Oficina Familiar (4)

Mi madre no tiene limite y sigue explorando su sexualidad.

OFICINA FAMILIAR (4).

Gracias a todos por los comentarios y los e-mails recibidos. Estoy muy feliz al saber que mis relatos gustan tanto y me piden que la saga continúe. Algunos de ellos me proponían aspectos a tener en cuenta para continuar y he incorporado alguno de ellos.

Recomiendo a mis amigos lectores que antes de leer este relato lean los anteriores, ya que así podrán saborear mejor el relato que a continuación leerán.

Después de aquella primera vez nada fue igual entre mi madre y yo. Realmente no entendía lo que me estaba ocurriendo ni lo que ocurría a mi alrededor. Saber que tu progenitor es homosexual te hacer recapacitar profundamente. Visualizas todos los momentos de tu vida en que un padre ejerce de modelo masculino y piensas que todo era un engaño, que de verdad no se mostraba como era realmente solo era un cliché.

Algunas mañanas me levantaba de la cama, entraba en el baño y con los parpados medio pegados todavía me miraba al espejo y al verme las sensaciones y pensamientos mas reprimidos se apoderaban de mi. Decepción y asco por tener un padre homosexual, aunque el hecho de la homosexualidad no era un problema para mí, sí que lo fuera mi padre. Vergüenza y culpabilidad por estar enamorado de mi madre y tener relaciones sexuales con ella.

En más de una ocasión el suicidio apareció tras la desdibujada imagen del espejo. Creo que ni me reconocía en el espejo, quería pensar que era otra persona la que tenia todos esos problemas y yo me limitaba a compadecerme de ella como un supuesto buen amigo al que le cuentan todos los problemas. Pero el reflejo era el mío sin lugar a dudas, era yo el que estaba viviendo esa situación y nadie más podía ayudarme.

Os estaréis preguntando por que me seguía levantando cada mañana si eso era todo lo que sentía. Pues algo que aún no logro comprender y cada día consigo controlar menos. Muchos días cuando estoy ahí, frente al espejo, un simple olor, sonido e incluso sensación de ella estaba cercar era como una inyección de pura adrenalina directa al corazón, el increíble HULK apareciendo dentro de mí. Ella, mi madre, era la razón por la que cada mañana después de estar mirando al espejo durante algunos minutos realmente me reconocía y quería seguir siendo yo y mis circunstancias.

Como la mayoría de las mañanas desayunábamos solo, ya que mi padre tenía un horario diferente al nuestro, empezamos una placentera rutina. Yo me levantaba con mi pene totalmente erecto intentando perforar mis calzoncillos, entraba en el cuarto de baño y meaba. Ella aparecía de repente por detrás de mí y después de la meada introducía mi pene en su boca antes de que se relajara y lo mamaba como si fuera el desayuno perfecto hasta que no dejaba ni gota. He de reconocer que los días que por algún motivo tenía unas ganas terribles de mear y me levantaba con el pene mas duro que una piedra, incluso cuando acababa de mear tenia el pene adormecido de tanta erección. Esos días era cuando mas disfrutaba las mamadas de mi madre, además del placer había cierto cosquilleo que me transportaba al séptimo cielo.

Mi madre no fallaba nunca en nuestra rutina, excepto cuando mi padre nos acompañaba al desayuno. Mi madre me decía que desde que lo hacia se sentía mas mujer que nunca, aunque yo no entendía porqué.

En el trabajo como era lógico los comentarios sobre el nuevo que se estaba tirando a la experta eran habituales como lo habían sida hasta aquel momento con otros novatos pero en esta ocasión a mi madre lejos de preocupar la excitaban mucho y no paraba de provocarme para ponerme en evidencia o nervioso para pasar vergüenza. Le encantaba jugar conmigo como dos enamorados muy calientes.

Mi madre se había vuelto adicta a las fantasías eróticas de la revistas porno tipo playboy o penthouse, devoraba sus cartas o relatos eróticos que en ella figuran. Cada vez que el sexo era mas intenso que de costumbre me explicaba como había planificado la escena para parecerse a los relatos adolescentes que había leído. Yo por mi parte la animaba a seguir con sus fantasías ( ya que eso significaba tener una hembra en celo entre mis brazos y ¡vaya hembra!.).

Un día descubrí que alguien había entrado en mi ordenador y había estado consultando varias páginas de contenido altamente pervertido, y como mi madre estaba tan caliente últimamente supuse acertadamente que había sido ella. Esa misma noche se lo pregunté y lo confirmo sin reparos, en cierta manera la habías excitado saber que yo sabía lo que había estado haciendo y yo me puse muy caliente de pensar que a mi madre le gustaba ese tipo de cosas.

Os estaréis preguntando que es lo que había consultado, pues bien os explicaré un poco de que iba el tema. En el historial de mi ordenador había páginas de exhibicionismo, dominación, zoofilia y tríos, además de incesto pero me temo que de ese tema ya no necesitaba mucha mas información.

De la noche a la mañana empecé a fantasear con exhibir a mi madre delante de desconocidos para satisfacer aún más su calentura y la mía, pero había un obstáculo que cada vez me limitaba más y más. Ese obstáculo era mi padre por lo que convencí a mi madre para dejaran ya la farsa y cada uno viviese su vida y de paso me dejara disfrutar de la mía al máximo. Y esa misma noche hubo la reunión familiar para aclarar la situación y después de muchos reproches y discusiones se decidió que mi padre se fuera de casa y empezara a vivir su nueva vida y que me dejara tiempo para aclarar mis sentimientos respecto a él.

