Once you go black!!! mi infidelidad negra

Ivette me lo había contado, tener sexo con un hombre de dolor puede ser una experiencia avasalladora, mi prima tenia razón....

Atrás habían quedado las aventuras con José Luis, y Jorge, y Patricia pensaba que para una mujer casada con más de 15 años de relación, dos aventuras habían sido suficientes, sin embargo, y muy dentro de ella la suma de ambas experiencias le habían abierto un mundo de sensaciones y experiencias que habían enriquecido su concepto sobre cómo eran la relaciones hombre-mujer, y sobre todo, le habían permitido saber que tan deseada podía ser a pesar de sus 38 años de edad.

La decepción de su encuentro con José Luis de veintiocho años, y el glorioso sexo que había conocido con Jorge de veintiséis habían sembrado en ella el deseo, y a pesar de que su relación matrimonial era satisfactoria en muchos aspectos, el sexual incluido, la semilla de la fruta prohibida había calado hondamente en su imaginación, especialmente sabiendo que, los horarios de Daniel su marido, y el tiempo libre que ella mima podía generar le ofrecían la oportunidad de seguir experimentando sin peligro real de verse atrapada en un affaire.

Su figura era envidiable para una mujer de mediana edad, piel morena color canela, melena leonada en color caoba, coronado con destellos implementados en el salón de belleza, ojos verde claro, labios gruesos y protuberantes,  cuello largo y fino, hombros fuertes y con unos huesos de clavícula prominentes, brazos fuertes y delineados, su torso esbelto, coronado con unos senos copa C perfectamente proporcionales al resto de su figura, con una simetría perfecta, cintura breve, abdomen plano, combinado con un pequeño vientre propiciado por sus tres embarazos exitosos que a ella le desagradaba mucho, pero que a su marido, e inclusive a sus dos amantes les había parecido encantador y muy femenino, caderas anchas pero nunca exageradas, nalgas largas y carnosas, un sueño para muchos y objeto de múltiples piropos y halagos, no solo de hombres sino de muchas de las mujeres que eran sus compañeras de gimnasio, muslos fuertes y firmes, pantorrillas largas y poderosas, y unos pies pequeños meticulosamente cuidados con sus sesiones de manicura, Patricia era, sin lugar a dudas, la tentación caminando.

La computadora, el Messenger, y la facilidad de poder comunicarse con muchas personas a través de la tecnología había ayudado a Patricia a encontrar a aquellos pretendientes que no se podía topar en la calle, algunos intimidados por su apariencia, y otros, por respeto al saber que la morena era una mujer casada, la fotografía de su perfil en internet era sexy, sin llegar a lo vulgar, mostraba a su dueña con una minifalda y tacones, piernas cruzadas en una elegante silla de un conocido centro de espectáculos de la ciudad, maquillada para la ocasión y con una sonrisa que derretiría icebergs en el polo.

Por regla general, Patricia solo aceptaba solicitudes de contacto o “amistad “de personas que hablaran en español, y que tuvieran fotografía en su perfil, viviendo en una ciudad fronteriza le sobraban invitaciones de tipos que hablaban y escribían en inglés, idioma que no le era desconocido pero que no dominaba, entendía mucho de lo que se decía, pero su habilidad para entablar una conversación era muy limitada.

Esa mañana Patricia se despertó, ayudo a su familia a comenzar su día, preparo café, hizo desayuno, respondió a las solicitudes de ropa o algún otro artículo que su familia requería, mando infantes a la escuela y al marido al trabajo, y tras una hora de intenso trabajo como ama de casa, se desplomo en su silla en el estudio de su hogar, acompañada solamente de una taza de café humeante, y el deseo de un poco de paz tras el ajetreo matutino, dándole un sorbo a la aromática bebida, encendió la computadora, y se dispuso a verificar su cuenta de correo electrónico y las solicitudes de amistad en el Messenger que le llegaban por montones día con día.

Entre las solicitudes del día, y con muchas ventanas de pop up diseminadas en su monitor, le llamo la atención una en particular, Charles,  un hombre de color, con rostro cuadrado y varonil, parecía tener unos treinta y cinco años, y en su mensaje decía en inglés: I want to meet you, let’s be friends, you will not regret. Quiero conocerte, seamos amigos no te vas a arrepentir.

Cruzo sus espectaculares muslos, volvió a saborear un trago de café, y abrió más la pantalla del mensaje, dio click en la pestaña de ingresar al perfil de quien le había enviado el mensaje, y el ordenador desplego la página para ella, no había fallado más que por un par de años, 37 años al igual que ella, profesionista, licenciado en informática (igual que su primer amante José Luis) y desplego varias fotografías que el moreno mostraba orgulloso en su página personal, una de ellas le mostraba jugando futbol americano, una más, en las playas californianas disfrutando de un día de sol ataviado solamente con unos shorts lo que dejaba al descubierto un abdomen marcado y con un six pack envidiable, una más en traje formal de dos piezas, y la última totalmente sport,  en jeans y una polo, combinación que era una debilidad particular de Patricia quien, desde muy jovencita había gozado de los hombres en pantalones de mezclilla entallados ya que estos permitían que ella observara las nalgas de los varones y sobre todo las dimensiones del paquete dentro de la prenda, que en el caso de Charles lucia prometedor, abultado y grande, muy grande.

Siendo una adolescente Patricia no entendía la fascinación que le daba esa porción en particular de los hombres, ya que aún estaba lejos de sostener relaciones sexuales o siquiera tener conocimiento real de lo que el miembro viril de un hombre le haría o para que servía, simplemente verlo la hacía sentir un hormigueo extraño en algunas partes del cuerpo, que, años después entendió y disfruto plenamente.

Patricia dio click en el letrero que decía aceptar, el foquito verde a un lado del nombre indicaba que Charles estaba en línea, y de forma casi inmediata la ventana de charla se abrió, con un saludo en inglés y una carita feliz a un lado ¿Cómo le haría para contestarle? - No hablo inglés – escribió, poniendo un icono de carita triste a un lado de la frase, - No hay problemoo – la respuesta en español mal escrito provoco la risa de la mujer que enseguida escribió - ¿hablas español? El riposto: un Little, poquito, muy poquito, tu mucho bonita – Una vez más Patricia estallo en risas – gracias, tú también eres muy guapo – carita feliz de el hacia ella y enseguida – ¿gusta tu negro como io? – Mas risas, y contestación inmediata – No digas así, no negro, chocolate, chocolatito – y carita feliz en el mensaje - ¿Gusta a ti chocolato? ¿Te gusta comer un chocolate? – Mas risas, ella estaba encantada, Patricia y su imaginación vivida la situaron de rodillas frente al moreno de la foto con los jeans abierto y un pene negro como la noche erecto y en su boca, que chupaba con deseo y enorme entusiasmo -  ¡si, me gusta mucho comerme un rico chocolate!  - Yo invita tú, a comerte chocolate rica acá conmigo ¿quiere venir?- Patricia reacciono, y pensó ¡vaya, este lleva prisa, me acaba de conocer y ya quiere que me coma su chocolate! Sonrió pícaramente y la imagen de ella y su boca pintada de rojo carmesí repleta de carne negra y dura volvió a cruzar su mente.

No, no puedo, no creo tener tiempo de cruzar al otro lado amigo, pero por aquí espero que podamos ser amigos y ¿Por qué no? Conocernos algún día – Tu mucho bonita, yo espera ser novio de ti, gustar mucho tu foto, sexy y very rica – Cada frase del mal castellano del interlocutor de Patricia la hacía estallar en risas, y las fotografías del hombre de ébano, donde mostraba su físico poderoso, y especialmente esa donde en su entrepierna se notaba un gran bulto, la hacían imaginar cosas que la inquietaban.

