Olvidando 1
Hay cosas que es preferible olvidar y otras imposibles de hacerlo, más cuando en nuestra vida tenemos tantos malos ratos. Esta es una historia con sexo, sangre y balas, para quienes gusten de tenerlo todo...
Llevábamos casados con Paulina cerca de 4 años cuando todo inició, nos conocimos en la Universidad y realmente fue un amor a primera vista al menos de mi parte; Paulina es una pelirroja preciosa, con una figura que muchas envidian pero con un culo que es realmente una tentación y fue eso lo que me embrujó. Tras no menos de un año de tentativas y avances con ella logré que me aceptara de novio, los dos estudiábamos en la misma Universidad, pero en carreras diferentes, pero aunque no tenía novio en esa época, me costó mucho convencerla.
La carrera era en una prestigiosa y costosa universidad, que los padres de casi todos pagaban con importantes sumas, exceptuando algunos pocos que como yo veníamos becados; mi familia era pobre y completamente disfuncional, mi padre nos abandonó cuando era niño y mi madre estuvo en búsqueda de un esposo durante muchas ocasiones, más en todas fracasó y se hundió más en la desesperación y finalmente tras una enfermedad muy corta murió dejándome solo. Mis hermanos algo mayores también murieron por causa de rivalidades entre pandillas, éramos jóvenes y a la final desechables.
Crecí en un barrio marginal, entre delincuencia, drogas y prostitución; pero gracias a mi buena estrella, logré salir de ahí, aunque en el camino perdí a toda mi familia. En ese submundo tan dispar conocí a mi primera novia; una chica guapa aunque sumida en la misma problemática que yo su nombre Karen, ella al igual que yo con una familia disfuncional y muy complicada situación económica. Nos conocimos en la calle, vendiendo cosas a transeúntes, casi a la semana de conocernos nos enamoramos los dos por primera vez, tal vez como deben de ser las cosas, sin pretensiones ni esperanzas, solo amor. Algunos recuerdos buenos y otros no tanto, pero lo que jamás olvidaré era como en un catre de la casa donde ella vivía, entre agitación y miedo juntos perdimos la virginidad...
Nooo... Que puede venir alguien - me dijo Karen mientras estábamos sentados en su cama y mis manos comenzaban a desnudar su cuerpo - Déjame...
Pero si yo te quiero... -le decía tanto como una excusa como la verdad, era la primera chica de la que me enamoraba -
Yo también te quiero, pero alguien puede venir.
No vendrá nadie, todos están trabajando...
Mis manos recorrieron su joven cuerpo, que debido a su contextura se mantenía todo firme y en su puesto, claro que yo no tenía con que compararlo, pero para mí se sentía como si tocara un ángel. La fui convenciendo de a poco para poder avanzar y minutos después ya estábamos los dos medianamente desnudos, recostados en su cama y besándonos sin misericordia.
Cuando pude darme cuenta, mi cadera ya fusionada a la suya buscaba con torpeza la conexión deseada, inicialmente pensé que ya la había penetrado hasta cuando sentí como su cuerpo se abría completamente y me permitía adentrarme hasta lo más profundo de su sexo. De ahí ya fue puro instinto, comenzamos los dos a retozar en forma descoordinada y torpe pero al mismo tiempo ansiosa y necesitada de sentir placer. No tardé mucho en sentir como mi vientre descargaba por primera vez toda su cimiente en mi primera mujer; de su parte supongo igual, el sentir la descarga en lo más íntimo de su ser debió ser fabuloso, aunque de su parte apenas y puedo decir que lo disfrutó aunque no llegó al orgasmo.
Transcurrieron las semanas y aunque nos cuidábamos mucho de ser pillados, completamente nos descuidamos de la concepción, ya que con la pobreza de ambos mundos, no alcanzábamos a comprar anticonceptivos decentes. Pero disfrutamos y nos entregamos uno al otro, pero como en muchos casos, este primer amor terminó y de una forma muy abrupta.
Terminó una tarde en la que tras algunas semanas en la que nos habíamos distanciado un poco, pude observar a Karen en un callejón cerca de su casa, arrimada con los brazos a una pared mientras un tipo estaba agarrándola del pelo y de la cadera mientras la embestía fuertemente. Ambos gemían y se retorcían de placer, durante no menos de 10 minutos vi como mi primera mujer, mi primera novia y mi primer amor era poseída por un hombre que no podía reconocer, un hombre que me la había quitado para siempre.
