Ols 3
...Había perdido esperanzas de que Sebas llegara...
Hola a todos, como siempre es un gusto saludarlos. Gracias a todos por sus comentarios, valoraciones y mensajes, en verdad les agradezco que sigan esta historia. Como siempre les invito a leer y que me digan que les parecio, cualquier comentario es aceptado y caulquier valoración también. Sin más, disfrútenlo y espero que les guste. Gracias.
Capítulo 3 – Evening sky
Eliezer
Todo iba mal, todo iba muy mal. Por los pasillos me miraban, algunos con miradas de picardía, otros con el ceño fruncido y otros hablándose al oído con la persona que tenían a su lado.
El director me había mandado a llamar, al inicio creía que se trataba de trabajo, pero luego todos me confirmaron que algo sucedía y sabía perfectamente de que se trataba.
Unas horas antes
Esteban
Me encontraba en graves problemas, la había liado y eso no era lo peor, sino que había involucrado a Eliezer.
Luego de terminar nuestro encuentro, Mónica se levanto, cogió mi ropa y de mala gana de la entrego.
- Es momento de que te vayas – me dijo al tiempo que tomaba mis cosas.
- Pero, ¿por qué? – aquella pregunta hizo que detonara la dinamita.
- ¿Enserio estás preguntando? Lárgate – no me quedo de otra que levantarme de esa cama y vestirme mientras Mónica seguía diciéndome que me fuera. Al salir de la habitación, me siguió el paso hasta la puerta de su pequeño apartamento, abrió la puerta derrochando furia por sus poros y me hizo señales para que abandonara el lugar, pero antes de que cruzara la puerta me voltee y volví a preguntar.
- ¡Joder Mónica! ¿Qué coño te pasa?
- ¿Qué, que me pasa? Bueno, te diré, digamos que yo no tengo pene cabrón, yo no soy Eliezer como para que te satisfagas conmigo.
Al término de esto, cerró la puerta haciendo estrepitoso ruido y fue en ese momento donde comprendí que me había metido en serios problemas.
Sebastián
No pude conciliar el sueño toda la noche, la fragancia de la habitación de Eliezer inundaba mi ser, el nerviosismo me invadía, creía que en cualquier momento Eliezer entraría por la puerta y se recostaría a mi lado, pero nada de eso sucedió.
Me levante de la cama, el dolor de mi cuerpo estaba desapareciendo cada vez más rápido aunque los hematomas seguían en mi piel conservando levemente su dolor. Al salir de la habitación, el corredor que llevaba al comedor estaba inundado del olor a comida, un aroma que me hacía agua la boca. Llegue a la cocina, donde se encontraba Eliezer, ya bañado y vestido, preparando el desayuno.
- ¡Oh, buenos días! Ya iba a ir a despertarte, espero que hayas descansado – dijo repartiendo la comida en dos platos.
- Buenos días, si gracias, dormí bien – mentí.
- Me alegro, ve a la mesa que ya voy.
- ¿Te ayudo? – dije para ser cortes.
- No te preocupes, ya todo está puesto.
Apenas me había sentado cuando no tardo en salir Eliezer con los platos en las manos, con una sonrisa me dio uno y un vaso con jugo, no encendió el televisor por lo que creí que sería un desayuno silencioso, pero fue él quien rompió el hielo.
- Y ¿Cómo te sientes? – pregunto llevándose un bocado a la boca.
- Pues, el dolor ha disminuido, yo creo que ya podre ir a la escuela.
- ¿Estás seguro?, ¿no quieres quedarte unos días más? Digo, por lo menos hasta que te recuperes completamente.
- Pero ¿mis cosas?, ¿mi ropa?...
- ¿Qué te parece sí cuando vuelva del colegio vamos por ellas? Hoy salgo a la una.
- Oye, ¿me estás ofreciendo…? – pero Eliezer no contesto, simplemente bajo su cabeza y eso me hizo esbozar una sonrisa – De acuerdo, te estaré esperando.