La plática cibernética siguió, y tras dos o tres temas expuestos a duras penas con una mezcla curiosa entre inglés y español, el seguía insistiendo en conocerla personalmente – Iré al otro lado el sábado por la mañana, tengo que recoger unas cosas que compre, y si quieres conocerme, podemos vernos para tomar un café en un restaurante con mucho gusto – El acepto gustoso, y acordaron el sitio donde se verían y juntos tomarían un café para conocerse y entablar la amistad pasando de ser virtual a ser totalmente real, Charles le dijo que estaba emocionado de conocer a una mexicana tan sexy y sensual, ella sonrió y escribió – Charles, solo ver y no tocar eh, vamos a ser solo amigos, que quede claro – él puso una carita triste en la ventana de conversación, y pregunto - ¿Cómo vestir tu para conocer tú y I el sábado? Ser verrano y hace mucha calor, ¿tu pone algo sensual y corto para mi disfrutar sus piernas bonitas? – una vez más el atrevimiento y escritura casi infantil de los mensajes del  afroamericano hizo reír a Patricia, quien respondió amablemente – Si, hace mucho calor, pero tú no vas a ver ¡nada! Soy casada y no quiero que pienses que va a pasar nada con conocernos, es la primera vez que converso contigo y no quiero que pienses que todo será tan fácil -  la respuesta fue inmediata, ¿a ti gusta black man? Yo respeta lo que tu piensa, pero mi desear to know si you gustar de negro como yo – Si Charles, me gustan los morenos como tú, y ¡mucho! Pero no puedo hacer nada más que verlos porque estoy casada, ¿si entiendes verdad? – No importar, ¿tú no traer your husband sábado por la mañana? – La pregunta tomo a Patricia desprevenida, y escribió:  - No, voy sola, cruzo rápido porque tengo cosas que recoger allá, y me regreso rápido después de conocerte y tomarnos un café – La carita feliz apareció en la pantalla – Mucho bueno, esperro ansiosa tu cruce y conocer parra ver bella mexicana sexy con negro con ganas de tenerla cerca – Patricia se despidió amablemente y repitió sábado al mediodía en el restaurante antes acordado – Bye Charles, ¡nos vemos el sábado! – Bye Patty, will love to meet you, and will love to…. Y la ventana de chat se cerró.

Una sensación de excitación recorría la humanidad de Patricia, sus pezones estaban inusualmente erectos, y sentía humedad en su labia, ¿Cómo sería tener un pene negro dentro de ella? Dos de sus primas ya habían probado con amantes de raza negra, y las dos Ivette y Ana coincidían en la extraordinaria capacidad amatoria de sus compañeros sexuales de ese grupo étnico, destacando el tamaño y grosor de sus miembros, y la pasión por el sexo oral que dichos amantes mostraron con ellas, las dos hermanas le habían relatado a Patricia sus aventuras y aun recordaba que después de cada sesión de café con ellas donde expusieron sus aventuras al resto de las primas ella termino empapada y masturbándose al llegar a casa, soñando con algún día vivir personalmente dicha experiencia.

El resto de la semana, martes, miércoles, jueves y viernes, Patricia se mantuvo inquieta, chateo un par de veces más con Charles, quien una vez más la hizo reír, y anticipar un encuentro muy divertido, incluso llamo a su prima Ivette para preguntarle una vez más sobre cómo le fue con su amante de color, Ivette se desvivió en elogios y al darse cuenta de la insistencia y curiosidad de su prima le pregunto primita ¿te vas a coger a un negro? Patricia se carcajeo al teléfono y le dijo a su prima pelirroja, no pendeja, solo voy a tomarme un café con uno que conocí en el internet, nada más, Ivette le dijo entre risas ¿y qué tal esta? Patricia respondió – muy guapo y se ve que está buenísimo, pero no, para nada, no me preguntes esas cosas, solo es una charla de amigos y de ahí no va a pasar ¿me crees tan puta para acostarme con alguien que acabo de conocer y con el que he chateado solo tres veces? Ivette respondió a quemarropa: Si, ¡claro! Eres igual de caliente que yo, pero eres más hipócrita y persignada, si te gusta, ¡te lo vas a comer todo prima, de mi te acuerdas!

En el fondo, Patricia reconocía que Ivette tenía razón, la anticipación por la cita, la humedad que aparecía sin explicación en su vulva, los pensamientos libidinosos, las masturbaciones en la ducha, las investigaciones en internet sobe el sexo con hombres de raza negra, ver furtivamente videos porno interraciales y su curiosidad femenina la estaban guiando infaliblemente a una tercera infidelidad, y lo sabía perfectamente, ella misma no entendía por qué estaba tan caliente sin que pudiera evitarlo.

Llego el sábado por la mañana, Patricia abrió los ojos, saludo de beso y dio los buenos días a su marido, se levantó de la cama y bajo a hacer un delicioso desayuno para su cónyuge y su familia, a la que informo que cruzaría a los Estados Unidos para realizar algunas compras, y que regresaría pasadas la 5 de la tarde, levanto algunos pedidos de su esposo y el resto de la familia, y tras levantar la vajilla y lavarla, fue a su habitación para meterse a bañar, enjabono cuidadosamente cada centímetro de su tentadora anatomía, se esmeró en recortar hasta dejar ralo el vello púbico en triangulo que cubría su monte de venus, salió de la ducha, seco su escultural anatomía, puso crema humectante y después perfume en los puntos estratégicos, especialmente en el matojo de pelos casi al ras encima de sus labios vaginales, en las axilas, bajo sus pechos, en la rabadilla, detrás de las rodillas, y así, desnuda, procedió a maquillarse, un discreto pero sexy rubor, y una ligera sombra para resaltar sus poderosos ojos verdes, un labial rosa que destacaba sus gruesos labios, para inmediatamente desplazarse hacia su tocador de donde extrajo un juego de ropa interior, sujetador y tanga en color blanco inmaculado, paso ambas prendas sobre el cuerpo, y tras concluir con la siempre aparatosa maniobra de colocar el sostén, deslizo la delicada tanga por sus largas piernas de piel acanelada, y contemplo su figura en ropa interior en el espejo de cuerpo completo a un costado de su lecho matrimonial, ¡excelente! Caviló y sonrió confiada, el negrito batallaría para que el pene erecto no se notara en el pantalón ¡upps! ¿Qué estoy pensando? Aunque quiera, el no vera estas prendas, se reprimió fuertemente, giro y abrió su armario para extraer una blusa delicada de chiffon casi transparente con detalles florales y veraniegos, así como la minifalda blanca que tanto le gustaba que denotaba bellamente sus poderosos muslos y se ajustaba perfectamente al contorno de sus largas y abultadas nalgas.

Se puso las prendas, corrigió algunos defectos en el ajuste, se inclinó y tomo los zapatos de color beige con tiritas que asían el calzado a sus bellas pantorrillas, se sentó en el borde de la cama y se puso el calzado, se incorporó nuevamente y finalmente contemplo su apariencia completa en el espejo, se veía muy bien, se sentía complacida, su vanidad femenina la hacía pensar que no habría hombre en el mundo que no volteara a verla ataviada de esa forma, la sensación de poder que eso le producía era increíble y hasta excitante.

