Ofrezco a mi madurita...

Relato número 14 de mi próximo libro, de título: “Relatos calientes para dormir mejor”, una obra con la única finalidad de entretener. Al ser un compendio de relatos de todo tipo de historias, hoy les ofrezco algo poco usual, un caso prácticamente real de una persona con fobia al sexo... Espero pueda gustarles.

De vez en cuando paseaba por las páginas de contactos, buscando sin saber, algo que me llamase la atención.

Es la constante búsqueda del inconformista, lo reconozco irremediablemente, soy algo adicto al sexo, aunque de manera muy especial.

Me llamo José Carlos, aún no me había presentado a todos ustedes, discúlpenme.

No buscaba sexo en aquellas páginas, jamás lo había buscado, ni jamás lo buscaría, aunque era muy excitante leer algunos anuncios, y pensar en cómo serían aquellas personas en la intimidad.

Sé que soy tremendamente sexual, pero al mismo tiempo, demasiado tímido en las distancias cortas.

Me había labrado ya, una tremenda fama de rarito, gay, y cientos de cosas más entre mis compañeros de instituto, universidad, y en mis primeras experiencias prácticas en clínicas y centros de salud mental.

Al desarrollar toda mi actividad profesional en Estados Unidos, donde ejercí durante muchos años de psicoanalista, allí a nadie le resultó extraño conocer a un psicoanalista, algo más raro de lo normal. Creo que allí estábamos todos un poco idos.

Era y soy un buen profesional, a pesar de que este año estoy incurso de lleno en un periodo sabático, que me ha venido bien por lo de la pandemia del Covid-19.

He tenido mucho placer a solas de cientos de maneras, más o menos, extrañas para la mayoría, pero sin hacer daño a nadie jamás.

Sé desde hace más de 40 años, que soy parafílico, es decir, adicto a parafilias aunque, en mi caso, solo de pensamiento, o más propiamente, sin la intervención de ninguna otra persona o personas.

Los adictos teóricos, o de pensamiento, a las distintas parafilia solitarias, no somos tan raros en teoría, aunque existe una gran diferencia entre adictos activos con, y para otras personas, y adictos de pensamiento, como era mi caso.

Como todos ustedes saben, la parafilia es un tipo de comportamiento sexual, en el que lo normal y no, lo excepcional, se encuentra en tener placer y excitación ante objetos, situaciones, actividades o personas poco usuales.

Aunque parezca del siglo pasado, ciertas prácticas como, por ejemplo, practicar sexo oral, fueron catalogadas en el pasado, como parafilias hasta mediados del siglo XX. Afortunadamente, es cosa del pasado en cuanto al sexo oral, que jamás he practicado con otra persona, salvo en mis fantasías. Realmente hubiese deseado ser contorsionista, para poder mamarme mi propia polla.

Al hablar de ello, quiero contarles aquellas pajas que me hacía, y cómo deseando lamer de improviso mi propia leche, me disponía en mi cama, mayoritariamente con mi cuerpo en el respaldo de la cama, de tal manera que mi polla estaba, más o menos, en la vertical hacia mi boca. Me hacia la paja, y esperaba dejar caer el semen en mi boca, que casi nunca acertaba.

En fin, las cosas de las personas raritas, o más o menos raritas... Están leyendo un libro de relatos calientes que, afortunadamente, conocía de antemano, dado que he ayudado al autor a corregir, y algunos de estos relatos comprobarán, que pueden ser dignos de personas poco usuales.

Como deben de intuir, no todas las parafilias son inofensivas o alegales, ya que por, ejemplo, la pedofilia es, incluso un delito, un gravísimo delito, que debería de estar muchísimo más castigado.

Si bien, no debe considerarse parafilia, una conducta sexual poco frecuente con tu pareja sexual, o que se ha hecho a modo de juego en alguna ocasión, como por ejemplo, intentar apretar el cuello, ya que es conocido un argumento, de llegar al orgasmo en los instantes previos al momento de faltar la respiración. Incluso se han llegado a provocar muertes accidentales o por imprudencia. Hemos de tener cuidado con eso, amigos. En los últimos años, uno de los famosos que murió en un trance parafílico, fue David Carradine, que como recordarán, fue encontrado muerto en un hotel de Tailandia, atado a un armario, en concreto, su cuello y sus genitales, con fecha 03.06.2009. La segunda autopsia, dictamino que había fallecido después de tener un orgasmo, su último orgasmo.

