Ols – 5

...Terminamos de hacer las compras sin pronunciar una sola palabra, el ambiente paso de ser agradable a tornarse algo tenso...

Hola chicos, perdón por tardar un poco. Espero que les guste, y ya saben, comenten, valoren. Cualquier crítica es aceptada. Disfrútenlo.

Capitulo 5 – Only U

Adrián

Su respiración ya era normal, el sudor se convirtió en una fina lámina pegajosa sobre nuestros rostros. Ninguno de los dos quería salir pero los empleados comenzaron a buscar a Víctor, y no tuvimos más opción que salir al encuentro. Primero él, y luego yo.

El reloj marcaba las 4:50 de la tarde. Casi cuatro horas habíamos estado ahí dentro, horas en donde logre desconectarme y sentir a través de mis poros el placer y la lujuria, horas en donde Víctor fue el único en mis pensamientos. Había tenido sexo con otros hombres, no muchos claro, pero siempre le hacía de activo, pero esta vez me toco recibir a semejante macho.

Me costaba caminar, podía hacerlo, pero aquella ligera molestia me impedía moverme con agilidad. Intente disimular, pero al ser mesero mi actuación no serviría de mucho.

Víctor, detrás de la caja me dedicaba ligeras miradas con una que otra sonrisa, esto me hacia distraer y más de una ocasión estuve a punto de tirar la bandeja con comida.

M sentía extraño, feliz, contento, no sabría cómo explicarlo. Ahora tenía en claro que tenía que intentar con alguien más, y quería conocer más a fondo a Víctor, no solo dar el “sí” luego de nuestro encuentro; tenía que decírselo. Aunque no podía verme, sabía que tenía una sonrisa en mi rostro; di media vuelta y ante mis ojos se apareció un Sebastián cabizbajo, que al percatarse de que me encontraba en su camino, alzo la cabeza y me dedico una sonrisa, una sonrisa fingida, la trataba de ocultar los ojos rojos que traía. Intente ir hacia él, pero me detuve al ver que traía dos mochilas – “Algo pasó” –  pensé, justo cuando el volvía a bajar su cabeza.

Eliezer

El ambiente se sentía raro, la casa se sentía sola, y yo sentía un hueco dentro de mí. Quise comer, pero el apetito se había esfumado, como la presencia de aquella persona. La había cagado, en mi mente quedaban los últimos minutos de aquella conversación, la cara que había puesto Sebastián, simplemente me derrumbo.

**Horas antes****

Terminamos de hacer las compras sin pronunciar una sola palabra, el ambiente paso de ser agradable a tornarse algo tenso. Luego del encuentro que tuvimos con Luis, Sebas me pidió una explicación. En mi mente solo buscaba palabras para zafarme de este embrollo, pero una parte de mí me decía que tenía que decirle la verdad.

El camino a casa fue lo mismo, el ruido de la radio era lo único que armonizaba el ambiente. De vez en cuando volteaba a verlo pero no se veía molesto, lo que me hizo tener un poco de esperanzas. Al llegar, Sebas me ayudo a bajar unas cuantas bolsas, le di las llaves de la puerta y entro él primero.

Sentía nervios, las bolsas se resbalaban de mis manos por culpa del sudor. Al entrar, el aire frio de la casa me refresco todo el cuerpo. Sebas salió de la cocina y estuvo a punto de tomar las bolsas que llevaba pero las solté, me miro extrañado al tiempo que se agachaba para recoger las cosas pero no lo deje – “¿Qué haces?” – pensé. Mi mano tomo la de él y lo dirigí hacia el sofá mientras esquivábamos las cosas que habías rodado.

Tenía la boca seca – “¿Qué haces?” – volví a pensar, tenía que hacerlo, ¿por qué? No sabía, pero era necesario.

