Oh..! por favor, suave... soy tu suegra (1)
Visitarme en la noche de mi cumpleaños, fué el regalo más excitante que me hizo, Andres, mi yerno.
OH! POR FAVOR ... ¡SUAVE! SOY TU SUEGRA ....1
¡HOLA! --- MI NOMBE ES MARIBEL,
A pesar de que sólo éramos no mas de seis mujeres que festejábamos mi cumpleaños número 42 , daba la impresión que la casa estaba llena de invitados, porque los sonoros comentarios, las risas destempladas y el sonido de los cristales que trasmitían esa sensación, pero nada más erróneo, incluso yo en mi calidad de dueña de casa, ni siquiera me había propuesto celebrar nada, ya que mi marido se encontraba en viaje de trabajo en el norte del país y mi única hija Ignacia, una joven estupenda, madre de dos niños vivía en una ciudad del Sur, distante casi quinientos kilómetros, llamada Concepción y se había excusado este año de venir a pasar el cumpleaños con su madrecita, no optante le pidió a Andrés, su marido, que se encontraba por esos días en la capital, para que viniera personalmente a saludarme, me trajera un regalo y no le permitió la excusa de que se desocupaba muy tarde de sus actividades empresariales para no acompañarme en este día tan especial para mi.
Maria Isabel, mi amiga y vecina, no se lo perdonaría sino le hacía un pequeño agasajo a su muy buena amiga, por lo que invitó para esa noche a otras íntimas como lo eran Viviana, mi asesora en esto y que ustedes han conocido en "Despertar a los Cuarenta", Melissa, Verónica, Liliana e Irene, formándose así un potente conjunto femenino para esta celebración. Ellas según mi marido conformaban lejos la mejor selección de hembras, dignas del más erótico y sensual Harem. Todas de una u otra forma, usuarias de la Web. Confesándose asiduas lectoras de estas páginas y todas dispuestas a contar sus intimidades que de sólo escucharlas me dejaban tan excitadas, que esa noche les confieso tuve que cambiarme en dos oportunidades mis pequeños calzoncitos, mojados por mis irrefrenables jugos productos de mi ardiente calentura de sólo escuchar a mis amigas. Afortunadamente lo matizábamos con conversaciones propias de mujeres con hogar tales como, la moda, las enfermedades, los niños, los maridos y los hombres en general, salpicando todo con algunos chismecillos sabrosos que alentaban los ánimos efervescentes y chispeantes de alcohol de mis alegres y buenas mozas, amigas.
¡Salud! --- Por los cuarenta y dos --- gritaba Ma.Isabel, alzando su copa burbujeante de champaña, siendo imitada al instante por el resto de las invitadas, ante mi reacción de festejada que me quejaba ante mi amiga por delatar cuantos eran los que cumplía.
- No digas por favor que son cuarenta y dos, ves que me voy a bajonear más todavía.
Pero mujer, si estas estupenda, te ves tan joven como estas niñas que estoy segura no pasan los treinta.
María Isabel tu siempre tan lisonjera, vives estimulándome, tú eres la única que no me encuentras vieja.
¡Vieja tú! --- dijeron a un mismo tono Viviana, Irene y Liliana --- por favor no exageres, estas estupenda niña.
Yo a pesar de mis cuarenta y dos años, estaba pasando una etapa de mi vida plena de vitalidad y así lo sentía. Esto puede resultar vanidoso de mi parte o alocado para otras, pero es lo que me ha tocado vivir y trato de sacarle el máximo de provecho. Alta de un metro y setenta y tres, tenía la suerte que los años casi no me habían tocado, pero también había dedicado muchas horas de gimnasio y sacrificadas dietas que me hacían mantener una figura y un físico envidiable tanto para mis amigas como para los amigos de Fernando que no podían abstraerse de fijar su vista en mis atractivos de mujer y esto no era ajeno a quienes estábamos reunidas esa noche, pues nuestra amistad provenía del gimnasio o de mi tienda de ropa íntima femenina y teníamos un denominador común, el mantenernos bien físicamente, ser atractivas lo que nos hacia sexualmente deseables, no éramos ningunas beatas o santas y cada una tiene más de un sabroso y excitante secreto que contarnos, es por eso que en nuestras conversaciones de esa noche, salieron las confesiones aparecidas en Internet y muy luego nos pusimos de acuerdo para confesarnos también con ustedes para lo cual nos ayudaríamos unas a otras.
