Orgía de pies juveniles
Mis alumnas descubren que me gustan los pies femeninos. Aprenden muy ràpido.
Tengo 26 años, y para ayudarme un poco en los estudios preparo alumnos, especialmente chicas, para ingreso a la universidad.
Hay un grupo que conocí este año, son cuatro, muy descaradas, ruidosas y bastante buenas. Lindas tetas, lindos culos, lindos pies. Pies de chicas de dieciocho, suaves, aterciopelados, muy movedizos y tentadores. Hay una quinta, callada, parece tímida, pero es un poco arrogante. Es una belleza, se sabe linda, pies de ensueño, tiene dinero.
Vivo solo, así que a veces, cuando me demoro en la Universidad, las chicas saben donde está la llave escondida bajo un cuadro del pasillo, y entran. Nunca habían pasado de la sala de estudio. Pero esta vez como me demoré más de la cuenta, se metieron en mi dormitorio, revisaron todo, curioseando, y saben que...descubrieron mis recortes de pies femeninos y mis revistas Tacones Altos, Leg Show y Hot Legs and Feet.
Cuando regresé, para colmo verano, estaban muy extrañamente modositas sentaditas alrededor de la mesa, haciendo, muy aplicadas sus tareas. Se tentaron, y casi no me di cuenta, cuando por movimiento reflejo fijé mis ojos en sus piececitos calzados con breves sandalias y flip flops, por el calor. Levanté rápidamente la vista cuando se rieron, aunque mucho no sospeché, sentí una sensación como de que sabían algo, pero nada más.
Cuando comenzamos la clase, tiré como una y mil veces antes, el lápiz al suelo con el codo, y cuando me agaché, el espectáculo glorioso de ocho piecitos descalzos o semi, apoyaditos en el suelo, de piernitas cruzadas y piecitos en el aire, deditos que se fruncían, me extasió, y de inmediato las risas y una vocecita que decía:
-¡¡¡¡Nos quiere ver los pieees!!!!
Y risas estruendosas acomañaron a cuatro piecitos que me buscaban por debajo de la mesa. Me levanté turbado, ruborizado y avergonzado, para ver, con terror, que Sandra, la de los pies más lindos corría hacia mi habitación regresando con una pila de revistas de pies abiertas, y señalando con el dedo las fotos decía, ¡¡¡ le gustan los pies de las chicas, es un degenerado !!! Las otras reían y repetían lo mismo, ¡degenerado, le gustan los pies, es un raro!
De repente Sandra las hizo callar y dijo:
- Chicas, es su secreto, nostras lo descubrimos, no tenemos derecho a burlarnos, pero si a cobrarnos el dinero que ya le hemos pagado. Fabián, te hacemos un trato, te quedás con nuestro dinero, pero nos chupás los pies a todas conmo hacen los chicos en las revistas que encontramos.
Quise protestar pero amenzaron con acusarme con sus padres.
Perdido, rendido, avergonzado, accedí.
Me hicieron acostar en el suelo, y se sentaron en el sillón de la sala, se descalzaron y por turno me hacían oler sus deditos, y me forzaban a abrir la boca para que se los chupara, al principio sufrí, pero después me dejé llevar y empecé a disfrutar de la situación. Ocho pies de jovencitas pugnando por ser lamidos, chupados y adorados. Lo inevitable sucedió, el bulto de mi pantalón empezó a crecer. Y lo notaron. Luna, la más delgada, lo vió y se los dijo a las otras, de inmediato, Marilú, la más irreverente, me plantó el pie descalzo sobre la verga, que saltó, agradecida por el contacto. Se rieron a más no poder y me amenazaron con mil cosas si no me dejaba hacer lo que ellas quisieran.
¡Queremos ver que le hacen un tipo como vos los pies de las mujeres!
Me saqué el pantalón y el boxer y mi verga quedó apuntando para arriba. De inmediato Sandrita me tocó la cabeza con esos deditos suaves y mi verga reaccionó endureciéndose más. Me hicieron chupar más deditos y lamer más plantas. Mientras se turnaban por tocarme el miembro con los pies más irreverentes y traviesos que jamás había visto y lamido.
Me preguntaron si me gustaba que me hicieran la paja con los pies, y dije que sí. De inmediato Ruth me agarró la verga entre sus pies y me empezó a pajear, el placer me taladraba la verga, la entrepierna y el cerebro. Se peleaban por pajearme y tocarme la verga y los huevos. Yo feliz, ocho pies de mujer me estaban matando de placer.
