su entrepierna desabrochando su cremallera, saque su pene flácido, y lo masturbé suavemente, pasando mi lengua por su cabeza humedeciéndolo e introduciéndolo en mi boca que subía y bajaba al ritmo que le marcaba la mano de mi padrastro, sin que lograse endurecerla totalmente, me acomodé de medio lado para poder sentir sus manos rugosas y ásperas jugar en mis nalgas, mientras sus dedos trataban de alcanzar mi ano protegido sólo por esa tira de jeans que era mi short, -me la quiero puro culear- escuché decir a Sergio, provocándome que lo mirase casi invitándolo a detenerse, -va a chupar hasta que lleguemos- dijo mi padrastro y volvió a llevar mi boca a su verga, introduciéndola lo más adentro que pudo.
Al llegar me sorprendí, era la casa de mi hermana, ella también mantenía relaciones con mi padrastro y más de alguna vez habíamos compartido entre amigos y nosotras, sin embargo cuando ingresamos el desconcierto se apoderó de mí, se encontraban bebiendo Álvaro que era gemelo de Sergio, don Roberto que era un vecino aún mayor que mi padrastro, Jaime mi medio hermano de sólo diecinueve años, y Pato que era el hijo de mi hermana mayor, todos circulaban alrededor de mi hermana tocándola con toda naturalidad, creo que ella se dio cuenta de mi estado, pues se acercó a mí y me preguntó si tenía algún problema, en verdad yo nunca me he negado al sexo, había tenido relaciones con ella, mi padrastro y mi hermano mayor, pero no esperaba que esta fuese una orgía casi familiar, me perturbaba un poco la presencia de mi medio hermano y mi sobrino, no por mí, no sabía si ellos estaban preparados para afrontar la transgresión de esos parámetros sociales que vedan, sancionan y culpabilizan las relaciones entre familiares, me tranquilizó y mientras bebíamos ella trataba de alejar mis temores enfatizando que ella ya la había hecho con todos ellos, que especialmente mi sobrino deseaba culearme desde hace mucho tiempo y que al igual que Jaime eran seguidores de mi twitter con otros nombres, imaginar que ya me habían visto desnuda, que tal vez, eran uno de aquellos que me excitaban con sus insultos, que se habían derramado en mis fotos, no sólo hizo que me calmara, sino que sintiera esa ansiedad en mi cuerpo que me produce la calentura y las situaciones pervertidas, ella nuevamente leyó en mi mis emociones, pues llevando sus manos a mis nalgas me plantó un beso de lengua, húmedo y profundo, me llevó de la mano al baño y me dijo que me tenía un regalo, era un vibrador pequeño, que suavemente introdujo en mi conchita luego de haber bajado mi short y haberse entretenido un rato en ella casi haciéndome llegar a un orgasmo con su lengua.
Regresamos al living y se acercó a Jaime quien puso música, bailábamos abrazadas, mientras sus manos recorrían mi cuerpo, apretando mi nalgas y sobando mis tetas, mientras hablaba a mi oído, diciéndome todo lo que había planeado mi padrastro, veía a los chicos sobando sus vergas, mi sobrino estaba como hipnotizado en mi culo, mi hermano Jaime, desde mis espaldas bajó mi crop top liberando mis tetas que rápidamente mi hermana tomó de mis pezones tirándolos y apretándolos arrancando mi primer gemido, se separó un poco de mi dejándome aún con vergüenza bailando para ellos, un pinchazo removió mi vagina llevando mi cuerpo de golpe hacía adelante, y mis manos a mi conchita, luego otro y otro, mordía mis labios y trataba de contener mis gritos, mientras mi hermana no dejaba de afirmarme, sentía la vibración en mi conchita de modo incesante, apretaba mis piernas, trataba de liberar mis brazos mientras mi cuerpo convulsionaba de placer, mi boca abierta trataba de absorber el aire, mis rodillas se doblaban, en tanto ella me obligaba a levantar mi torso, exhibiendo mis tetas que se movían sin coordinación alguna, mi respiración agitada y mis rugidos ahogados inundaban la casa, los breves lapsos en que se interrumpía la vibración en mi concha me esforzaba por respirar, mientras escuchaba en mis oídos su murmullo, -si…si…siiiii- era todo lo que podía contestar, al sentir nuevamente todos esos movimientos en mi entrepierna, no podía contenerme, -soy una puta…..siiiiii soy una puta…..-, -…si….si….cualquiera…..-, respondía a los dichos de mi hermana, insistía en que dijera sus nombres, más no podía, el placer mezclado con el dolor en mi conchita apenas me permitía respirar, -el Roberto…., el Manuel…., el Sergio…, el Álvaro….., el Jaime….., el Pato….todos… todos-, ni siquiera sabía si los había dicho o sólo era mi mente que los había escuchado pero, me liberó y mis piernas se doblaron, me encontraba convulsionando en el piso, casi en posición fetal, pidiendo ahogada que terminaran, que no podía más, -….si………entre todos……que me revienten…..que me partan el culo....-, no pude seguir las ganas de orinar vencieron toda mi resistencia y al mismo tiempo de liberar mi vejiga exploté en un orgasmo que grite con todo mi cuerpo, mientras seguía estremeciéndome en espasmos involuntarios, que fueron cesando a medida que las vibraciones en mi concha cesaban, estaba totalmente mojada, con ayuda de mi hermana me puse en pie, mi pelo estaba totalmente alborotado, mi pis salía por mi short bañando mis piernas, la miré y sus ojos estaban inyectados de morbo, ella sólo me acariciaba y me ayudó a sentarme entre mi padrastro y don Roberto que inmediatamente acariciaron mis tetas, pude ver a mi sobrino vertiendo su simiente en un vaso que ella luego rellenó de cerveza y me dio a beber, el cual acabé de un trago, mientras al recuperarme podía ver que estaban todos con sus vergas semierectas, me levanté y saque mis short quedando completamente desnuda, pidiendo que me dejasen descansar unos minutos.