Terminamos de desayunar riendo, contando anécdotas y cosas así. Cuando Eliezer se levanto iba a llevar los platos al lavaplatos, pero lo detuve, le dije que sería mejor que se fuera para que no se le hiciera tarde, a lo que él acepto, tomo sus cosas, sus llaves y antes de que se fuera se dirigió hacia mí y son su mano revolvió mi cabello al tiempo que volvía a dedicarme una sonrisa.
- Nos vemos al rato.
Y tras decir esto cerró la puerta dejándome allí de pie, sintiéndome extremadamente feliz. “Con cuidado, suerte” fueron las palabras que pensé pero que no pude decir en ese momento.
Eliezer
Hoy pintaba que sería un gran día. Subí a mi auto con una sonrisa, lo encendí y me dirigí hacia la escuela, no dejaría que nada arruinara este día.
Ahora
Llegue a la oficina del director con miedo, al entrar todos los maestros se encontraban dentro lo que hizo que mi miedo creciera. Todos me miraban amablemente, dedicándome sus mejores sonrisas, no sabía si eran sinceras, pero no me importaban.
- Eliezer, que bueno que llegas – dijo el director levantándose de su asiento detrás de su escritorio.
- ¿Para qué me necesita señor? – dije lo más calmado posible.
- Mira, esto no es nada fácil para mí, pero Eliezer, hoy en la mañana una alumna ha dado una declaración donde te involucra.
- Si, y ¿luego?
- Bueno, en ella afirma que tú has sostenido relaciones con uno de nuestros estudiantes…
- ¿¡QUE!? Pero para eso necesita pruebas, no simplemente llegar y decir eso…
- Lo sabemos, y todos estamos de tu lado pero ella amenaza con contarle a la asociación de padres, además, he recibido ya algunas llamadas de padres de familia donde piden una explicación – quería que la tierra me tragará, mis oídos no daban crédito a lo escuchaban.
- Entonces, ¿eso significa?
- Te daré las mejores de las recomendaciones, esto no quedará en tu expediente…
- De acuerdo – me di media vuelta y salí de ese lugar.
Quería gritar, quería llorar, pero sobre todo me sentía enojado, simplemente quería largarme de ahí.
Esteban
Por todos lados era la misma charla, por todos lados era el mismo suceso, por todos lados era la misma persona de la que se hablaba, Eliezer. Intente buscarlo en su salón pero no estaba, fui a buscarlo a la cafetería pero tampoco estaba ahí, no sabía bien para que lo buscaba, ¿discúlpame? Seguramente en estos momentos debe estar odiándome.
Seguí buscándolo, varias personas me detuvieron para contarme el rumor pero no preste atención y groseramente me fui. Subía y bajaba, miraba en los baños, salones, jardines, pero ni un rastro de él. Estuve a punto de irme a mi salón pero en ese momento el venia caminando, al verlo fui directo hacía él pero me detuve en seco al ver la expresión que me dedicaba al darse cuenta que era yo quien se aproximaba.
- Elie… - intente decir, pero me callo.
- Ya estarás contento ¿no?, gracias a ti he perdido mi empleo, gracias a tu egoísmo todo el mundo me considera un pederasta, ¡Ja! Pero ¿Qué te va a importar a ti? Me largo.
- Oye, espera – intente detenerlo pero él fue estaba vez más rápido que yo.
- ¡No me toques cabrón!
Su mirada hizo que me sintiera aun más mierda de lo que ya me sentía, lo habían despedido y todo había sido mi culpa. La figura de Eliezer se perdió a lo lejos, mi cuerpo comenzó a temblar al tiempo que una lagrima surcaba mi rostro.
Adrián
Me había levantado muy temprano, salí de casa y fui directo al colegio de Sebastián. Me quede de pie muy cerca del portón de entrada esperando que apareciera, pero nunca lo hizo. Sabía que le había pasado algo, él no era de faltar ya que sus necesidades le hacían trabajar, por lo que decidí ir a verlo al colegio pero fue en vano.
