Ofrenda a la diosa de mi boca

Oda, en 22 tercetos, dedicada al sexo oral como sagrada ofrenda.

La diosa accede a mis deseo vehemente/ abriendo el tesoro de su cuerpo palpable/ su ser desnudo como un gran altar blanco,

mi ambición mortal se envuelve de calma/ ante su accesible oferta de piel tumbada/ cien curvas de piel con olor de ámbar,

impacientes mis labios profanan sus cabellos/ explorando los rincones de su rostro/ hasta posarse en sus rojos silenciosos,

como alas de mariposa entre niebla procaz/ desvelan todos los misterios que tiene dentro/ bebiendo su licor placentero caido del cielo,

su entraña de fuerza invisible me atrae/ mi lengua roza pidiendo jugar con la suya/ mezclo mi pobre agua con su líquida plata,

sigo el ritual queriendo vaciarla de gozo/ con mi boca acaricio despacio su oído/ susurrando por abrasar su divina inocencia,

muerdo cuidadoso el coral de su oreja/ cosquilleo el hueco como si fuera pluma/ toco el lóbulo como si fuera un pétalo,

movido por el vértigo fatal de su nuca/ siembro de suaves gotas el hueco clave/ esperando recoger mil estremecimientos,

gira la cabellera del cometa de mi aliento/ en el maravilloso universo de su cuello terso/ recogiendo sus escalofríos de estrellas fugaces,

siembra cuidadoso el arado de mis dientes/ los dorados de sus ondulados hombros/ erizándolos en mil pequeños promontorios,

mi terciopelo húmedo viste toda su espalda/ con invisible larga caricia de tenue agua/ desnudando su pecho de hondos suspiros,

como fiera domada mordisqueo cariñoso/ las soñadas esferas sedosas de sus nalgas/ bañando de cosquillas su anillo de cuero tierno,

rozan los caminos de su cintura mi voz callada/ despacio como caen las hojas en otoño/ liándome en el redondo perfecto de su ombligo,

salto como el río precipitado en una cascada/ al remanso de su seno tocando sus dulces pechos/ con tacto de ciego beso las areolas rosadas,

hambriento de pecado muerdo sus cimas de rubí/ maravillosa contradicción coronada de luz de ocaso/ escuchando una canción de jadeos melodiosos,

como un delicado ojo de huracán apasionado/ absorbo los cilindros fantásticos de sus pezones/ rogando a su corazón que galope desbocado,

soy pez mojado navegando las olas de sus costillas/ hasta la marejada de su vello púbico alborotado/ para luego vagar por sus largas playas de piernas,

retorno al rincón cercano que nombra su vientre/ como una brisa fresca descoloco su pradera/ trayendo fina lluvia a la frontera de su valle sagrado,

me embriaga el olor de la flor inventada por Eva/ siento el gentil nácar mojado de tiempo de sexo/ su calor es como el de rayos de sol en invierno,

saboreo el néctar que mana de su centro de vida/ quiero acariciar su alma más allá de los sentidos/ respirando fuego y emoción rodeados de latidos,

mi lengua hace mío por un rato su fruto prohibido/ lo chupa despacio como si fuera el último caramelo/ cabalgando las ondas de la reina de las amazonas,

se desliza como una enorme serpiente lasciva/ que no dejara de moverse hasta oir vibrar/ su voz de victoria por llegar al final del cielo.