Bajo por las escaleras de su habitación a la planta bajo, donde se cruzó con su marido que viéndola silbo en aprobación, la tomo por la cintura y le dijo en voz queda pero cargada de lujuria -¡mamacita, que rica te ves! Me case con un bombón, luces fantástica ¿A dónde vas tan bella? ¡Alguien te va a querer robar! Ella solo rio y dijo - al otro lado amor, como te dije, espero volver como a las cinco para ver si después nos vamos al cine o a donde tú quieras -  el sonriendo le pregunto ¿A dónde yo quiera? Vestida así se me antoja llevarte a un hotel ¡y hacerte el amor toda la noche! Patricia beso en los labios a su esposo y camino rumbo a la puerta pensando seriamente – Ojala y el negrito piense igual que tu –

Cruzar la línea fronteriza era un verdadero martirio, pero en aquella mañana Patricia estaba alegre y motivada, algo en aquella conversación cibernética de introducción había levantado en ella muchas interrogantes, el interés del afroamericano en verla personalmente, la fotografía del hombre, su musculosa apariencia al menos en la foto, ese paquete abultado y grande en la entrepierna que lucía como la promesa de un delicioso manjar sensual la tenían absorta en sus pensamientos ¿Cómo sería? ¿Y si eran fotos falsas y el verdadero Charles era horrible? ¿Por qué estaba tan excitada sexualmente ante la idea de encamarse con un total desconocido y además de raza negra? Ante este último pensamiento, Patricia hablo en voz alta en el interior de su vehículo ¡no te vas a acostar con nadie! Es solo conocer al amigo de internet ¿Por qué estoy pensando en cogérmelo si ni siquiera lo conozco? Cuando pronuncio estas palabras, llego a la caseta del vista fronterizo, quien sin remover los lentes obscuros tomo la visa que la sensual morena le extendía a través de la ventanilla del automóvil, vio la fotografía, y después la vio a ella, el hombre dio un paso más para ver a la mujer más de cerca, pero no vio solo el rostro, agacho la cabeza y oteo hacia el interior del auto, revisando meticulosamente con la mirada las bellas piernas de Patricia ligeramente abiertas y pisando los pedales del vehículo, su sensual piel canela que brillaba con el sol de la mañana, el hombre reculo un paso y sonriendo le dijo ¡ok, go on! Dándole vía libre para internarse en el país de las barras y las estrellas.

Compras, visita a tiendas, la mirada de los hombres clavadas en su piernas y su trasero a lo largo de las casi tres horas de labores de Patricia en diferentes centros comerciales, recoger mercancía, cambiar algunas piezas de ropa que no habían sido de la talla correcta en compras anteriores, mirar aparadores, comparar precios, nada que otra ama de casa común no hiciera en una salida típica de compras, sin embargo, Patricia estaba inusualmente fogosa, se sentía humedecida al interior de sus muslos, examinaba constantemente el reloj que parecía ir demasiado lento, fantasías involuntarias la trasladaban fuera de su jornada de compras hacia escenarios diversos donde ella era la protagonista de las oníricas imágenes siempre con el órgano negro de un amante sin rostro sepultado entre los pliegues de su sexo, o enterrado en su garganta impidiéndole respirar y mamándolo como un cordero recién nacido, las imágenes se sucedían de forma interminable en lapsos intermitentes entre aparador y aparador, de tienda a tienda y Patricia estaba verdaderamente excitada.

Veinte minutos antes de la cita, Patricia llego al restaurante acordado, antes de bajar del automóvil retoco su maquillaje, el labial rosa encendido resaltando sus generosos labios y al apearse ajusto la delgada blusa sobre su figura, meso la falda sobre su trasero y tras cerrar la puerta camino rumbo a la entrada del establecimiento.

Ingreso en el lugar, y seleccionó una mesa en el fondo del mismo, discreta, lejos de la entrada, y con cierto aire de privacidad que le daba una sensación de seguridad, fue recibida por la anfitriona del lugar, quien la condujo a la mesa elegida, se sentó y pidió una bebida refrescante, cruzo sus poderosas piernas y saco su teléfono móvil para revisar su correo mientras esperaba al motivo de su lujuria secreta y sus fantasías lascivas.

Su actividad en el móvil la abstrajo del entorno, y no se dio cuenta de que Charles ya había llegado – Hi Patty, you beat me to be on time – la voz gruesa y varonil saco a la mujer de la pantalla de su teléfono, levanto la cabeza y vio al varón que se presentaba ante ella, alto, fuerte, con una amplia espalda y un tórax poderoso, vestido con un pantalón de lino ligero en color crema, no muy ajustado, cinturón de marca, una camisa de manga corta de color verde agua que consentía ver sus bíceps fuertes y prominentes, zapatillas de verano sin calcetines, elegante para la época del año, no muy estrambótico en su selección de colores, y con un aroma intoxicante, una loción tan varonil y masculina como su presencia.

Patricia sonrió, y descruzo las piernas para incorporarse a saludar al recién llegado quien sonrió mostrando una blanca y perfecta dentadura, sus rasgos no eran eminentemente negros, más bien, lucia mulato, el extendió su mano, muy grande y de dedos gruesos tomando la de la mujer y estrechándola en un saludo cordial, y halándola hacia el para plantarle un sonoro beso en la mejilla, Patricia no podía quitarse de encima ese olor a hombre que la intoxicaba, sus feromonas naturales, la melanina de la piel negra, y la colonia adecuada era como gasolina en un fuego forestal para la fémina que  estaba materialmente rendida ante la apariencia del macho que lucía infinitamente mejor, y olía exquisito, superando por mucho lo que la fotografía le había enseñado inicialmente, y que ahora en la vida real la tenía pasmada.

Hola Charles, encantada de conocerte – Las palabras salieron de su boca melódicamente, como si estuviera entonando una canción, en alguna ocasión su marido le había hecho esa observación, cuando Patricia mostraba interés por un hombre, o le gustaba, inevitablemente  al hablar canturreaba las palabras con coquetería, el afroamericano no disimulo el análisis de la mujer de la punta de los pies hasta la cabeza, y ella, al percatarse de la mirada evaluadora de su interlocutor y retomando su canturreo  le pregunto con igual desparpajo - ¿te gusta lo que ves? – y acoto – me estas revisando toda Charles – el no entendió bien la expresión, pero dijo ahora con su español mal pronunciado – Yes, tu mucho buena, and bonita, mucho guapa y sabrosa – ella rio de buena gana, el camino hacia atrás de donde estaba parada, y tomo el respaldo de la silla para empujarla cuando ella se sentara, lo que hizo inmediatamente, así, desde atrás, el moreno tuvo una magnifica vista de las caderas ancha y la estrecha cintura de Patricia quien al sentarse meneo provocativamente las nalgas para acomodarse en el asiento.