Que fui de allí y tome la ruta hacía su casa. Hola mi nombre es Adrián, tengo 19 años, mido 1.67 aproximadamente, piel clara, cabello claro, ojos color pardo y un cuerpo un poco marcado, gracias a los años en los que hacía deporte y ahora gracias al trabajo de mesero me mantenía en forma, ya que era muy demandante. Soy gay y soy una persona muy fiel, tanto a mis ideales como a las personas que entran a mi vida, ya sea amigos o parejas. Adrián y yo habíamos sido novios por casi dos años, y por circunstancias fuera de mi alcance terminamos, pero eso no nos impidió volvernos amigos, y ahora – aunque todavía le quiero y espero en algún momento volver con él – era una de las personas más importantes en mi vida.
Cuando llegue a la vivienda donde Sebas vive, la puerta principal estaba cerrada, estuve a punto de tocar pero en eso se abrió y tras de ella salió una señora, la señora Alcántara, una viuda que consideraba a Sebas como su hijo, ya que ella nunca había podido tener y que vivía en una de las casa de aquella vivienda. Al verme no pudo ocultar su alegría y muy efusiva se acerco a abrazarme.
- Hijo, pero que grande, hace tiempo que no te veía.
- Hola, señora Alcántara, sí ya hace tiempo, ¿Cómo ha estado?
- Muy bien pequeño, muchas gracias, ¿Qué te trae por aquí?
- Ah, vine a ver a Sebas.
- ¿Sebas? Mmmm…creo que no se encuentra, creo que no ha llegado desde anteayer.
- ¿Cómo? Entonces…
- Sí, lo vi el martes salir para el colegio, pero nadie lo vio llegar después. – entonces mis sospechas de que algo le había sucedido estaban en lo cierto.
- Bueno, muchas gracias señora, en verdad.
- No hay de qué hijo, cuídate.
- Claro, usted también.
Di media vuelta y camine para seguir buscando, pero la pregunta era, ¿en dónde podría estar? No conocía a sus amigos como para ir a sus casas y preguntar por él, según iría hoy al restaurante pero, ¿Qué tan seguro era eso?
Sebastián
Luego de lavar los trastes y de hacer un poco de limpieza, me tome un ducha y fui a recostarme. Aquella cama me encantaba, estar ahí me hacia alucinar, la fragancia de Eliezer me embriagaba cada vez más y más.
Tome prestada algo de su ropa y de nuevo fui a la cama, era temprano y Eliezer no volvería hasta después de la una. Me recosté quedándome viendo el techo blanco de la habitación, a cada segundo que pasaba mis ojos se sentían cada vez más pesados, el sueño comenzaba a apoderarse de mí pero el sonido de la puerta al ser cerrada me hizo sobresaltar. Me levante hecho una bala de la cama, “No podía ser Eliezer ya que se encuentre en el colegio” pensé, “¿acaso serán…?” descarte de inmediato aquella posibilidad, era imposible que esas personas me hayan seguido hasta aquí. Mis nervios se intensificaron cuando la perilla de la puerta comenzó a girar, cerré los ojos mientras la puerta se abría, pero todo ese nerviosismo de esfumo cuando Eliezer entro por aquella puerta.
- ¿Eliezer? ¿Qué haces aquí?, creí que estabas en el colegio – estaba algo desconcertado, creía que salía a la una y tenía como unas dos horas desde que se había ido.
- Sucedieron unas cosas en el colegio y bueno… - pude ver claramente como los ojos de mi maestro se comenzaban a llenar de lagrimas, camine despacio y fui a colocarme a su lado - …bueno, digamos que a partir de hoy, ya no seré más tu maestro – aquella noticia me había dejo en shock.
- ¿Cómo que ya no serás mi maestro?, ¿te despidieron? – Eliezer alzo la cara mostrándome una media sonrisa que luego se convirtió en una cara de enojo.