De profesión nutricionista e Ingeniera en Alimentos, había dejado de ejercer la profesión, dado que las cosas por esto de la economía mundial, no andaban muy bien y para ser sincera con ustedes, me iba mejor como dueña de una pequeña pero selecta tienda de ropa intima femenina en un sector exclusivo de la gran ciudad nuestro Santiago de Chile. Siempre yo acostumbraba a vestir muy bien y esa noche lucía un muy coqueto conjunto, donde el corte del vestido hacían realzar mis admiradas piernas, las que mostraba con incitado orgullo, calzando unos bonitos zapatos de altos tacos.
Ya el reloj marcaba las diez de la noche cuando todas nos sorprendimos por el sonido del timbre de la entrada a la casa, eso además las distrajo del ambiente en que nos encontrábamos inmersas.
¡Hola! --- entró saludando Andrés, mi joven yerno, pidiendo excusas por la tardanza en pasar a saludar a su querida suegra, las mujeres estaban en conocimiento que el joven me pasaría a saludar en esta fecha, recibiéndole con la mejor de las sonrisas e insinuantes miradas. Una vez acomodado en una butaca, empezó a dar respuestas con simpatía a la avalancha de preguntas sobre su familia y la razón de su estadía temporal en la ciudad capital, además de comentar sobre su obligación de pasar a saludarme , pues si no su mujer no se lo perdonaría tan fácilmente. La presencia de las invitadas se prolongó por casi una hora mas, durante esa hora yo notaba que Andrés no dejaba de entusiasmarse con mis invitadas y se mostraba muy obsequioso conmigo mientras me movía de un lado a otro atendiendo a mis amigas, lo que indudablemente e involuntariamente me hacía mostrar mis bien dotados atributos, llegando a escuchar de una de mis amigas un dicho muy chileno. "Ya pues mijita, no muestre de esa forma la mercadería, que no ve que el niño no es de fierro" me lo decían con mucha picardía y en relación a mi yerno, quien hacía esfuerzos por disimular los efectos que le causaba su atractiva suegra, así como las bondades física de mis amigas.
Más tarde y siempre en compañía de mi yerno despedimos en la puerta de mi hogar a mis invitadas y reía de buenas ganas de las bromas y comentarios de mis amigas a quienes se le notaban los efectos del alcohol ingerido y toda la latente alteración lasciva que le había producido al relatar y recordar dentro de su conversación algunas aventuras extramaritales que Lily e Irene se encargaron de contar con lujos y detalles.
Por fin Andrés, tomando mi mano avanzó conmigo hasta el interior de la casa. Una vez adentro, el hombre llenó dos copas de una botella de champaña que me había traído y ofreciéndome una , me miró a los ojos como diciendo mentalmente --- ¡ Al fin solos! .
¡Esta copa que te invito a beber! dijo Andrés, con cierta emoción -- quiero que la bebas toda, pues ella representa el saludo de tus queridos nietos que están orgullosos de tener una "Nona" tan linda, de tu querida hija y los míos, que te queremos mucho.
¡Gracias Andrés! --- por tus lindas palabras y por acompañarme esta noche que ha sido muy hermosa y significativa para mi, aunque me apena que no haya estado mi Roberto, mi hija Ignacia y mis lindos nenes, pero comprendo sus obligaciones y se que tú los reemplazas a todos --- ¿Verdad?
¡Verdad ! --- Respondió mi apuesto yerno --- mientras ambos alzábamos nuestras copas con el efervescente licor, en el instante en que la música arrabalera de un tango invadía nuestros oídos.