Estaba sentada mientras don Roberto y Manuel, mi padrastro chupaban mis tetas, conversando entre ellos lo puta que era, mientras Roberto lengüeteaba mi cuerpo y me decía como tenía ganas de culearme desde que era niñita, veía a mi hermana como totalmente desnuda masturbaba a mi hermano chico y a mi sobrino, Sergio y Álvaro se masturbaban frenéticamente, tomé en cada mano sus vergas y los masturbe, quería sentir el pico de mi padrastro venirse en mí, por lo que me levante y saqué sus pantalones, lo acomodé en el sofá, me puse de rodillas y comencé a chupar su verga, acomodándola en mi boca y forzando a hacerla entrar entera para suavemente sacarla, una y otra vez, lo masturbaba mientras mi lengua recorría toda la extensión de su miembro, le pedí a Roberto que me la metiera, se afirmó de mi espalda y de una de mis nalgas, mientras ocupaba mi conchita, se movía arrebatadamente mientras de mi boca escapaban mis gemidos ahogados por la verga de Manuel, buscando aire, levanté las piernas de este y llevé mi lengua a su ano, le estaba chupando el culo a mi padrastro y la totalidad de su pico mientras mi vecino no paraba de taladrar mi concha, él tomó mi cabeza y le dio el ritmo que deseaba, sentía en mi útero los golpes de Roberto, al cual dé a momentos le pedía que me diera más duro mientras no dejaba de chupar y masturbar a mi padrastro, lo sentí agitarse, llevé toda su verga a mi boca sin soltarla, mientras chupaba al ritmo que me imponía Roberto hasta que sentí su leche tibia en mi paladar y respirar con un resoplido como si expulsara todo el aire de sus pulmones, me tomó del mentón y me digo que tragara, lo cual no necesitaba pues no pensaba dejar escapar una gota de aquella deliciosa leche, -le llené el hocico- dijo, mientras animaba a Roberto a venirse en mi concha, quien no tardó en hacerlo, saliendo de mi cuerpo y dándole la gracias a mi padrastro por haberlo invitado. Estaba acomodándome en el sillón cansada, cuando sentí que Álvaro me tomó del pelo y me dijo –ven perra culea, come- y me llevó a una mesita donde estaba arrojada una cantidad de semen que no sabía a quién pertenecía, lo miré con esa cara que sólo tengo cuando estoy demasiado excitada y comencé a lengüetear la mesa recogiendo el semen aprovechando de pasar mi lengua por su verga, hasta que me tomó y de un golpe llevó mi cabeza hasta el extremo de su verga, ahogándome, manteniéndome sin aire unos segundo, provocándome arcadas que hicieron que la baba cayera de mi boca, Sergio no esperó y comenzó a bombear mi conchita, estaba siendo usada por los dos hermanos que me había tocado cuidar de pequeños, Álvaro de pie, yo aferrada a sus piernas con su miembro en mi boca, mientras Sergio jugaba con sus dedos en mi concha, abría mis nalgas y ensalivaba mi culito, sentía sus dedos, su mano entera luchando por entrar en mí, le pedí que me clavara de una vez, ya no aguantaba, veía a mi hermana empalada por mi hermano y mi sobrino y sentía envidia, con mis piernas flectadas recibí la pichula de Sergio en mi concha para acabar en un orgasmos que casi me hace desfallecer, ellos cambiaron para que Álvaro pudiese divertirse en mi concha hasta dejarla rezumando semen y Sergio llenó mi boca, que esta vez vacié en mis manos y frote por mi cara, mientras intenté unirme a mi hermana pero ellos también ya la habían rellenado.
