Ojos color avellana 3

Y ya van 3

Y ahí estaba yo, manchando de hierba mis vaqueros, ¿Para qué mentir? estaba deseándolo, no, manchar los pantalones no, más bien...obedecer.

Pero me negaba a hacerlo, estaba paralizado. ¿En un parque? ¿De noche? ¿Con lo que prácticamente era un desconocido? Si...ya os imaginaréis lo que hice.

-No puedo...lo siento...-Dije mientras me levantaba ante un, increíblemente no atónito adonis.

-No lo sientas, y dime por qué no puedes.-Como de costumbre, ese tono tajante e imperativo que, para mi sorpresa, ya me sonaba familiar incluso.

-Estamos en un lugar público...no nos conocemos prácticamente...no negaré que eres...-Me vi callado de repente por un beso intenso, seguido del leve dolor de su mano agarrándome del pelo y tirando hacia atrás.7

-Prueba superada...vas bien cachorro, no me gustaría que fueras uno de esos que solo busca un activo que lo folle y ya, ni alguien que se deje dominar a la primera de cambio, da igual la hora y el lugar.

-N-no creas que...soy sumiso...

-No lo creo, sé que lo eres, ¿Has venido no? ¿Te has arrodillado no? ¿Te estas dejando agarrar verdad? ¿Te has dejado besar sin decir nada cierto?.

A cada pregunta, me imaginaba un martillo con la palabra sumiso golpeándome en la cabeza.

-Todo tiene su explicación razonable...

-Sí, la tiene, que eres sumiso, que estoy muy bueno, y que te pongo cachondo.

-Primero falso...segundo, menos lobos caperucita...tercero eso es men...-Zas, no pude acabar cuando y ame había cruzado la cara, picaba, no dolía, y menos cuando su mano estaba apretando mi erección.

-Primero, me tratas con respeto, a mí, y a cualquiera. Segund006F.-ZAS otra vez me cruza la cara, doliéndome si un poco menos, no deja de ser algo humillante.-No me mientas, que se te nota desde la Alhambra que estas con una erección de campeonato, ¿Te queda claro por qué te he pegado?

-Si...-Dije reteniendo la rabia, no quería pegarle, no me iba a reducir a ese nivel.

-Bien, como ha sido tu primera falta lo dejaremos aquí, pero aún falta tu premio.

No sabía ni cómo reaccionar. ¿Alguien sabría acaso? seguro que sí, que todos sabréis, pero en esa situación, no haríais nada.

-Sígueme.-Dijo tan autoritario como siempre, le miré a los ojos, vio en ellos mi infinita rabia, mi enfado que ardía como el fuego de Prometeo, pero sin embargo, le bastó una mano para apagar todo atisbo de rebeldía, la mano que me acaricio mis rojas mejillas, con una ternura inusitada, si mi mirada era de fuego, la suya era de agua que calmaba, y con un tono menos autoritario, y más comprensivo, me dijo.

-Lo sé, no te han pegado como yo, lo sé, es humillante, pero así son las cosas, no me gusta pegarte, no quiero hacerlo, me ha dolido infinitamente más a mí que a ti.-En su mirada no cabía atisbo de mentira o burla, se le notaba que hablaba si no desde el corazón, si desde el arrepentimiento.-Espero que sea la última vez que me hagas pegarte, y que me sigas para tener tu premio.

Le seguí, le seguí sin saber por qué, le seguí y le seguiría siguiendo hasta los confines del mundo, pero solo fueron unos 10 minutos de camino hasta una casucha que había en el Lorca, y de la cual no sé cómo, se apaño para abrir la puerta.

-Ahora entra, y te voy a pedir que te fíes de mí, pues en eso se va a basar esto a partir de ahora, te quiero desnudo, completamente, de rodillas y de espaldas a la puerta, manos en la cabeza.

No cabía replica, esta vez no era un, lo hace so te vas, era un, ¿Confías en mí? me acababa de pegar, me acababa de poner a prueba, me acababa de demostrar que podía ser intransigente, pero todo esto lo pensé, cruzando la puerta y cerrando tras de mí, desnudándome mientras pensaba en que vendría ahora, en qué podría pasar, pero entre todo eso, me aterraba solo una cosa. Que no entrara.