¡OH! --- que hermoso es este tango, si Roberto estuviera aquí ya lo habríamos estado bailando dije al terminar de beber todo el licor, notando lentamente sus efectos.
Bueno, dijo Andrés, yo no seré tu Roberto pero si deseas bailar, que problemas nos hacemos.
Y cómo lo diría un avezado escritor que trata de describir esta escena, lo habría relatado así:
La singular y solitaria pareja, embriagados de alcohol, música y extraño comportamiento se unieron dando acompasado ritmo a la música y a la furtiva pasión que esta entregaba. Andrés empezó a sentir pegada a su cuerpo la figura esbelta, sensual y coqueta de su suegra, por quien sentía una gran admiración y una platónica atracción sexual, que en muchas oportunidades cuando estaba en la intimidad con Ignacia, le invadían las fantasías de estarlo haciendo con Maribel, ya que madre e hija poseían un extraordinario parecido y un físico que despertaba la pasión y sexualidad del más frígido amante. Por su parte la mujer que había tenido fuertes excitaciones derivado de los relatos de sus amigas, empezó a sentir el roce en su zona pelviana del erecto y mejor proporcionado pene de su joven yerno, que a partir de ese momento inició un acoso frontal a la enigmática y sensual mujer que en su ya escasa lucidez mental, trató de evitarlo, pero lentamente fue cediendo ante la insistencia de Andrés de mantenerla estrechada a su cuerpo mientras el ritmo cadencioso de la música hacía lo suyo.
Ese tango dio paso a otro más erotizante aún, mientras la pareja mantenía en secreto los motores de la excitación funcionando a todo ritmo. Andrés con su mentón acariciaba el cuello y la nuca de la mujer y esta se estremecía de placer dejándose llevar por la embriaguez del champaña y la complicidad y embrujo de la noche.
Cuando el joven rozó levemente sus carnosos y sensuales labios, ella simulo un leve rechazo e intentó sin gran empeño safarse de los brazos de su acosador yerno, un leve --- ¡Oh, nooo ¡ --- surgió de su boca, pero Andrés ya estaba decidido a seguir adelante en su empeño, atrayéndola con fuerza hacia su cuerpo, volvió a posar sus labios sobre los de ella, produciéndose un apasionado y ardiente beso que se prolongó con ansiedad, motivado por el naciente deseo carnal que surgía entre ambos. Andrés activó sus maniobras de conquista sobre su querida suegra y pronto sus inquietas manos empezaron a recorrer la imponente anatomía de la mujer, desde el levantar su coqueto vestido para acariciar su bien conformado y casi desnudo trasero, para después ya más seguro en su accionar se fue a acariciar unos senos espectacularmente opulentos que él muchas veces soñó acariciar y mamar de ellos y ahí estaban esos dos hermosos trofeos, cobijados bajo la protección de un fino y delicado brazier blanco.
Ambos detuvieron el compás del baile por que el joven en su recorrido corporal, bajó su cuerpo hasta quedar arrodillado junto a una sorprendida mujer, deslizando sus manos bajo la corta falda acariciando la bella desnudez de piernas y la opulencia de esos casi juveniles y firmes glúteos, haciéndolo con verdadera devoción. Ella se contorneaba voluptuosamente y sólo reaccionó cuando Andrés extraía con ambas manos el diminuto calzoncito que bañado en los jugos de su ardiente excitación, le indicaban al joven macho, que la hembra estaba dispuesta a ser poseída carnalmente hasta la saciedad. Una vez desaparecido el diminuto calzoncito, él introdujo su rostro a la altura del sexo de ella, donde besaba y mordía los vellos pubianos de la sensible y súper excitada mujer.
¡OH ¡ ---Por favor Andrés no hagas eso que no lo resisto.