En mi caso, no he puesto en peligro la vida de nadie, ya que siempre he jugado a solas, y respecto a ese punto, jamás pretenderé poner mi vida en peligro a solas. A veces, mis posiciones de masturbación son extrañas, pero jamás me ataré una cuerda al cuello.

Leí mucho intentando averiguar el origen de las parafilias, y discrepo de algunas aseveraciones, como aquella de que, si no es enfermiza o controlable, no es parafilia. En fin, cada cual que disfrute como pueda, siempre que no haga daño a nadie, incluyendo en ello a animales.

No se asusten al pensar en, si están o son enfermos, ya que de mi experiencia personal y profesional, he deducido sin miedo a equivocarme, que todos los humanos tenemos algo de parafilia, aunque sea en una escala menor, o incluso insignificante.

Un ejemplo:

No es raro que una persona sienta predisposición por personas altas, bajas, rubias, morenas, con mucho o poco pecho, o por uniformes de todo tipo.

Recuerdo una paciente, que tenía la fantasía de entrar en una cárcel de hombres, y ser el juguete sexual de todos ellos. Otra paciente, por ejemplo, fantaseaba con ser detenida, y ser violada consentidamente por todos los policías de guardia de la comisaría.

No crean, que son casos excepcionales. En la actualidad, estoy corrigiendo unos textos, es uno de mis hobbies, para un amigo escritor que quiere publicar confesiones reales de mujeres, una tenía el deseo de ser prostituta durante un día, y otra por necesidad económica, consintió en simular ser violada por dinero, y de ello vivió durante años, disfrutando mucho de sexo forzado, aunque simuladamente.

Cada cual es un mundo en sí mismo.

En general, ni todos los abusadores recibieron abusos de menores, ni todos los que recibieron abusos de menores, terminaron siendo abusadores.

Aunque pueden comprobarlo cuando quieran en cualquier manual de cierto prestigio, se describen centenares de parafilias, algunos estudiosos del tema, dicen que casi seiscientas, desde algunas más conocidas, como el exhibicionismo o el fetichismo, pasando por el voyerismo, del que todos tenemos algo, a otras, excepcionalmente raras, desde la eprectofilia hasta la clismafilia, pasando por la consuerofilia.

Por cierto, por si no queréis buscarlo, la primera es excitarse sexualmente por los gases no nobles de los demás, la segunda, a través de enemas, y la tercera, mientras te coses la piel.

En fin, como se dice, para gustos los colores.

Como no les sorprenderá a ninguno de ustedes, les diré, que en Estados Unidos, no es raro que incluso los psicoanalistas busquen ayuda profesional. Yo hace más de 30 años, contacté con un excelente profesional llamado Joseph Michael, que me anticipó desde la primera consulta, que mi problema principal era la timidez sexual, y que no lograría nada sin generar pequeñas conquistas ínfimas, es decir, hacer tareas prácticas.

Me cerré en banda desde el primer momento, y además, su recepcionista Veroníque, me lo hizo pasar muy mal, al mirarme de aquella manera conquistadora, aunque sin avasallamiento.

Renuncié simplemente a curarme desde la segunda visita, y jamás volví a intentarlo.

Después de esta verborrea teórica sobre las parafilias, y sobre mí mismo, volvamos al anuncio.

Desde el primer momento en que lo vi, me llamó poderosamente la atención.

Lo reproduzco a continuación en su integridad.

El anuncio decía:

“OFREZCO A MI MADURITA: ¿Quieres follarte a una madurita de 58 años, de buen ver y muy morbosa? Yo te ofrezco a la mía, solo tienes que ser persona discreta, seria, limpia y respetuosa. Cobramos 60€/hora, ponemos el sitio. También parejas y acompañamientos a locales liberales. No profesional P. D.: Se agradecería una breve descripción, edad, de dónde eres o sois. . . Sin número no contestamos. Solo gente que vaya en serio”.

