Olga (1)

Una mujer comun que descubre junto a su esposo el placer de la sensualidad. el morbo y la lujuria.

La historia que les voy a contar sucedió hace ya varios años y provocó en mi un cambio interno de tal magnitud que nunca se la conté a nadie hasta este momento; vaya una a saber porqué me he decidido a hacerlo ahora en esta página.

Mi nombre es Olga, vivo en Montevideo, capital del Uruguay y cuando se desarrolló esta historia tenia 33 años y mi esposo Carlos 39. Nuestra relación matrimonial era buena aunque Carlos siempre estaba buscando alguna innovación que no siempre encontraba eco en mi, dado que con mi formación conservadora no acompañaba demasiado los cambios que él me proponía en cuanto a vestir más sexy y ser más moderna y lanzada en todo. Cabe acotar que soy nacida y criada en el interior entre gente mayor de tradición bastante religiosa. Vine ya grande a la capital más que nada para poner distancia con mi primer novio cuando descubrí que luego de varios años de relación conmigo se estaba por casar con otra. Acá conocí a Carlos y después de un noviazgo bastante corto nos casamos. Era y aun soy una mujer totalmente común, no llamaba demasiado la atención por mi físico, ni por mi gesto que era muy serio y aun menos por mi vestimenta que siempre era muy sobria. Soy rubia natural, uso el cabello por los hombros y mi cara si bien no es fea tampoco es muy linda. De baja estatura, con algún kilito en exceso que siempre se nota más que nada en mi trasero y en mi busto que ya de por sí es muy grande, diría que demasiado.

Carlos a su vez es de estatura mediana, tiene un peso acorde con su altura, pelo corto castaño, barba, bigote, no es feo para ser hombre y tiene un aspecto muy simpático.

Cuando llevábamos unos años de casados decidimos que una segunda luna de miel nos vendría muy bien para tonificar nuestra relación que si bien no era mala con el paso de los años se estaba volviendo algo rutinaria. Para eso tomamos una excursión en ómnibus a Florianópolis por toda la semana de carnaval. Planeábamos no solo descansar del trabajo, sino también huir en parte de lo convencional y para eso nos pareció lo mejor el carnaval de Brasil el cual no conocíamos. Yo por lo de pronto pensaba que me podría liberar un poco de las presiones que provoca el vivir en una ciudad bastante chica donde nos conocemos todos y más en mi caso que soy maestra de escuela primaria y que debo mantener una conducta y sobriedad exagerada. Fue así que con esa idea renové mi equipaje con ropas, zapatos y lencería un poco más modernos y osados con la intención de agradarle a mi esposo y porqué no para darme un tónico en mi autoestima. Cuando fuimos a la agencia de viajes a concretar la compra de los pasajes nos dieron a elegir entre viajar con un grupo de Montevideo o con otro formado casi en exclusividad por gente del interior y turistas del exterior. Recuerdo que bastó que cruzáramos una simple mirada para decidir viajar en este segundo grupo que nos aseguraba no encontrarnos con gente conocida y así alejarnos realmente de nuestra vida rutinaria y común por lo menos por unos días de vacaciones.

Llegó el momento del viaje y constatamos que no sólo no conocíamos a nadie sino que también era un grupo muy heterogéneo tanto en edades como en procedencias. Al poco rato de comenzar el viaje Carlos ya conversaba animadamente con una pareja de argentinos que iban en el asiento al costado nuestro.

Así supimos que se llamaban Eduardo y Mary, que se habían casado no hacia mucho y que visitando Uruguay habían decidido tomar esa excursión.

Ambos eran rubios, de una edad similar a la nuestra, agradables y siguieron conversando con nosotros por largo rato. En una parada que hicimos en el camino para estirar un poco las piernas aproveché para ir al baño y Mary me acompañó; cuando salimos vimos que nuestros maridos charlaban con una pareja también de nuestras edades, ella tenía el pelo bien negro aunque era blanca de piel, él era casi totalmente pelado y tenía la piel bastante oscura. Cuando llegamos junto a ellos notamos que las tres mujeres éramos casi de la misma estatura así como los hombres entre sí, descubrimiento que dio para un comentario jocoso y todos reímos. También comentamos que éramos los únicos de estas edades ya que la mayoría del grupo eran personas bastante mayores que nosotros. Pudimos saber que eran novios ya desde hacía un buen tiempo, vivían en el interior y se llamaban Rosario y Gustavo.