Pero el excitado yerno prosiguió en su afán seductor con su suegra y alzándola en sus brazos cual novia en noche de bodas encaminó sus pasos hasta su tibia alcoba. La espectacular imagen que entregaba ella en brazos de su amante, ustedes la podrán imaginar, en su desnudez mostraba su rica y apetecida zorrita (vagina) de labios tersos, palpitantes y brillante de deseos. El que en el trayecto no perdía la oportunidad de besar todo lo que llevaba a su alcance, la tendió suavemente y sin resistencia sobre la mullida cama, para luego con la rapidez de un felino, se quitó sus prendas de vestir dejando libre un erecto y macizo miembro. --- Ella le miró nuevamente sorprendida y expectante ante la viril desnudes del joven. Siempre pensó que su marido poseía un hermoso y bien dotado garrote, pero su yerno lo superaba con creces. Dejándose llevar por aquella nube envolvente de lujuria y como hipnotizada, se irguió y quiso tomar el miembro de Andrés, éste no fue esquivo a los deseos de ella y acercándolo a la boca de la mujer dejó que esta se lo mamara, lo lamiera con su lengua y lo masturbara entre sus grandes y duros senos.
La excitación de ambos se tornaba incontrolable, hasta que él nuevamente la acomodó al borde de la cama y separando las piernas de suaves y estimulantes muslos, tomó instintivamente posesión para lo que habría de ser la feliz realización de su más cara y ansiada fantasía sexual . Ella sintió el desesperado rose de la hermosa herramienta sobre sus húmedos labios vaginales y pronto la estocada a fondo en su lubricada y excitante vagina, quiso detener la acción del vigoroso Andrés, susurrándole en voz baja. (Aquí vuelvo yo a mi relato)
¡Por favor Andrecito, detente, detente! --- le pedí suplicante, pero no pude continuar articulando palabras, pues los labios del hombre sellaron mis temblorosos labios y sentirme penetrada por mi incontrolable yerno en esa forma, se bloquearon todos mis instintos de resistencia, irremediablemente quedaron de lado mis aprehensiones de suegra y madre y mi moralidad sucumbió ante la arrolladora pasión de que éramos presa.
Nuestros cuerpos se estremecían al disfrutar del mágico placer de una entrega tan especial. El no me daba tregua, su fuerte y erecto pene me penetraba con ansias desmedidas, lo sentía todo exquisitamente dentro de mi, aquí no quiero pecar de modesta, cuando estoy en estos transes con mi marido, lo noto extasiado con lo mío y me repite que él (siendo guapo aún) no necesita de otras mujeres por que yo le satisfago todas sus necesidades de hembra. Lo mismo notaba en esos momentos con Andrés, lo notaba muy reconfortado con todo lo mío. Pero no lo pude resistir más, me lo hacía con tanto fervor y locos deseos quebrantando todas mis fibras nerviosas, una fuerte excitación orgásmica recorrió todo mi cuerpo y mi mente, descargándome como nunca lo había sentido. Estaba totalmente entregada al deseo y al placer con el marido de mi propia hija, que me devoraba por completo y continuaba bombeándome, mi gran orgasmo lo había impactado y no me daba tiempo para descansarlo como lo hacía con mi esposo, ello más lo excitaba, haciendo recuperar rápidamente mis deseos y el ritmo de una suculenta entrega. Mis repetidos y convulsivos orgasmos que disfrutaba en corto tiempo, me hacían ver que lo dejaban al borde del clímax, pero sabía reprimir su eyaculación porque deseaba prolongar al máximo ese momento tan soñado.
En mi vertiginosa locura sexual a la que era sometida, yo exigía más y más, respondiendo con pasión las caricias y besos de mi entusiasta yerno, notaba como mi ardiente sexo se expandía al movimiento del potente miembro y al sentirlo en carne propia, venían a mi mente el comentario que me hiciera tiempo atrás mi propia hija, respecto a la conducta sexual de Andrés. Perdonen ustedes que los distraiga un minuto en estas reflexiones, pero las traigo a colación pues encajan perfectamente a lo que les estoy relatando. Ello ocurrió al observarla una mañana mientras tomábamos desayuno juntas en una visita que le hiciera en Concepción.
