Orgía en el gimnasio
Sandra, una muchacha gordita que está tratando de bajar peso, se encuentra una sorpresa en el gimnasio ya fuera de su horario de cara al público, ante la que no puede evitar curiosear
Sandra caminó hacia su casa después de una larga sesión de gimnasio, que muy a pesar suyo aún no se veía manifestada en su cuerpo. La chica, de 19 años se había apuntado a aquel gimnasio a primeros de año y ya llevaba casi cuatro meses acudiendo a aquel local en el que sudaba y se cansaba de un modo bastante fuerte, pero que aún así no había logrado bajar todo el peso y volumen con el que ella contaba cuando se apuntó.
Pese a que aquel ejercicio no estaba actuando tan bien como ella deseaba, si sentía como cada vez su sobrepeso era menos alarmante, consiguiendo Sandra, después de mucho tiempo, lograr ponerse frente al espejo totalmente desnuda todas las noches, para poco a poco ir viéndose a si misma bella.
Sandra era una joven de piel clara, pelo largo y rubio, grandes ojos castaños y de figura bastante rechoncha. La chica después de casi un mes presentándose ante el cruel espejo se dio cuenta de que este no era tan cruel y que cada día veía como su figura, si bien no perdía el volumen que ella deseaba, si observaba como sus carnes comenzaban a volverse más duras y cada vez se bamboleaban menos a cada movimiento.
Sin duda alguna de lo que más orgullosa se sentía, después de aquellos meses de intenso trabajo para conseguir una hermosa figura, era de sus grandes senos los cuales cada vez se encontraban más altos y firmes, llegando hasta el punto, de que por primera vez en su vida Sandra se atrevía a vestir blusas escotadas.
Sandra se paró ante unos de los escaparates de la calle por la que transitaba para verse allí reflejada. La muchacha sonrió ampliamente, sus muslos seguían siendo rollizos al igual que sus caderas, en las que aún tenía bastante más volumen del que pretendía, pero los vaqueros se ocupaban de disimular aquellas imperfecciones. Donde desde luego no se ponía ningún tipo de prenda compresiva era de cintura para arriba, vistiendo en aquel momento un top ajustado sin tirantes que la cubría un poco por encima de los pezones y una blusa abrochada que se iría desabotonando a medida que transcurriese la noche. Pero la sonrisa desapareció por completo cuando vio que iba perfectamente vestida de fiesta para salir con sus amigas, pero que no llevaba su bolsa de deporte, la cual había dejando en su taquilla, junto a su cartera.
Sandra corrió precipitadamente mirando su reloj sin parar, eran las nueve menos cinco, si no se daba prisa se encontraría con su gimnasio cerrado, lo que sería un gran problema, ya que tendría que estar todo el fin de semana sin documentación, y lo que era lo mismo, sin poder entrar en ni un solo local de ocio, ya que aún habiendo cumplido la mayoría de edad el año pasado todavía la seguían pidiendo el carnet antes de entrar.
La chica resopló aliviada cuando vio que la verja del local aún estaba a medio cerrar, así que jadeando se inclinó y pasó al interior.
En el interior ya no quedaba más iluminación que la que proporcionaban las luces de emergencia, teniendo la muchacha que moverse con cuidado para no tropezar con alguna de las máquinas de ejercicios que poblaban la sala principal.
Sandra tuvo que echar mano a su teléfono móvil cuando se adentró en el pasillo que llevaba a los vestuarios ya que la zona estaba bastante más oscura que la que acababa de abandonar. La escasa luz que le proporcionaba su teléfono móvil fue suficiente como para lograr entrar en el vestuario de las mujeres y sacar su bolsa de deporte.
La chica cerró la puerta con precaución, se había colado en el local cuando ya estaban cerrando y no sabía la gracia que aquel hecho podría hacer a los propietarios, así que comenzó a deshacer sus pasos para salir de nuevo al exterior. Pero se detuvo de golpe cuando escuchó.