Esa misma noche me follé a mi madre en casi todas las habitaciones de la casa, parecía que marcaba mi nuevo territorio y cada vez empiezo a creer que así fue. En todas ellas empecé a decirle a mi madre si quería que otros viesen lo zorra y sucia que es. Y cuando la estaba follando encima de la mesa de la cocina le dije que mañana mismo iban a saber lo puta que era y eso la excitó tanto que tuvo un tremendo orgasmo.

Al día siguiente después del trabajo le dije que me esperara en la parada de autobús que hay cerca por que íbamos a empezar nuestro juego. Ella estuvo nerviosa todo el día y cada vez que me invitaba para follar en nuestro querido archivador yo me negaba diciéndole que tenia que conservar fuerzas para lo que venia.

Ese día llevaba un traje negro compuesto de una falda ajustada hasta la mitad de los muslos, una camisa blanca fina que dejaba imaginar sus senos y el sujetador blanco de encajes, una chaqueta negra con cierre de pico, unas medias negras con liguero a juego y un tanga negro minúsculo, que le compré hacia poco y que bañaba con mi esperma la mañana que se lo iba a poner ( esa era una de mis perversiones que se fue convirtiendo en una de las suyas, ya que me lo pedía siempre).

A menos de media hora antes de salir del trabajo le dije que fuera al baño y se quitase el sujetador y el tanga y se los guardara en el bolso. Y como le pedí estaba en la parada del autobús cuando llegué yo. Ella iba a saludarme cuando la interrumpí haciéndole una pregunta como si no la conociera de nada, como a que hora pasa el autobús o algo parecido, no lo recuerdo bien pero lo entendió y mantuvo las distancias.

Su sorpresa fue mayúscula cuando apareció el autobús y yo le hice una seña para que se subiera a él, por que era un autobús que pasaba por los institutos de la zona y estaba lleno de chicos de 14 a 18 años más o menos. Estaba bastante repleto pero no lleno por lo que pudimos subir y acomodarnos en la parte del medio donde no hay asientos. Yo me recosté en una esquina del autobús y con mi móvil le envié un mensaje diciéndole que se colocara en el medio que ya había elegido a mi victima.

Una vez situada en el medio y cerca de donde yo estaba para no perder detalle le envié otro mensaje indicándole quien iba a ser el afortunado en tener una experiencia única. Él era un chico gordito aunque no exageradamente, con pecas en la cara, piel blanca y un peinado clásico. Su estatura era ideal ya que su boca llegaba a la altura de los pechos de mi madre. Era el típico chico tímido e inseguro del que todos se burlan y abusan, incluidas las chicas que a esa edad son muy crueles con los chicos que todavía no han madurado. Decidí que eso era lo mejor que le podía pasar a un chico así y era mi pequeña venganza a todos los chulos y abusones de instituto que tuvimos que padecer yo y mis amigos. Él tendría una experiencia que ninguno de ellos tendría jamás y esperaba que eso le hiciera feliz cuando los demás intentaran amargarle la existencia.

Lo primero que le ordené a mi madre es que se quitara la chaqueta y se quedar con la camisa blanca semitransparente y así lo hizo. El chico no se daba cuenta de que si quería podía ver dos grandes pechos delante de él y en directo, casi sin obstáculos. Pero parece que los que son desgraciados no tienen remedio por lo que decidí que mi madre actuara.

Otro mensaje de móvil indicándole que el chico no se daba cuenta y eso no me gustaba. Mi madre no se había dado cuenta de eso ya que estaba muy nerviosa y avergonzada pero que de seguro esta todavía mas excitada. Ella optó por tropezar con el chico en un pequeño vaivén del autobús aplastando literalmente sus dos tetas en la cara del chico. Este se sobresalto al sentir el impacto y quedó boquiabierto cuando vio por fin esas dos maravillas delante suya a la altura de la boca. Mi madre le preguntó si estaba bien y el seguía mirando sin contestar y ella insistiendo consiguió una tímida respuesta de sí.

A partir de ese instante el chico levantaba la cabeza y la bajaba para ver las tetas de mi madre sin que ella se diera cuenta y cada vez que miraba mi madre hacía un gesto para que se vieran mejor. El chico estaba totalmente rojo como un tomate y no sabia donde mirar.

Quería más y mi madre también por lo que decidí seguir adelante. Así que mi madre por conseguir que aquel muchacho la mirase entabló una conversación con él de lo mas inocente. ¿Dónde estudias? ¿Cuantos años tienes? Etc.. Y el chico claro no dejaba de mirarle las tetas, ya que no podía mirar hacia otro lado mientras hablaba con mi madre. Pude distinguir que los pezones de mi madre estaban erectos que la camisa no podía ocultar.

Un nuevo mensaje de móvil para pedirle que se abriera varios botones de la camisa para una mejor vista del pequeño afortunado. Pero ella me indico que lo podría ver demasiada gente por lo que al principio no entendí pero el chico y ella se desplazaron hacia la esquina justo enfrente de mi y colocó al chico de espaldas al ventanal y ella tapándolo. Empezó a tocarse sobre la camisa mientras el niño no perdía detalle. Yo no lo podía ver muy bien y eso me disgustó pero me di cuenta que el reflejo de la ventana me daba una vista perfecta de lo que veía aquel chico. Mi madre se acariciaba los pechos por encima de la camisa a medida que iba abriendo botones. Pronto quedó la camisa lo suficientemente abierta como para que un pecho saliera sin esfuerzo. Y entonces si que me quedé de piedra al ver aquel tímido muchacho levantar el brazo y apartar la camisa para sacar la teta de mi madre al aire.

Continuará.