- Maldito Esteban, maldito el día que tuve… - no termino la frase, se me quedo viendo y de nuevo me dedico una sonrisa – perdona, simplemente me siento enojado, con rabia. No sé sí reír, llorar, dormir, sé que no se termina el mundo por esto, pero, amaba mi trabajo – no supe que decir, me quede en blanco y Eliezer se dio cuenta. Su mano me tomo por mi barbilla y la alzo, dedicándome una sonrisa mi miro a los ojos - ¿Tienes sueño?
- Este…yo…
- ¿Por qué no me dijiste que no habías dormido?
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo puedo ver, de hecho lo vi desde la mañana pero no quise decirte nada.
- Perdona, no quería molestarte.
- Para nada, no me molestas en lo absoluto. Entonces, ¿te apetece dormir un rato y luego vamos por tus cosas?
De nuevo no dije nada, sólo me limite a sonreír por lo bajo, Eliezer saco su móvil y puso una alarma, me dio señal de que fuera a la cama pero nerviosamente me moví del lugar donde estaba.
- Tranquilo, venga descansemos un rato.
El acostarme a su lado, creía que jamás sucedería, bueno igual pensé que jamás tendría oportunidad de acercarme más allá del escritorio que nos separaba y todo eso y más había sucedió en tan solo dos días. Con miedo me cerré mis ojos, me le quede viendo por un rato y de un momento a otro no supe cuando me quede dormido. Lo último que recuerdo eran las palabras que repetía una y otra vez en mi cabeza. “Espero que esto no sea un sueño y cuando despierte, me encuentre en aquel parque”.
Esteban
Intente hablar con Mónica, pero no quiso hacerme caso. De alguna forma quería remediar mi error pero no sabía cómo. Había intentado hablar con Mónica pero había sido una pérdida total, intente hablar con el director pero había salido urgentemente a una junta y sabía que si intentaba hablar con Eliezer no serviría de mucho.
Me sentía hecho mierda, por mi culpa habían corrido a Eliezer. Yo le había prometido que no iba a contar nada a nadie, pero una fantasía me hizo decir todo. De nuevo, mis ojos se llenaron de lagrimas, no solo había perdido la confianza de aquella persona sino que también me odiaba. Y me lo merecía.
Eliezer
Todo era plan con maña. Como había dicho, me di cuenta de que Sebas no había dormido, pero tampoco quería inmiscuirme, sus razones habrá tenido.
Era como un niño pequeño, acurrucado entre las cobijas, durmiendo plácidamente como sí no tuviera preocupaciones. ¿Cómo un joven tan sencillo, puede llevar una vida tan agitada como la que lleva él?
Me le quede viendo mientras pensaba, “¿Por qué?, ¿Por qué no sentía con él aquel deseo sexual que siento con otras personas?, ¿Qué era esa sensación que me provocaba?, ¿acaso era…?” negué aquella posibilidad, como lo había estado haciendo desde hace tiempo. No quería pensar en ello ahora, solo, quería disfrutar el momento. Le había pedido que se quedara, y aunque yo quería que se quedara mucho más tiempo, no podía, o al menos en la mañana no, ya que ahora ya no era más su profesor y cualquier cosa no afectaría en su vida. Pero al final iba a ser su decisión, no podía tenerlo aquí y eso no era lo que él quiere.
Tome mi móvil y mire la hora, cuatro horas habían pasado desde que nos quedamos dormidos. De nuevo no pude evitar sonreír. Faltaba poco para que sonara la alarma así que me levante y fui a preparar algo para la comida. Al poco tiempo sonó la alarma.
Esteban
Al salir del colegio, subí a mi auto y conduje a la casa de Eliezer, ya sí no me perdonaba intentaría dejar las cosas bien.
No sabía sí eran nervios o miedo, pero sentía algo que recorría todo mi cuerpo. En menos de 15 minutos llegue a mi destino, con las manos sudadas salí del auto y con mis piernas tambaleándose toque el timbre de la puerta.
Pensé que pasaría otra cosa pero no sucedió nada de lo que había imaginado. Al abrir la puerta, Eliezer hizo una cara de asco, intento cerrar la puerta pero, como aquella vez, la detuve.
- ¡JODER! ¿QUÉ COÑO QUIERES? – dijo alzando la voz más de lo normal.