- ¡Venga puta, mámamela como la cerda que eres!- dijo una voz fuerte y varonil que a Sandra le resultó familiar.
- Sí Amo Manuel- dijo una voz femenina mucho más dulce que desembocó en un suave sonido de ensalivar.
Sandra detectó al momento que las voces venían del vestuario de los chicos y sin poder marcharse antes de saciar su curiosidad se acercó a la puerta para ver quien se encontraba dentro. La chica maldijo las puertas modernas lamentando no seguir con las antiguas en las que se podía observar el interior de la estancia atreves del ojo de la cerradura.
La chica, que sabía que lo mejor para ella era marcharse y no cotillear más, no pudo controlar el calor que comenzaba a sentir en su cuerpo y volvió a entrar en el vestuario de las chica, lugar donde sabía bien que había una baldosa suelta que cubría un agujero desde el que podría ver lo que sucedía en el vestuario de los chicos.
La joven totalmente acalorada, y casi segura de que desde aquella posición presenciaría una escena de sexo, comenzó a desabrochar su blusa mientras quitaba con cuidado la baldosa, para dejarla en el suelo con mimo.
Sandra no se equivocó, al otro lado se podían ver a dos hombres de pie, casi desnudos del todo delante de una mujer que se hallaba de espaldas y de rodillas ante ellos. La muchacha los identificó al momento; eran Manuel y Javier. El primero era un hombre de unos 35 años, de piel morena, pelo corto y negro, bastante alto, cuerpo musculado y algunos tatuajes, repartidos por todo su cuerpo. Javier tenía unos 40 años y, al igual que su compañero, trabajaba en el gimnasio como entrenador personal, era un hombre alto, de cabeza afeitada para disimular la cada vez mayor ausencia de pelo en ella, cuerpo ligeramente musculado y que en aquel momento tenía su rostro contorsionado por el placer que le producía tener su erecto miembro en la boca de la sumisa mujer.
Sandra no pudo evitar comenzar a acariciar sus sensibles pechos, centrándose en sus grandes, rosados y erector pezones que la produjeron un placer inmenso. La chica ignorando las consecuencia de quedarse allí escondida no tardó en bajar su mano hasta su sexo, el cual se depilaba cada semana para que su parte íntima resultase lo más atractiva posible al hombre con el que tuviese su primera experiencia sexual.
Con la cara pegada a la fría pared Sandra trató de averiguar si conocía a la mujer que estaba tratando de satisfacer a los dos monitores del gimnasio. La chica rápidamente descartó a Samanta, una de las monitoras de aerobic, ya que esta tenía un cuerpo mucho más tonificado que la mujer de piel clara y pelo largo y castaño que en aquel momento suplicaba por sentir las pollas de los dos machos dentro de ella.
Sandra estaba impresionada con las medidas de los miembros de aquellos dos hombres, si la vista no la fallaba debían de ser algo más grandes que el consolador de 15 centímetros que la chica guardaba celosamente debajo de su cama, y sin ningún tipo de duda bastante más gruesos que este. La idea de estar cerca de alguno de esos imponentes falos hizo que la chica se calentase aún más comenzando a tocarse cada vez con más ímpetu, con una manos sus blandos y suaves pechos que ya estaban por encima de la blusa y el top, y con la otra frotando con ganas su húmedo sexo.
- Pero si tenemos una mirona- dijo una voz femenina a la espalda de Sandra.
La chica se giró de golpe sorprendida para verse cara a cara con Samanta, la atlética profesora de aeróbic, era una mujer más alta que Sandra, de piel morena, pelo largo y negro, pechos grandes y firmes y músculos bastante marcados por todo su cuerpo. Sandra sentía cierta envidia de aquella mujer, ya que pese a tener 40 años se llevaba gran parte de las miradas de los hombres que ingresaban en el gimnasio todos los días.