-¡Pero mi amor! le dije-- ¿ Y esa cara demacrada y ojerosa? No me diga que está enfermita y anoche no pudo dormir.
¡Hay, madre mía! --- Nada de eso, lo que pasa que este marido que yo tengo, cada vez que me agarra, me deja medio muerta, tu no sabes como es en la cama, además que se gasta una cosa que es capaz de hacer acabar hasta la más frígida de las mujeres.
¡Pero mi niña! --- Cómo habla usted así tan suelta de boca, esas cosas íntimas no se andan contando por ahí.
Pero Maribel, --- Me replicaba --- Tu eres mi madre y más que mi madre eres mi amiga de confianza, además debo confesarte que este es el precio que pago por tenerte como visita en mi casa.
¡No le entiendo nada lo que me quiere insinuar mi amor!.
Por favor madre, no lo tomes a mal --- Pero mi Andrecito, sucede que cada vez que tu nos visitas o nosotros vamos a tu casa, me doy cuenta que anda todo el día con el miembro duro y en la noche se desquita conmigo transformándose en un insaciable .
Simulando sentirme extrañada, aunque me había percatado hacía mucho tiempo de ello, le dije en esa ocasión: --- Tu ves mi amor que yo no hago nada anormal y mi única intención es que ustedes sean felices--- me apresuré a decírselo --- ahora si tu observas algo raro y que yo como soy un poco volada no me he dado cuenta --- tienes que decírmelo mi amor.
¡No te preocupes madre! --- Si tu única culpa es tener aún todo bien dispuesto en tu cuerpo. --- rió a carcajada mi querida hija, sobre quien yo sabía que había salido tan caliente como su madre.
Retornando al cuadro pleno de erotismo y sexo que desarrollábamos con Andrés, ya Ahora era yo quien estaba siendo presa de esa fabulosa maquina de placer que me había comentado Ignacia, pero ante mi experiencia y encantos copulativos, la formidable maquinita sucumbió con una copiosa eyaculación al fondo de mi ardiente vagina de su madura y atractiva suegra que a su vez me desahogaba con inquietas convulsiones presa de un descontrolado y prolongado nuevo orgasmo.
El observante escritor habría dicho : ___ La abatida Maribel, no reaccionó cuando pasado relajadores diez o quince minutos, Andrés despego su cuerpo sobre el de ella, para dirigirse a la sala de baño donde se dio una ducha tibia, que lo hizo pensar con algo de claridad sobre el lío en que se encontraba metido con la madre de su propia mujer y las repercusiones que ello podría tener de conocerse este affaire tan comprometedor. Su miembro semi erecto aún y enrojecido, demostraba el arduo trabajo a que fue sometido para doblegar en el placer a esa hembra tan ardiente y rica en formas que ahora dormía profundamente sobre su cómoda y amplia cama. Andrés cubierto sólo con la sábana de baño, con un vaso de refresco en la mano se sentó frente a ella para contemplar su atrevida y provocativa desnudez, al ver tan magnifica obra humana, inflaba su pecho mostrando un indisimulado orgullo de macho triunfante, al haber fornicado a la madura mujer que había deseado ocultamente desde que la conoció y que para su sorpresa resultó mucho mas fogosa, ardiente y cooperadora, de lo que el mismo se había imaginado y por ende, lejos, más competente que su hermosa y atractiva Ignacia.
Sin recriminaciones ni rechazos, la noche fue entera de ellos, el hombre sacó a relucir toda su potencia sexual a la que ella se entregaba sin resistir colocando también lo mejor de si. Así esa habitación se llenó de lujurias, gemidos y más estridentes orgasmos, hasta que el cansancio y el sueño doblegó a la ardiente pareja.
Este relato continua aun más cachondo que el actual...............Maribel