Olga, una madura sensual y deliciosa
Los senos de Olga eran para disfrutarlos y asi lo hice.
Olga, una madura sensual y deliciosa .
Nos conocíamos por razón de nuestro trabajo y porque en una oportunidad, cuando no pudimos ni ella ni yo reprimir nuestros deseos, tuvimos un maravilloso encuentro sexual, fue aquella oportunidad en que hicimos el amor encima de su escritorio, en la propia oficina.
Nadie se pudo percatar, ni imaginar en lo más mínimo, que Olga y yo hubiéramos tenido sexo en la oficina, salvo, desde luego, los infundados celos de su esposo, aunque ella me contó aquel día que ni siquiera se le pasó por la mente decirle a él que yo también estaría trabajando el día de vacancia. Olga y yo nos encontrábamos todos los días en la oficina y ella al mirarme, y recordar nuestro encuentro, simplemente sonreía, pues no podíamos despertar la más mínima sospecha.
Cierto día, Olga me contó que su esposo había viajado a Córdoba, una ciudad distante de Buenos Aires y que se demoraría, por razones de trabajo, 2 o 3 días. Cuando me lo contó, maliciosamente me guiñó el ojo y yo comprendí inmediatamente que había llegado la oportunidad de un nuevo y delicioso encuentro sexual con esa mujer a la que tanto deseaba.
Así lo acordamos. Al estar solos en la oficina le dije que si era posible que esa noche pudiéramos vernos. Ella dijo que sí porque no se podía desaprovechar la oportunidad. Quedamos a vernos a las 9 de la noche en un sitio alejado del centro de la ciudad, en el cual ella me recogería en su vehículo. Estábamos solos al instante de llegar a ese acuerdo y dada la confianza que ya tenía a Olga por nuestro anterior encuentro sexual, llamé a su celular, pese a estar muy cerca, y le dije que quería pedirle algo para esa noche. Ella me dijo que estaba dispuesta a complacerme porque en aquella ocasión la había dejado satisfecha y había gozado mucho. Le dije que me gustaría que fuera con falda, entre más corta mejor, que si quería la llevara para colocársela en el sitio a donde iríamos y que se pusiera un brasier de encaje, preferiblemente rojo o negro. Ya me imaginaba yo encima de Olga, chupando esos senos tan deliciosos, los que en esa ocasión los había mamado hasta casi hacer que ella tuviera su orgasmo solamente con esa actividad mía. Olga, aceptó, dijo que lo haría. Que era una promesa.
Así fue. A las 9 de la noche, muy puntual, Olga me recogía en ese sitio alejado de la ciudad y me excitación fue tremenda desde el momento mismo en el que subí a su vehículo. Olga quería darme gusto en lo que yo le había pedido y se había puesto una minifalda roja, yo diría que casi 20 cms encima de sus rodillas, medias de seda oscuras. Verdad es que yo le había pedido lo del brasier de encaje rojo o negro, pero ese no era el momento para poderlo mirar. Olga simplemente atrajo mi mano y la metió entre su blusa, pudiendo yo palpar tanto la redondez de sus bellos senos como el encaje del que estaba hecho su brasier. No desaproveché la oportunidad y al sentarme y ver esos hermosos y redondos muslos, puse mi mano sobre ellos y los sobé, los acaricié, y Olga se dejaba hacer, ella sabía a que íbamos.
Mi pidió que yo condujera el coche y así lo hice. "Vamos a donde Ud. quiera me dijo a un sitio donde tengamos tranquilidad y suficiente intimidad". Le dije que no se preocupara y que me dejara todo ello a mi. Conduje a las afueras de la ciudad donde funcionaban muchos moteles. Escogí uno del que me habían hablado era muy cómodo y tranquilo y entramos a él.
Una cama amplia, una habitación cubierta por espejos, una muy tenue luz azul, que apenas nos dejaba observarnos uno al otro y una deliciosa música de salsa erótica de fondo, era el escenario donde Olga y yo tendríamos nuestro segundo encuentro sexual, encuentro que ella y yo queríamos disfrutar al máximo.
Al sentarnos en la cama y cuando ella se aprestaba a quitarse su saco, la tomé del cuelo y la besé larga y apasionadamente, mientras mis manos recorrían sus piernas, por encima de sus medias de seda, ella, que conocía mis gustos, cruzó sus piernas y yo introduje mi mano entre su falda hasta tocar su panty. Sin duda habríamos de disfrutar mucho de esa noche.
Me desnudé y le pedí a Olga que se dejara su falda y fue ahí cuando pude observar lo más hermoso y delicioso que ella tenía, su busto, esos senos grandes y redondos que estaban cubiertos por un brasier rojo de encaje que hacía juego con su falda.
No necesitábamos taparnos con nada. Además, queríamos observar todo lo que hacíamos en los espejos que cubrían la habitación del motel.
"Olga, no sabe todo lo que la deseo" le dije, "Si, yo lo deseo mucho más, especialmente después de ese día que no olvidaré nunca". Pero de lo que menos se trataba era de hablar. La noche era propicia para el sexo y mucho más con esa espléndida mujer a la que yo había disfrutado aunque incómodamente encima de su escritorio.
" Por favor, béseme los senos, es algo que nadie me lo ha hecho como Ud., quiero confesarle que cuando en la oficina lo hizo, yo me corrí más de una vez, es el placer más delicioso que he sentido en muchísimo tiempo, hágalo por favor" me dijo mientras se acostaba ofreciéndome esos melones para mamarlos y gozarlos. Y yo no quería demorar nada, me acosté sobre ella, puse mis manos sobre sus deliciosas tetas y empecé a ponerles saliva por encima del encaje rojo. Olga se retorcía, yo una vez más me pude dar cuenta que nadie le había besado los senos como yo lo hacía. Aunque ella estaba con falda, mi verga estaba pegada a su cuerpo, y ella no demoró en agarrarla mientras yo seguía chupandole sus melones, habiendo retirado un poco el excitante brasier de encaje rojo. Olga gemía, se retorcía, apretaba mi verga cada vez más y todo ello era provocado por el placer que sentía cuando yo besaba sus tetas hermosas. "Papi, que rico, que delicia, ahhhhh, ponga más saliva en mis pezones, beselos, masajee mis senos, es una delicia inmensa, ahhhhhh nunca he sentido este placer, papi, delicioso, que rico, que rico" me decía mientras yo seguía en la tarea que ella misma me había pedido. Yo complacido le daba gusto.
Me acordé de algo que había visto en una revista porno. Y le propuse a Olga la "paja cubana". Ella no sabía de que se trataba, pero accedió cuando le conté los detalles, Metí mi verga en medio de sus deliciosos senos y empecé a moverme rítmicamente, Olga agarro sus tetas y apretaba mi verga, y seguí retorciendose de puro placer, sudaba, y solamente acertaba a decir " Que delicia, que rico papi, esto es lo máximo, que delicia, mmmmmm, que rico, más, quiero más, muevase más, más, papi, rico, rico " y mi verga no aguantó más, explosionó en leche que salió y cayó sobre los bellos senos de Olga, que una vez más tuvo un orgasmo como no lo había tenido nunca, así me lo dijo. "Sabe, otra vez tuve un orgasmo riquisimo, sin que Ud me penetrara, ya me di cuenta que mi punto sexual son los senos, que delicia, Ud. me ha hecho nuevamente muy feliz, este orgasmo de hoy me ha dejado muy satisfecha, tenemos que repetir la paja cubana, solo con Ud. con nadie más lo haré" me decía mientras con una toalla se secaba el semen que había caído sobre sus senos. Una vez más, deliciosa sesión de sexo con Olga