- ¿Te gusta lo que estás viendo?- preguntó la mujer con total naturalidad para soltar al final una carcajada- a juzgar por lo que veo si que te gusta- Sandra al oír el comentario se puso roja como un tomate y trató de meter sus generosos pechos en el top.
- Lo siento… no se que me ha pasado- dijo la chica tratando de excusarse.
- Puedes quedarte a mirar si quieres, a mí no me importa- dijo la mujer sonriendo- yo me estaba ocupando de cerrar antes de entrar en acción- comentó la mujer con total naturalidad- ¿quieres acompañarme?
Sandra quedó callada durante unos instantes sin saber que decir, su cuerpo la decía que sí, que debía ir a gozar de su primera vez con aquel par de hombres experimentados, pero su cabeza por el contrario la instaba a marcharse y esperar a tener sexo con alguien con quien tuviese más confianza, al menos la primera vez.
- Esta sería mi primera vez- dijo la chica con el rostro un tanto sonrojado.
- ¿Y estás esperando a la persona idónea?- preguntó Samanta con una sonrisa impecable.
- No, pero me da que esos dos hombres me harían bastante daño en mi primera vez- dijo la chica, provocando el asentimiento de la mujer.
- Sí, lo cierto es que están muy bien dotados los dos, pero saben ser delicados con las primerizas.
- No sé- dijo Sandra cada vez con más dudas.
- Si no estás esperando a tu príncipe azul te recomiendo hacerlo ahora, te doy mi palabra de que no se te hará ningún daño, solo quedamos los viernes por la noches para tener algo de sexo con alguna alumna a la que previamente seducimos- dijo sonriendo- ya ha habido semanas que lo hemos hecho con dos, y a mi me encantaría que te nos unieses esta noche.
- De acuerdo- dijo Sandra sin estar segura del todo.
- ¡Genial! Ahora ve desnudándote mientras te explico- la chica un tanto cortada comenzó a bajarse loa pantalones vaqueros para mostrar sus rollizas piernas- el juego que nos traemos entre manos es así de fácil, nosotros los monitores somos los dominantes y las clientas seducidas son las esclavas.
- ¿Esclavas?- preguntó la chica mientras se liberaba de su blusa y su top mostrando sus grandes y pechos.
- Sí- respondió Samanta acercándose para hundir sus fuertes manos en los senos algo caídos de la joven- pero no te preocupes, no se os da ninguna orden degradante ni se os pega, tan solo serás durante esta noche nuestra esclava sexual.-explicó bajando sus manos por los costados de la chica hasta llegar a sus bragas y bajarlas de un tirón- y por supuesto las esclavas no tienen que llevar nada de ropa.
La primera orden que Samanta dio a Sandra fue que se arrodillas en el suelo y que comenzase a caminar a cuatro patas tras ella como si fuese una perrita. La muchacha, loca de excitación, no dudó en clavar sus rodillas y manos en el suelo para comenzar a caminar detrás de las musculadas piernas de la mujer.
Al salir al pasillo, la joven desnuda, notó como un racha de aire frío acariciaba su culo y su sexo, haciendo que el calor que sentía en aquel momento se incrementase, calor que fue aumentando a medida que tanto ella como Samanta se acercaban al vestuario de los chicos, escuchando cada vez los gemidos más cercanos.
- Desde que entremos hasta que salgas tan solo serás una putita para nosotros y te dirigirás a nosotros como amos- le dijo Samanta parando delante de la puerta tras la que se gestaba la orgía.
- Me parece bien- dijo la chica deseosa de entrar en su primera experiencia sexual.
- ¡Chicos!- dijo Samanta elevando el tono de voz mientras abría la puerta de par en par- ¡mirad a quien me he encontrado espiando!
La mujer sujetó la puerta para que Sandra pudiese entrar gateando en la estancia. La actividad se paró casi por completo cuando los dos monitores y la mujer que allí se encontraban se quedaron mirando a la acompañante de Samanta.
