Oficina Familiar (3)
La culminación llega al fin en toda historia.
Oficina familiar (3):
En ese instante estaba en la gloria, no recordaba tener tal expresión de placer en mi rostro desde nunca. La sensación de vacío en mis testículos era la primera vez que la experimentaba y era genial.
Cuando conseguí abrir los ojos y dirigí mi mirada hacia mi madre esta se estaba limpiando los labios con un pañuelo de papel y me dedicó una mirada felina que me acabó de descolocar del todo. Mis pantalones y calzoncillos a la altura de los tobillos, mi camisa arrugada y descolocada junto a la sensación de fresquito que mis piernas estaban experimentando me hicieron regresar del Elisio en que me encontraba. Mi madre se estaba acomodando la minifalda y ya se dirigía hacia la puerta cuando se giró y con un guiño me dijo que por hoy ya había tenido bastante, no quería cansarme ya que estaba falto de entrenamiento con ella y que poco a poco sería más intensiva nuestra actividad.
Salió de aquella habitación dejando la puerta abierta a su paso y cuando vi que pasaba gente por el pasillo me di cuanta que mis pantalones y calzoncillos no se había subido por arte de magia y la gente me podía ver la punta de flecha que todavía gastaba, no se había relajado todavía. Eso me extraño mientras me acomodaba mi ropa de nuevo, nunca había tardado tanto en volver a su estado de hibernación y parecía que no tenia intención de hibernar por el momento. Fui al lavabo casi escondiéndome por los pasillos para que la gente no se sintiera señalada por mi flecha. Me tiré agua fría por la cara y parece que la sensación de frío consiguió mi propósito.
Nunca me había pasado algo así, supongo que el hecho de sufrir tanta excitación había revolucionado mi aparato y quería seguir dando guerra. Conseguí llegar a mi puesto de trabajo intentando parecer "normal" pero creo que se me notaba a kilómetros lo que había pasado porque los demás hombres de la oficina tenían una sonrisa maliciosa en sus caras. Que suerte que no supieran que somos madre e hijo.
El resto del día me lo pasé sin hacer nada productivo, solamente recuperándome de la experiencia y preparando la siguiente. Mi madre lo tenia todo perfectamente planeado, ya que si llevaba varios años haciendo lo mismo con otros hombres en la oficina y nunca la habían pillado debía ser muy buena.
Cuando llegamos a casa yo me encerré en mi cuarto y ella se dedicó a preparar la cena para mi padre. Evité quedarme a solas con ella pues no sabía como reaccionar y mucho menos como reaccionaría ella. Fuera del trabajo somos madre e hijo i eso con mi padre en casa debe respetarse.
He de reconocer que nunca había ido tan contento al trabajo como al día siguiente. Me levanté media hora antes de lo normal, me duché concienzudamente, me afeité, me puse colonia (creo que un poco demasiado) y elegí mi mejor camisa con su respectiva corbata además de unos pantalones que realzaban mi culito (no es que sea gran cosa pero es mío). Cuando mi madre se levantó yo ya estaba preparado para irme a trabajar y le había preparado el desayuno como si fuera un recién enamorado y la verdad es que lo era. Por suerte para mi amada y para mí mi padre entraba a trabajar es día una hora más tarde que nosotros por lo que ese desayuno sería solo nuestro.
Suelen decir que la belleza está en los ojos que la miran y para mí mi madre recién levantada era una diosa de la belleza aunque estuviera en bata y sus cabellos alborotados. En cuanto me vio así vestido y el desayuno preparado con tanta dulzura se despertó de golpe y me miró muy tiernamente y una lagrima se fugó de su mirada.
¿Esto es para mí? Estoy sorprendida.
No digas nada más. Desayuna tranquila que yo te esperaré en el trabajo.
La dejé dándole un beso en la mejilla y una palmada en el culo cuando me marché. Su aroma me acompañó todo el trayecto hacia la oficina. Parecía que flotaba por la autopista y sin darme cuenta me planté en la puerta de la oficina 30 minutos antes de la hora. Para que luego digan que el amor no te hace hacer tonterías. Me pasé ese tiempo imaginando que estaría haciendo mi madre, que ropa se pondría, si le gustaría el desayuno que le preparé etc...
Los primeros comentarios sobre mi exceso de perfume llegaron con los primeros compañeros que entraron en la oficina y como no, eran comentarios picantes. Yo no estaba muy atento a lo que me decían solo esperaba ver aparecer aquello que tanto anhelaba y que por fin sería mío.