- Por favor escúchame – dije deteniendo aun la puerta que intentaba cerrar.
- ¡YO NO TENGO NADA QUE ESCUCHAR! Así que por favor, te pido que pases a retirarte.
- Eliezer, por favor… - pero en eso, aquella persona apareció, aquel chico que había visto aquel día.
- Ya te ha dicho no quiere escucharte, ¿Por qué insistes?, ¿no te parece suficiente con lo que le has hecho?
- ¿Tú qué sabes? Además ¿quién te dio permiso de entrometerte en donde no te llaman?
- No me importa, no soy quien para saber qué fue lo que paso entre ustedes y tampoco me interesa. Entonces te pregunto ¿Por qué no entiendes que no quiere hablar contigo? Así que adiós.
Y cerró la puerta. Volví a tocar el timbre. Una…dos…tres… pero nadie abrió. Aquel niñato me hizo enojar, ¿Quién se creía que era?
Di media vuelta y volví por donde había llegado.
Eliezer
Me había quedado perplejo. Sebas me había defendió, había encarado a Esteban y le había cerrado la puerta en la cara. No supe que decir, y él tampoco dijo algo, solo me sonrío.
- Emmm…oye, no tenias que hacer…
- Claro que tenía. No soporto que venga aquí y te reclame en primer lugar y luego venga y pida perdón – su mirada estaba fija en un punto en el suelo, iba a decir algo pero el volvió a hablar – terminemos de comer, vamos por mis cosas y te invito a cenar.
Sebas me tomo de la mano y me hizo sentar en el comedor para terminar la comida. Al concluir me levante, fui por mi móvil y mis llaves y salimos de casa. Con señas, di con la casa en la que vivía Sebas. Una casa moderna pero con toques un tanto rústicos. Salió del auto y entro en ella por la puerta que se encontraba abierta, al poco tiempo regreso con una mochila que se veía un poco llena.
- Bueno, y ahora ¿A dónde vamos joven? – dije con un tono chulo.
- Quizá y sea algo temprano, te gustaría ir a caminar. Creo que he olvidado cómo hacerlo.
Al decir eso ambos nos empezamos a reír. Aparque el coche cerca de ahí y salimos a caminar. De nuevo reiteraba que Sebas era como un niño pequeño, caminábamos por calles poco transitadas, llegamos a un parque donde compramos unos helados y los disfrutamos sintiendo la frescura de la noche que se aproximaba.
Hacía tiempo que no me la pasaba así de bien, había pasado tiempo desde que reí como lo he hecho estos días.
Me deje llevar por el momento y pase mi brazo por la espalda de Sebas y lo atraje hacía mí. Sentí como rebullía a mi lado, mientras el cielo de la tarde daba paso a la noche.
Adrián
Había perdido esperanzas de que Sebas llegara. Me dedique a atender a los clientes cuando una voz conocida resonó en la entrada del establecimiento. Al girarme para recibirle, sentí como un vacio se formaba en mí. Ahí en la entrada estaba Sebas, pero había alguien a su lado, un hombre de buen ver que tenía sus manos colocadas en sus hombros.
No me moví, cuando Víctor les ofreció una mesa, Sebastián se acerco a mí y me saludo estrechando únicamente nuestras manos.
No paraba de mirar hacia donde se encontraban. Sabía que me estaba haciendo ideas, pero, algo en mí me decía que no me equivocaba. Atendí con normalidad a los clientes, serví sus comidas y di sus cuentas, hice todo eso sin apartar la mirada de ellos.
- Se ven lindos ¿no te parece? - la voz de mi jefe me hizo volver a la realidad.
- ¿A qué te refieres? – dije un poco nervioso.
- No lo sé, jamás lo había visto reír de esa forma.
Entonces, fue ahí donde me di cuenta, que quizá y Víctor tenía razón, sentí como un una ráfaga fría recorría mi cuerpo. En ese momento entendí que, quizá, y Sebas había encontrado a alguien, y ese alguien era el motivo de esa gran sonrisa.