Sandra, avergonzada por la situación comenzó a alzar la cabeza lentamente, pero no se atrevió a levantarla más que para ver los grandes e hinchados miembros de los dos monitores, volviendo a bajar su vista al suelo cuando su mirada se cruzó con la mujer que los estaba satisfaciendo, una chica de unos 30 años a la que había visto innumerables veces por el gimnasio, tratando al igual que Sandra de reducir sus zonas más voluminosas.
- Es novata así que tratarla bien- dijo Samanta cerrando la puerta del vestuario- ¿Quién quiere ayudarla a entrar en calor mientras me voy preparando?
- Yo mismo- dijo Javier dando un paso al frente y acercándose a la joven.
Sandra, que no se atrevía a levantar la vista vio como las musculadas piernas de Samanta desaparecían dejando paso a unos pies grandes y bien cuidados, en los que dejó de reparar en cuanto notó como las grandes y fuertes manos del instructor de cabeza afeitada comenzaban a acariciar su suave piel.
El hombre comenzó a acariciarla primero los costados y la espalda, para poco a poco ir acercándose a zonas más íntimas. La muchacha que seguía atenazada por los nervios comenzó a gemir de placer cuando notó las hábiles manos del entrenador en sus nalgas, rozando una y otra vez su sexo, pero sin decidirse a explotar aquella zona.
- Por favor, siga tocándome ahí- pidió la chica en un susurro.
- No te he oído bien.
- Por favor, siga tocándome ahí, Amo- pidió la chica con la voz un poco más alta.
- ¿A dónde te refieres?- preguntó el hombre, divertido acariciando suavemente los labios vaginales de la joven, pero sin llegar a profundizar.
- En mi vagina, Amo- pidió la chica.
- No soy muy culto, no se donde está esa zona de la que me hablas. ¿Eres capaz de decírmelo en un idioma que entienda?- preguntó sonriendo, haciendo que la chica tragase saliva y alzase un poco la cabeza para que su voz saliese más nítida.
- Por favor Amo, le ruego que me toque el coño- dijo en un tono bastante más alto de lo que había planeado.
- Tócaselo Javi- dijo Manuel que estaba a unos metros recibiendo una cubana de los grandes y claros pechos de la, hasta hacía solo unos instantes, única esclava sexual- parece que esa puta quiere hacer oposiciones para ser nuestra nueva esclava.
Javier, agarrando del pelo a la joven la hizo levantarse para no tener que seguir agachado para proporcionar placer a Sandra. La chica considerando que los nervios iniciales habían pasado y que todos allí estaban desnudos alzó un poco la cabeza, pero se vio obligada a bajar la vista cuando notó un par de dedos dentro de su rajita, la chica que no deseaba que el entrador personal, al que veía todos los días, viese su rostro contorsionado por el placer.
- No bajes la cabeza cuando te estoy dando placer, perra- dijo el hombre con dureza, haciendo que la chica la levantase lentamente para mirar los grandes ojos castaños del hombre.
- Lo siento, Amo- dijo la chica sintiendo como los dedos del hombre se movían más rápido en su interior, provocándola toda clases de muecas de placer a las que el hombre correspondía con una sonrisa.
Sandra comenzó a notar como el rubor de sus mejillas se hacía cada vez más intenso, sabiendo que si el ritmo al que Javier la estaba masturbando no cesaba acabaría por correrse en unos instantes. El hombre, que parecía saber, mejor incluso que Sandra, lo que su cuerpo necesitaba, continuó con más énfasis, hasta que cuando la chica estuvo apunto de correrse, paró, le agarró la nuca y le dio un largo beso en los labios, mientras la joven notaba como sus fluidos comenzaban a salir provocándola un placer que hasta aquel momento no había sentido.
