Ordeñando a mi hermano

Al día siguiente, mi hermano ya me dice que “tiene los huevos llenos de leche”, y yo ya entiendo que hay que “ordeñarle”, jejeje. Pero…., hay que buscar el momento

Verano. Vamos al apartamento de la playa. Cambian las cosas, las rutinas: ahora te levantas, desayunas, pierdes un poco el tiempo…, y te preparas para ir a la playa, donde estás hasta la hora de comer. Vuelves a casa a comer, te relajas (incluso te duermes la siesta)…, vuelves a la playa (o no, depende del día), te duchas y te aseas, sales por la tarde noche por el pueblo… etc. Estás en casa o paseando por la zona con poca ropa, bañador, bikini, shorts y camiseta, chanclas… un ambiente playero y poco elegante, jeje…, pero es que son vacaciones en la playa, no vas a ir con vestido de noche, jiji.

Y, al tema: si en casa cada varios días me pedía mi hermano que le ordeñase, o se lo recordaba yo alguna vez, pues en el apartamento playero, ¿cómo hacerlo, cómo pasó, qué ocurrió? Pues similar: la distribución de habitaciones era similar: aunque la casa era más pequeña, había 3 habitaciones, una para mis padres, y las otras dos, para mi hermano y la otra para mi. Un poco menos de intimidad que en casa, porque el apartamento no era muy grande. Pero… tras el estrés de la llegada al apartamento y el relax una vez te has asentado y vaciado la maleta, ya nos damos un paseo por el pueblo y tal. Al día siguiente, mi hermano ya me dice que “tiene los huevos llenos de leche”, y yo ya entiendo que hay que “ordeñarle”, jejeje. Pero…., hay que buscar  el momento. Ays… el relax vacacional, tras la primera panzada de playa, y tras la comida, llega a casa: mis padres se echan la siesta, con la calor. Yo pienso relajarme en mi cama, para estar más despierta por la tarde-noche…, pero mi hermano aprovecha el sopor de mis padres para “el tema”.

-¿Quieres pajearme ahora en mi cuarto? Estos -se refiere a mis padres- se han dormido y…

-Ah…. Hay que tener cuidado -recalco yo-

Y vamos ambos a su habitación. Él está solo con el bañador. Se lo baja y ya veo su enorme pene morcillón. No está apuntando arriba, pero está ancho ancho, asomando la mayor parte del glande ya. Yo ya tengo la lección aprendida, jeje. Agarro ese ancho pene, que empieza a ensancharse más y a ponerse tieso. El glande aparece ya en todo su esplendor brillante y carnoso. Pues, yo, con mi sonrisita emocionada, empiezo a pajear, con mi hermano desnudo y con el bañador a sus pies. Dale, dale, dale, mete, saca, mete, saca…, hacía días que mi hermano no lanzaba su leche, y, estando yo, no iba a pajearse él, jajaja. Mejor aguantarse y esperar a que se lo haga yo.

A los 10 minutos, ya estaba lanzando chorros de leche de su palpitante pene. Hala, mi mano otra vez llena de leche. La verdad es que esos chorros que se derramaban por mi mano me hizo perder miedo y asco al semen, y así pude experimentar la consistencia del semen, su color, incluso su olor. Yogur, jejeje, o crema, parecía. Acabada la eyaculación, mi hermano cogía papel higiénico o pañuelos de papel (lo que tuviera preparado) para limpiar el charquito de semen que se hacía.

Bueno. Fuimos bastante osados, porque, si se hubiera despertado mi madre, en un par de segundos podría haber aparecido por allí, y nos hubiera pillado. No es como en casa, que las habitaciones de mis padres y las nuestras están más lejos y nos podría haber dado tiempo a cambiar de “actividad”. Para ser la primera vez, ok; salió perfecto…, pero mejor hacerlo por la noche, sabiendo que si mi madre se levanta por la noche, tendría que encender la luz y armaría más follón al moverse. Por la tarde…., era un poco arriesgado.

Con esto digo que la mayor parte de las pajas que hice a mi hermano fue de noche, y casi oscuras (con la luz de la farola de la calle que entraba por la ventana). ¿Y de día, hice alguna paja más? Siiiiiii. Esas las recuerdo con morbillo, porque eran pajas fuera de casa. Apunto dos momentos que recuerdo con agrado:

1º En la playa. ¡¡Hala!! Pues sí, en la playa. La playa era larga. Una vez que bajabas, andabas un buen rato para buscar un sitio tranquilo, no donde acababa la calle, que era donde estaba todo el mundo. En las playas largas, según andas, empiezas a ver cada vez menos gente…., incluso, aunque no fuese una playa nudista, veías alguna pareja bañándose en pelotas. A mi siempre me ha gustado (y me sigue gustando) pasear por la playa, y esa playa era eterna, de kilómetros (en la costa de la Luz, en Cádiz). Paseábamos la familia, con amigos, etc….. Bueno…, veías eso, a un par de chicas tomando el sol desnudas…., igualmente a un par de chicos….., a una pareja chica-chico…. Como la playa es larga y ancha, pues… quien tiene menos pudor, se desnuda.

Pues eso: una vez le debió dar morbillo y calentón a mi hermano porque me dice:

-Mira mi bañador –señalándome su entrepierna, que estaba abultada-

Sí…, miro, y se le nota el pene, que se lo ha colocado en horizontal, para que no le haga como una carpa de circo, pero es como si se hubiera metido un palo de hierro bajo el bañador.

-Vente a dar un paseo –me dice mi hermano-, y cuando estemos en una zona que no haya nadie…..

