Orgasmo en el Parque

Mi novio, nueve años mayor a mi, me dio mi primer orgasmo, muy cerca de todos nuestros amigos y eso no me importó.

Orgasmo en el Parque.

A mis trece años de edad, mi mundo sexual se reducía a ciertos toqueteos con algún novio, besos apasionados y otras cosas.

A mis trece años mis amigos más íntimos eran solo tres personas, Karla, mi mejor amiga, Javier, mi mejor amigo y Camilo, el mejor amigo de Karla y amigo mío. Desde muy pequeña había malinterpretado el termino "novios" y al largo de mi vida, hasta ahora es algo muy confuso para mí.

Todo inició cuando un joven ya maduro, se para frente a mi casa todos los días después que yo llegara del colegio, se apoyaba contra la pared del frente y observaba a mi ventana por una media hora o menos y se retiraba. Todos los días era lo mismo. Karla, mi muñequita de porcelana, por ser pequeña y blanquita, con su cabello marrón; me comentó que era un conocido suyo, un universitario de 22 años y jefe de la pandilla pacífica de mi barrio. Puedo asegurar que eso me llamó la atención.

¡Deseaba conocerlo! Además, ya estaba cansada de que Karla y Javier estuvieran en sus arrumacos por todos lados, dejándome siempre con Camilo (no es que fuera feo, esa es otra historia…)

Un día, me apoyé contra la fachada de mi casa, recién llegada del colegio, con mis medias largas que cubrían mis gruesos muslos, la falda pequeña ajustada en las caderas prominentes y la camisa que cubría mi pecho en crecimiento. A los pocos minutos apareció el chico, su cabello negro lacio sobre sus hombros, su rostro rígido, alto y todo vestido de negro, me encantó, se apoyó donde siempre y me observó, sonrió de lado y avanzó a mi, comenzamos a conversar, tenía ojos azules y una voz autoritaria.

‘Ya era hora de que aparecieras, Bia’ me dijo y yo fingí desinterés al oír mi nombre.

‘Tenía que saber más de ti, Damián’ él si se asombró el hecho de que supiera su nombre ‘Karla me habló de ti’ le comuniqué.

‘Así que… te llamé la suficiente atención como para que indagaras de mi’ me sentí sonrojar y el río burlón ‘¿Qué haces esta noche?’

‘Nada… entre semana no hago nada’ le dije sin entender bien a que se refería.

‘A las 3 de la mañana te veo en el parque’ y sin más me dejó sola.

Todo el día estuve pensando en que hacer, si debía ir o no y en especial el "como". Ya llegada la noche, por primera vez en mi vida me fugue de mi casa, Camilo me esperaba a fuera, no tenía el valor de ir yo sola, así que le había pedido que me acompañara.

El parque era donde se reunía esta pandilla, la mayoría eran adolescentes mayores a mi, me dirigí a Damián, quien me brindó un poco de licor y comenzamos a conversar.

No fue la primera vez que lo vi, en realidad terminé siendo parte de la pandilla y a los pocos meses se me declaró bajo la caída de agua que había bajo un edificio y nos besamos hasta dolernos los labios.

Mi vida se convirtió en ir al colegio y comportarme adecuadamente, llegar a mi casa, dejar mis cosas y vestida de colegiala encontrarme con Damián y unos cuantos de la pandilla, darle algo de "cariño" y regresar a mi casa, dormir un poco o hacer deberes y esperar a que mis familia durmiera para verme con la pandilla y regresar dos horas antes de que deba prepararme para el colegio. Me gustaba mi vida nocturna y me encantaba Damián, tal vez hasta llegué a enamorarme de él.

Una noche nos sentamos sobre el césped los dos, bebiendo un poco y comentando algunas cosas sin importancias. Él me acostó en el césped y comenzó a besarme, como siempre le correspondí, pero esta vez sus manos se metieron por debajo de mi camisa y comenzaron a tocar mis pequeños pechos sobre mi sostén, el cual subió al rato y tocó libremente mi piel. Yo cerré los ojos y enrosqué mis piernas a sus caderas y comencé a suspirar. En mi vida había sentido un placer así solo con las manos de un hombre; sus labios comenzaron a abrir los botones de camisa y ya estaban devorando mis pezones, quería verlo hacerlo, así que abrí mis ojos y lo miré, él también estaba analizándome y sin dejar de chuparme y darme ligeros mordiscos.