Tras colocarme como me ha ordenado, con el corazón a mil, con algo de frio, nervios, y, para que negarlo, ilusión, escucho la puerta abrirse, oigo como camina lentamente hacia mí, vislumbro su silueta frente a mí, oigo un sonido de cremallera, veo maniobrar en su entrepierna, y a él decirme.

-Ahora sí, perro, aquí tienes tu premio.

¿Qué creéis que hice?

Con manos titubeantes, agarre la erección, que no sé cuánto mediría la verdad, pero para mí era si no perfecta, un poco grande, y me dispuse a lamer, cuando me da un suave golpe en las manos. -Sin manos perro.-Decía con un tono tajante, autoritario, despersonificándome totalmente. Así lo hice, tratando de lamer a oscuras, con la escasa luz que llegaba de unas ventanas altas que había, y la poca luz que entraba desde las ranuras de las puertas, me pareció gracioso, y no pude evitar que me saliera la típica sonrisa nerviosa, al tiempo que, me restregaba contra su pantalón y su miembro, tratando de lamer.

-Cuando lamas 35 veces, podrás chupármela. Y ahí estaba yo, lamiendo, tratando de llevar la cuenta, mientras sin saber pro que, me encontraba cada vez más y más excitado, me encontraba más y más sometido, sometido a sus encantos, su carácter, su aroma, su personalidad…

-Chupa perro.-Y de un golpe me mete la mitad en la boca.-He sido clemente, por lo general te la metería entera, pero dejaré que te acostumbres primero perro. -Gafias…-dije chupándosela lo mejor que podía.

Le oí reírse, y vi como la silueta de su cabeza se movía de lado a lado, no le di importancia y continué chupándosela, estaba extasiado en verdad, y el poco a poco iba metiéndomela más y más, hasta que sin avisar ni nada, me la metió de golpe, agarrándome del pelo, sin dejarme ir hacia atrás.

-Se dice gracias amo, no lo olvides o la próxima será peor.-Dijo soltándome. Me puse a quitarme las lágrimas que me habían salido yo que sé por qué, y tras dos segundos de estar recuperándome noto como su mano tira suavemente de mi pelo hacia su polla. -Acaba lo que has empezado perro. Y lo hago, empiezo a chupársela con auténtica devoción, cada vez más excitado, cada vez más sumido en lo que estoy haciendo, cuando para de golpe.

-Ahora limpia mis zapatos con la lengua perro, tu premio ha acabado…el resto tendrás que ganártelo. Sinceramente, yo cuando me pajeo y estoy por acabar, no puedo parar, n ose como poyas el, que se la estaban comiendo, pudo pararme para pedirme algo tan….asqueroso como lamerle los zapatos. -Pero….

-¿Pero? Si vas a empezar a quejarte ahora por estas cosas tan pequeñas no quiero ni pensar en lo que me dirás cuando empecemos con cosas más serías.-Dijo seriamente, y añadió.-Igual es que simplemente no puedes complacerme…-Y es ahí, cuando simplemente me pongo a 4 y me pongo a lamer sus zapatos sumiso, con la excitación y la lívido por los suelos, pues añadido a que no me entusiasma lamerle los zapatos a nadie, estaba ese dolor emocional a haberle fallado, aunque solo fuera un segundo.

-Eleva el culo, arqueando la espalda pero sin dejar de lamer perro.-Me dijo, y cuando obedecí, empecé a excitarme de nuevo, pues estaba acariciándome el periné y el ano, alternando con azotes que, si no suaves, si excitantes.-Si que eres un buen perro…culo de perro…boca de perro…te has ganado tu premio, de rodillas y con la boca abierta.

Obedecí, y el empezó a masturbarse delante mía, escuché su respiración agitada, le vi tensarse, puso su mano sobre mi cabeza de nuevo, no hizo falta que me guiara ni nada, empecé a chupársela succionando, una vez acabó, no me dejo retirarme y me dijo sacándomela de la boca.

-Traga, vístete, y deséame las buenas noches por wasap cuando llegues a casa, decidiré si te contesto o no. Y se fue.

Y tragué, asqueado por el sabor.

Y me vestí…

Y, a diferencia de lo que me esperaba, estaba contento.