Once in a Lifetime 2

Es el orden natural ¿Verdad? El macho alfa trabaja duro y gobierna a sus allegados. Sus cojones son fábricas de densa leche de macho, que deben ser vaciadas regularmente. Es de rigor que a ese macho se le de servicio cuando él lo desee, e incluso cuando no lo pida.

Martes, 8:10 de la mañana. Mis ojos lloraban fruto de la asfixia.

-Venga, así putita así, hasta el fondo.

El desconocido me empujaba la cabeza con una mano para hacerme llegar hasta la base de su tronco con mi boca.

-¡Mmmph!

Intentaba coger aire, pero el desproporcionado grosor de ese rabo me lo impedía.

-Un poco mas y lo consigues.

Y de un último empujón a mi cabeza, efectivamente, lo conseguí. Mi nariz ahora se aplastaba contra su pubis peludo.

-Ooh sí, trágatela entera putita.

Mi mente volvió a evadirse en ese momento, repasando hechos pasados que me habían ayudado a llegar hasta donde estaba ahora mismo.

¿Qué ocurrió tras perder mi virginidad anal? Tras un par de días de charla sobre el tema con mi novia, en el que le conté algunos detalles y como me sentí, lo dejamos de lado. Ella consideraba que yo había experimentado mi fantasía, y por ello me daba por satisfecho, aunque hubiese sido una experiencia poco satisfactoria. Lo que no sabía es que estaba equivocada.

Pasé un par de semanas dándole vueltas al tema ¿Por qué no me había gustado, como yo esperaba? Si me pajeaba como un loco viendo videos de pollas pajeandose ¿Quizás es que realmente no me gustaba? Había intentado ver porno gay, pero la verdad es que visionar a dos chicos teniendo sexo no me excitaba mucho ¿Qué es lo que fallaba en la ecuación?

Siempre hemos leído y escuchado de parte de expertos las manidas frases sobre que la sexualidad humana es muy compleja, llena de matices y con muchos detalles y variantes que hacen a cada individuo único. Eso es sin duda cierto, pero… ¿Qué pasaba entonces conmigo? ¿Por qué tenía esas fantasías incontrolables sobe miembros masculinos, pero después no me excitaba a la hora de la verdad?

Entonces, tras un par de semanas navegando entre videos porno, encontré por accidente uno sobre temática de hipnosis sissy. No le presté mucha atención, ya que el travestismo nunca me ha interesado, se sale de los límites de mis fantasías, pero por alguna razón, decidí abrirlo.

Y ahí lo encontré de nuevo, esa chispa morbosa, esa excitación desbordándose desde el interior de mis pelotas hacia el tronco de mi pene. El video era un montaje de imágenes de auténticos pollones alfas siendo mamadas por mujeres que apenas podían pasar del capullo. Todo acompañado de textos dando instrucciones sobre cómo comerse una polla, clasificado por pasos y dando amplios detalles sobre cómo complacer a un hombre.

“Paso 1: No hay un lugar u hora convenientes para comerte una polla. Paso 2: Los gestos son importantes, cuídalos. Paso 3: Da lo mejor de ti, esfuérzate y complácele. Paso 4: debes SIEMPRE tragarte su simiente, esto tiene un alto valor simbólico”

Me masturbé incontables veces con esas instrucciones. Las imágenes de mí mismo, de rodillas sirviendo a una polla se sucedían. En un baño público, debajo de la mesa de una oficina. Chupando y tragándome esos poderosos miembros. Mirando a los ojos a esos poderosos machos desde abajo, sometiéndome a su voluntad. Sintiendo la sangre llenar e inflar de poder sus miembros gracias al calor que les proporcionaba mi boca. Y entonces, imaginaba su semilla caliente erupcionando como volcanes, manchándolo todo con su marca. En ese punto, siempre me corría sin remedio.

Decidí no contarle nunca esto a mi novia. Nos lo solíamos contar todo, pero consideré que esto era demasiado. No quería ni imaginar lo que podría pensar de mi si se enteraba de que en privado tenía unas fantasías dignas de la zorra más depravada y ninfómana.

Todo esto, como es natural, acabó por desembocar en mi re-ingreso en el chat de Terra. Mi búsqueda de rabos fue infructuosa por un tiempo. Yo anunciaba que solo buscaba mamar, y además no dentro de mi boca. La promesa a mi novia de hacerlo siempre con protección pesaba demasiado en mi mente, y ni siquiera en mis momentos más descontrolados cedía mi voluntad de respetar ese compromiso. Debido a esta escueta oferta, los tíos mas cerdos del canal se llevaban a los escasos activos que merecían la pena, y que tuviesen sitio.