El beso se prolongó durante unos segundos hasta que Sandra notó como unas suaves manos habían llegado hasta sus grandes pechos y los apartaban con fuerza.
- Me doy ya vuelta y ya te estás corriendo, guarra- le dijo Samanta mordiendo fuerza moderada el hombro de la esclava.
- Lo siento Ama, no pude soportarlo- dijo la chica temiendo que pudiese recibir algún tipo de correctivo.
- No te preocupes, putita- le dijo Javier sonriendo- es normal, tengo unas manos mágicas. Pero aún así te estás llevando mucho placer sin dar nada a cambio, creo que ha llegado el momento de que comiences a usar tu boquita.
Sandra se colocó de rodillas lentamente mientras las manos de Javier ejercían fuerza sobre sus hombros para que esta fuese bajando altura hasta que su rostro quedó a la altura del miembro del hombre que le había hecho llegar al orgasmo.
La chica ante la primera felación que iba a dar dudó un poco y antes de meterse el gran falo que Javier tenía entre las piernas dio unas cuantas lamidas al glande rosado que tenía ante ella. Sandra poco a poco se fue acercando al rabo del hombre para comenzar a tragárselo, pero Javier no tenía tiempo para aquello y agarró la nuca de la esclava sexual para acelerar el proceso.
De la mano del entrenador la muchacha no tardó en comenzar a notar como el glande que tanto se había esforzado en ensalivar llegaba hasta su garganta. Sandra se quedó un poco desilusionada, ya que pensaba que sería capaz de recibir más polla en su boca, había estado practicando con su consolador en casa y era capaz de tragarlo casi por completo, pero en honor a la verdad el miembro que tenía delante era bastante más grueso.
Javier, que consideraba que la recién llegada podría hacer algo más, siguió forzándola poco a poco mientras que Samanta se encargaba de estimular los pechos y el húmedo sexo de Sandra, que pese a nunca haber imaginado que la podría gustar que una chica la tocase así, la estaba volviendo loca.
- Muy bien zorrita- le dijo el hombre sacando el pene de la boca de la jadeante muchacha- pero creo que aún lo puedes hacer mejor, ahora quiero que sigas mamándomela, pero que en lugar de mirar al frente mires hacia arriba, quiero ver la carita de guarra que pones.
- Sí… Amo Javier- dijo un poco cansada por el esfuerzo pero poniéndose a la tarea.
Sandra, cuyas mejillas seguían mostrando rubor, trató de alzar la mirada para que su instructor estuviese contento y se decidiese por follarla. La chica cada vez que introducía el pene de Javier en su cavidad bucal trataba que este llegase más profundo que la anterior, pero después de unos minutos las caricias de Samanta sobre todo su cuerpo desaparecieron.
La chica trató de buscar a su acariciadora, pero Javier, que estaba disfrutando de la mamada, le agarró de la cabeza para que se centrase en él, por suerte la chica se olvidó rápido de ella cuando notó como unas manos fuertes comenzaban a estrujar sus pechos con fuerza, no hacía falta mirar para darse cuanta de que era Manuel.
La joven gimió un poco de dolor al notar sus flácidas carnes aprisionados por los duros y largos dedos del segundo hombre que la acariciaba aquella noche. Manuel, después de repetir la operación dos o tres veces, y ver que la chica no disfrutaba con la rudeza que a sumisa que acababa de abandonar le gustaba, comenzó a acariciar con más delicadeza el cuerpo de Sandra.
Sandra sintió de nuevo como su temperatura corporal comenzaba a aumentar cuando notó como las caricias se comenzaban a centrar en zonas específicas, como lo eran sus nalgas, sus pechos y su sexo. La chica gimió de placer cuando sintió sobre su sexo la húmeda lengua de Manuel.
Como si los dos hombres fuesen capaces de leer el pensamiento de la joven se alejaron de ella cuando notaron que estaba a punto de correrse.