Lo he entrecomillado por traerlo de manera textual sin alteraciones de ningún modo.

Como licenciado en Psicología, intenté discernir antes de nada, qué tipo de persona se encontraba detrás del anuncio.

Como pueden intuir, contesté al anuncio indicando que me interesaba, y facilitando un número de contacto para iniciar una comunicación con él, o los emisores.

Empezaba mi juego teórico, pues en ese momento jamás pensé en tener una cita real.

Me equivocaba del todo.

A priori me asaltaban algunas dudas, aunque, obviamente, el anuncio lo había puesto él, y suponía que ella estaría de acuerdo total o parcialmente con el mismo.

La falta de errores ortográficos, y cierto gusto en la redacción, además de la utilización de la postdata, indicaban que no era una broma y era una persona con cierto nivel cultural.

Podría ser un entretenimiento, o una manera de generar morbo a terceros, o auto-morbo.

En fin, era cuestión de esperar, y mientras estimular mi imaginación.

¿Cómo sería de morbosa esa pareja?

¿Poner el precio denotaba necesidad económica, o quizás el deseo de eliminar curiosos o niñatos?

¿Prepararían el ambiente adecuadamente?

Se preguntarán todos ustedes, qué hace un licenciado en Psicología adicto al sexo teórico, tímido, y sin ninguna experiencia sexual en su vida, en estas vicisitudes.

No puedo contestarles. No lo sé ni yo mismo.

Cuando días después, recibí una contestación, realmente no me sorprendí del todo.

Había seguido todas las instrucciones del anuncio. Había dado mis datos físicos. Había aportado un número teléfono que tenía para mis juegos. Sí amigos, a veces, había llamado a esos números de pago para ayudarme a masturbarme. Me encantaba, aunque no lo utilizaba mucho.

El contacto estaba hecho.

A la hora indicada en el correo, aquel enigmático hombre me llamó. Su voz era tan especial, que algo en mí cambió después de tantos años de timidez. Su voz era pausada, amable, gentil y varonil.

Me habló de su mujer, incluso hablamos los tres. No pasaban necesidades económicas. Eran simplemente morbosos, y querían escoger bien a esos amigos especiales, a los que invitar a su casa a disfrutar del sexo a cualquier nivel.

Realmente no se asustaron cuando les dije que solo quería mirar. Mirar sus cuerpos desnudos.

Eran comprensivos y no me metieron prisas. Pedí pensarlo tranquilamente, y educadamente lo comprendieron.

Al día siguiente les mandé un correo, pidiéndoles permiso para poder hablar otra vez con ellos.

Había estado toda la noche sin dormir.

Algo especial había sentido con aquella pareja. Se llamaba Nacho y Laura, y todo lo que decían parecía confirmarse.

Nos caímos bien los tres. Quedamos en conocernos. Enseguida comprendieron mi problema de timidez. Eran profesores, y su especial intuición les hizo comprender mis deseos y mis temores.

-           José Carlos, no te preocupes por nada. Si podemos ayudarte en algo, lo haremos. Intuimos una amistad profunda contigo. Jamás te cobraremos por practicar junto a ti, el sexo que quieras practicar junto a nosotros, de la manera que tú quieras.

Aún recordaba sus palabras al despedirme. Eran encantadores. Incluso me había emocionado al verlos alejarse. Habíamos quedado en darnos novedades por correo electrónico. No quería molestarles telefónicamente. Soy así de especial.

Estuve semanas dándole vueltas a mi sexualidad durante todas aquellas noches insufribles, desvelado. Algo empezaba a cambiar en mí.

Ellos, como siempre intuitivos, me escribieron.

Me decían que querían seguir viéndome a pesar de todo, y que no pasaría nada que no desease que pasase.

Pusimos fecha a un encuentro en su casa. Acepté ilusionado, aunque tremendamente nervioso. Sería una cena íntima sin más pretensiones.

La velada resultó genial en su conjunto. Estábamos en la sobremesa, charlando de todo y de nada. Eran más de las doce de la noche de aquel viernes maravilloso que siempre recordaré.

Me dijeron que iban al dormitorio a jugar, que yo hiciese lo que quisiese. Me habían dado una confianza tan grande, que mi corazón estaba henchido de agradecimiento.