Fue así que congeniamos mucho entre las tres parejas y durante el viaje no perdimos oportunidad de charlar. A nuestra llegada al hotel en Florianópolis intentamos que nos alojaran en habitaciones cercanas para estar mas en contacto y continuar así nuestra reciente amistad. Ahí surgió un pequeño problema porque al haber sido nosotros los que nos sumamos por último al grupo no se tomó en cuenta que el hotel ya estaba completo. Esto fue solucionado de inmediato y hasta salimos ganando puesto que nos dieron una especie de penthouse amplio y hermoso un piso más arriba de las habitaciones de nuestros amigos. Estábamos muy contentos y en cuanto cerramos la puerta del cuarto me abracé a Carlos y nos dimos un gran beso como tal vez hiciera mucho que no nos diéramos, comprometiéndonos a hacer todo lo posible para pasarla lo mejor posible. Los besos se repetían y nuestras lenguas se encontraban y desafiaban. Entre risas caímos en un sofá y continuamos con la serie de besos, abrazos y caricias. Carlos tomo mi remerita y comenzó a sacármela cosa que ayudé levantando los brazos, fue así que apareció un corpiño bastante más pequeño de los que tengo costumbre de usar.

  • Mi amor te queda precioso. -alabó Carlos
  • Viste? Es parte del cambio en mi guardarropa – contesté pícara mientras sacaba pecho y le mostraba a mi marido mis pechos que parecían a punto de explotar.
  • Tetis estás divina! Quiero que te luzcas y que disfrutes tanto como lo haré yo.
  • Hacía tiempo que no me llamabas así mi amor, me encanta. –dije con tono mimoso -me quiero lucir para vos.
  • Acá no te conoce nadie y ya sabes lo que me gusta; no soy nada celoso y me encanta que provoques y que te admiren los hombres y te enviden las mujeres.
  • No seas loco mi amor. Además no tengo físico para eso, no soy ninguna modelo.
  • No es necesario tener un cuerpo privilegiado para eso todo es cuestión de actitud. Además tenés lo tuyo; una cola gordita divina y estas dos tetas imponentes –dijo mientras se abalanzaba cobre mi pecho tomando cada uno de mis pechos con una mano.
  • Tetitas! –bromeé en tanto me separaba un poco y llevaba mis manos al broche del corpiño en mi espalda.
  • Tetazas! A cuantas mujeres les gustaría medir cien de pecho!
  • Más de cien –aclaré dejando el corpiño a un lado y me miraba el busto.
  • Tetis dame esas memas divinas- y sin perder más tiempo se lanzó sobre ellas y comenzó a apretarlas cubriéndolas de besos y lamiendo los grandes pezones.
  • Cuidado, que las vas a romper! –bromeé mientras él tiraba de ambos pezones como si fueran de goma.
  • Que se van a romper, con lo duras y firmes que son aguantan cualquier trato. Por otra parte también te gustan las caricias un poco más fuertes.

No conteste y deje que siguiera con el amasijo de mis pechos que como el bien sabe es uno de mis puntos más erógenos. Bajé mi mano y le acaricié el bulto que se le notaba en el pantalón. Despacito le bajé el cierre y metí la mano; él sin dejar de

chuparme los pechos colaboró para bajar sus pantalones hasta la rodilla. Yo por mi parte tome el elástico de su slip y llevándolo hacia abajo liberé a su miembro que saltó como un resorte apuntando al techo. Empecé a masajearlo y acariciarlo todo, subiendo y bajando, cabeza, tronco y testículos. Me incliné y tomando un pecho con cada mano le daba golpecitos en la verga, luego jugué con mis pezones en su cabeza para finalmente encerrarla entre ellos masajeándola con firmeza. Carlos deliraba e intentaba con movimientos de pelvis alcanzar mi boca que yo pícaramente tenía abierta y mostrando la punta de la lengua.

  • Chupámela

puta- aulló * ¿Cómo dice señor?? –ironicé – que vocabulario!! – y le di un par de lamidas a la punta. * Que me chupes la pija putona!!!- reiteró casi gritando.

Abrí la boca y caí sobre ella introduciendo la cabeza al tiempo que soltaba mis pechos y llevaba una mano a los huevos y otra al tronco subiendo y bajando lentamente.

  • Cométela toda putita y sacame toda la leche- casi lloraba Carlos echando la cabeza para atrás al tiempo que llevaba ambas manos a mis tetas que reposaban en sus muslos.
  • Esos no son modos –volví a bromear retirando un poco de verga de la boca.
  • Tampoco son modos para una maestra el hablar con la boca llena –ironizó Carlos.