- Chicas, creo que esta perra ya está lo suficientemente caliente- dijo Manuel en voz bien alta tras dar un duro azote sobre las nalgas de Sandra.
- Estupendo- dijo Samanta caminado totalmente desnuda hacia la novata, seguida de la otra mujer- vosotros id preparando la iniciación de esta zorrita mientras nosotras le enseñamos las bondades del sexo lésbico.
- Encantada, me llamo Laura- se presentó la mujer, que hasta la llegada de Sandra era la única que no formaba parte de los trabajadores del gimnasio.
Sandra no tuvo tiempo de decir nada, ya que antes de articular palabra sus labios se vieron aplastados por los de Laura, que no tardó en meter la lengua dentro de su boca. La receptora del beso trató de resistirse, pero cuando quiso intentar quitársela de encima ya estaba con la espalda en el suelo y con los pechos blandos y suaves de Laura aplastado los, un poco más grandes, de Sandra.
- ¿Se puede saber que hacéis, guarras? ¿os estáis montando la fiesta sin vuestra Ama?- dijo Samanta con tono autoritario.
- Lo siento Ama- dijo Laura levantándose rápidamente- solo quería probarla, me parece muy sexi.
- ¿Te parece sexi, verdad perra?- preguntó la mujer agarrando a Sandra del pelo para levantarla mientras miraba con enfado a Laura- pues ahora vas a comerme por detrás mientras que la zorrita novata tiene la suerte de poder estimular la parte delantera de mi cuerpo.
- Será un placer Ama- dijo Laura gateando hasta colocarse a la espalda de Samanta para comenzar a acariciar sus duros y tornados muslos.
Samanta se colocó entre las dos sumisas con las manos detrás de la cabeza, para dejar que Sandra se recrease con las vistas. La chica quedó impactada ente lo firme y duro que era el cuerpo de la mujer, la chica temblorosa comenzó por apretar los alzados, grandes, y redondeados senos de Samanta, para acabar lamiendo los pezones de estos, que eran muy pequeños y de color marrón.
La joven no pudo menos que quedarse un largo rato chupando y acariciando aquella zona de la anatomía de la que la había invitado a la orgía, pero esta quería que Sandra continuase bajando, y así se lo hizo saber cuando la agarró del pelo y la obligo a bajar.
La chica siguió acariciado el musculado cuerpo de la mujer, bajando al tiempo que acariciaba los costados de la monitora de aerobic y pasaba su lengua por sus moldeados abdominales. Hasta que finalmente desembocó en la zona más húmeda de la mujer.
Sandra, que antes de meterse de lleno en aquella fiesta sexual nunca había valorado la posibilidad de estar con otra mujer, comenzó a lamer con avidez el flujo que salía de la depilada vagina de Samanta, comenzando con lamidas lentas sobre los labios de la misma, para acabar introduciendo su lengua entre ellos en busca del pequeño y duro clítoris.
- ¡Sí guarra, sigue así!- dijo Samanta encantada de tener que dar tan pocas indicaciones a su lamedora al tiempo que la agarraba de los pelos para que no se la ocurriese abandonar su húmedo sexo.
- Ya está todo listo para la iniciación de la nueva zorrita- dijo Javier colocándose detrás de Sandra y estimulando con dos dedos su húmedo sexo y con otro en ano de la chica que gimió de placer, al tiempo que se preocupaba por si al fornido hombre se lo ocurría penetrar aquella zona virgen.
- Vaya, con lo bien que lo estábamos pasando- comentó la mujer dejando libre la roja cara de la sumisa, que respiró a pleno pulmón después de unos minutos de intensa lamida.
Sandra, bastante agotada se dejó llevar por Samanta y Javier, que le asieron de un brazo cada uno, llevándola hasta un banco de reducidas dimensiones en el que apoyaron la espalda y la cabeza de la joven, dejando las piernas fuera del banco y un poco separadas.
