Omar, el negro (1)

De como descubro lo que nunca pensé y de con quien jamás imaginé

-Omar, ¿qué haces ahí parado? Sube que te llevo.

-Gracias jefe, me hace un gran favor, he quedado y por acabar de colocar, he perdido el bus anterior.

  • ¿Dónde te llevo?

-Voy a mi casa, voy a darme una ducha y cambiarme, he quedado allí con mi cita.

-¿Una chica?

-Jejeje, si, más que una chica, una señora. Es una mujer casada, que su marido no la debe follar bien y llevo tirándomela ya unos meses.

-Joder Omar, no pierdes el tiempo.

-Jefe, si supiera lo puta que es, la he follado de todas las maneras y en alguna ocasión la hemos follado entre varios

-Joder, que putón, ¿no?

-Ya lo creo, siempre quedamos los miércoles, que es el día que ella puede. Su marido no está ese día.

-Pues aprovecha tu que puedes, tío. Yo hoy tenía como siempre partido de pádel, pero han fallado los compañeros, así que llamaré a mi mujer, sino ha salido aun, que hoy tiene ella reunión con amigas, la llevare a cenar por ahí y a ver si hay suerte y esta noche me deja follármela.

Así transcurrió la conversación mientras llevaba a Omar hasta su casa. Omar es un nigeriano que trabaja para mí. Lleva un par de años y el tipo es un trabajador de lo mejorcito que se puede encontrar. Es grande y fuerte y la envidia de los compañeros. Vino en patera hace ya bastante tiempo y hablar perfectamente español.

Nunca le había llevado hasta su casa y no era muy dado a las reuniones de compañeros y de la empresa. No iba nunca a las cenas, por más que se lo pedía. Ni siquiera mi mujer lo conocía.

De su vida privada solo sé que antes de trabajar para mí, estuvo de portero de discoteca y allí hizo amistades y conocidos del mundo de la noche y que su currículum de mujeres era extenso. Debía ser un mandinga de polla larga y venosa y que su poderío sexual iba de boca en boca.

-Gracias jefe, me ha salvado la tarde. Hoy tiene pensado llevarme a su casa, dice que tiene ganas de que me la folle en la cama donde duerme con el cornudo para recordarlo toda la vida cuando se acueste y reírse del cornudo.

-Pues sí que es una zorra de cuidado, el marido debe tener unos cuernos de campeonato.

-Que va, no se crea, antes de conocerme a mí no había sido infiel. Y, además, según me ha contado, su marido había sido el único hombre.

-Ostias, entonces ha aprendido en poco tiempo lo que es follar y ser follada.

-Jejeje, claro. Ahora en casa, dice que cuando folla con el marido tiene que disimular y gemir como si se corriese, pero que no le hace ni cosquillas la polla del marido.

-Joder, pues que lo deje y se busque otro o se quede contigo.

-Jefe, no sea iluso, una cosa es follar y otra vivir. Ella vive muy bien con él, la tiene en palmitas, le paga todo lo que quiere y, además, no ha trabajado en su vida y con él no necesita trabajar. Así que está como quiere, el marido paga todo y yo me la follo.

-Claro, mirándolo así, sí. Es de entender, pero aun así, joder, como se entere el marido y la ponga en la puta calle lo va a pasar muy mal

-Pues sí, porque, al parecer no están en bienes que dicen ustedes gananciales, sino que son bienes separados desde que se casaron. Ella aportó muy poquito y todo es de él.

-Pues hay que ser gilipollas, jugársela así, ¿no?

-Pues sí, pero el sexo tiene estas cosas. Yo he tenido amantes que si Ud. supiera, ni se imagina. Alguna juez, abogadas, cirujanas, políticas e incluso, en alguna ocasión me folle a alguna delante de su marido y el pobre solo hacía que cascársela mientras su mujer chillaba sintiendo como yo la taladraba. No es por presumir, pero tener 26 cms de polla no es normal y a las tías eso las pone. Llegar con la punta al final del útero es como romperlas casi del todo.

-Joder macho, no me jodas, tú eres un caballo percherón. ¿No tienen miedo?

-Al principio se asustan un poco, pero, cuando se la voy metiendo suave, entrando poco a poco y van sintiendo como les va llenando, la tensión las hace apretar más los músculos de su vagina y gozan más.

-¿Y por el culo le das a alguna con esa tranca?