Entre inglés y español, con trabajo y varias interrupciones en lo que ambos encontraban la manera de comunicarse transcurrió la primera hora de la cita, fue tan rápido, que ambos se sorprendieron cuando ella dijo que ya era la una de la tarde, el en un principio se había sentado al otro lado de la mesa, de frente a ella, pero tras 20 minutos ahí, se había desplazado a la silla que estaba a un lado de su interlocutora, fue en esa posición cuando por debajo de la mesa, el acaricio por primera vez la rodilla de la mujer que hablaba sin detenerse de cuán difícil era pasar la frontera para hacer las compras, parecía por momentos que ella olvidaba que Charles a duras penas hablaba castellano y que, a la velocidad que ella conversaba hacia casi imposible que pudiera entender cuando menos la mitad del contenido del parloteo de la bella mujer, al sentir la mano de el sobre su delicada y suave epidermis, Patricia se detuvo un segundo en su diatriba sobre sus tormentos fronterizos y un poco sorprendida abrió los ojos mostrando su sorpresa, él se percató al instante y sin bajar la mirada, apretó un poco más, en forma gentil la pierna de la mexicana que sentía derretirse con esa mano jugueteando por debajo de la mesa, y la mirada penetrante del hombre que sin haberle pedido permiso ya palpaba afectuosamente una de sus codiciadas extremidades inferiores - ¿no te amarraron las manos de chiquito verdad? - ¿what? Mi no entienda mucho bien lo que tu dice bonita, ¿Qué dice? – Ella riposto con autoridad – ¡Que no te di permiso de acariciarme las piernas! – el estallo en risas, eso sí lo había entendido con claridad, y lejos de apartar su enorme mano de la rodilla de ella, se internó un poco más hacia la cara oculta del carnoso muslo y las yemas de sus dedos recorrieron rítmicamente la suave piel enviando sensaciones placenteras a la hembra que despego un poco sus labios haciendo un gesto mezclado entre estupor y deleite, después, una sonrisa, misma que fue interpretada como una señal de aprobación por el avezado hombre quien prosiguió su ataque sorpresivo extendiendo el cuello y robándole un beso a Patricia quien, lejos de rechazar la caricia, la respondió con pasión, había sido demasiado, y si el la deseaba, ella lo deseaba más, simplemente quería que el  la hiciera suya, su entrepierna estaba totalmente encharcada, sus pezones dolían, su piel y todo su cuerpo estaba extremadamente sensible, y tanto pensar en él, imaginarlo, ser presa de fantasías sexuales con el como protagonista y ahora, olerlo, sentirlo, y ser acariciada y besada la libero de un solo golpe impetuoso la fogosidad de la cual la mujer había sido objeto durante toda la semana.

El ósculo no se despegaba, la lengua de el jugueteaba dentro de la boca de ella, su mano se metía más profundamente entre los muslos de la mujer casada que en ese momento había olvidado sus votos, la punta del grueso dedo del macho rozo la delgada tela de la tanga brasileña que tapaba la entrada a su paraíso, ella ronroneo complacida ante el ataque sexual decidido del objeto de su deseo, en ese momento ella solo tenía una cosa en la cabeza, y yendo contra su propia conciencia y pensamientos iniciales deseaba que aquel joven la usara para su placer, que la fornicara libremente como y donde quisiera para aliviar esa pasión que la inundaba y que quería apagar probando las bondades de un miembro viril negro encajado profundamente en su humanidad, tal y como lo había gozado ya en sus calientes fantasías.

-          Charles, vamos muy rápido - comento entre suspiros quedos, y volvió a posar sus labios en la gruesa labia de su amante azabache,  sus lenguas se encontraron una vez más, y ahora el dedo índice de Charles ya había hecho a un lado la pieza de tela del frente de la tanga de Patricia quien a su vez había abierto más las piernas para dar un acceso más cómodo a esa mano que hurgaba en su intimidad, el toco el clítoris de Patricia con la punta del índice, ella se estremeció, bajo el dedo y acaricio la labia externa, llegando hasta la base de la silla, ella levanto un poco su humanidad apoyándose en las abrazaderas del asiento y dio entrada libre para que el metiera más de la mitad de su dedo en la cavidad totalmente mojada de ella quien gimió quedamente, su cara con una expresión de gozo total, y perdida en el calor del momento, el metió y saco el dedo de su agujero rítmicamente, hasta que ella cerro las piernas un poco impidiendo que el ingreso y egreso continuara – Charles, aquí no, vamos a otro lado, aquí no por favor – el saco la mano de debajo de la mesa, la punta del dedo índice y parte del medio brillaban con la humedad de la mujer, sin avisar, tal y como los demás actos de él habían sido esa tarde, llevo los dedos cubiertos de la humedad femenina a la boca de Patricia quien sin mostrar rechazo alguno chupo ambos dedos, y lamio los residuos de su excitación de la mano que le había dado placer minutos antes.

-          Pidieron la cuenta de inmediato, y los besos siguieron, el extrajo dinero de su billetera, y puso el billete en la mesa, se incorporó rápidamente y se puso detrás del a silla de patricia retirándola para dejar que la mujer saliera, y con ella por delante caminaron rumbo a la puerta, la tanga de Patricia estaba totalmente desacomodada en el frente, y le era incomoda, pero aguantó estoicamente los doce metros hasta salir del lugar, y doblar la esquina hacia la parte privada del estacionamiento para ahí mismo, delante de su macho, levantar la minifalda que cubría apenas la mitad de sus frondosos muslos y bajar la prenda al tiempo que le daba la espalda al hombre quien pudo apreciar en su totalidad las bellas nalgas que estaría poseyendo en unos minutos más.

-          ¿Por qué estoy siendo tan puta? Pensó, pensara que así me porto con todos, ¡soy una piruja de lo peor! Dios mío, ¡qué fácil me porte! Tras retirar el delgado hilo de en medio de sus grandes nalgas, y bajar la prenda en un solo movimiento hasta los tobillos, se incorporó rápidamente, y meso la falda sobre sus glúteos, hizo un ovillo con el minúsculo calzón y lo metió a su bolsa.

-          Charles no había perdido el mínimo detalle de toda la operación antes de tener a Patricia de vuelta frente a él, altiva, elegante, retadora, y hermosa, y ahora, sin bragas lista para usarse, juguetón, el negro metió la mano a la bolsa de ella, y extrajo las bragas, se las llevó a la altura de la nariz y respiro profundamente con ellas tapando sus fosas nasales, el aroma era primoroso, la mezcla del dulzón perfume floral que la casada había seleccionado para la ocasión, combinado con sus jugos vaginales que habían mojado profusamente el delgado hilo eran como polen para el abejorro que en ese momento solo deseaba meter su aguijón en aquella delicada flor que pertenecía a otro.

-          Subieron al auto, ella primero tras de que él le abriera la puerta caballerosamente, y que Patricia le ofreciera un improvisado espectáculo abriendo las piernas desmesuradamente al incorporarse al vehículo exponiendo totalmente a la vista del moreno su parte más íntima, que solo pudo emitir un gemido tras ver la delgada labia externa, muy húmeda, y el monte de Venus tapizado de un ralo vello que se antojaba lamer por horas.

-          Al subir al automóvil, Charles se inclinó nuevamente sobre Patricia y volvió a besarla, con ahínco y pasión, ya arriba del auto, en la  privacidad del transporte, volvió a meter su mano en medio de las piernas de ella, separando la vulva, metiendo el dedo medio de su mano hasta el fondo de la raja de la esposa infiel que al sentir el dedo largo y grueso penetrarla completamente cerro las piernas aprisionando la extremidad de su amante estallando en un orgasmo poderoso y casi instantáneo ante la enorme calentura y morbo de su infidelidad, combinado con la sensación física de ese dedo que entraba y salía de su empapada cavidad amatoria.

-          Charles extrajo el dedo, y repitió la operación que ya había hecho, metió el dedo que estaba totalmente empapado en los juegos de la fémina en su boca, y ella lamio como un gatito al que se le ofrece un plato de  leche tibia, limpio los residuos de sus fluidos sexuales, y ronroneo complacida, el simplemente se dio media vuelta, y tras encender el automóvil manejo presuroso rumbo a un motel ubicado a solo dos cuadras del centro comercial donde había sido el acercamiento inicial.

-          En el camino rumbo al hotel, Patricia seguía con la lucha interna y los pensamientos encontrados, ¿Cómo es que todo había pasado tan rápido? No entendía como en apenas la primera cita este desconocido ya había hurgado dentro de su sexo y ya le había provocado un orgasmo, recordaba cómo durante más de la mitad de su vida había sido la única de su familia que solo había tenido sexo con un hombre, y de ser infiel, ¡ni hablar! Eso nunca había pasado por su mente, ahora, estaba a punto de abrirle las piernas a otro hombre que no era su marido elevando a tres el número de compañeros sexuales fuera del matrimonio que la antes fiel esposa tendría en menos de un año.