Mi fijé que el ascensor subía y el corazón me dio un vuelco. Intuía que mi amada madre estaba dentro de él y se detuvo. Las puertas empezaron a abrirse al mismo tiempo que mi pulso se aceleraba. Del ascensor salió una divinidad de sensualidad que iluminaba cada sombra de la sala.
Se había recogido el cabello y llevaba las gafas de pasta negra que usaba antes de ponerse lentillas, se había maquillado un poco para uniformar su cutis y resaltar sus pequitas. Sus labios estaban pintados de rosa pasión que junto a su piel blanca los hacían más carnosos y el maquillaje los resaltaban mucho más. Llevaba el traje negro que le regalaron sus amigas en el aniversario de casada hace ya algunos años, para que levantara la pasión de mi padre. Es decir, vestido negro ajustado a más no poder, con chaqueta apretadita en la cintura y generoso escote, falda que le llegaba hacia la mitad de sus muslos, medias negras muy suaves como pude comprobar después, zapatos de tacón alto que resaltaban el movimiento de sus caderas. Llevaba una camisa blanca que brillaba cuando la luz directa de los fluorescentes la iluminaba que seguía en la línea con el escote. En resumen la fantasía de Playboy sobre secretarias hecha mujer.
A medida que se iba acercando hacia su mesa se acercaba más a la mía hasta pasar justo por delante. Sus movimientos parecían pausados como si no fueran intuitivos, parecía controlar todos sus músculos a la perfección y todos ellos destinados a la seducción.
Sin parpadear la encontré delante de mi mesa y mis pupilas se dilataron a más no poder. Se acercó a mi oído y mis ojos se desviaron hacia su escote. Su perfume me embriagaba y su escote vertiginoso hasta el punto de parecer hipnotizado cuando oigo:
El desayuno me ha encantado corazón. Yo también me he arreglado para ti. ¿Te gusta?
El silencio fue mi respuesta. Se separó lentamente de mi y con su suave guiño se dio la vuelta para dirigirse a su mesa. Ahora mi vista se centró en su trasero. Llevaba la falda tan ajustada que pude comprobar que llevaba liguero y no noté el tanga.
Os preguntareis por que no reaccioné cuando ella me preguntó. Pues es que cuando al cerebro humano cuando le falta el riego sanguíneo pierde muchas de sus funciones más complejas. Es decir, que la sangre se me había acumulado en otro lugar desde que se abrieron las puertas del ascensor. Yo creo que si en ese momento me hubiera acariciado una mejilla simplemente me hubiera corrido abundantemente al instante.
Las dos horas siguientes me las pasé mirándola sin tapujos y empalmado como el mástil de un velero. Yo creo que la forma de la cremallera se tatuó en mi glande de tanta presión que ejerció.
Sin lugar a dudas ella sabía perfectamente que no perdía detalle de todos sus movimientos y jugaba conmigo. Colocó unas plantas grandes de interior que adornaban los pasillos de la oficina de manera el único ángulo que dejaba sin cubrir era el de mi mesa. Cada vez que cogía o dejaba algún documento en la parte más alejada de la mesa se levantaba un poco y se inclinaba hacia delante. Su escote era profundo y muy tentador. De vez en cuando fingía que leía unos informes y jugaba con el bolígrafo. Primero lo acercaba a sus labios mientras ponía morritos y cuando los alcanzaba lo presionaba suavemente para mostrar lo gruesos que eran. Lentamente lo dirigía hacia su boca y con la punta de la lengua lo guiaba hacia su interior mientras cerraba los labios.
Si creéis que eso era todo estáis muy equivocados compañeros. No se detuvo en esto juegos. Cuando se cansó de jugar a estos improvisó otros nuevos que me destrozaron por completo. De vez en cuando un papel se caía al suelo y en vez de inclinarse para cogerlo se levantaba mostrando su escote y con su trasero daba un leve empujón a sus silla que se desplazaba, dejando el espacio suficiente para que se agachase y subir su falda hasta mostrar la sujeción de sus medias y gran parte de su liguero. Acariciaba su muslo por encima de la medias i estiraba el tirante del liguero para hacerlo golpear contra su muslo.
A su espalda un armario archivador le servia para levantarse y simulando que archivaba algo en la parte inferior mostraba sus nalgas a través de la falda que se subía hasta casi mostralas.