-Pocas me dejan, esta de ahora ya lo ha probado.

-¿Ostias, y el marido no se da cuenta de cómo va con el agujero del culo?

-Pues no, porque como él llega cansado y ella tampoco hace nada por buscarle, ni se entera.

-Vamos, que lo tiene todo controlado la muy puta. ¿Y a parte de follártela le sacas algo más?

-No se lo he pedido, pero paga el alquiler del piso donde vivo con mis compañeros y, a veces, me da dinero para comprar ropa. Así que puedo enviar dinero de sobra a mi familia en Nigeria.

-Ya estamos llegando, ¿dónde te dejo?

-No hace falta que entre en la calle, déjeme en la esquina, así no tendrá que dar tanta vuelta.

-Como quieras. Oye, que te lo pases bien con esa zorra, pero mañana te quiero fresco, ¿ok?

-Sí, jefe, no se preocupe. A Ud. le debo mucho y no le pienso fallar.

-Yo te debo a ti con tu trabajo. Venga largo

Vi al fondo el portal de la casa donde vivía Omar. A la entrada una mujer morena, de pelo largo, con un vestido corto. No se apreciaba muy bien, pero parecía tener un físico envidiable. De una edad aproximada a Ángela, mi mujer. Si. Incluso en el físico se le parecía.

Me acordé de que iba a llamarla, así que cogí el móvil allí mismo, parado y marqué. Mientras sonaban los pitidos de llamada, me fijaba en aquella zorra, pobre cornudo, me decía.

Menos mal que yo confiaba en Ángela. Me di cuenta que cogió algo del bolso, justo en el momento que Omar llegaba a ella y la agarraba para morreársela bien, tocándola el culo. Lo que fuera volvió al bolso.

Nada, el teléfono de Ángela sonaba, pero no contestaba. Al poco dejo de sonar. Como si hubiera perdido conexión.

Ya habían desaparecido Omar y su amante. Decidí irme a casa y relajarme mientras esperaba a Ángela. Me tomaría una cerveza y me subiría a la buhardilla a leer. Era uno de los placeres más relajantes que tenía, pero que, por desgracia, hacía muy poco por falta de tiempo. Así que me puse ropa cómoda e hice lo que pensaba. Dejé el teléfono y la cartera en el mueble de la entrada, donde siempre. Si alguien llamaba, que volviese a hacerlo más tarde

Oí desde arriba que sonó, pero lo dejé. Me dediqué a mi hobbie

Una poco más tarde oí llegar un coche a casa. Se detuvo justo a la entrada. Debía ser Ángela, aunque no podía afirmarlo, ya que desde la buhardilla no se veía.

Al rato oía ruidos abajo y gente hablando, pero coño, yo estaba muy a gusto. Oía a Ángela hablando con alguien más, otras dos personas, pero no sabría afirmarlo. Así que me puse de nuevo a lo mío. Pasado un rato oí pisadas que subían hasta el primer piso, donde estaba nuestro dormitorio, subían dos o tres personas, en silencio o casi.

Iba a bajar cuando me entraron escalofríos. Oí a Omar llamar puta a Ángela…

-Vamos puta, cómenos la polla a los dos joder, que te vamos a poner guapa en la cama donde el cornudo duerme todas las noches

-Siiii, joder, que pedazo de pollas tenéis. Como me gustan, no se si podría vivir sin ellas.

-Pues como te pille el cornudo te quedas sin polla, porque este menda no quiere jaleos, ¿me oyes?

-Dame polla y calla, cabrón. Ufffff, joder como entra. Si es que me partes cada vez que me la metes.

Hijos deputa, era ella. La zorra que estaba a la puerta era Ángela, mi mujer. Un sudor frio me recorría el cuerpo. De boca del propio Omar sabía cuánto llevaba, cuanto hacía y cuanto deseaba. Ahora comprendía, al llamarla iba a contestar, pero al llegar Omar y besarla volvió a dejar el móvil en el bolso. Luego, seguro, me llamo ella al venir, pero yo no contesté estando arriba.

¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? Paralizado, sin saber cómo ni qué hacer, decidí irme sin esperar a ser descubierto. Cogí al salir mi cartera, mi teléfono y cerré despacio.  Salí caminando con la ropa deportiva de estar en casa. Anduve por la urbanización sin importarme demasiado.

Tras un par de horas caminando como un zombi, ya tenía plan.

CONTINUARÁ