Nuevamente me la metí en la boca pero esta vez toda, hasta la garganta, moviendo mi lengua al mismo tiempo. La saqué un instante y mientras la sacudía lo miraba a los ojos con mirada de lujuria y sacando cuanto pude mi lengua le lamí los huevos levantando la verga que me cruzaba la cara.

Volví a metérmela en la boca y comencé una frenética chupada que provocó chasquidos y ruidos por la intensa succión. Cuando percibí que se venía el orgasmo la fui sacando despacito a lo que mi marido tuvo un gesto de disgusto y desesperación. La metí toda en la boca de un golpe, chupé con alma y vida mientras sentía como vibraba anunciando el fin.

Apenas la saqué un poco para tomar aire y mirándola fijamente mientras la sacudía pregunte- me vas a dar lechita?

Tuve que apurarme a meterla en la boca porque el chorro salió disparado con fuerza.

Mamé y tragué aquello que para mí es un néctar y recién cuando se aflojó y quedó blanda la retiré de mi boca dándole tiernos besitos y largas lamidas.

  • Te gustó? – pregunté ironizando.
  • Siempre te dije que sos una gran chupapija y vos reconocés que es tu vicio – rió Carlos
  • Soy toda una señora maestra. ¿Cómo me va usted a decir esas cosas? –reí mirándolo.
  • Ahh, porque vos cuando estás caliente no decís eso y mucho más?- preguntó Carlos mientras se levantaba y se acomodaba la ropa.
  • Adónde vas?
  • A la recepción no te olvides que nuestros amigos nos están esperando ahí.
  • Ahh es cierto, andá bajando y entretenelos mientras yo me pego un duchazo, me cambio y bajo.

Así hicimos y cuando ya me estaba secando oí unos golpecitos en la puerta de la habitación; pensando que Carlos se había quedado afuera con la puerta trancada fui a abrir con la toalla en la mano. Quedé paralizada cuando vi que no era Carlos sino un mandadero del hotel que me entregó un paquetito con una moña y un sobrecito. El muchacho quedó más sorprendido que yo al verme allí parada, descalza, con el pelo empapado, y una toalla que sostenida por mi mano entre mis pechos apenas tapaba la parte central de mi cuerpo desnudo. Yo sonreí agradeciendo y tomando el paquete cerré rapidamente la puerta.

Tomé el sobre y saqué una tarjetita en la cual decía simplemente:

"Para la nueva Olga" y aunque no estaba firmada la letra era de mi marido.

Abrí el paquete que estaba envuelto con papel de la boutique del hotel y encontré un bikini de baño compuesto por una super tanga y un diminuto corpiñito. Sonreí y recién ahí me di cuenta que la toalla estaba caída a mis pies, al tiempo que escuché a mis espaldas la voz de mi marido que había entrado sin que me percatara.

  • Es la última moda acá y quiero que mi mujer lo use.
  • Pero mi amor es muy chiquito, me sobra cola y pecho para esto.- protesté.
  • No dijiste que querías modernizarte? Ni siquiera te lo vas a probar?- se lamentó Carlos
  • Está bien, pero con una condición: lo usaré solo acá en la terraza –dije para conformarlo viendo su gesto de tristeza.
  • Eso ya lo veremos – dijo Carlos mientras se regocijaba viendo como yo trataba de acomodar en aquellos triangulitos mis pechos que rebosaban por todos lados.
  • Esto apenas tapa mis pezones. No me hagas pasar vergüenza mi amor- protesté.
  • Vergüenza? Si te queda espectacular! –decía al tiempo que giraba a mi alrededor apreciando mis grandes nalgas que prácticamente absorbían dejando casi invisible a la tanguita y al triangulito que apenas cubría los vellos de mi sexo.
  • Vení a la terraza entonces– me tomó de la mano y no muy conforme me dejé conducir.

Era un lugar bastante amplio y discreto ya que no tenía pisos arriba ni construcciones a los lados y al frente la playa pero varios metros mas abajo. Eso me dio cierta tranquilidad como para acostumbrarme a aquel mínimo atuendo que sin embargo me sentaba muy cómodo. Creo que ya en ese momento me había convencido que no me quedaba tan mal.

Carlos me comentó que nuestros amigos habían ido a sus habitaciones a instalarse y que luego nos veríamos. El se quitó la remera y dejándola a un lado sobre la reposera se acodó en la baranda mirando la playa. Un momento después me hizo un gesto para acercarme y yo tímidamente lo hice refugiándome en su cuerpo.

  • Dale no seas boba, acá hasta es común hacer topless, es una playa casi privada – me dijo.
  • Si, privada pero llena de gente – aduje al tiempo que miraba la playa y el mar.