Sin embargo, solo fue una sequía de dos semanas. Tras ese tiempo, un día de navegación ociosa en el chat en una semana festiva  acabó en una charla con un madurito de 50 años que vivía cerca, y esa semana tenía la casa vacía, debido a que la familia estaba de vacaciones sin él. Mi mente se puso automáticamente en marcha. Un sufrido padre de familia, que estaba trabajando sacrificadamente para que el resto de miembros de la casa pudiesen disfrutar unas buenas vacaciones. Ese pobre hombre llegaba a casa rendido después de un duro día de trabajo, y no había nadie allí esperándole para satisfacer su derecho inalienable como hombre: una buena mamada para descargar la sobecarga de lefa en sus huevos.

Es el orden natural ¿Verdad? El macho alfa trabaja duro y gobierna a sus allegados. Sus cojones son fábricas de densa leche de macho, que deben ser vaciadas regularmente. Es de rigor que a ese macho se le de servicio cuando él lo desee, e incluso cuando no lo pida. Siempre he pensado que la descarga sexual de un hombre debería ser un derecho natural recogido por la constitución. La de guerras que se habrían evitado si los hombres del mundo tuviesen el servicio sexual que ellos merecen…

En mi mente se sucedían imágenes de hombres gordos y maduros. Curtidos por el sol o ataviados con trajes de oficina con la corbata desaflojada. Sentados en un sofá con una cerveza en la mano mientras veían el futbol en la tele. Y de rodillas ante ellos yo, chupando sus miembros en búsqueda de su preciada eyaculación.

Chatear con él mientras tenía todas estas imágenes en la cabeza fue muy placentero. Le sugería que su polla debería ser servida como se merecía, y que yo estaba dispuesto. El hombre me dio su dirección, y nos dimos cuenta de que vivíamos solo a dos calles de distancia. Le dije que si quería, estaba dispuesto a ir ahora mismo y vaciarle los huevos. Sin ni siquiera darme su nombre, le pareció una idea excelente, y me invitó a ir.

Nervioso, y sintiendo el corazón en la garganta, me vestí apresuradamente. Ideé una excusa rápida para mi novia, diciéndole que iba a visitar a un amigo para echar un rato de consola. Funcionó sin problemas, y me dejó ir tan solo pidiéndome que trajese pan a la vuelta a casa.

Caminé el trecho que separaba mi casa del macho maduro que me esperaba en su casa, posiblemente con la polla en la mano, haciéndola crecer antes de mi llegada, seguro que era deliciosa, enorme, marcada de venas. Los maduros eran famosos por tener pollas pesadas, gordas, marcadas de venas, y las usaban para embestir como toros contra el culo de alguien inferior a ellos. Para después culminar con una gran lefada caliente.

El bloque era de familias acomodadas, con nivel adquisitivo. El portero automático con cámara y las puertas electrónicas lo delataron. Me costó un par de minutos reunir el valor para tocar a su piso. Cogí el móvil para revisar la conversación y así armar el valor necesario para subir. Mi sorpresa fue que al abrir la ventana de chat, encontré que el madurito había escrito tan solo hacía un minuto: “¿Dónde estás, te falta mucho?”

Era lo que necesitaba para tocar a ese portero. El timbre eléctrico sonó durante varios segundos, en los cuales se me secó la boca, y se me enfriaron las manos. Una voz respondió.

-¿Sí?

-…Hola, soy yo…

No hubo respuesta, las puertas se abrieron automáticamente con un zumbido, y me encontré en el ascensor, esperando impaciente las 3 plantas que me separaban de ese macho.

Finalmente, me encontré ante las puertas  del madurito, toqué con los nudillos en la madera, y apenas había tocado la puerta, se abrió y una voz me indicó que pasase.

Ante mí estaba un hombre de 50 y largos años. Barrigón y barbudo, medio calvo, y vestido con un chándal típico de ir al supermercado un domingo. No me gustaba, pero yo no estaba allí por su cara.

-Bueno, pues…

-¿Puedo beber un vaso de agua?

Le interrumpí bruscamente a media frase. Pero es que me moría de ser, con los nervios siempre se me secaba la boca, y tener algo en la mano siempre me relajaba en estas situaciones, fuese un vaso, o fuese un rabo…

Observé la decoración del salón, dónde me había acomodado, mientras el hombre estaba en la cocina. Clásica, muchas maderas nobles, algún cuadro de una virgen, y bustos griegos en las mesas. Un poco recargado para mi gusto, pero era la casa de un hombre que bien podría ser mi padre.

-Eh chaval, aquí tienes el agua.

Entró por la puerta del salón sosteniendo el vaso, y me lo ofreció justo antes de sentarse en un sillón frente a mí.

-Muchas gracias.

Procedí a bebérmelo, y pude darme cuenta de que me estaba mirando el paquete disimuladamente. En cuanto terminé, comenzó a preguntarme.

-¿Y sueles comer muchas pollas chaval?

-No, la verdad es que apenas tengo experiencia.