Estaba cansada, pero hambrienta, sólo quería que me siguiesen usando, vi las vergas de Roberto y Manuel que ya se encontraban inhiestas, tomé a mi hermana y la lleve al sillón, de espaldas a ellos, me ensarté la verga de mi padrastro en mi concha mientras mi hermana hacía lo propio con Roberto, éramos nosotros quienes nos estábamos culeando, dándonos sentones en esos hermosos miembros mientras escuchábamos el gozó de ellos, afirmada de sus rodillas buscaba penetrarme profundamente, sentía el golpeteo de mis nalgas en sus caderas mientras mi mano jugaba en mi clítoris, le rogaba que me diera, que me pegase en el culo, mientras apoyaba mi espalda sobre él, apretaba su manos en mis tetas para que las mortificara, sentí a mi hermana acabar a mi lado, mi presión subía y subía, mi concha se inflamaba, -acaba maraca- la escuche decir mientras su mano alejando la mía frotaba mi clítoris, sentí a mi padrastro venirse nuevamente y acabé, acabé y acabé gritando que me encantaba ser una perra.
Mi hermana que parecía controlar todo nos hizo parar, desnudas como estábamos, sirvió unos picadillos para comer, estábamos a merced de ellos, conversábamos, bebíamos, nos manoseaban al pasar, jugábamos los típicos juegos de amigos para quedar ebrios, y ebrios estábamos cuando mi hermana comenzó a hacer preguntas de índole sexual que nuevamente iban encendiendo el ambiente, -yo quiero puro culearmela tía- dijo Pato, provocando la risa de todos, -yo quiero hacerte saltar en mi pichula- dijo mi hermano al cual ya se le notaba su erección, -yo verte llena de leche como una puta-, nos calentamos pregunto mi hermana, mientras se paraba a mis espaldas y acariciaba mis tetas a la vez que recorría mi cuello con su lengua, -nosotros hacerla mierda- dijo Roberto, por él y mi padrastro, rápidamente me levante, tome la mano de Jaime, mi hermano, Pato, mi sobrino y le dije a Manuel, mi padrastro que me siguiera, nos alejamos un poco y comencé a chupar la verga de los tres, sacaba una para hacer descansar otra en mi boca, mientras no dejaba de pajear a los otros, mi sobrino estaba totalmente descontrolado y luchaba por mantener su verga en mi boca, Manuel me puso de espaldas y clavó su verga en mi concha, llevando mis pies a sus hombros y haciéndome sentir su verga profundamente enterrada en mi cuerpo, diciéndome que era la mejor de mis hermanas, que se las había culeado a todas pero que yo era la más puta, mientras podía sentir como se masturbaban mi hermano y mi sobrino, como pude voltee a mi padrastro dejándolo de espaldas al suelo, levantando mi cuerpo y atrayendo a mi hermano a mi sobrino a cada una de mis tetas que chupaban y mordían a sus anchas mientras yo movía desaforadamente mi cadera adelante y atrás, gimiendo y ronroneando al ritmo del placer que me proporcionaba la verga de mi padrastro en mi útero, y el sentir mis pezones a punto de estallar en la boca de esos mocosos que no sabían que más hacer. Mi hermano, fue el primero en separarse y levantándose acercó su miembro a mi boca que recibí gustosa, me enterraba su verga violentamente en mi boca, y comenzó a darme cachetazos en la cara mientras me insultaba, yo trataba de imprimir algún ritmo a mi chupada más no podía frente a su violencia, los reclamos de mi sobrino al verse despojado de mis tetas se hacían sentir en sus tirones de pelo tratando de disputarle mi boca a mi hermano, como pude saque esa verga de mi boca y le dije que me diera por el culo, calmé un poco los movimientos de mis violadores, para con mi mano llevar el pico de mi sobrino a la entrada de mi ano, empuje mi cuerpo hacía atrás pudiendo sentir como poco a poco entraba su cabeza hasta sentir aquella sensación exquisita en que el dolor cesa al distenderse totalmente el esfínter, y tocar su cuerpo con mis nalgas, -ya, dame fuerte- le dije y él no se hizo esperar, afirmado de mis caderas comenzó a hacer entrar y salir su verga, mientras me decía lo rica que era su tía, Jaime no dejaba de trepanar mi boca, mientras yo como podía al ritmo de la verga de mi sobrino enterrada en mi culo me movía dando todo el placer que fuese posible a mi padrastro, quien llenó mi concha de su néctar, quedándose totalmente quieto, saqué la verga de mi boca y le dije a ambos que quería su leche en mi cara, mi hermano explotó casi al instante regando mi frente y mi pelo y se fue a uno