-      Hace rato, me preguntaste lo que había pasado entre Estaban y yo – “cállate” me decía una voz dentro de mí, “no sigas” – lo que en verdad…

-      Oye Eliezer discúlpame, no debí…

-      No, creo que mereces una explicación – “¿acaso eres idiota? Déjalo ya” – la verdad es que sí, entre Esteban y yo sucedió algo, el motivo por el cual me despidieron fue porque él comento que habíamos tenido un encuentro, entonces la dirección del colegio decidió despedirme… - su expresión había cambiado, no sabría como describirla. ¿Terror?, ¿Asco?, no, no era eso.

-      Entonces, aquel sujeto del súper…

-      También tuve algo con él… - no dijo nada, ni yo tampoco diría algo más. Sentía que me había quitado un peso de encima, o, ¿había ganado otro?

-      Mira Eliezer me voy ¿vale? No quiero interferir en tu vida así que… - Sebastián se levanto del sofá mientras corría hacia la habitación.

-      Oye ¿Qué dices?, jamás dije que estuvieras interfiriendo o algo así.

-      No te preocupes, así tendrás tiempo para ti – Sebastián tomo sus cosas, paso por mi lado y se dirigía hacia la salida. Corrí tras de él, pensé no alcanzarlo pero ahí estaba, dándole vuelta a la manija de la puerta.

-      ¡SEBASTIÁN! – grite momentos antes de que pusiera un pie fuera de casa. Creí que hablaría, pero no lo hizo. Me volteo a ver y mientras aún sostenía la manija de la puerta me dedico una sonrisa, una sonrisa que intentaba ocultar algo.

-      Estaré bien, no te preocupes. Nos vemos luego.

Atravesó la puerta, dejándome un vacio en mi pecho.


Comencé a hacer otras cosas para despejar mi mente, pero nada funcionaba, todo lo que hacía me recordaba a Sebastián. << ¿Qué haces pensando en él?>> dijo una voz en mi cabeza, <>

¿Qué siento con respecto a Sebastián? Acaso << Tanto tú como yo sabemos lo que realmente sientes, pero te has limitado a apartar aquel sentimiento.>>

Me recosté sobre la cama mientras un dulce aroma comenzaba a invadirme. No solo mi almohada, toda la cama se encontraba sumergida en aquella fragancia, la fragancia de Sebastián.

Me quede ahí, sintiendo como su aroma me embriagaba mientras recordaba su rostro, su sonrisa. Luego de unos minutos y de mucho rodeo, lo que había alejado de mí hace tiempo se volvía hacer presente; había llegado a la conclusión de que Sebas, aquel niño listo y serio que era en el colegio y que escondía una gran personalidad, me gustaba.

Sebastián

Me había comportado como un crío, un estúpido, me enoje por algo que pasó y no era alguien para hacerlo, era su vida a parte, yo no era nada para él, lo que sentía hacia él sólo eran por mi parte.

Intente concentrarme en el trabajo, pero no tenía ganas de hacer algo, solo quería irme de ahí. Varios compañeros como comensales que me conocían me preguntaban si me encontraba bien, a lo que yo sólo me limite a responder con monosílabos. Pero quien no se trago ese cuento fue Adrián, que desde que llegue se acerco a mí e insistentemente me pregunto si me encontraba bien.

Comenzaba a hartarme, no quería hablar, solo quería concentrarme en trabajar. Quería apurarme para salir lo más pronto de aquí.

El tiempo siguió su curso. Comensales entraban y salían, el calor me estaba haciendo sudar, todos venían de un lado a otro esquivándose unos con otros. Llevaba una orden, la entregue, recogí platos, los llevaba a lavar, volvía con otra orden para otra mesa y eso era el recorrido. A pesar de todo tenía la cabeza centrada, iba y volvía. Todo iba bien hasta que… Eliezer entraba al establecimiento tomado de la mano de una mujer.

-      ¡SEBAS!, ¡SEBAS! ¿te encuentras bien? – con piernas temblorosas me agache para recoger los platos que había tirado - ¿Te encuentras bien? – volvía a preguntar la persona que tenía enfrente mío.