Carlos sonrió y me pasó el brazo por la cintura empujándome muy delicadamente a la baranda. Casi sin darme cuenta un par de minutos después ya estaba yo con los brazos cruzados apoyados sobre la baranda con lo cual mis grandes pechos quedaban a exposición de los que andaban por la orilla del mar, aunque claro está a varios pisos de distancia. Carlos estaba a mi lado orgulloso y su delirio llegó al máximo cuando desde la playa tres muchachos que miraron para arriba y me vieron me saludaron sacudiendo sus brazos y con algunos gritos. Yo sin saber mucho que hacer pero también halagada me limité a saludar con la mano y rápidamente volví a mi reposera fuera del alcance de otros ojos que no fueran los de mi marido. Carlos se acercó y luego de besarme tiro del lazo del corpiño deshaciendo el nudo y quitándomelo me dejó con los pechos al aire, luego de besarlos y lamerlos un poco intento convencerme de que me pusiera nuevamente de pie en el balcón así como estaba a lo cual no accedí. Carlos se fue para adentro a buscar una cerveza en la heladera y yo me quedé tomando sol acostada en la reposera y solo con la tanguita. En eso escuché voces que me parecieron muy cercanas, atiné a tomar la remera que había dejado olvidada Carlos y me la puse tapando mis pechos desnudos. En ese mismo momento llegó Carlos junto a mi pero ahora acompañado de nuestros cuatro amigos y por supuesto sin avisarme nada. La remera no era tan larga como para tapar del todo mi cola así que opté por sentarme pero ya a esa altura todos habían visto suficiente. Mary y Rosario se miraron sin decir nada y los dos hombres tenían una mirada que no necesitaba explicación. Hubo algún comentario jocoso al respecto pero no pasó de ahí y nos metimos de lleno a planificar los detalles del baile de carnaval de esa noche. Como la charla se prolongó bastante no tuve mas remedio que pasar al baño y aun tironeando hacia abajo la remera todo lo que pude cuando atravesé el grupo sentí los ojos de todos en la buena porción de glúteos que quedaba al aire. Por si fuera poco al levantarme quedo a la vista sobre la reposera el minúsculo corpiño y atolondrada no tuve otra idea mejor que agacharme a recogerlo por lo que quedé aun más expuesta en mi parte trasera. Vi la mirada de satisfacción de mi marido que se cruzó con la mía de furia. Cuando volví lo hice con una bata y aunque nadie dijo nada en especial me dio la impresión me miraban diferente, cosa que me daba una mezcla de vergüenza y placer y que me hizo estremecer.

Por unanimidad decidimos ir al baile de carnaval que se realizaba en un club cercano al hotel que según nos habían recomendado en la recepción era de los mejores y típicos al estilo de los grandes clubes de Río de Janeiro. Nos pusimos de acuerdo para ir vestidos como un grupo, los hombres con bermudas y camisas floreadas y las mujeres con un pareo y un top también floreado todo muy multicolor y rematado con collares de flores. También como medida de seguridad mezclada con algo de picardía las tres mujeres combinamos ir con un bikini de baño por abajo por si se nos ocurría sacarnos el top o el pareo, cosa que sabíamos que era común en esos bailes, lo mismo nos podia servir por si decidiamos ir derecho a la playa para refrescarnos. Todo eso nos pareció un detalle más para agregar al gran entusiasmo que teniamos por la fantasía mágica del carnaval. Los tres hombres estuvieron de acuerdo y aplaudieron la idea mientras nos dirigiamos todos hacia la puerta de la habitación.

Cuando se despidieron de nosotros nuevamente tuve la impresión que los dos hombres me saludaron de una forma diferente, digamos con un poco mas de erotismo y sensualidad, lo cual se trasuntaba en el abrazo un poco más apretado tomándome de la cintura y el beso un poco más demorado y ardoroso.

Una vez que quedamos solos Carlos me confirmó que había percibido lo mismo al decirme:

  • Viste como los dejaste? – riendo orgulloso.

  • No, a que te referís? –pregunté haciéndome la tonta.