Se acabó mi existencia tal y como la conocía. A las dos horas de jugar conmigo yo ya no existía, solo existía mi pene latiendo dentro del pantalón y presionado por la cremallera. Yo no tenia voluntad ninguna y un correo en mi ordenador me despertó del sueño que estaba viviendo. Era un correo de mi madre diciéndome lo siguiente:
¿Te gusta lo que ves? ¿Lo estoy haciendo bien?. Llevo años leyendo tus revistas pornográficas y mirando los videos que tienes guardados. Siempre había soñado ser la protagonista de una de esas historias que tanto te gustan.
Mi respuesta fue contundente al igual que breve. Recordad la falta de riego que sufría mi cerebro.
Ya no aguanto más. Vamos a donde sea.
Vale te espero en el archivo como ayer.
Cogí un archivo que tenia por ahí y lo planté delante de mi entrepierna como cuando era adolescente y la profesora más provocativa me sacaba a la pizarra en medio de una erección.
Parecía que el diablo me perseguía o se hubiera pegado fuego a la oficina. Disimulaba cuando me cruzaba con algún compañero y luego volvía a acelerar el ritmo en cuanto lo perdía de vista.
Al fin llegué a mi deseado destino. Me paré en la puerta y miré a ambos lados para comprobar que no me viera nadie y entré. Mi madre estaba al fondo de la sala delante de la ventana pero esta vez mirándome fijamente. La luz que atravesaba la ventana dibujaba una fina línea blanca sobre su silueta. Sus brazos en jarra y sus piernas dibujaban un triangulo sobre el suelo. La falda estaba por encima de sus ligas insinuando lo que detrás de ella escondía, mi oscuro objeto de deseo.
Detente y quitate los pantalones. Arrodillate y ven hacia mi.
Me limité a obedecer sus peticiones y paré a unos centímetros de ella devorándola con la mirada mientras ella contoneaba sus piernas a medida que me acercaba.
No seas tímido. Te puedes acercar más que no muerdo, todavía.
Me acerqué hasta que mis labios besaban su sexo por encima de la falda y ella apretó mi cara contra él. Yo como un gato en celo me restregaba cada vez haciendo más presión para notarlo en mi cara.
Mi cabeza se separó un instante para que ella subiera la falda del todo.
Lo sabía, no llevas tanga. ¡Y lo tienes afeitado del todo.!
Ya te dije que me había arreglado para ti.
Y sin poder decir nada más volvió a empujar mi cabeza hacia su sexo. Yo lo devoraba salvajemente mientras sus gemidos eran una dulce melodía para mis oídos. Poco a poco fui ralentizando el ritmo y suavizando mis movimientos para disfrutar cada instante.
Ahora mis manos masajeaban sus nalgas presionando su sexo hacia mí. Aunque no hiciera mucha falta ya que ella ya lo hacía con sus manos en mi cabeza variando su fuerza, lo que me indicaba que es lo que más le gustaba.
Los segundos se hacían eternos mientras ella disfrutaba de mis trabajitos. Yo descubrí una nueva gama de sabores, dado que no tenia mucha experiencia en el sexo oral, donde se mezclaban el sabor a hembra en celo (indescriptible), el sudor y todavía restos de la espuma de afeitar que había utilizado y que me resultaba bastante familiar.
Sorpresivamente su jugos inundaron mi boca i no me dio tiempo ni a respirar por lo que empecé a toser levemente hasta que recuperé el ritmo respiratorio. No me había percatado que sus gemidos ya anunciaban su primer orgasmo y ya estaba exhausta.
Sentado en el suelo como estaba miraba como goteaba su sexo de mi saliva y sus jugos. Ella intentaba recuperar su aliento y yo me deleitaba con el movimiento de sus pechos junto a su respiración.
Ahora me toca a mi mamá. Quitate la ropa menos la medias y el liguero. Quiero verte como a las chicas de las revista que tanto te gustan. Y hazlo despacito.
Efectivamente hizo lo que yo solicité y además de forma muy sensual. Creía que estaba en dentro de una de las fantasías que explican en las revistas aunque parecía que no era yo el que más disfrutaba. Casi era un streptease tal y como se movía mientras se quitaba la ropa.
Pude ver sus enormes pechos por primera vez en mucho tiempo, tanto que ni los recordaba. Mi madre se percató de lo que estaba mirando e hizo como en los videos de Playboy o Penthouse. Sí se los apretujó uno contra otro con sus antebrazos y luego con sus manos abiertas los movía dibujando círculos y apretándolos contra ella hasta que parecían desbordarse entre sus dedos.
