Orgasmos descontrolados
Las amigas de mis amigas son mis amigas...y me gusta compartir todo con ellas, incluida mi polla...
Hola, me llamo Javier y os voy a contar una pequeña historia que me sucedió no hace mucho tiempo.
Tengo 28 años, soy moreno, mido 1,76 m, tengo un cuerpo musculoso y una polla siempre dispuesta a disfrutar del sexo.
Era un domingo a la mañana cuando volvía a mi piso compartido después de una noche bastante infructuosa en lo referente a las mujeres. Al abrir la puerta, escuche un par de voces. Una era la de Bea mi increíble compañera de piso y la otra era de Ana, una amiga suya que venía de vez en cuando.
-Hace meses que no pruebo una buena polla-decía Ana, -y hablando de pollas , Bea , ¿cuando te vas a tirar a tu compañero de piso de una vez?
Bea se rió no sé ,pero a ver si es pronto, porque cada vez que le veo me chorrea más el coño-contestó, - pero creo que necesito un empujoncito-
Yo me quedé de piedra ,no había intentado ningún acercamiento hacia ella porque pensaba que no sentía ninguna atracción hacia mi y no quería provocar mal rollo en la casa. De todas maneras , más de una paja había caído pensando en ella.
Ana seguía a lo suyo no me hables, tía, que estoy cansada de hacerme dedos últimamente-
Aproveché el momento para asomarme al salón y saludarles
-Buenos días, chicas ¿cómo estáis además de impresionantes?
Las dos se rieron, pero la verdad era esa. Ana estaba maravillosa con su melena rubia cayendo sobre un top ceñido, marcando sus gloriosa tetas y una falda larga ,abierta por un lado, que permitía disfrutar de la largura de sus piernas que terminaban en un par de zapatos de tacón de aguja.
Por su parte, Bea no le iba a la zaga. Es una pelirroja que tiene un cuerpo de infarto conseguido haciendo aerobic y spinning que ese día apenas cubría una camiseta de tirantes que dejaba al descubierto también su ombligo y una minifalda superceñida.
-Aquí, ya ves, de tertulia después de la juerga-dijo Bea
-Bueno yo me voy a descansar un poco, hasta luego-
Decidí darme una ducha. Estaba saliendo de la bañera, cuando la puerta del baño, que no había cerrado, se abrió y apareció Ana. Justo me dio tiempo a cubrirme con una toalla, aunque la verdad es que me resultaba excitante que me viera desnudo.
- Joder, Javi ,perdona-
-Tranquila, mujer que ya he terminado-
-Venía a desmaquillarme un poco-
-Pues te dejo todo para ti-
Al pasar junto a ella para salir le rocé el culo y entre eso y lo cachondo que ya estaba no pude evitar que la toalla se elevara por la supererección que estaba teniendo en ese momento.
Ella lo notó y me dijo oye, si has escuchado lo que hablaba con Bea, ¿ no pensaras que soy ninfómana o algo así, no?
Antes de darme tiempo a contestarle me dijo porque sí lo soy-y tienes la mejor verga que he visto en los últimos tiempos.
A la vez , me quitó la toalla dejando al descubierto mi gorda y enorme polla.
Yo tampoco perdía el tiempo y empecé a meter mi mano por debajo de su falda y a acariciar sus muslos, dándome cuenta de que no llevaba bragas.
-¿No tenías ganas de polla? Pues aquí tienes una-
Ana estaba cachondísima ,se agachó y empezó a recorrer mi verga con su lengua. Se metió mis huevos en su boca de uno en uno mientras me masturbaba con la mano.
Luego empezó a dar lametones a mi polla desde la base, recorriendo todo el tallo y recreándose haciendo círculos en mi glande, lo que me estaba haciendo estremecer...
Se metió mi tranca en la boca y empezó a chupar, agarrando con sus mano mi culo mientras yo le ayudaba balanceando su cabeza. Chorros de flujo resbalaban por sus piernas.
Estaba abandonado al placer ,cuando de reojo vi a Bea en la puerta .Estaba desnuda de cintura para abajo con una mano frotándose el conejo con fruición y con la otra mano apretaba su teta izquierda que colgaba fuera de la camiseta de tirantes.