- Bien perrita, el juego para la novata es el siguiente- comenzó a hablar Javier mientras sus otros tres compañeros rodeaban a Sandra, dos por cada lado del banco- ahora vas a ser el centro de atención, nosotros te vamos a dar placer los 4 a la vez, pero tu también tendrás que dárnoslo a nosotros- le dijo el hombre sonriendo- ¿quedó claro?
- Sí Amo Javier- dijo la gordita sin poder esperar más.
- Genial- dijo Samanta pasando una de sus piernas por encima de la cabeza de Sandra para dejar su sexo empapado ante el rostro de la sumisa- como he sido yo la que la he captado me pido su carita.
Sandra comenzó a lamer con deseo el depilado sexo de la profesora de aerobic mientras notaba como los otros tres pares de manos comenzaban a repartirse el resto de su cuerpo. Javier, que desde que había visto a la muchacha le habían entrado ganas de penetrarla, no tardó en enfundarse un preservativo en su hinchada polla para comenzar a pasar esta sobre el húmedo y receptivo sexo de Sandra.
Manuel viendo ocupados los dos agujeros en los que más deseaba poner a relajar su falo hizo lo mismo que Samanta, pero a la altura de los grandes pechos de la joven, para usar estos para poner su miembro entre sus tetas y comenzar a estimularlo con ellas.
La única que quedó sin un lugar de privilegio fue Laura que se dedicó a recorrer las zonas libres del cuerpo de Sandra para lamerla y darla ligeros mordisquitos.
Sandra gimió de placer cuando sintió como el grueso pene de Javier comenzaba a abrirse paso dentro de ella, obligándola a parar de lamer para saborear bien aquellos instante. Pero la chica volvió rápidamente a su función de lamer el sexo de Samanta, a la vez que también rodeaba sus caderas con los brazos tratando de llegar a sus propios senos, para que la cubana de Manuel fuese lo más satisfactoria posible. La joven nunca había imaginado alcanzar tanto placer y estaba dispuesta a esforzarse el máximo para que los organizadores de aquella fiesta sexual se viesen satisfechos con su actitud.
Manuel correspondió a aquel detalle con un beso sobre cada pezón de la joven, acabado en un ligero mordisquito que hizo se su dureza aumentase aún más. El hombre consciente de que no debía hacer mucha fuerza para no agotar demasiado rápido las fuerzas de Sandra continuó con la cubana haciendo movimientos de cadera suaves.
Laura, viéndose bastante desatendida, se colocó frente a Samanta, colocando su flácido cuerpo junto a la dura anatomía de la mujer, dejando los dos sexos muy pegados uno de otro. Sandra, a la que le habían agradado la multitud de besos y caricias que Laura le había dado mientras los tres dominantes gozaban con su cuerpo, no dudó en comenzar a lamer las dos vaginas que en aquel momento la impedían la visión.
Después de casi tres minutos en aquella excitante situación Sandra acabó por correrse. La joven gimió como nunca lo había hecho en toda su vida, al tiempo que notaba como la mano de su penetrador, que seguía embistiéndola despacio, comenzaba a acariciarla el abdomen con cariño.
Las fuerzas de la muchacha iban mermando cada minuto que pasaba y poco a poco pensaba que no conseguiría hacer eyacular a ninguno de sus compañeros de orgía, pero entonces notó como la polla de Javier salía de su interior.
Si por Sandra hubiese sido habría protestado, pero al tener un par de sexos sobre su cara fue una misión imposible.
- ¡Quita de ahí, perra! Quiero acabar en la cara de la puta nueva- dijo Javier haciendo que Laura cambiase de posición y dejase a Sandra ver como el hombre se quitaba el preservativo, para acariciar con la cabeza de su miembro el rostro de la joven.
