Oona no tiene piernas y tiene un solo brazo

Descubran como Carla me pide que desvirgue a su sobrina que no tiene piernas y tiene un solo brazo, y como ella termina participando.

Si quieren conocer la historia de cómo me tocó darle su primer placer a una chica sin piernas y con un solo brazo, sigan leyendo este relato.

Carla había empezado a trabajar en la misma empresa que yo, haría cosa de un mes atrás. Tenía 45 años, y si bien exhibía unos kilos de más, a mi me parecía una mujer especialmente excitante. Me gustaba verla marcharse, y admirar su gran culo bamboleándose de un lado a otro, en un ritmo que me enloquecía. Trabamos una amistad que se podría calificar de cachonda, con abundantes referencias al sexo. Imaginen mi sorpresa y mi excitación, cuando me invitó a su casa, para según me dijo, charlar y ver un vídeo juntos. Me adelantó que vivía solamente con una sobrina que tenía algunos problemas de salud, pero que no sería ningún obstáculo para "pasarla bien", sin aclarar el sentido de su frase, pero con una mirada que era muy significativa.

Carla me recibió vestida con una remera ajustada que destacaba deliciosamente sus formas generosas y una pollera corta. Completaba su atuendo unas medias negras, que cuando se cruzó de piernas, pude entrever estaban sostenidas por unos sensuales ligueros negros. Tomamos una copa del vino que yo había llevado, luego de lo cual me invitó a subir a la planta superior de la casa, dónde estaban los cuartos. Me aclaró que arriba estaba Oona, su sobrina, a la quien le había hablado mucho de mí y que ansiaba conocerme. Por desgracia, la muchacha tenia algunas dificultades para trasladarse, por lo cual generalmente estaba en su cuarto, navegando por internet.

Antes de entrar, Carla me advirtió que estaba a punto de ver una belleza muy particular, que no todo el mundo sabía apreciar. Cuando la puerta se abrió, entendí de lo que hablaba.

Sobre la cama, vestida con un vestido largo y escotado, parecido al de una novia, se hallaba una muchacha morena de unos 20 años. Su cara era perfecta, con un cutis envidiable, y el vestido ceñido dejaba ver que tenía una figura hermosa, con dos espectaculares tetas que parecían a punto de saltar del escote. Cuál era el detalle particular de esta chica? Pues ni más ni menos que no tenía piernas, y que tenia un solo brazo, el derecho. Carla me contó brevemente la historia. Oona había nacido sin el brazo izquierdo, y con graves malformaciones en ambas piernas, mismas que de niña debieron amputarse desde el muslo debido a problemas circulatorios. Sus padres habían muerto poco después de la operación, por lo que Carla, su único familiar, la cuidaba desde entonces.

Ella la ayudaba a bañarse, a vestirse, la depilaba, la cuidaba, incluso en el verano la llevaba a la azotea de la casa para que tomara sol, eso, sí, después de embadurnarle absolutamente todo el cuerpo con protector solar... De la forma en la que Carla me contaba todo eso, y Oona corroboraba, me daba la impresión de que en aquella relación no sólo había ternura y cariño, si no también una gran dosis de excitación sexual. Por un momento, me imaginé a ambas mujeres desnudas, Carla enjabonando el cuerpo de Oona en una bañera, y sentí como mi pene se ponía duro y caliente. Imaginen mi sorpresa, cuando mi compañera de trabajo me contó el motivo real por el que me había invitado: su sobrina nunca había estado con un hombre, y ella quería que yo la desvirgara, con la condición de que Carla estuviera presente, para cuidarla y orientarla ¿Y tal vez participar? pensé yo...

Me desnudé y me tumbé sobre la cama, al lado de la chica. Carla se quitó la blusa y la falda, por lo que confirmé que llevaba ropa interior negra, y que sostenía sus medias con ligueros de encaje también negros. Entre los dos le quitamos el vestido a Oona que no llevaba ropa interior, y esto me permitió admirar que más allá de sus dificultades físicas, tenía un cuerpo espectacular y dos enormes tetas, que de tan grandes tendían a caer pesadamente hacia los costados de su torso. Recorrí con mis manos todo el cuerpo de Oona, percibiendo como la chica se estremecía, y sus pezones se ponían erectos. Carla me indicó que me colocara al lado de la muchacha, de forma tal que esta "pudiera chuparme la pija", esas fueron las palabras que usó. Lo hice, comprobando que mi compañera de trabajo no sólo estaba muy excitada, si no que ya se había quitado la diminuta tanga negra, dejando al descubierto una concha de grandes labios y muy peluda.

Oona tomó mi pija con su mano, manoseándola varias veces, para luego metérsela en la boca. La chupó desesperadamente, como si fuera una experta, parecía mentira que fuera la primera vez que lo hacía. Mientras tanto, su tía, de pie detrás de mí, pasando la mano por mi entrepierna me masajeaba las bolas, que yo sentía cada vez más calientes y pegadas al cuerpo. Por último, la mujer me hizo inclinar un poco sobre Oona, agachándose detrás de mí, para chuparme el culo largamente, con un ritmo que estuvo a punto de hacerme soltarle la leche a su sobrina. Mientras tanto, Oona con su única mano me masturbaba de una forma tan enloquecedora que ya las primeras gotas de leche caían sobre su boca y hubiera acabado ahí mismo si no se hubiera detenido cuando su tía se lo ordenó.

Carla, que eran quien dirigía todo lo que hacíamos, me indicó que le chupara la concha a la muchacha, cosa que hice. Con su única mano, la Oona se masturbaba, a veces acompañando mi lengua, otras, trabajando en las zonas a las que no llegaba mi lengua, complementándola mientras se retorcía de placer. Carla dijo que era hora de que penetrara a Oona, lo que hicimos de la siguiente manera.

Carla se tumbó sobre la cama, e hizo que yo ayudara a la muchacha a tumbarse sobre ella, boca abajo, de forma que ambas mujeres quedaron frente a frente. De esta forma, mientras yo le metía la pija a su sobrina, Carla la rodeó con sus piernas y sus brazos inmovilizándola. A veces le acariciaba las nalgas, otras, le metía un dedo profundamente en el culo, cosa que a la chica parecía agradarle mucho. Yo estaba a punto de correrme, y se los dije. Carla me ordenó que me aproximara, y le introdujera la pija en la boca a Oona. Unas pocas chupadas fueron suficientes para derramar en su boca grandes disparos de una leche espesa y blanquecina, que la chica tomó sin desperdiciar una gota. Después, su tía comenzó a besarla con pasión, de modo que la leche comenzó a derramarse dentro de su boca. Era tanta la cantidad, que no pudo tragarla toda, y empezó a chorrear por su cara, manchándole el cabello y las sábanas de la cama. Me desplomé exhausto, de tal modo que nos quedamos formando un "sándwich" erótico: Carla sobre la cama, yo arriba del todo y entre los dos Oona, boca abajo sobre su tía gimiendo de placer...

Ese fue el inicio de una larga relación entre Carla, Oona y yo, que nos permitió explorar los limites del placer sexual de una forma que yo no había imaginado, y que me demostró que todos tenemos derecho a disfrutar del sexo, siempre con respeto y sin obligar a nadie a hacer algo que no quiera hacer. Pero eso tal vez sea motivo de próximos relatos, si es que este les ha gustado.