Orgía en el colegio
El título lo dice todo.
Había pasado el tiempo, Jaqui tenía ahora 23 años. Estaba llenita, se podría decir que estaba aún más guapa. Ahora ejercía de profesora en el colegio que había cursado sus primeros estudiado. Era la fiesta de fin de año entre los profesores. La estaban celebrando en el gimnasio con mesas improvisadas. Un catering les había traído la cena. Los ocho profesores, de edades entre los 30 años a los 70, el director, la monja y Jaqui, estaban contentos. El director y la monja se levantaron con la disculpa de ir al servicio, Jaqui desconfiaba de que iban a otro sitio.
Así fue. Al entrar en el despacho del director, la monja, cerró la puerta, le echó la mano entre las piernas, y le dijo:
-Tengo ganas de nabo.
-Y yo de panocha.
Álvaro arrimó la espalda a la pared, la monja se arrodilló, le sacó la polla, y flácida cómo estaba la metió en la boca. Jaqui, cuya virtud no era llamar a las puertas, entró en el despacho. La monja se llevó un susto de muerte al verla. Soltó la polla y se iba a levantar. Jaqui, le dijo:
-Sigue, Aurora, sigue que quiero ver cómo mamas.
La monja, al ver que el director, sonreía, supo que Jaqui y él ya habían follado. Se volvió a arrodillar... La polla del director se puso dura. Sor Aurora mamaba y masturbaba mejor que una puta. Su lengua, lamía de abajo arriba, desde los huevos al frenillo, mamaba el glande, la metía toda en la boca, masturbaba y volvía a hacer lo mismo. Jaqui, le dijo:
-¡Joder cómo mamas, cabrona! Mamas mejor que yo.
El director, le dijo a la monja:
-Ponte de pie a mi lado, Aurora, ya verás lo viciosa que es mi putita.
La monja arrimó la espalda a la pared, Jaqui, le comió la boca, le quitó el hábito y la monja se quedó solo con la cofia, las sandalias y los calcetines negros y un cilicio, en la pierna derecha que al haberse arrodillado le hiciera sangre. Jaqui, le preguntó:
-¿Eres masoquista?
-No, el cilicio lo llevo cómo penitencia.
La besó, luego le dijo:
-¡Qué mal mientes Aurora!
Le besó los gordos pezones de sus tetas, unas tetas redondas, tirando a grandes, tetas duras de una mujer de pocó más de treinta años, con areolas casi negras, como negra era la gran mata de pelo que rodeaba su coño. Luego le mamó, lamió y chupó las tetas y le pellizcó los pezones. Se puso en cuclillas, después, al lamer el coño mojado de la monja, le cogió la polla al director y se la masturbó.Sor Aurora, le dijo a Álvaro:
-Necesito más penitencia.
-Después.
-Es que, es que, es que me voy a correr. ¡Ay, que me corro! -Jaquí lamió más aprisa- ¡¡Ay qué me corro!! ¡¡¡Me corroooo!!!
Sor Aurora se corrió en a boca de Jaqui. Sus piensas comenzaron a temblar. Jadeando se iba a derrumbar. El director la sujetó y Jaqui pudo saborear su larga y espesa corrida.
La monja, al recuperarse, le dijo al director:
-Necesito penitencia
-¡Que viciosa eres, carajo! Descansa. Vamos a darle lo suyo a Jaqui.
Jaqui vestía una minifalda marrón. Leotardos y chaqueta del mismo color, camisa blanca y zapatos marrones, y digo vestía porque le duraron encima menos de un minuto...
Jaqui estaba de pie, sor Aurora le comía el culo y Álvaro el coño. Una la cogía por la cintura y el otro le magreaba las tetas. Cuando más le gustaba, le dijo el director a la monja:
-Tu turno, Aurora.
La monja se levantó y fue a la mesa del director, abrió un cajón y cogió dos disciplinas, o sea dos cilicios de alambre, dos pinzas de madera y el látigo hecho con cuerdas y cubiertas con cera derretida y dejada a secar. Le puso los cilicios en las dos piernas mientras el director le comió la boca y las tetas, en las que le colocó las pinzas. Ella le meneaba la tiesa polla. Después de colocar los suplicios, le dijo:
-¡De rodillas, pecadora!