de los sillones, mi padrastro le acompañó dejándome un momento de descanso de la verga de mi sobrino, instante en que pude ver a mi hermana que estaba totalmente desparramada entre las vergas de Sergio, Álvaro y Roberto, pasé mi lengua por su espalda y acercándome le dije que los quería a todos en mi cara, mientras ella sin dejar de gemir y atorada de verga como estaba, sólo con un gesto me señaló que si, -ya po’ tía- dijo mi sobrino colgándose de mis tetas y obligándome a ponerme a cuatro patas para atravesar mi culo sin consideración alguna, arrancándome entre grititos y gemidos de placer, que hicieron que Roberto abandonase el culo de mi hermana y explotase entre mi mentón y mis tetas, le siguió Álvaro que cambió la boca de ella por la mía para explotar en mi cara, y perdí la leche de Sergio que rellenó la concha de mi hermana que en ese momento apretaba su mandíbula para no gritar el orgasmo que la asfixiaba. Pato, mi sobrino, seguía arrancando de mi cuerpo gemidos y olas de placer recorrían desde mi útero, a mi ano y mi espina, mientras yo le rogaba que acabara en mi cara, pero él tenía toda la fuerza de la juventud y tomado de mi pelo me cabalgaba haciéndome acabar, pero él siguió masacrando mi recto hasta que el dolor se hizo presente, hizo un intento por parar al darse cuenta, pero le rogué que siguiera, que no importaba que para eso éramos las putas, y siguió chocando sus jóvenes caderas en mis pulposas nalgas hasta que de golpe sacó su miembro y se masturbo frente a mí para echar su lechada en mis ojos.
Esparcí el semen por mi cara mientras tomaba una cerveza parada frente a ellos, hasta que mi hermana me pidió que la acompañase al baño, -para qué- le pregunte, mientras me colaba bajo su concha, tomándola de su culo y obligándola a abrir las piernas sobre mi cara, ella rio y soltó su orina en mi rostro, frente a la expresión de sorpresa de todos, aprovechando de lavarme con esa agua tibia que salía de su cuerpo, para limpiar su conchita con mi lengua cuando hubo acabado.
Estábamos repartidos en los sillones, nosotras y mi sobrino totalmente desnudos, los otros a medio vestir, la noche avanzaba y el jolgorio ya no era el de antes, mi padrastro me beso y me dijo que se retiraba, Roberto y Sergio anunciaron que se iban con él, despidiéndose entre besos y nalgadas en mi culo y el de mi hermana, ella también anunció que iba a dormir por lo que se fue a una de las piezas donde la siguió Álvaro, quedándome sola con mi hermano y mi sobrino que parecían tener un ímpetu inacabable, y acariciándome ya rogaban porque no me fuera.
Yo no fumo marihuana pero no me molesta que lo hagan, ellos entre las cervezas y sus jugueteos con mi cuerpo fumaban, riéndose de todo, yo sobaba sus vergas, mientras contestaba sus preguntas, veía como se excitaban, me resbalé del sillón y gateando me dirigí al otro sillón, mostrándoles la plenitud de mi culo, tomé un cinturón del pantalón de Pato, me levante, afirmé mis brazos frente en la mesita quedando frente a ellos y le extendí el cinturón, -pégame- le dije extendiendo el cinturón a mi sobrino, el primer golpe fue suave y le recriminé que lo hiciese fuerte, ahora si el golpe me hizo juntar las piernas y bajar mi cabeza, -no pares- le pedí, y me dio otro golpe en las nalgas, y otro haciéndome flectar mis rodillas, otro más me hizo gritar, veía la verga de mi hermano creciendo mientras la frotaba suavemente, ahora fue él quien le dijo a mi sobrino –pégale- y este no se hizo esperar y descargó varios cinturonazos seguidos, mientras mi hermano se levantaba y fue por otro cinturón diciendo que le tocaba, me levanté y acaricié su verga al pasar mientras gozaba la visión de la de mi sobrino apuntando mi cara en su erección, -tú en las tetas–, el primer golpe llevó mi cuerpo adelante del dolor en mis pechos, mientras el golpe de mi sobrino en mi culo me hizo enderezarme, estaba muy excitada mientras ellos me azotaban desordenadamente, y yo sólo pedía que siguieran, con fuerza, con rabia, mi hermano paró la azotaina y me dijo-manita quiero tu culo-, yo tenía mi cara bañada en lágrimas de placer y dolor y sólo quería sentirme usada nuevamente, tomé a ambos de las manos, estaba amaneciendo, -vamos a la pieza, yo también quiero- les dije y esa día dormí atravesada por su vergas que se turnaban en mis orificios como quien usa una cosa.