-      Sí, estoy bien – dije al tiempo que me ponía de pie y me dirigía a la cocina. Antes de entrar, volví a ver a esa persona, dando un resoplido decidí por fin entrar. Lo había confundido, no podía creer que había confundido a Eliezer con esa persona. Sentía mi corazón latir a mil por hora. Deposite los pedazos de vidrio en la basura, tome mi bandeja e iba a salir, pero un Adrián con mirada seria se interpuso en mi camino.

-      Ahora sí me dirás que es lo que te esta pasando.

Esteban

El sonido de la música retumbaba en mi pecho. Las figuras de las personas que se encontraban bailando en medio de la pista eran ocultas por las luces de colores que atravesaban el humo artificial del lugar.

No llevaba la cuenta de cuanto había tomado ya, y aunque yo me sentía bien, mis pasos decían lo contrario. Había ido a un bar gay a distraerme un rato. En el rato que llevaba allí varios chicos se habían acercado a hablarme pero al no mostrarme interesado simplemente se dieron la vuelta maldiciendo.

En esos momentos iba directo a la pista, sintiendo el sabor de vodka en la boca y abriéndome paso entre la multitud abarrotada que se encontraba ahí. Sí hubiera estado en mis cinco sentidos, me habría dado vergüenza encontrarme en medio de la pista bailando solo, pero el alcohol me hacía perderla.

Los cuerpos sudados de los clientes se pegaban contra mí, varias veces sentí como algunas manos apretaban mi culo, otras, como se abrían paso por mi entrepierna para alcanzar mi polla. Pero nada de eso me disgusto.

Entre arrimones de pollas, manoseadas y demás cosas seguí bailando, me deje llevar esta vez por el sonido de la música. Aparte mi mente de todo y me dedique a disfrutar.

-      ¡¡HOLA!! – Aquel sonido externo a la música me hizo volver en sí. Busque de donde había venido y mi sorpresa fue encontrarme a un chico, muy atractivo, de tez un poco morena, cabello negro, debajo de la playera neón sin mangas sobresalían sus músculos, que si bien no estaba tan mamado como yo, tenía lo suyo el chaval.

-      ¡¡HOLA!! – Dije gritándole al oído.

-      ¿¡PUEDO HACERTE COMPAÑÍA!?

-      ¡¡CLARO!!

-      ¡¡POR CIERTO, SOY RHUAL!! – correspondí al saludo que este me ofrecía con su mano.

-      ¡¡YO SOY ESTEBAN!!

Ambos comenzamos a bailar, a pesar del sudor que se notaba en su cuello, el aroma a su colonia se hacía notar con el calor del lugar. De vez en cuando él iba por algo de beber, sí se terminaba yo iba.

La gente cada vez era más y más, el calor comenzaba a hacerse más presente en nuestros cuerpos. Rhual se acerco a mi oído y mientras le daba un sorbo a su bebida me dijo.

-      ¡¡TE APETECE SI VAMOS A OTRO LUGAR. SERÁ AQUÍ MISMO!!

Rhual me tomo de la muñeca al tiempo que me sacaba de aquella avalancha humana. Como dijo, no tuvimos que salir del lugar. Detrás de una perta, la cual ya pensé que daba a un sanitario, nos sacaba a un pequeño pasillo iluminado por luces rosas. En aquel pasillo estaban repartidas dos puertas por ambos lados. Parejas que se encontraban dispersas por el pasillo nos miraron de manera extraña, ya que como era un pasillo algo estrecho, el caminar por ahí se dificultaba y nos hacia interrumpir sus actos.

Rhual, aun agarrando mi mano, me dirigió por aquel pasillo, al pasar por una puerta, la cual era la única que se encontraba abierta, pude ver en su interior que se encontraba una aglomeración de gente, de la cual hombres eran en su mayoría. Un aroma a fresa con sudor y sexo invadió mi ser. Dentro de esa puerta, la gente se encontraba haciendo una orgia.

Era la primera vez que veía una. Todos fornicando con todos, pollas de distintos tamaños que relucían por la saliva de quien se las estaba mamando eran el centro de atención. El sudor escurría por cuerpos atléticos, musculosos, fibrados o hasta obesos. Los gemidos que ahí se escuchaban eran amortiguados por el sonido de la música que provenía del bar.