Yo por mi parte continuaba sentado en el suelo babeando como un bebé esperando llevarse el pecho de su madre a la boca para alimentarse. La boca se me hacía agua mirando las enormes aureolas que adornaban sus pezones. Sus pechos eran muy blancos y con alguna pecas que les otorgaban originalidad. Por el contrario sus aureolas y pezones eran rosaditos como pétalos de rosa, ya incluso creía percibir el perfume de las rosas en mi mente.
Como un niño pequeño alcé mis brazos pidiendo que me cojan en brazos y ella a paso firme no tardó en llegar a donde estaba. El bamboleo de sus pechos al caminar con los zapatos de tacón me hipnotizó completamente. Se agachó delante de mí y me obligó a estirarme en el suelo y se situó encima de mí colocando sus senos sobre mi cara.
Mama mi pequeño, estos siempre han sido tuyos.
Ni una centésima de segundo pasó hasta que con mis manos empecé a amasarlos y chupar sus pezones. Eran enormes, más de lo que mis vista me había informado. Mis manos no los conseguían atrapar completamente y sus pezones crecían considerablemente dentro de mi boca. Eso es lo que debí sentir en mi niñez cuando mamaba se alimento y deseé que volvieran a producirlo para mí por lo que chupe con mas intensidad además de apretarlos con más pasión.
Los gemidos de mi madre eran claramente de placer e iban en aumento a medida que yo intensificaba mis acciones en sus pechos. Sus pezones ahora eran enormes comparados con su estado habitual y eso me encantaba por que podía jugar con mi lengua dentro de mi boca. A ella parecía que le gustaba mucho esta sensación en sus pezones.
El dolor de mis testículos me despertó de mi tarea y sin dudarlo un momento, y por sorpresa para ella, la situé debajo mío y la besé apasionadamente mientras buscaba la entrada al mayor placer que iba a experimentar en mi corta vida y la encontré.
Allá voy mamá. Prepárate.
La introduje de un solo empujón y a ella se le escapó un pequeño grito que enseguida silencié con otro beso. Se sentía muy caliente y resbaladizo pero encajaba a la perfección y empecé.
Parecía un potro desbocado dando coces del entusiasmo que le aplicaba a cada envestida sobre mi madre. Sus pechos se movía salvajemente debajo de mí y sus piernas me aprisionaron como para dar más fuerza a mis movimientos. Mi madre gemía alto y muy rápido junto a cada envestida que le proporcionaba. Sus gemidos se convirtieron en palabras sin darme cuenta que todavía me excitaron mucho más.
- Si, si, si. No pares más, más mássssss....
No tardé mucho en correrme dentro de ella. El mayor placer que sentí jamás y seguro que la mayor cantidad de semen que jamás expulsé.¿Que esperabais? Llevaba más de 2 horas empalmado y con semejante hembra delante de mí no había control posible y pasó lo que tenía que pasar.
Caí desplomado encima suyo envuelto en sudor y lagrimas de placer. Ella me aprisionó con brazos y piernas y no dejó que me moviera durante algunos minutos en los que yo intentaba reponerme. Mi pene seguía dentro aunque ya había perdido su vigorosidad y ella me besaba en el cuello y el hombro que tenía delante muy tiernamente.
Me ha gustado mucho mamá. Eres lo mejor que me ha pasado nunca.
A mi también hijo. He disfrutado mucho y me gusta sentirte dentro de mí.
Mi prisión desapareció y me tumbé al lado de mi madre mirándola como se levantaba y me decía:
Ahora debes vestirte y salir a trabajar. No deben sospechar de lo nuestro y hoy me temo que no me he controlado mucho en mis gritos.
Mamá prometeme que siempre serás mía y de nadie más. Yo te daré todo lo que necesites para ser feliz. Se acabaron los novatos para siempre.
Desde que naciste siempre he sido tuyo y hoy he descubierto cuanto.
Mientras se vestía yo le acariciaba la cara y el pelo como dos tortolitos enamorados y se despidió con un beso muy húmedo. De esos que no se olvidan y se hacen eternos. Abrió la puerta y salió.
Queridos lectores este no es el final de la historia sino el comienzo, espero que les haya gustado y espero de buen grato sus comentarios. También les propongo que envíen ideas a mi correo sgascon2000@yahoo.es de cómo debería continuar y las más morbosa y que se pueda enlazar mejor será la base para la continuación.