-Mejor tío, no me gustan los maricas que le chupan la polla a cualquiera ¿Eres maricón?

-Bueno, tengo novia.

-Pero te gusta comer pollas ¿No?

-Sí, me da bastante morbo para qué negarlo

-Pues cómete la mía entonces.

-¿Eso quieres verdad cabrón? Ahora mismo te como la polla.

Ésa fue la señal que yo llevaba esperando un buen rato. Estaba listo para la acción el madurito cabrón. Me arrodillé directamente desde el sofá, y camine a 4 patas la corta distancia hasta el sillón donde estaba sentado. Se recostó y me dejó desabrocharle el pantalón. Con mis manos ya algo menos temblorosas, abrí esa caja de pandora, y arrastré hacia abajo la tela de su ropa interior.

De nuevo, otra decepción ¿Por qué me pasa esto a mí? El nabo que tenía delante de mi cara era otra decepcionante y patética picha. Apenas un centímetro más pequeña que la mía. Un cabrón madurito como este, que no le gustaban las locas maricas la tenía pequeña ¿Qué hacía yo arrodillado, que hacía yo a punto de chupársela, que hacía yo dispuesto a descargarle los cojones? Era muy peluda, la piel, oscura, y los grandes cojones hacían un gran contraste con el tamaño del tronco y el glande. Cabía la posibilidad de que fuese un gran lechero, pero a quién le importaba. Era un beta.

Mi excitación se vino abajo, no merecía la pena estar allí, estaba perdiendo mi tiempo de rodillas en aquel salón hortera dándole placer a alguien que no lo merecía. Sin embargo, ya estaba allí, le había sacado el nabo del pantalón, y no iba a plantarme ahora. Además que en parte fue culpa mía, que por el calentón no le pregunté por el tamaño de su rabo, y había presupuesto que era dotado. Así que abrí la boca, y me introducí su semi-erecta picha en mi boca.

Fue una mamada torpe, apenas usé la lengua, solo di vaivenes con mi cabeza introduciendo su polla en mi poca, y luego sacándola, dentro, fuera, dentro, fuera…El cabrón se puso cachondo muy rápido.

-¡Joder como la mamas tío, joder, increíble!

Patético, un par de movimientos de boca y ya la tenía dura como una piedra. Vaya beta, ni siquiera me estaba esforzando. Su capullo iba a estallar, y apenas llenaba mi boca, me estaba resultado ridículamente fácil. No me estaba excitando lo mas mínimo. Mamaba de manera mecánica escuchando sus gemidos, mientras yo echaba un ojo a la decoración tras de él.

Repentinamente, me hizo parar la mamada posando su mano en mi frente.

-Tío, quiero chupártela, estoy super cachondo.

-¿No querías que te la chupase yo?

-Ya joder, pero me has puesto muy perro, y además me pones, me van los tíos peludos.

En eso tenía razón, yo era un tío de 27 años, de complexión bastante fuerte, y bastante peludo. Algo de lo que nunca he prestado atención, pero me estaba dando cuenta poco a poco de que en ciertos sectores de gays/bisexuales era algo muy cotizado.

Insistió – Venga tío, ponte de pié.

Ni siquiera discutí, no me apetecía nada que me la chupasen, pero imaginé que tener a alguien que podría ser su hijo de rodillas comiendo el nabo le había encendido un morbo en su interior difícil de manejar. El cabrón se puso de rodillas ante mí, y yo opté por quedarme de pié.

-Mira, si me la vas a chupar, que sepas que me a mí lo que me gusta es follar bocas, así que espero que estés preparado.

-Claro que sí, tú usa mi boca como quieras nene.

“Nene”, eso acabó de confirmar mis sospechas, en su mente, estaba imaginándome como su hijo, o algún amigo de él, yo que sé. Lo que importaba es que yo estaba ahora de pie con la polla fuera, y él de rodillas pajeandose, dispuesto a comérsela. El orden natural de las cosas había vuelto a su cauce.

-Pues venga cabrón, haz lo que tienes que hacer.

Agarré su cabeza, y si ningún cuidado, le metí mi pene semi-erecto en la boca. El capullo raspaba, tenía una barba descuidada muy molesta, no me gustaba. Le veía desde mi posición, resoplando como un cerdo, machacándosela furiosamente mientras meneaba la cabeza como un imbécil, tragándose toda mi carne. Las vistas no eran muy buenas, el cabrón era feo, gordito, y moreno de piel, su barriga colgaba ahora que estaba de rodillas y levemente inclinado. Me causaba rechazo.

-¿Venga, dale mas fuerte coño, no querías chupar?

Le agarré la cabeza y empecé a pajearme con su boca como si fuese un coño en lata. Todo en un intento de provocarme una erección completa que no acababa de llegar, debido a las patéticas vistas que tenía ante mí. En un intento por abstraerme, empecé a divagar mirando la horrenda decoración del salón alrededor de nosotros. Y entonces, lo vi.