Era como el paraíso. Mi polla erecta me dificulto caminar. Quise ir hacia allá, el deseo carnal me llamaba, pero una mano me detuvo. Rhual me miraba de pies a cabeza con una mirada que delataba morbo. Su mano pasó de mi muñeca a mi cintura, cuando sintió que no podía zafarme de jalo para que me acercara hacia él.

Sus labios besaron los míos salvajemente. Su lengua buscaba la mía mientras sus manos se abrían paso por debajo de mi playera. El contacto de sus manos con mi piel me hizo sentir una ligera brecha de electricidad. Sus tibios dedos recorrieron mi abdomen, pasando por mi abdomen para subir a mis pectorales, los cuales apretó fuertemente haciéndome soltar un ligero gemido.

Como no quería quedarme atrás, pase mis manos por su cuerpo cubierto por su ropa para postrar una en su polla que se mostraba a través de sus bermudas negras.

El sabor salado del sudor se estaba haciendo presente en cada beso que nos dábamos. La piel se me ponía de gallina cada vez que sus dedos rozaban mi piel.

Aún teniendo la mano tomando su gran polla erecta, un deseo inigualable invadió mi boca. Sentía como comenzaba a producir cada vez más saliva. Mis manos inconscientemente se trasladaron hacia su culo. Era un culo respingado y firme, que el deseo me hizo imaginarlo en mi cabeza mientras le daba un par de mordidas. Iba a meter mis manos para sentirlo pero una mano me hizo que me separara de él bruscamente.

-      ¿Qué crees que haces idiota? – el jalón que me había dado aquella persona me hizo perder el equilibrio y fui a dar al suelo – Pregunte ¿Qué crees que haces…?

-      Joder Rodrigo ¡¿Qué coño te pasa?! – Rhual se acerco a nosotros momentos antes de que aquel hombre me propinara un golpe.

-      ¡Eso debería preguntarlo yo! – Dijo ese tal Rodrigo al tiempo que se levantaba.

-      No jodas cabrón, ¿Cuántas veces te he dicho que ya no me molestes? – nadie se detenía a ayudarme, todos pasaban muy cerca de nosotros tratándose de alejar. Los pasos de las personas provocaban un eco en aquel pasillo pero unos se escucharon muy cerca de mí.

-      Venga Eliezer, levántate.

-      ¿¡ERICK!?, ¿¡Qué, qué haces aquí!? – dije en un tono atónito.

-      Te lo explico después. Venga salgamos – Erick me ayudo a ponerme de pie. Estábamos a punto de salir cuando de nuevo sentí como alguien me jalaba para darme la vuelta.

-      ¡Esteban! Disculpa – esta vez fue Rhual quien me había detenido – bueno, me di gusto conocerte. Espero, espero poder volver a verte – al terminar esto, me dio un pequeño beso en la mejilla.

Erick y yo salimos de aquel club, pensé que era muy tarde, pero apenas eran las 12:45 de la mañana.

Adrián

-      ¿Y bien?, ¿Qué te pasa?

Una vez que el horario de servicio se termino, Sebas y yo nos sentamos en una de las mesas. Sebas tenía la cabeza agachada, aunque no podía verlo sabia que jugaba con sus manos por debajo de la mesa.

-      ¿Sucedió algo con aquel joven? – al escuchar esto, Sebas me miro con algo de tristeza – Así que eso es. Sabes que puedes confiar en mí ¿verdad?

-      Bueno… lo que pasó… prométeme que cuando te cuente no me juzgaras.

-      ¿Por qué tendría que juzgarte? Por supuesto que nada cambiara.

-      De acuerdo. Lo que pasó fue…

Sebastián me conto lo que había sucedido. Desde lo que paso aquella noche en donde fue golpeado, hasta lo sucedido en el supermercado.

-      Entonces, ¿te enojaste con tu novio por eso qué sucedió?

-      Ese es el problema, no sé si Eliezer siente lo mismo.

-      A ver, entonces, ¿no son nada?

-      No – de nuevo volvía a bajar su cabeza.