De repente, Sandrita se sacó las braguitas, se me sentó en la cara y me gritó ¡chupámela! ¡Cogeme con la lengua y te damos más pies!. Así me las tuve que coger a todas, la boca me dolía y la lengua se me acalambraba. De pronto, con Marilú sentada sonbre mi cara con mi lengua que iba y venía en su vagina, y con las otras tres cascándome el miembro con los pies sonó el timbre.
¡Es María Luz! Gritaron las cuatro, ¡no digan nada, apaguen la luz!.
Yo me quería levantar pero Marilú no me dejaba, a horcajadas sobre mi cara. Ruth se me sentó sobre el estómago y Luna me apretó los huevos hasta hacerme doler, sentada sobre mis piernas.
Sandrita fue a abrir y le dijo a la arrogante María Luz (que no les caía para nada simpática) que tenía una sorpresa para ella. La hizo parar frente a nosotros y enciendó la luz, el espectáculo de mi persona en el suelo, desnudo, con uan chica montada sobre mi cara, otra sobre mi estómago, otra sobre mis piernas sobándome la verga con los pies, y todas con las tetas al aire, despeinadas, con los corpiños a la cintura, sin bragas ni polleras, hizo que María Luz se sentara, abrumada en una silla, sin dejar de mirar, con los ojos abiertos como platos.
¡Pero qué hacen hijas de una puta madre!
¡Cojernos al profesor! Dijeron riéndose a carcajadas.
Ruth le contó en pocas palabras mi afición por los pies, lo que habíamos hecho hasta el momento y lo que ella tenía que hacer. Si no obedecía le iban a contar al padre, un político muy famoso, que su nenita de 18 añitos estaba en una orgía con un tipo más grande que ella, y que cada vez que venía a estudiar era igual.
Ya Luna fue a mi cuarto y trajo la digital, y empujaron a María Luz sobre mi verga, tomándole una foto.
De ahí en más, el acabose, desnudaron a la mojigata María Luz y la obligaron a meterme los dedos de los pies en la boca, mientras tomaban fotografías. En tanto se ocupaban de mi verga para que no decayera, con los pies o con las manos. Luego la instaron a que me pajeara con sus hermosos y suaves pies, la obligaron aponerse en cuclillas sobre mi cara y realicé tan buen trabajo que tuvo un orgasmo bestial con mi lengua. Ya no daba más, la verga me dolía tanto ser raspada con pies poco cuidadosos, la lengua se me había acalambrado.
Pararon por un rato, y mi verga, a pesar de todo, no bajaba.
Cada cual había tenido uno o dos orgasmos. ¡Hay que calmarlo, pobrecito. Trabajó mucho, dijeron!
Arrastraron a María Luz y a pesar de sus protestas la empalaron por el culito virginal en mi verga dura y excitada. La joven gritó de dolor y se tensó, lo cual creó un efecto que ella no esperaba, al fruncir el ano, mi verga se le hundió más en el recto. Asi la otras hijas de una puta la hicieron subir y bajar sobre mí. Yo no podía terminar, estaba muy cargado emocionalmente. María Luz lloraba de dolor y de rabia.
Así es que sacaron a María Luz de encima mío y le hicieron meter sus deditos en la boca, se los lamí y chupé bajo la incitación de las otras chicas. Las otras se colocaron de a parejas sobre el sillón y me pajeaban con los deditos, hasta que por fin no aguanté más, y entre exclamacione de júbilo de mis alumnas les llené los pies de leche tibia y espesa. ¡Qué acabada por favor!
La humillación de la arrogante María Luz terminó con la limpieza, mediante su lengua, de los pies de Sandrita y Ruth, las agraciadas en recibir mi leche en los deditos.
Ya ni me acuerdo de como terminó la tarde, como se fueron y en que momento. Lo único que sé es que para mí, a pesar del susto, que me duró semanas, quedaron las mejores fotos de una orgía de pies que alguien tomó jamás.
Vinieron varias veces, menos María Luz, y las tuve que coger con la boca a las cuatro, aunqe siempre, y de premio, una o dos me cogían con los pies.
Nunca más les pude cobrar, pero fue un verano distinto, muy distinto.