-          El empleado del motel, otro afroamericano,  estiro la mano para entregarle el recibo sobre la habitación a Charles quien, con una mirada de satisfacción veía al hombre de la recepción revisar de pies a cabeza a la mujer que el follaria unos minutos más adelante, el tipo no quitaba la mirada de las piernas y nalgas de Patricia quien estaba parada al otro lado de la recepción dando la espalda al mostrador principal, y mirando distraída hacia la calle, en inglés, el empleado le dijo en voz baja – nice ass you gonna fuck brother, enjoy it! (buen culo te vas a follar, disfrútalo hermano) – para Charles, el hotelito y el empleado no eran desconocidos, anteriormente ya había llevado a un par de mujeres para tener sexo, y el empleado ya lo había reconocido de dichas citas anteriores – Thanks man, i will! (gracias hombre, ¡lo hare!) el reconocimiento de parte del otro hombre le dio mucho orgullo a Charles que giro sobre sí mismo para ir por su amante, vio las pantorrillas de Patricia y elevo lentamente la mirada por sus fuertes muslos, la amplitud de su cadera, la avispada cintura, y esas nalgas tan apetecibles, al llegar con la mujer, la tomo de la mano y la guio rumbo a las escaleras donde una habitación en el segundo piso seria su nido de amor.

-          Charles abrió la puerta, y Patricia entro primero, el la siguió, cerro y ella camino rumbo al lecho donde se recostó sensualmente, se puso de costado, dándole a su amante negro la visión clara de sus nalgas debajo de la falda, con una cara de pasión incontrolable, mordiéndose el labio inferior y fijando su mirada en los ojos de él, casi retándolo, invitándolo a acompañarla sin mediar palabras.

-          El encuentro sexual era de lo más inusual, no habían existido mucha conversación  entre ambos debido a la barrera del idioma, y si había existido alguna, era ella quien había hablado la mayor parte del tiempo, él la había escuchado y después, de súbito había iniciado su ataque, el hombre se quitó la camisa, sus poderosos pectorales quedaron al aire mostrando su fortaleza y vigor, Patricia no despegaba sus ojos del hombre que hacia un improvisado strip tease para ella, removió el elegante cinturón, y abrió el pantalón, mismo que bajo por sus piernas musculadas, ahí estaba ante ella aquel ejemplar masculino con solo un discreto bóxer como prenda, y dispuesto a darle sexo sin miramientos.

-          Charles se acercó al borde de la cama, donde Patricia se incorporó para sentarse en la orilla del lecho, tomo los extremos del calzón de su amante, y los bajo por debajo de sus fuertes y duras nalgas, ahí, a centímetros de su rostro, estaba el miembro viril de su amigo de internet, muy grueso, aun en estado de reposo, lo tomo con su mano derecha y lo halo un par de veces, se acercó a su punta y le planto un beso, su olor era fuerte, pero no desagradable, circundado, y tras esa caricia el pene comenzó su crecimiento, cada manipulación y ahora, cada lamida o chupada de la mujer hacían que la sangre bombeara a los tejidos cavernosos del pene negro que ya era mucho mayor, tan grande como el de su joven amante Jorge o tal vez más, alrededor de los 23 centímetros pero con un diámetro aún mayor.

-          Los gruesos labios de Patricia aprisionaron el capullo del órgano varonil, su lengua jugo con el perineo, puso la boca como copa de succión en torno al diámetro y chupo como cordero que es alimentado por su madre, las mamadas de ella era vigorosas, y ante la estimulación oral, la punta del pene comenzó a poblarse de líquido seminal,  que la mujer sentía inundando su boca de su sabor, y que ella degustaba con placer, la otra mano, era usada por ella para acariciar el escroto del moreno que comenzó a gemir de placer ante las caricias expertas de la infiel mexicana que tenía su boca repleta de pene negro en apenas su primera cita.

-          Patricia se metió lo más que pudo la ahora tiesa y enhiesta verga hasta la base de su garganta, y con su paladar copaba la enorme cabeza del miembro que era cada vez más grueso y duro, al mismo tiempo, las grandes manos del hombre de color comenzaron a tomar la cabeza de Patricia para empujarla aún más adentro, la punta del pene tapaba completamente el acceso a la tráquea de Patricia que perdió momentáneamente la respiración, estaba siendo “gagueada” como se lo hacen a las mujeres que trabajan en las películas porno, y no le importaba, solo pensaba en darle placer a su nuevo amante, y obedientemente se sometía a la casi tortura, perdía la respiración y él le sacaba la verga de la boca para dejarla respirar jalándola hacia atrás por la leonada melena, ella aspiraba el preciado oxígeno y un segundo después el volvía a meterle toda la daga de carne en la boca para seguir con la operación, finalmente la soltó del pelo y ella siguió chupándole el miembro con deleite ahora ya, aliviada de ser casi ahogada por el frenesí del hombre que la fornicaba por la boca.

-          Sin soltar la verga con una mano y la boca, y los enormes cojones en la otra, Patricia parecía no haber tenido una cerca en años, su hambre sexual por esa piel negra, y el grueso de su herramienta la hacían casi caer en una especia de delirio sexual, la mujer sentía su encharcado coño gotear incesante y mojar totalmente su delicada tanga, y bañar también parte de su falda e inclusive el colchón del hotel.

-           El la hizo despegarse de su chupón de carne, y abrió la delicada blusa de chiffon con ambas manos, las tetas de Patricia aprisionadas en el brassiere de media copa lucían bellas, los brillitos de maquillaje que había usado para destacar el escote hacían que el canalillo resplandeciera dándole un toque exquisito a la piel canela que tanto orgullo le daba presumir a la mujer.

-          Retiro la blusa con gracia, la ayudo a incorporarse y metió la mano por detrás de su cuerpo turgente y dispuesto, desabrocho el botón y bajo el cierre de cremallera, halo ligeramente y la minúscula falda resbalo por los lozanos muslos de la fémina que tembló ligeramente al contacto suave de la prensa deslizándose por sus tonificadas extremidades quedando así, de pie frente a su amante portando únicamente sus zapatillas de tacón, la breve tanga y el hermoso sujetador, la tomo por una mano y la hizo girar sobre sí misma, la devoro con la mirada, y ella sintió todo el deseo que provocaba en el varón, la sensación de poder y seducción era incomparable para ella, sabía que el hombre estaba vuelto loco de deseos y que era ella a quien deseaba poseer.

-          El hombre se sumergió entre sus pechos, besos, lamio y con su pesada respiración la hizo sentir única, ambas manos de grandes dimensiones coparon sus fuertes nalgas, abriendo, separando los glúteos, apretando, masajeando y enviando sensaciones a todo su organismo, al tiempo que su lengua jugueteaba con su cuellos, y los lóbulos de sus orejas, de ahí pasaba a besarla con pasión, mientras sus manos se ocupaban de su trasero, sus senos y su monte de Venus, cada caricia ponía a Patricia al borde del delirio, quería tenerlo dentro lo más pronto posible, y en ese instante su mente estaba totalmente enfocada a las sensaciones que su apasionado amante le provocaba.

-          Charles tomo los delgados hilos de la tanga y empujándola ligeramente hacia atrás la bajo por completo en un solo movimiento hasta los delgados tobillos de la mujer casada que no recordaba su compromiso y sus votos, solo quería ser penetrada y gozar del sexo sin compromisos que esta primera cita le ofrecía, Patricia estaba totalmente entregada a su infidelidad y deseaba consumarla más que cualquier otra cosa.