-      Ya veo, yo creí que lo eran. Y ¿Jamás le dijiste lo que sentías?

-      No quería dañar la pequeña amistad que teníamos – a veces Sebas actuaba como un niño, y aunque eso me gustaba de él, ahora eso no me agradaba.

-      Oigan chicos, tenemos que cerrar ya – Víctor llego en ese momento, dedicándome una sonrisa se despidió de nosotros. Al poco tiempo de salir había recibido un mensaje, pero no quería ser descortés con Sebas, por lo cual no lo leí.

La noche era un poco fría, le dije a Sebastián si quería que le ayudara con alguna de sus mochilas pero se negó.

Mi amigo se había enojado sin razón alguna con el chico que le gustaba. Aunque eso no estaba bien, sabía perfectamente que yo en su tiempo también llegue a hacerlo.

Al llegar al punto del camino donde nos separábamos, Sebas se despidió como de costumbre pero antes de que se fuera le pregunte por algo.

-      Dime Sebas, ¿Por donde vive tu maestro? – por un momento pensé que notaria extraña aquella pregunta, pero no sucedió nada.

-      Vive a dos calles del trabajo, es una casa roja con negro. Bueno, debo irme, antes de que se haga más tarde. Descansa, nos vemos mañana.

Tenía que arriesgarme. Quería a Sebas, y no me gustaba verlo así, tenía que hacer algo, tenía que ayudarlo.

Esteban

Ninguno de los dos dijo algo en todo el camino. Muchas interrogantes inundaban mi cabeza, pero no quería incomodar a mi amigo. Erick y yo vivíamos a 15 minutos uno del otro. Éramos los mejores amigos desde que tengo memoria y siempre nos contábamos todo, pero había últimamente ciertas cosas que ni yo le había podido contar a él.

Luego de varios minutos, Erick rompió el silencio.

-      Perdón.

-      ¿Por qué me pides perdón?

-      Por ocultarte mi sexualidad, pero creí que si te lo decía, algo cambiaria…

-      Por dios Erick, yo también soy gay, ¿Por qué habría que cambiar algo entre nosotros?

-      Porque sería incómodo, digo tu eres gay y yo gay, no sé, así lo sentía. Por eso, perdón.

-      Mira no te disculpes, yo también no te he sido sincero. Me han sucedido cosas Erick. He tenido relaciones con Eliezer…

-      ¿Eliezer?, ¿Nuestro maestro?

-      Así es, pero luego de eso, me encontré con Mónica.

-      ¿Mónica?, ¿en serio Esteban?

-      No me regañes – dije esto con todo gracioso – bueno, sí regáñame, que en una de esas, tuve una fantasía con él y confundí a Mónica con Eliezer – Erick no paraba de reír, curiosamente aquella noticia le había alegrado la velada.

-      Hubiera pagado para ver su cara.

-      Calma, que después de eso, hizo que despidieran a Eliezer.

-      Oh ya veo, entonces el rumor de que fue despedido por acostarse con un estudiante era cierto. Y ¿Qué vas a hacer?

-      He querido disculparme, pero no me escucha, no quiere saber de mí.

Me detuve, no podía dar crédito a lo que veía. Aquel niñato, aquel chico que vivía con Eliezer, estaba entrando a una casa. Su rostro indicaba tristeza.

Abrió la puerta de aquella vivienda y entro en ella con dos mochilas. No era un experto en relaciones, pero sabía que algo había pasado.

-      Erick, creo que ya sé cómo arreglar las cosas.

Me gustaba Eliezer y mucho, pero sabía que no tenía esperanzas con él ya y yo sabía que a él le gustaba aquel chico, y por lo que había visto, a ese chico le gustaba Eliezer.

…….

Hola chicos, perdón por tardar un poco. Muchas gracias por sus mensajes, comentarios y valoraciones. Aunque estoy sumamente agradecido con todos, quiero agradecerle a Mariano, quien para mí es un gustazo siempre recibir sus mensajes. También a Adrián, quien se ha convertido en una persona muy importante.

En verdad gracias por leerme. Saludos a todos.