-Ana, venía a ver si querías desayunar ,pero ya veo que tienes la boca ocupada-dijo.
-No te preocupes, Bea- le dije- que tú no te vas a quedar sin tu ración.
Ana chupaba con cada vez más fuerza hasta que logró que le llenara la boca con mi semen. Con mi líquido saliéndole por la comisura de los labios le cogí de la mano, agarré a Bea por la cintura y nos fuimos los tres para la cocina.
Mientras yo buscaba en la nevera ingredientes extras que aumentaran la diversión las chicas no perdían el tiempo. Se morrearon hasta que Bea le arrancó la falda a Ana, la tumbó encima de la mesa y se puso a lamer su raja como una descosida.
Yo disfrutaba del espectáculo masajeando mi polla con mantequilla que había encontrado. Cuando alcanzó de nuevo la dureza del diamante no perdí el tiempo y se la ensarté por el culo a Bea, que lanzó un grito de placer que se confundió con los gemidos de Ana. La penetración fue sencilla gracias a la mantequilla. Estuvimos con el mete-saca un rato hasta que le di la vuelta.
-Quiero que hagas tuyo mi coño-
-Tus deseos son ordenes-le contesté
Ana se levantó de la mesa y yo tumbé a Bea, era su turno. Nuestras lenguas hicieron que se unieran nuestras bocas. Mordisqueé su cuello y lamí sus hombros. Le quité la camiseta para ver como los oscuros, redondos y pequeños pezones de aquellas enormes tetas se ponían duros como piedras.
Empecé a devorar sus pechos, sintiendo como se retorcía de placer. Seguí el juego metiéndole dos dedos en su mojada almeja. Bajé la lengua alrededor de su ombligo y se la metí en el conejo moviéndola como una batidora, estremeciéndola.
Ana observaba el show, cubriéndose el chocho de nata al tiempo que se masturbaba sin parar.
-¡Metemela ya! exclamó Bea .
Empecé a rozar mi verga con su conejo acariciando sus empapados labios vaginales y se la metí de repente. Ella me pellizcaba los pezones y cuando la follada se hizo más intensa arañaba mi espalda. Estrujaba sus tetas al ritmo de las embestidas, que continuaron durante quince minutos más hasta que me corrí dentro de ella.
-Ahora me toca a mí dijo Ana.
Cogí a Ana por la cintura, la subí a la encimera y le abrí las piernas para alcanzar su chumino lleno de nata. Le acariciaba sus muslos, lamiendo sus flujos. Se quitó el top mostrando sus poderosas ubres para que acariciara sus puntiagudos pezones con las manos a la vez que hundía la cabeza en su cueva del placer lamiendo la nata y succionando su hinchado clítoris. Los gritos de placer de Ana resonaban en toda la casa.
Me senté en una silla con la polla mirando al techo y ella se puso a horcajadas encima de mí para empezar una cabalgada sin cuartel ,con sus tetas balanceándose en el aire con sus subidas y bajadas sobre mi pene. Le agarre las tetas y las empecé a devorar, disfrutando de sus pezones. Sentí sus numerosas contracciones que señalaban que estaba teniendo un orgasmo tras otro. Saqué la tranca de su chumino para extender un chorretón de semen sobre sus tetas.
-¿Te apetece un poco más, Bea ?
-Me encantaría, pero te tendré que recuperar tu polla-
Agarró mi verga y se la puso entre sus tetas haciéndome sentir el tacto de terciopelo de su piel en mi polla que estaba creciendo como nunca. Apretaba mi pene entre sus peras y cuando subía aprovechaba para meterse la punta en la boca y acariciar con su lengua mi glande. Al final se la metió entera y empezó a succionar como si le fuera la vida en ello. El placer me invadía hasta el punto de que me temblaban las piernas , preludio inequívoco de la gran cantidad de leche que descargué en la boca de mi compañera de piso.
-Con razón dicen que el desayuno es la comida más importante del día- sentenció Ana, que seguía relamiéndose mi semen de sus tetas.
No iba a ser yo el que le quitara la razón...
si hay mujeres a las que les ha gustado el relato y quieren mantener correspondencia erótica para excitarnos mutuamente, por favor mandadme mails a mi dirección.