Un estupendo busto griego de mármol encima de la mesa principal. Era una estatua clásica, posiblemente una reproducción sin cabeza de la Venus de Milo, pero modernizada. Y la estatua tenía un par de preciosas tetas. Las podía ver perfectamente detrás del mierdecilla que me estaba chupando la polla bajo mis pies. Eran unas buenas tetas, gordas y en su sitio, de las que me gustaba agarrar cuando me follaba a chicas.

Y ocurrió, mi polla se hinchó, mi rabo cobró vida, mi nardo se convirtió en lo que debía ser, una polla de macho, porque en ese piso, el alfa era yo.

-Oh si cabrón, sigue, come polla que veo que te gusta, hasta el fondo.

Me cebé con él, el agarre a su cabeza se hizo más fuerte, y le follé la boca sin piedad. Bombeaba a un ritmo demencial mientras contemplaba el par de buenas tetas del busto de mármol, los sonidos de ahogamiento empezaron a ponerme incluso más cachondo. Le estaba poniendo en su sitio, vine pensando que se la iba a chupar, y la jerarquía de pollas le puso en su sitio, me gustaba la idea.

-Tío, me voy a correr como sigas así.

En cuanto me escuchó, el cabrón empezó a darle con mas fuerza aún, estaba chupando sin aire en los pulmones, los hilazos de baba le colgaban de la barbilla y se enganchaban en la descuidaba barba.

-¡¡Tío, tío…joder!!

Me corrí. Eyaculé. Le llené la boca de lefa, le disparé toda la carga de mis cojones en esa boca de maduro perdedor. Yo, el chaval que podía ser su hijo, le estaba inundando la boca de mi semilla ardiente. Y él se lo tragó, se lo tragó todo, bebió como si no hubiese bebido en días. Qué ironía, el que iba ser mamado, acabó siendo el mamador. Que hombrecillo tan patético…

-Buf, voy a necesitar otro vaso de agua.

Cuando terminamos, el hombre no dijo nada, se internó en el pasillo del piso, y volvió con papel higiénico.

-¿Quieres limpiarte?

-¿Para qué, si no me has dejado ni una gota de semen en la polla?

Hizo un leve encogimiento de hombros, y dejó el rollo en la mesa, acto seguido se dirigió a la cocina. Yo terminé de subirme los pantalones al tiempo que escuché el grifo abrirse y un vaso llenarse. Cuando me abroché el vaquero, fui directo a la cocina, no quería pasar mucho más tiempo allí.

-¿Agua verdad?

-Sí tío, muchas gracias – Apuré el vaso de un trago, más por prisa que por necesidad.

-¿Te ha gustado chaval?

-Sí, ha estado bien – Mentí.

-Podríamos repetir otra semana que me quede solo en casa.

-Sí claro, por qué no. Ahora cuando salga te envío mi contacto por el chat que teníamos abierto.

Era todo mentira, no pensaba darle mi número ni ningún tipo de contacto. No me lo había pasado bien, no era un pollón, era solo un beta, yo no quería tratar con betas. Se dispuso a abrirme la puerta y se despidió escuetamente.

-Venga, a ver cuando nos vemos otra vez.

-Claro tío, por cierto, muy bonita la decoración del salón, se me había pasado decírtelo.

20 minutos más tarde, entré de vuelta en mi piso, hastiado. Había sido otro encuentro infructuoso ¿Dónde estaban los machos dotados de verdad? ¿Dónde se escondían? ¿Eran solo entes legendarios de las películas porno?

Me encontraba en medio de estas reflexiones, cuando mi novia hizo acto de presencia en el recibidor.

-Hola cariño ¿Traes el pan?

-¡Ostias!

CONTINUARÁ...

PD: Muchas gracias por la acogida del anterior relato queridos lectores. Me han animado muchísimo vuestros comentarios y estoy dispuesto a seguir con la historia. Os pido un poco de paciencia, ya que quiero construirla poco a poco antes de llegar al momento que conocí al MACHO. Sé que todos estais esperando ese momento, pero considero que haceros un poco de rabiar, resultará en algo bastante mas satisfactorio que el simple salto al núcleo duro de la historia.

Tal y como dije antes, vuelto a insistir en que os animéis a comentar, leeros es lo que me anima a seguir escribiendo, y sentíos libres para enviarme un email con cualquier cosas que queráis decirme. Con mucho gusto os contestaré, e incluso podríamos contemplar la incorporación de algún episodio con una temática que os interese.

Mención especial al usuario "guillermo", cuya idea del trio bi me ha interesado mucho. Estudiaré la idea, y veré donde y cuando pueda encajarla para que disfrutes de una buena, y morbosa lectura.

Gracias, y un saludo a todos los lectores.