La puerta entornada me invitaba a mirar si lo deseaba e incluso a acercarme. Los conocía de tal manera y ellos a mí, como si nuestra amistad llevase decenas de años, a pesar de solo conocernos apenas unas pocas semanas.

Las luces del dormitorio, atenuadas por pañuelos de seda de varios colores, me dejaban ver con detalle aquellos cuerpos cuidados de personas maduras. Ambos cuerpos me excitaban. En el fondo me siento bisexual, aunque jamás hice sexo con nadie en toda mi vida. Todo el sexo que había realizado, había sido en la intimidad de mi cama, dormitorio, o baño. Jamás había estado desnudo en presencia de nadie.

Aquella primera noche de decenas de citas, no pude pasar de mirar y masturbarme sin atreverme a entrar.

Todo fue cambiando poco a poco, cada cita suponía un paso más en mi aproximación a aquella cama, donde se practicaba un sexo sensual e idolatrante.

Varias citas después, me encontraba junto a ellos, aunque sin tocarlos. Los aromas de sus fluidos cada vez me seducían más y más.

Ver la piel enervada de sus glúteos y muslos en los momentos máximos de excitación, cuando tenían sus orgasmos, me excitaba tanto que cada vez necesitaba sentirme más cerca.

Finalmente, una noche me atreví a rozar con mi dedo corazón la piel de ella. Fue un sobrecogimiento tal, que instintivamente eyaculé, y unas gotas de mi semen llegaron al vientre de Laura, aquella sensual mujer.

Nacho, de manera natural, lamió aquellas gotas de semen y se las ofreció a Laura. Ella me miraba mientras saboreaba mi sabor.

Era una imagen excepcional. Sus bocas saboreando mi néctar blanco, viscoso, sabroso y caliente.

Este raro psicoanalista se atrevió, por fin, a autodiagnosticarse. Mi problema había sido, que jamás había encontrado a dos personas tan especiales, que jamás exigieron nada y lo dieron todo.

Poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, me fui integrando junto a ellos. No tengo prisa y ellos tampoco. Son realmente excepcionales y únicos.

En la última velada, llegué a saborear aquel coño después de recibir su ración de leche caliente después de sus juegos. Nacho, finalmente, se la metía y se corría. Mis ojos deseaban acercarme a verlo de cerca.

Él se apartó a descansar.

Laura me miró.

Con los ojos me pidió que me acercarse y abrió más sus piernas hacia mí.

Cerró sus ojos para darme confianza, y en ese momento me acerqué a lamer aquel preciado tesoro, del que salía poco a poco el semen caliente de Nacho, en pequeñas ebulliciones, que seguramente Laura, forzaba con los músculos vaginales.

Fue glorioso.

Solo estuve haciéndolo unos segundos, pero me sentí pletórico.

Mis pasos eran cortos, pero iban llegando poco a poco. Mi travesía de normalización sexual estaba siendo todo un éxito.

Creo que pronto me atreveré a comerle la polla a Nacho.

Nacho y Laura, como ya les había contado a todos ustedes, son seres excepcionales.

Desde el primer segundo comprendieron que era una persona especial.

Espero comentarles pronto mis avances.

Gracias por entenderme.

FIN.

Espero que lo hayan disfrutado.

Escríbanme. Contestaré a todos los que deseen contarme cualquier cosa, a través de mi correo electrónico. Me encanta compartir de todo, con todo tipo de personas, incluso detalles sobre vida en general, gustos y aficiones, sin que sea que ser necesariamente sobre sexo.

Les cuento que uno de mis próximos proyectos, hay varios más,  sin más pretensiones que el de hacer disfrutar a los lectores, es un libro que tengo en marcha de título provisional: “Historias reales de cornudos complacientes”. Quiero contarles diez historias reales noveladas con escenas de sexo morboso. Llevo actualmente redactadas en borrador,  ocho historias y aún puedo integrar dos historias más si alguno de ustedes, quiere que su experiencia como cornudo o cornuda quedé para la posteridad..., cambiando obviamente nombres y ciudades.

Hasta muy pronto.

PEPOTECR.