Se puso de rodillas y la monja le dio con el látigo en la espalda. Ese látigo era para flagelarse con la ropa puesta, así que al entrar en contacto con la carne, dejó cardenales y dolió una cosa mala.
-Trassssss, -¡puuuuutaaaaaa! Trasssssss- ¡ayyyyyyyyyyy! Trasssssss -¡peeeeeeerraaaaaa! Trasssssss, trassssss, trasss- ¡desgraciaaaaadaaaaaa! Trassssss, trassssss.
Los cardenales dieron paso a la sangre, la monja, que debía ser descendiente de Drácula, le lamió la sangre y la columna vertebral de abajo a arriba y de arriba a abajo. Jaqui estaba empapada. Si le pasan la lengua por el coño, con una sola lamida se corre cómo una perra, y si le meten una polla, solo con entrar la cabeza en su coño, se la baña con un tremenda corrida.
El director la cogió por las axilas. Jaqui, le dijo:
-Deja que me castigue un poco más.
Al director no le dio tiempo a levantarla. Sor Aurora le dio cuatro latigazos.
-Trasssssss, trasssssss, trassssssss, trasssssss.
Si no la quita de delante la muele a latigazos. La levantó, y la monja, caliente y despiadada como ella sola, le largó al director en las nalgas.
-Trassssssss, trassssssss.
El director, se cabreó.
-Estate quieta o te dejo la espalda para coser.
La monja le dio el látigo.
-¡Ya no sé quien es más puta de las dos!
Cogió el látigo y lo tiró en una esquina. Luego llevó en brazos a Jaqui hasta su mesa, la colocó en posición y le metió la polla de un golpe de riñón. Jaqui, mientras la polla retrocedía, se corrió como una zorra que era. La monja, detrás de Álvaro, le folló el ojete con la lengua. El director, tirando de las pinzas de madera, y casi le arrancándole los pezones, la folló a toda hostia.Un par de minutos más tarde, y mientras la monja le follaba el culo con un dedo, le llenó el coño de leche. Al quitarla, la monja lo separó de Jaqui. Vio la leche saliendo del coño. Se tiró cómo una pantera, y se lo devoró hasta que Jaqui le llenó la boca con otra corrida.
El director, con la polla colgando vio como se abría la puerta del despacho y entraban en él los otros profesores. Vinieran porque oyeran los gritos de dolor y de placer. El más viejo, el profesor de química, gritó:
-¡Fiesta!
Sacó la polla, gorda y a media asta, fue hasta la mesa, hizo que se apartara la monja, y cogiendo la polla con la mano, para que no se le doblara, se la metió en el coño a Jaqui. No voy a dar los nombres porque será un lío, pero un profesor de 30 años cogió en alto en peso a la monja y se la clavó en el coño, otro de 36 se la metió en el culo, y los otros seis y el director fueron junto a Jaqui. Por turnos, mientras se masturbaban, le comieron la boca (después de quitarle las pinzas de los pezones), le comieron las tetas, se las mordían.... La devoraron. El viejo, ahora empalmado, le daba caña... En un momento dado, se fueron turnando para follarle el coño, el culo y comerle el coño. A Jaquí le pusieron el coño cómo un bebedero de patos... Se corrió, una, dos, tres, cuatro, cinco veces, todas en silencio, pero a la sexta, cuando se la estaba metiendo el viejo, sintió que le venía con tanta fuerza, que chilló:
-¡¡¡Me corroooooooo!!!
Fue el detonante. Se corrió la monja como una perra, y los dos que estaban con ella le llenaron el coño y el culo de leche. Los otros seis y el director se corrieron en la boca de Jaqui, en su cuello, en sus tetas, en su vientre... La bañaron en leche. El viejo, cuando se acabó de correr Jaqui, se corrió en su monte de venus.
La fiesta continuó.
Quique.