No hizo falta que me dijera más, así que nos fuimos a dar ese paseo… en busca de un lugar solitario. Y ya está…  Allí no había nadie, con la arena, el mar, las olas…. Seguía su polla abultando bajo su bañador. Miramos a izquierda y derecha. Me dice que ahí no nos pueden ver (jeje, salvo que alguno tuviera prismáticos, jajaja). Nos vamos a la parte de atrás de la playa, protegidos por un terraplén a nuestras espaldas y ahí fui yo quien empezó a meter mano bajo su bañador. Le bajo la prenda y libero su pollón. Miro para todos los lados, para que no hubiera miradas furtivas, y empiezo con el mete y saca. Obvio decir que yo estaba en bikini…, pero nunca mi hermano me importunó sexualmente. Solo buscaba vaciar sus huevos, ya fuese en casa, en la playa o en cualquier sitio. Siempre se portó bien conmigo. Y….., yo jamás pensaba en mi sexualidad o saciarme sexualmente. No pensaba en ello. Aunque hubiese morbillo por mi parte, la cosa era los genitales de mi hermano y ya está. Ni siquiera pensaba en incesto o que eso fuesen relaciones sexuales. Sabía que eso tenía que ser discreto…, pero era más juegos guarretes que algo que atañese a mi sexualidad. Aunque estuviera en bikini, mi hermano me respetaba mi cuerpo.

Pues eso, pajote en la playa, mete y saca, mete y saca…, hasta llegar el momento de expulsar la leche, que cayó en la arena. Mmmm, que a gusto se sentiría él, jajaja, y yo tan contenta. En aquel mismo lugar fuimos al agua a bañarnos…, y le dio un morbillo a mi hermano curioso, porque me cogió mi mano (nos llegaba el agua a la cintura) y me la puso en su polla. Se había vuelto a bajar el bañador. Ahora, dentro del agua, yo agarraba su pollón y empezaba a subir y bajar el pellejo de su polla, que estaba muy morcillona, y muy ancha. Debió darle morbo a él, porque, aunque estaba ancha, no estaba tiesa, pero se le puso tiesa en esa situación. Yo veía un poco distorsionada su polla por estar bajo el agua, pero ahí estábamos, juntos, y mi mano en su polla. Cualquiera que nos viera de lejos, pensaría algo raro al vernos juntos, con movimientos “extraños”, jajaja. Bueno…, si alguien nos viera, no es que pensase en algo raro, porque se notaría demasiado: ya he dicho que el agua solo nos llegaba a la cintura, o sea, que solo cubría la entrepierna ligeramente. La polla estaba a escasos centímetros de la superficie.

Aquí estuvimos más tiempo. Fue una situación un poco más pesada a mi entender, y yo transigía porque él estaba muy caliente, muy morboso y muy emocionado. No vi que saliera la leche porque bajo el agua, se la llevaría la corriente marina. Tras esos 10 minutos o un cuarto de hora que me cansó un poco (entonces), ya nos salimos afuera. Aunque entonces me hubiera cansado tanto meneo bajo el agua, ahora lo recuerdo con mucho morbo.

2º. En la playa no le pajeé más veces. Daba su morbo hacerlo en sitio público, pero había que dar un paseo muy largo (los dos solos), y casi siempre estábamos acompañados así que eso no se daba fácilmente. Ahora hablo de otra situación: tras los baños de la mañana, la comida, los baños de la tarde (cuando volvíamos por la tarde, que no eran todos los días), a la caída de la tarde íbamos al pueblo, a algún bareto, a tomar horchata, a pasear, a comprar (las tiendas parecía que no cerraban nunca). De los apartamentos playeros al pueblo había unas cuestas que subían por descampados donde no había nada construido. O sea, que por un lado estaba el pueblo de toda la vida, y por otro lado, los apartamentos playeros. Pues una tarde, que fuimos un poco más tarde mi hermano y yo (mis padres y algunos amigos ya estaban en la plaza hace tiempo), en medio del descampado, y habiendo caído ya el sol (pues sobre las 9,30 mas o menos), me comenta mi hermano si quiero sacarle la leche ahí. Vaya, vaya, mmmmmmm, que morbillo. Otro sitio público…. Me lo dijo previendo que no nos vieran o no hubiera nadie. Nos salimos del camino de tierra que iba de los apartamentos al pueblo…, y andando por el descampado, ya estábamos lo suficientemente lejos del camino. Se saca mi hermano su pollón y a mí me brillan los ojos, jijiji. Por supuesto, no está el sol, pero está la luz del crespúsculo, con esos tonos pastel del cielo. Suficiente luz para verlo todo. Pero……, como es sitio demasiado público, no se baja los pantalones: solo saca su pollón. Al ver yo el glande asomando, es señal de que tengo que agarrar ese cacho de carne caliente. Miro para todos los lados, y ya dirijo mis ojos a ese rabazo: empiezo a menear y ya el glande asoma completamente. Hale, a darle a la manivela. Tras un rato, me avisa mi hermano, y aquella tranca empieza a escupir leche. La lanza lejos… Yo, que no tenía ni papel higiénico ni pañuelos de papel (y mi hermano tampoco) no me quería manchar la mano, así que tenía mi mano en la base de su pene, suficientemente lejos del glande que escupía leche. Dejé a ese pene solo, dando las últimas sacudidas expulsando semen. Se lo agarró mi hermano, dio un par de sacudidas para echar las últimas gotas, y se guardó la tranca bajo el pantalón. Seguimos hacia el pueblo. Mi hermano me compró un helado bien grande que lamí con fruición.