-          El hombre fijo sus ojos en el vello púbico en forma de triángulo que brotaba en medio de las hermosas piernas de Patricia, contrario a la tendencia de la época, donde la mayoría de las mujeres preferían la depilación brasileña, Patricia y su esposo preferían el vello púbico, y, curiosamente, era algo que también atraía al negrazo que relamió sus labios pensando en el festín que le esperaba totalmente empapado debajo de ese vello negro e hirsuto, metió su barbilla en medio de los muslos de ella, y estiro la lengua, acaricio el clítoris erecto, uso una mano para abrir la labia y hurgar más en forma redonda alrededor del centro neurálgico del placer de la mujer, a quien sentó al borde de la cama, donde ella abrió las piernas dejando sus extremidades colgando frente al hombre que, sin decir palabra, se enterró de lleno entre sus piernas  a darle placer oral a la mujer que al sentir la lengua y el frenesí de su labor, gimió fuerte para indicarle cuanto le gustaba tener su lengua serpenteando en círculos alrededor de su clítoris, sobre los pliegues de su labia externa, metiéndose a fondo en su vagina semejando a un pene flexible y caprichoso, y llevándola rápidamente a los límites del éxtasis haciéndola temblar y sentir fuertes espasmos de forma  continua ante la venida de enormes proporciones que él, y su dotada lengua le estaban dando.

-          Patricia que usualmente no era una mujer muy escandalosa al momento de un orgasmo, gritaba como maniática, su ano y su vagina de abrían y cerraban en forma automática e incontrolable, una corriente eléctrica recorrió su piel, sus pezones se pusieron aún más duros rozando con el delicado material del que estaba hecho el sujetador intensificando sus sensaciones,  situación que no impidió que Charles siguiera fornicándola con la lengua por unos minutos más a pesar de que ella se incorporó y lo trataba de alejar de la hipersensible vagina que le hacía sentir un orgasmo tras otro casi en forma dolorosa.

-          El sintió que ella estaba casi al borde de la desesperación y la dejo soltarse, él sonreía mostrando sus blancos dientes enmarcados en su gruesa labia totalmente brillosa por los líquidos mezclados de su propia saliva y los abundantes fluidos corporales de su pareja amatoria, subió a la cama y  se postro a un costado de la exaltada hembra, y la beso larga y profundamente en la boca transmitiendo el sabor de sus efluvios. Eso era algo que en cualquier otra circunstancia le hubiera desagradado totalmente pero ella en ese momento solo deseaba compartir cada instante con el hombre que le daba tanto placer, y compartió largos besos de lengua con él, tragando sus propias emanaciones vaginales y percibiendo el profundo olor de sus fluidos de mujer en cada beso.

-          Mientras la besaba, Charles paso sus anchos brazos alrededor del delicado cuerpo de ella, desabrocho el sujetador y dejo finalmente los pechos de Patricia a su entera disposición sin nada que los sujetara, a su edad, ya no estaban totalmente erguidos, tenían una caída natural, pero, sus pezones de aureolas en color café claro, no muy grandes, combinaban perfectamente con los pezones café obscuro y enhiestos que se antojaba devorar con ímpetu.

Al tiempo que se sumergía entre las tetas de Patricia, y dándole tiempo a reponerse , evitando tocar su goteante vagina, se dio gusto acariciándole los muslos, recorriendo sus caderas, abrazando su cintura,  apreciando como cada caricia la hacía estremecer, tras algunos minutos de tiernos besos y abrazos, finalmente destinó su mano otra vez hacia la cavidad de ella, y copando todo el monte de venus con la palma de su mano, deslizo su dedo medio dentro del cuerpo de la fémina, penetro su labia, y comenzó a entrar y salir rítmicamente acompañando el concierto de besos de ese vaivén hipnotizante al interior de su amante, las caderas de Patricia ondulaban al ritmo que el varón ponía en cada incursión digital a las profundidades de su sexo, y una vez más sus gemidos inundaron el ambiente, el lamia u mordisqueaba alternadamente cada pezón sin dejar de masturbarla furiosamente y besarle los labios, ella desesperadamente había extendido uno de sus brazos y tocaba el amplio pecho del hombre, mientras que con la mano que estaba por debajo de su cuerpo ya tocaba la dura punta del órgano de él, totalmente duro y lubricado, los dos cuerpos se unieron y se desplazaron más dentro del lecho, y el giro sobre su eje, poniéndose encima de ella, quien retiro el bóxer aventándolo a un costado de la cama, su erecto miembro frente a su cara, pulsante, y delicioso, el enterró otra vez su cara en medio de sus muslos y comenzó a lamer y a degustar el manjar femenino debajo de él, mientras que ella subió sus manos en esa posición de perfecto sesenta y nueve para tomarle sus nalgas duras y apurar el órgano masculino hacia las profundidades de su garganta, ambos gimieron, el duro intercambio de caricias era frenético y avasallante,  en un ayuntamiento carnal casi perfecto.

Ella lamia y chupaba, el recorría cada porción de la labia externa e interna, y se metía su clítoris en los labios y chupaba despacio, los suspiros y gemidos llenando la habitación, por debajo de las caderas amplias de ella una mano, se internó hacia su sexo, y un dedo travieso hurgo otra vez en el interior de su sexo, ella respondió mamando con mayor fuerza la cabeza del glande y bajo una mano para jugar con su escroto amasando esas bolas plenas y llenas de leche de deseaba vaciar dentro de su cuerpo.

La posición permaneció por varios minutos hasta que ella sacando la verga de su boca le dijo en inglés –  fuck me! Please fuck me! A lo que el respondió inmediatamente, dio la vuelta sobre el cuerpo curvilíneo que lo tenía delirando, se posiciono en medio de los poderosos muslos de Patricia, de rodillas frente a las puertas del placer, puso la unta de su miembro en la entrada de su vagina y se ayudó con la mano para frotar la raja húmeda y tibia, el procedimiento extrajo gemidos de placer en la mujer que relajo los muslos y los dejo caer a los lados de su cuerpo ofreciéndole una vista completa de su sexo, subió las manos y copo sus senos apretándolos y pellizcando sus pezones, abrió la boca con los labios mojados e hizo una mueca de vicio y deseo, el continuo el movimiento, frotando toda la labia con la punta de su erecto ariete, y ella gimió aún más, deslizo la punta en la entrada vaginal, y empujo su cuerpo hacia el frente, la punta penetro en el apretado orificio y ella emitió un gritito mezcla de placer y dolor, él era muy grueso y a pesar de estar perfectamente lubricada, la intromisión del pene era una mezcla extraña de gozo y sufrimiento.

Uno, dos tres así entro el en ella, centímetro a centímetro, despacio, gozando cada sensación, ambos cerraron los ojos y se concentraron en las sensaciones hasta que la penetración fue consumada en su totalidad, ella la tenía toda adentro, y la sensación de estar invadida totalmente era gratificante y plena, él se dejó caer con todo su peso sobre el cuerpo de ella y empezó el ritmo del acto sexual, Patricia lo abrazo, y rodeo sus muslos levantando las piernas ayudándolo a entrar a tope en su humanidad, - si cógeme, cógeme, hazme lo que quieras – sus palabras brotaban a borbotones, con convicción y deseo, el acelero el ritmo y su pelvis choco contra los muslos en la cara interna, y ella levanto un poco sus caderas para que el contacto fuera aún mayor.