‘¿Te lo han hecho antes?’ me preguntó entre lamidas, a lo que yo negué como niña pequeña y él se vio encantado por mi respuesta, así lo supe al sentir sus manos entre mis muslos y separarlos más, se coló por mi falda y comenzó a tocarme justo encima de las bragas.

Yo no sabía bien que hacer, pero mis manos terminaron apretando su trasero, era la primera vez que lo hacía, me gustaba hacerlo y me recordé hacerlo otras veces. Mis caderas se levantaban en búsqueda de sus manos, se colaron por mis bragas húmedas y me comenzó a masajear los labios superiores y su pulgar el clítoris. Iniciaron una tanda de gritos bajos, que él apagó con sus labios.

‘Hoy iniciamos un juego sencillo, ya veremos como nos va’ me murmuró al oído antes de lamerlo, yo solo asentí.

‘No pares’ recuerdo haber rogado y el río entre dientes.

‘¿No te importa que alguien nos vea?’ me preguntó, antes de que su dedo índice repasara el entorno interno de uno de mis labios vaginales.

‘¡No!’ le aseguré, con una mezcla de gemido y urgencia.

‘Esa es mi gatita’ susurró.

Gatita, me gustaba, era algo extrañamente podrido y delicado que me fascinó.

Sus manos masajeaban con mayor fuerza, movían mi clítoris hinchado de un lado al otro y no paraba de besarme los pechos.

Cerré los ojos ¿Qué era aquello que hervía en mi interior como nunca? Abrí los ojos al sentir como si un elástico hubiera sido tensado tanto sobre mí que gozara en explotar, apreté su trasero tanto a mí que cayó y chocó ese bulto contra mi sexo y gemí más fuerte. Sin saber porque mis manos fueron directo ahí y sobre su ropa se comenzaron a mover de arriba abajo, presionándolo, era algo grande y que se apretaba ahí adentro de esa ropa, la boca de Damián fue a mi cuello, mientras yo continuaba manipulando aquello, sabía que debía mover mis manos de forma rápida y con algo de fuerza para que me sintiera.

‘Bia… Bia…’ murmuraba, sentía sus caderas moverse contra mi, yo no podía detenerme, no sabía lo que hacía, pero me gustaba, ahora yo tenía el control y el gemía por mi contra mi cuello.

Al poco rato se alejó de mi y se abrió los pantalones, yo cerré los ojos, mientras me besaba y él mismo sacaba su miembro, el cual no me dejó ver, pero lo sentí entre mis muslos, se acarició con rapidez, aunque me hubiera gustado haber sido yo la que lo hiciera y se corrió contra mis bragas mojadas y mis muslos.

‘Bia…’ me llamó y yo lo abracé, nunca había sentido algo así, lamí su cuello y lóbulo ‘mi pequeña gatita’ y no pude evitar dar un ligero maullido que hizo que se riera ‘buena chica’ abrí los ojos y sobre el hombro de Damián, pude ver como Camilo se acercaba y al vernos así se detuvo.

Mi novio se levantó de sobre mí, sin saber de mi amigo se giró sutilmente, mientras se guardaba su pene dentro de su pantalón, el cual no alcance a ver, pero Camilo si. Me imagino lo que pasó por su mente en ese momento, se giró y furioso se retiró. Yo lo hubiera seguido, pero estaba agotada.

No vi esa noche a mi amigo y fue Damián quien me fue a dejar a mi casa, nos besamos y metió su mano entre mis muslos, pudo sentir su semen aun en mí y sonrió.

‘Dulces y blanco sueños, gatita’ yo solo asentí y entré a mi casa.

Había sido la primera vez que sentía todo aquello y deseba repetirlo. Lástima que no sabía que Camilo tenía "cuentas que saldar" conmigo, pero eso… eso tra historia.