Estaba regresando al cuarto donde vivía ya en horas de la noche, y me decidí ir a verla ya que ella había estado esquiva durante esa semana y me ansiaba verla al menos un momento. Un par de cuadras antes de llegar acorté distancia entre callejones oscuros y en uno de ellos pude distinguir a la pareja, cubierto por la noche me acerqué a ellos primeramente con curiosidad, más en un momento dado pude reconocer a Karen, su cuerpo y su voz eran muy característicos; la vi con su pantalón deslizado hasta la mitad de sus muslos, de frente a la pared y con un hombre más alto y con su pantalón bajado a medio muslo la montaba fuertemente, entre gemidos de goce y palabras soeces.
Me encantas putita... -le decía el infeliz aquel a mi novia, mientras la poseía frenéticamente - Tienes un culito delicioso...
Así... así... papi... -contestaba entre gemidos Karen - dámelo todo...
Te voy a llenar toda la conchita...
Si papi... lléname...
Vas a ser mía de hoy en adelante, solo yo te voy a coger así der rico...
Si papi... solo tuya...
Escuchaba y miraba con tanta atención hasta que una ráfaga de luz se inundó en mi cabeza y me saco de mi letargo y pude reaccionar, me lancé con toda la furia que mis cortos años podía albergar a querer golpear a este tipo, que ya bajo la luz de una lámpara que acababan de prender pude reconocer como Mario, un hombre joven al menos cinco años mayor que yo, hijo y hermano de un delincuente muy conocido en mi barrio y que juntos sabía perfectamente lo peligrosos que eran. Pero a veces la furia no mide nada e intenté golpearlo, más no logré sorprenderlo y debido a su experiencia y fuerza que me superaban, terminé golpeado y humillado en la acera, mientras pude ver como Karen con lágrimas en los ojos se marchaba en el auto de este infame, no sin antes decirme que lo sentía y que lo dejara así.
Acabé muy maltrecho y no muerto solo porque las suplicas y gritos de Karen hicieron que aquel matón me dejara medio muerto en la vereda. Me propinó algunos puntapiés que me quebraron dos costillas e incluso cuando el tipo estaba completamente desquiciado, con un puñal me cortó en el antebrazo y en mi muslo con su afilada herramienta, de mi parte entre asustado y maltrecho me acurruqué en el asfalto para evitar que me mate, cosa que solo logró Karen al sostener su mano y jalarlo hacia el auto.
Cuando me recuperé, juré que nunca más viviría una experiencia así, pero me sentía completamente desesperado y humillado, perdí el control de mi vida e hice lo que todo hombre en estos casos suele realizar, me dediqué a probar casi todos los vicios permitidos y muchos que no, desde tabaco, alcohol hasta algunas drogas simples y baratas, todo con tal de olvidar. En esta etapa de mi vida, entre recuerdos borrosos y algo disparatados me di cuenta el efecto que las drogas o el alcohol hacían en mi cuerpo, realmente me transformaban y me hacían ser una persona muy diferente a la que siempre era, debido a lo cual tras no menos que seis cicatrices de navaja echas en varias riñas que me dejaron claro lo hábil que podía ser con esa arma porque pese a los cortes siempre salí victorioso, más decidí alejarme más por miedo a mí mismo que por otra cosa, ya que en el barrio comenzaba a circular un rumor de mi locura cuando estaba drogado.
Ya cuando estaba tratando de superar esta tragedia en mi vida, unas nuevas noticias me dieron más impulso y dejé todo atrás. Desde antes de conocer a Karen y gracias a algunas buenas personas mi destino estaba sellado ya que podía ir a la Universidad, había ganado una beca completa de estudios y tenía la posibilidad de abandonar a todos y a todo.
Guardo todos estos recuerdos por lo que son y lo que me ayudaron a ser lo que hoy soy. Un hombre hecho y derecho que espera únicamente ser feliz, más las tramas del destino aún me depara algunos retos mucho más importantes y peligrosos que desearía olvidar.