Los cuerpos se entrelazaban con furia, ella gemía incesantemente, el gruñía y no cesaba de empujar su carne dentro de la cavidad mojada de la mujer, el ritmo era cada vez mayor y ambos disfrutaban intensamente del ayuntamiento carnal, el uso sus brazos para auparse y sin sacarle el pene, giro hacia su costado, ella respondió al movimiento y apretó sus caderas aún más a la parte baja del cuerpo negro que tanto placerle proporcionaba, así de lado y cara a cara se besaron con delirio, el sin cesar de penetrarla, ella respondiendo a cada embestida.

You are a sweet whore – ella no entendía lo que decía y ni le importaba, la sensación de lleno que su verga le provocaba era exquisita, no tenía idea de que le acababan de llamar puta, y ni le importaba, tomándola por la cintura y tras un par de minutos de penetración lateral cara a cara, él se puso abajo y Patricia paso a estar encima de él, asumiendo la posición dominante, ella se sentó en su regazo, toda la verga inmersa en su humanidad y comenzó a cabalgarlo con frenesí, arriba y abajo, alternando ese movimiento de entrada y salida con potentes movimientos circulares de su cadera que estuvieron a punto de sacar su blanca leche, pero haciendo un esfuerzo, cerrando los ojos y tratando de distraerse contuvo su orgasmo porque quería seguir poseyendo a la hembra mexicana que recién había conocido y que ahora estaba clavada a fondo en su órgano sexual.

Patricia brincaba sin piedad sobre la verga enhiesta del afroamericano, la punta del pene golpeando contra su cérvix, y el grosor estirando deliciosamente su labia hacia los lados, su cabeza echada hacia atrás y sus manos jugando con salvaje pasión sobre sus propios senos, dándole a él una visión erótica digna de la mejor película pornográfica que hubiera en el mercado, la latina le estaba comprobando que sin duda, la fama de la que gozan las hembras de su etnia eran ciertas, las latinas son en el lecho la mejor respuesta a un negro.

Patricia sentía como sus labios vaginales estaban totalmente abiertos, embonando perfectamente con la gruesa constitución del miembro de Charles, ceso levemente su movimiento circular y dejo caer su peso completamente para atiborrarse de carne, sentía las pulsaciones y latidos del pene enorme que invadía sus carnes, las manos de el no cesaban de jugar c0n sus pechos, de amasarlos con delicadeza inusual para un hombre de su talla, esmerándose en acariciar los alrededores de sus hinchados pezones que estaban en un estado total de hipersensibilidad, estremeciendo a su dueña con cada caricia, hacia trabajo alternado sobre sus tetas, con la palma de la mano rodeaba el contorno de los senos, y con las yemas de los dedos acariciaba, y ocasionalmente pellizcaba sus pequeñas protuberancias haciéndola gemir, apretaba los pezones fuertemente por brevísimos instantes, y después, tras haberla llevado a la frontera del dolor, usaba la palma para confortar la sensación con una dulce caricia, llevándola en una montaña rusa de sensaciones que detonaban ligeros espasmos en su vientre y su vagina, conectando sus órganos sexuales, haciendo que las sensaciones de a penetración se reflejaran en sus pechos, y las caricias, pellizcos, y arrumacos sobre sus ubres, impactaran directamente en el botón de su clítoris que rozaba constantemente con la hirsuta pelambrera púbica del varón que , sin moverse ofrecía su lanza para que fuera ella quien se clavara profundamente en ella.

Tradicionalmente, Patricia era una mujer discreta al ser penetrada, gemía levemente, suspiraba, respiraba profundamente pero reprimía cualquier grito o aspaviento, sin embargo, esa verga negra a tope dentro de ella estaba rompiendo el hielo, su voz comenzó a elevarse involuntariamente ante la sensación de estar sentada con esa cosa enorme y gruesa, cubierta de venas, que palpitaba, que la llenaba, que la usaba, se sentía tremendamente excitada, ¡estaba siendo infiel otra vez, y ahora con un negro con el que apenas acababa de iniciar una relación a través de la red! Se sentía libre, se sentía independiente, eran sus nalgas, sus órganos íntimos, era ella, pudiendo coger y entregarse a quien le plazca, sin respetar convencionalismos sociales ni atavismos de ninguna especie, se sentía plena, y ante esos pensamientos, el empezó a mover su cadera martillando con potencia en el hoyo de placer de la mexicana casada e infiel que cabalgaba rotativamente sobre su órgano.

Patricia escucho como si estuviera en otro cuarto, gritos, quejidos, se sentía confundida, las sensaciones físicas eran tremendas, fuertes, estremecedoras, estaba totalmente abierta en su organo sexual, llena, y los gritos que escuchaba como su estuviera situada dentro de una burbuja ¡eran los suyos! Sus gemidos y exclamaciones eran sonoros, seguramente los vecinos de las habitaciones contiguas en el motel de paso, asi como probablemente algún transeúnte de la callejuela abajo del cuarto podía escuchar claramente los gritos de placer de esa mujer que estaba siendo follada por aquel moreno que acariciaba profusamente las enormes nalgas y el contorno de la cadera de la esposa y madre, usaba sus dedos para trazar círculos y figuras desde la cintura hasta las sentadera de Patricia, provocando sensaciones eléctricas que se concentraban directamente en su clítoris, esas sensaciones más la plenitud de la penetración hicieron estallar orgasmos sucesivos e imparables en ella, su vagina rezumaba jugos, mojando la pelambre del hombre, sus emanaciones eran más copiosas que nunca, la sucesión de orgasmos eran avasalladoras, sentía como se ligaban sus corridas, cada venida siendo más fuerte que la anterior, orgasmos ligados y sus flujos corriendo sobre el cuerpo de su amante quien no paraba de sonreír y mascullar palabras en inglés, Patricia sentía que se orinaba, pero no eran orines, sino eyaculación femenina, algo que ella jamás había experimentado y que solo había presenciado en algunas películas porno en compañía de su marido el famoso “squirt” y que ella pensaba jamás podría experimentar, pero estaba sucediendo, lo estaba sintiendo, y el sexo ¡apenas comenzaba!

Patricia aulló de placer, sus piernas temblaban intermitentemente, sus pechos le dolían, sus pezones estaban por reventar, espasmos recorrían todo su ser, su ano y vagina se abrían y cerraban con fuerza, no tenía control de sus esfínteres que espasmaban con dureza apretando la enorme verga de Charles, obligándola a dejarse caer para abrazar a su amante, quien acaricio su espalda, mientras ella seguía gritando y viniéndose en una cascada de sensaciones que parecía nunca terminarían.

El detuvo su poderoso martilleo dentro de la vagina de la mujer madura, esa casada que había conocido hacia muy poco tiempo y que ahora estaba ahí, sobre su cuerpo, piel a piel, con la vagina desflorada, sudando, temblando de placer, sometiéndose a él, entregándole su cuerpo que pertenecía a otro, actuando como una puta, y dispuesta a complacerlo en todos sus deseos.

Patricia quedo rendida reposando sobre los duros pectorales de Charles, quien acariciaba su espalda y le abria las nalgas de vez en vez, todavía ensartada, Patricia seguía sintiendo las contracciones de esos orgasmos interminables provocados por el mástil de ébano que la había taladrado sistemáticamente, y que ahora, aun rigido, duro como una roca seguía reposando en su interior ofreciéndole esa sensación de plenitud que ella disfrutaba enormemente.