Sandra, que imaginaba lo que quería, abrió la boca al máximo de sus posibilidades para atrapar aquella vigorosa verga. Mientras se dedicaba a aquella felación también notó como Manuel abandonaba sus pechos para instalar su polla en el interior de su sexo y el como un sexo húmedo y caliente de mujer comenzaba a restregarse contra sus blanda y grandes tetas.
- Me corro, perra, cógelo todo- dijo el hombre mientras sacaba su falo ensalivado por Sandra para apuntar a la boca abierta de la muchacha.
El hombre soltó una buena descarga de semen, acertando con la mayoría de su espeso y caliente esperma en la boca de Sandra, acabando el resto en sus mejillas y labios.
- Ahora límpiamela- ordenó el hombre haciendo que la chica comenzase a estirar el cuello para obedecer, pero la mano de Samanta agarró el pelo de la chica y la obligó a volver a estimular su sexo.
- De eso nada, bastante he hecho con dejar que acabes en ella y me cortes el rollo- dijo para acabar con una sonrisa- yo misma te la limpiaré, semental.
Sandra a la vez que se dedicaba a seguir dando placer a Samanta observó como la profesora de aerobic mimaba la cada vez más flácida polla de Javier, hasta dejar esta totalmente libre de cualquier resto de semen.
Tras unos minutos de sentir las cada vez más fuertes embestidas de Manuel, la chica volvió a correrse por tercera vez desde que había llegado, pero en esta ocasión no fue ella la única, ya que simultáneamente Laura lo hizo sobre sus pechos después de restregar con intensidad su sexo sobre ellos.
Manuel, envidiosos de la forma en la que había acabado su compañero, también sacó su falo del interior de Sandra para presentarlo ante la novata para acabar en su rostro. La chica, que abrió la boca todo lo que pudo se dio cuenta de que aquel hombre tenía bastante menos puntería que su predecesor, ya que apenas un pequeño chorro cayó en su boca, repartiéndose lo demás por el resto de su cara.
- ¡Venga perra, ya solo te quedo yo!- dijo Samanta echando sus manos a la espalda para apoyarlas sobre los sobresalientes pechos de Sandra y comenzando a pellizcar sus pezones.
La joven, espoleada por el dolor metió su lengua en el interior de la húmeda vagina de Samanta que gimió de gusto al notarla tan profunda, pero aún así no paró de torturar los grandes y rosados pezones de la novata, a la que aquello provocaba un importante dolor.
Después del rato de castigo por su ineficacia, Samanta volvió a agarrar del pelo a la sumisa, para continuación comenzar a restregar su sexo por la cara de Sandra, desde su barbilla hasta su frente, una y otra vez de forma rápida.
La chica temiendo poder atragantase con los fluidos que estaban invadiendo su nariz y su boca permaneció sin respirar en aquel esprín final hasta que notó como sobre su frente, Samanta comenzaba a eyacular profiriendo toda clase de gemido.
- Buen detalle, perra- dijo la mujer extasiada de placer mientras observaba como la esclava sexual se había movido para sellar con su boca los labios vaginales de Samanta, evitando así perder la mayor parte de los fluidos de una de las organizadoras de la orgía.
Sandra quedó rendida sobre el banco en que la había colocado y no tardó en comenzar a recibir caricias de todos los que la habían usado para saciar sus deseos sexuales.
- ¿Te ha gustado esto, perrita?- preguntó Samanta dando largos lametazos por las mejillas de Sandra.
- Sí, ha sido magnífico, nunca imaginé que mi primera vez fuese algo así- comentó extasiada al notar como cuatro bocas se estaban encargando de limpiar todo su cuerpo en aquel momento.
- Pues si quieres todos los viernes nada más cerrar no reunimos aquí, nos divertiría mucho que vengas- dijo Samanta dándola en largo beso en los labios, al que la chica respondió.
- Para mí será un placer- manifestó sonriendo y contenta de tener un nuevo motivo por el que desear que acabase la semana.
Agradeceré comentarios y críticas sobre el relato, tanto por aquí como por mi correo.