  • No te diste cuenta que los dos quedaron calientes contigo?
  • Estas viendo visiones. Después del papelón que me hiciste pasar...
  • Y eso que no vieron a mi linda mujercita en su totalidad luciendo su bikini.
  • Ni lo van a ver, ya te dije que lo usaré solo acá y cuando estemos solos –remarqué para que quedara claro y a modo de reprimenda.
  • Ponételo esta noche para el baile –prácticamente me ordenó mi marido.
  • Ni loca, no pretenderás que vaya casi desnuda- protesté.
  • Mi amor es que vas a tener el pareo, el top y por si fuera poco los collares de flores que también te van a tapar por lo menos el pecho que es lo más notorio en vos – dijo ironizando y riendoCarlos
  • Puede ser que me convenzas, pero entonces llevaré muchos collares. Es la única forma de tapar todo esto y cubrir lo que le falta al corpiño.- dije continuando la broma.
  • Llevá los que quieras pero ahora dejame ver y disfrutar de estas bellezas – y sin más me metió mano en la bata tomándome de un seno con toda la mano.

Reí intentando vanamente escapar pero el tomó las solapas de la bata abriéndola por completo, así fue que quedé solo con la tanguita y desnuda arriba.

  • Así me gustas, en tetas – dijo él abalanzándose ferozmente.
  • No, que después me dejas con ganas como hoy. Claro vos acabás y a mi que me parta un rayo –protesté haciéndome la esquiva.
  • Ahh como si a vos no te gustara chuparla!! Si disfrutás como loca.
  • Vos sabés que me encanta hacerlo y que me vuelve loca, pero también me gusta hacer el amor.
  • Si ya lo sé, vení que te voy a cojer para que no llores más – y dicho esto me empujó a la cama mientras forcejeaba con mi tanga. Yo temiendo que la rompiera me la saqué y lo recibí tirándole los brazos al cuello. Lo de antes había sido ya un preludio aumentado aun más por el morbo que ocasionó la visita de nuestros amigos por lo que ya estábamos casi listos para que, sin perdida de tiempo, fuéramos directamente al acto.
  • Querés que te la ponga putita? – me pregunto.
  • A ver si podes. – lo desafié mientras abría las piernas poniendo mis pies en la espalda de él. Sentía su verga bien dura que golpeaba en la entrada de mi sexo sediento.
  • Y si no puedo llamo a uno de nuestros nuevos amigos, que se fueron con muchas ganas de cojerte- fantaseó Carlos
  • Y porque a uno solo. Puedo con los dos- dije siguiéndole la corriente.
  • Te animarías? – pregunto pasándome la cabeza de la verga de arriba abajo a lo largo de mi sexo.
  • No lo sé, y no creo que a vos te guste tampoco.- agregué refregando aun más mi sexo contra su miembro.
  • Si vos querés yo te complazco en todo, me encanta verte tan putita.
  • Y bueno era lo que querías no? Pero ahora callate y metémela.
  • No la querés en la cola? – pregunto llevándola mas abajo hasta el agujero de mi trasero.
  • Ahora no. Dámela acá en mi conchita – le dije
  • Pedímela mejor putona – me desafió.
  • Ponémela, dale – pedí.
  • Vos sabes como me gusta que me pidas.
  • Cojeme – imploré al tiempo que con mis talones lo empujaba hacia mí.
  • A ver más...- me colocó la cabeza en la entrada.
  • Cojeme toda, rompeme la concha – le dije mas fuerte, casi gritando.
  • Así la querés putona?- y me la metió de un golpe hasta el fondo, sus huevos golpeaban en mi ano como queriendo entrar. Yo pegué un gritito y la disfrute toda adentro. Comencé un vaivén enloquecedor que él acompañaba a la par que me levantaba de la cintura y metía su cara entre mis tetas a las que lamía y chupaba como loco. Yo le tomaba de la cabeza y lo atraía con mi pelvis y con mis pies en su espalda.
  • Así, damela toda, rompeme la conchita con esa pija divina que tenés.
  • Toma putita – y los movimientos de los dos se volvieron más intensos, la cama no se sabía si iba a aguantar y chirriaba intensamente.
  • Dame la leche.
  • Ya va mi amor – mientras serruchaba cada vez con mas intensidad.
  • La quiero toda, mi macho divino. Me tenés loca con esa pija.
  • Ahhh – y empecé a sentir su orgasmo.
  • Seguí cojiendo haceme acabar.

Sentí unos chorros de su leche en mi interior y continuó bombeando hasta que empecé a sentir que todo me daba vueltas señal que se aproximaba mi orgasmo y apretándolo firmemente y arañándole la espalda grite con voz ronca:

-ahh, acabo mi amor.- y tuve un orgasmo intensísimo como hacía mucho tiempo que no tenía.

Nos besamos tiernamente, permanecimos abrazados en silencio un buen rato y luego nos dispusimos a prepararnos para el baile donde seguramente nos esperaban emociones fuertes y placenteras.