Tras ese breve espacio de reposo, ella sabía que el aun no terminaba, faltaba que estallara en un orgasmo que la hiciera sentir mujer, que el fuera el que ahora tuviera ese orgasmo liberador y placentero, quería que él se viniera, que la llenara de semen, ese líquido blanco y espeso que aun recordaba le provocaba asco y rechazo cuando era joven y que, ahora, de madura, y tras haber tenido diversas experiencias con diferentes hombres había aprendido a disfrutar como una recompensa a sus buenas artes amatorias, para ella, el hacer que su macho de turno terminara era pieza fundamental de su orgullo de mujer.

Patricia se desmonto del órgano de Charles, y así, con ese pene cubierto de sus propios jugos se inclinó de frente a el para llevárselo a la boca, se metió lo que pudo en su boca, que era bastante estrecha ante el grosos y diámetro del sexo del afro americano, se concentró en lamer y chupar con denuedo la punta del glande, cuando se lo metía en la boca, solo la punta del capuchón le cabía en la boca, de hacerle una mamada profunda, ¡ni hablar! No cabía en su boca, y solo sus carnosos labios ahora totalmente despintados, embarrados de carmín en las comisuras de su boca delataban algo de aquel color coqueto con el que se había presentado ante el hombre de color que la había hecho gritar y delirar de placer.

Charles gemía en forma complaciente y queda, ella se esmeraba por ofrecerle placer la máximo, y aun cuando no podía meterse ese precioso órgano por completo en su boca, disfrutaba intensamente del sabor del líquido seminal mezclado con sus propios jugos, él le metía uno, dos y hasta tres dedos en la abierta y destemplada vagina haciendo que aún mas jugos manaran incesantemente de su fuente de placer -  come on Little whore, turna round, im gonna fuck you like the bitch you are (vamos puta, date vuelta, te voy a coger como la perra que eres)- Patricia entendió el significado de fuck you, y el epíteto de bitch, pero no comprendió bien la frase competa, él se percató de eso, y la separo de la verga que ella chupaba y lamia como si de una paleta de dulce se tratara, se incorporó en el lecho, la tomo de la cintura y la puso en posición de “perrito” Patricia sabía que lo que venía a continuación seria poderoso, sensacional, iba a recibir toda la verga que había deseado y hasta más – soy una piruja asquerosa – pensó, y arque la espalda y paro las nalgas para provocar más a su amante, dejo caer la parte superior de su cuerpo sobre la cama, llevo sus brazos hacia atrás, y se abrió las carnosas nalgas ofreciéndole al americano una visión clara de sus dos agujeros de placer, la vagina, roja, abierta, empapada, y el ano cerrado, estrecho, húmedo, Charles se posiciono detrás de ella, arrodillado y con su falo erguido y duro, la tomo por las caderas amplias, deslizo sus manos hasta su delicada cintura, posiciono el garrote de carne en su hendidura, y comenzó a presionar lentamente hasta hacer que la cabeza de su órgano estuviera inmersa en la vagina de Patricia quien volvió a gemir, el bajo una mano por el vientre de la mujer y comenzó a acariciar y frotar el clítoris de ella, quien no pudo evitar echar el cuerpo hacia atrás encajándose más, hasta engullir todo el miembro del hombre que chocaba con su cérvix haciéndola sentir estallidos de placer al sentir el golpeteo en el cuello de su útero, era largo, y estaba durísimo – ¡¡¡¡que rico!!!! ¡¡¡Cógeme cabron, cógeme, soy tu puta, cógeme fuerte!!! Patricia no se reconocía a sí misma, pero le encantaba la sensación de ser usada por ese hombre casi desconocido con el que no tenía que quedar bien, ni fingir, ni aparentar, era solo un palo delicioso que ella gozaba intensamente, sexo, era sexo y nada más, y eso lo hacía doblemente delicioso, el la sujeto fuertemente de la cintura y la penetro con más poder que antes, su verga entraba y salía con enorme velocidad del encharcado sexo de la mexicana de internet, se la metía hasta que sus huevos campaneaban chocando contra el recortado vello púbico de la hembra que tenía los ojos en blanco y se sujetaba las nalgas abiertas para sentir una penetración más invasiva y plena, el atacaba su agujero como si su vida fuera en ello, el mete y saca era brutal, incesante, y una vez más Patricia estallo en un sonoro orgasmo entre gritos, quejidos, palabrotas, y un chorro de un líquido entre transparente y blanquecino que mano a presión de su vagina, sentía como si se hubiera orinado, pero noto que no era orina, sino una vez más el famoso “squirt” provocado por el poderoso órgano sexual de Charles quien intensifico su ataque haciéndola casi perder el conocimiento, le faltaba aire, se le nublaba la vista, la verga entrando y saliendo a enorme velocidad y su mano por debajo de su vientre frotando su clítoris eran demasiado, las convulsiones y sus agujeros abriéndose y cerrándose en forma automática eran demasiado, lagrimas brotaban de sus ojos totalmente abiertos, absortos en la nada, volteando la cara para sumergirla en el colchón y ahogar de esa forma los gritos descomunales que el pene de ese hombre provocaban en ella, finalmente, Charles grito, rugía como un león en la jungla, su voz baja y profunda mascullaba palabras ininteligibles, y su verga comenzó a palpitar fuertemente dentro de ella, hasta expulsar dos chorros calientes de semen inundando la oquedad abierta e incontinente de Patricia quien gritaba – vente chiquito, vente, dame tu lechita, quiero lechita, dame leche papi, dámela toda – Charles saco rápidamente su miembro del interior de Patricia, se levantó rápido sujetándose la punta del pene, se situó en un paso a la altura de la boca de ella, y disparo otro abundante chorro de semen impactándose en la cara y el pelo , ella ávida busco la punta y sintió otra descarga ¡Cuánto se venía este hombre! Esa descarga en su boca alrededor de la cabeza de su pene inundo plenamente su boca, trago lo que pudo, tuvo una ligera arcada, y lamio los restos en la comisura de sus labios, lamio también el falo que comenzaba a perder su espectacular dureza, limpio los residuos como si una gatita disfrutara de su plato de leche caliente, ronroneaba, sus hoyos seguían abriéndose y cerrándose, y ahora tenía la recompensa lechosa que había deseado, se estaba engullendo su esperma y disfrutándolo plenamente.

Charles se recostó en la cama, ella siguió de hinojos lamiendo su órgano, parecía que Patricia no podía dejar de verlo, olerlo, lamerlo, sentirlo, estaba totalmente absorta en ese órgano que la había hecho alcanzar alturas insospechadas en los cielos del placer, quería que esa verga no se fuera nunca, era simplemente sublime, magistral, la quería tener con ella dentro de ella, en cualquiera de sus agujeros, por un momento pensó ¿Qué se sentiría tenerlo dentro de su ano? Pero reflexiono, y sin duda, intentarlo analmente podría causarle un daño severo y alejo ese pensamiento de su mente.

Charles la atrajo hacia él, la abrazo con dulzura, metió su lengua en su boca dándole un beso cargado de lascivia y le dijo – you are a nice whore, will love to fuck you again, i want your ass babe – Patricia no entendió toda la frase, solo esa palabra ass y supo que hablaba de su ano, sonrió y regreso el beso de lengua sin parar de ronronear, se incorporaron del lecho, se metieron a bañar juntos, se vistieron besándose y acariciándose, abandonaron el hotel, ella le dio un aventón al estacionamiento del centro comercial donde él se despidió con un beso tierno, y ella manejo de regreso a México con pulsaciones incesantes en su vagina, y una sonrisa satisfecha en el rostro, recordó a su prima Ivette quien en alguna platica de café le había comentado con absoluta seguridad que una vez que pruebas una de color negro, se te hace vicio, y estallo en una carcajada, Ivette ¡tenia razón!