Oferta de ADSL en dirección equivocada
Un triste vendedor quiere hacer una oferta de una línea de ADSL en una nueva dirección
- Silencio perro, no quiero que abras la boca.
Una fusta cruzó el aire y estalló contra el culo dejando una marca roja casi sangrante, colocado sobre el potro con las piernas abiertas y atado en sus extremidades apenas pudo gemir lastimosamente al sentir el ardor que le producía la punta de cuero cada vez que chocaba con su piel. Un arnés en su boca con una enorme bola roja no le permitía cerrar la boca aunque aquello no era lo pero, un caperuzón negro como si de una ave de presa se tratase le cubría la cabeza pero tampoco eso le parecía demasiado humillante, lo peor era esa voz altiva que le trataba como una basura y que le obligaba a hacer cosas que nunca habría ni soñado, ¿qué había hecho él para encontrarse en esa situación? ni en una vida anterior que hubiese tenido habría podido ser tan malo como para merecer el castifo que le estaba propinando esa mujer sobre unos zapatos de tacon de 17 cm de la que sólo podía ver sus manos enguantadas y unas infintas piernas largas embutidas en uno traje de cuero negro que solo mostraba sus apretados y redondos pechos sobre el corset.
- Tus lágrimas son mi placer perrito, no vas a poder olvidarte de mi en tu vida, deja de gemir lastimosamente, das pena.
Otro golpe de la fusta estalló contra sus doloridos glúteos y antes de que pudiese darse cuenta unas pinzas metálicas se fueron a colgar de sus desnudos y tristes testículos.
- ¿Sabes que es la ley de Ohm? Pues ahora vamos a ver si aprobaste o no en el colegio, el voltímetro de las pinzas marcaba 50 voltios y subiendo, la perversa mano del ama dejaba ver su cruel sonrisa y unos ojos inyectados en un placer demoníaco cada vez que aferraba la fusta para golpear a ese cuerpo tumbado sobre el potro. Puso el aparato de potencia al máximo y se regodeó ante lo que pensaba hacerle a su compañero de juegos. Unas pequeñas sacudidas y temblores demostraban como voltios, amperios o lo que fuese lo que pasase por esas pinzas estaban brincando por la piel de ese nuevo esclavo. Un golpe seco y terrible le hizo olvidarse de las corrientes en sus testículos, una palmeta le acaba de dejar una marca enorme en su ya maltrecho muslo.
Un arnés con un dildo de 24 centímetros y 7 de diámetro eran su arma definitiva, no había hombre que llorase cuando lo asomaba ante sus ojos para metérselo hasta las entrañas con una furia salvaje hasta que sus muslos chocaban bruscamente y el potro temblaba ante sus embestidas, un cutis níveo contrastaba con el negro color del cuero y el rojo de sus labios y sus uñas, un rojo con marca de sangre y un negro vitola de dolor.
Mira lo que te vas a perder por no adorarme como es debido, has sido malo y no vas a catarlo porque yo no quiero, mentía el ama a su sometido y dócil esclavo. Se colocó detrás de él y con unos guantes de latex colocó un poco de crema dilatadora que pareció aliviar ese culo maltrecho, una crema untuosa y fresca con aspecto muy suave y deslizante.
No sufras, esa crema te aliviará tu culo estrecho y tranquilo mi perrito, que no te voy a follar hoy, mintió descaradamente pues Lady Dark como gustaba hacerse llamar le encantaba saltarse el guión y mentir sobre lo que pensaba hacer.
Y antes de que pudiese decir nada más, colocó la punta de ese pollón de goma en la puerta de ese culo colorado que había depilado con cera previamente para dolor del esclavo. Un empujón y como dirían en las ventas hasta la empuñadura le entró, paró un pequeño instante para tomar aire y a través de los espejos de enfrente observó los lagrimones de dolor de ese hombre al que nunca antes había visto.
Alberto no entendía nada, no estaba disfrutando la más mínimo y no sabía cuanto podría durar aquella terrible tortura, sólo había subido a ese segundo piso para hacerle una oferta de telefonía y líneas ADSL cuando se vio atado de pies y manos, con la boca inmovilizada y una polla descomunal en su trasero.
El pene de Alberto parecía una gamba pelada, pequeño y colorado de los fustigazos y salvo por su circuncisión, bien podría haber sido tomado por una quisquilla. A pesar de que el consolador del arnés lo rozaba la próstata en cada embestida, su polla no tomaba ningún tamaño digno de mención y aún así, empezó a rezumar unas gotas de líquido blanco que Alberto no imaginaba que fuesen semen.
Lady Dark aumentaba el ritmo de sus embestidas y sus rojas y duras uñas se clavaban en la espalda de su esclavo dejando un surco rojo que semejaba el del su esmalte de uñas. A través del espejo vio como goteaba el pene de su esclavo y acometió con más fuerza y energía y con voz alta y dominante dijo:
- No te corras perro, no te corras, soy tu ama y te ordeno que no lo hagas, y el eco de un ruido húmedo y del consolador entrando y saliendo y el seco del choque de sus respectivos muslos hacían de eco a las palabras del ama.
Por mucho que lo intentase Alberto, no sabía como ni podía remediarlo pero un torrente de semen salió de su pequeña polla, la fricción de la próstata era tan intensa que no podía evitarlo, con un estremecimiento que no pasó desapercibido a su torturadora, pudo pasar un gemido a través del poco espacio que la bola roja le dejaba en la boca.
Lady Dark se dio cuenta y sacando el consolador del culo de su esclavo con brusquedad dejando su ano completamente abierto y tardó unos instantes en recuperar su primitivo tamaño y colorado por culpa de la fricción del plástico de ese pedazo de goma que le había metido hasta las entrañas, le miró severamente y dirigiéndose hacia un armario, sacó un trapo y un cubo de agua para dirigirse a Alberto y decirle:
- Limpia lo que has manchado guarro, no quiero ni una gota de eso en mi casa, después sal por donde has venido y no abras ni la boca. Tiró de una punta de la cuerda que desataba las manos de Alberto y salió de la mazmorra por una puerta lateral distinta a la que había usado Alberto para entrar en la casa.
Dolorido Alberto se incorporó poco a poco masajeándose las manos para que retornase las circulación de sus muñecas y discretamente limpió el semen del suelo y el sudor de su pecho del potro, desabrochó el arnés de su boca y poco a poco fue recuperando su compostura. Se volvió a poner su oscuro y triste traje gris sin levantar la mirada del suelo y tomando su maletín salió de la casa de esa loca que lo había torturado y no le había comprado el pack de internet, teléfono y televisión en un solo recibo, mañana mismo pediría el traslado a las oficinas y el cobro de morosos, por mucho riesgo que hubiera seguro que sería menor que el castigo que acababa de sufrir.
Por su parte Lady Dark fue a atender su teléfono y ver los mensajes de los próximos esclavos, tres mensajes nuevos decía la mantisa:
Mensaje 1: Perdona mi ama, me retrasaré una hora en nuestra sesión, ruego me disculpe.
Mensaje 2: Mil perdones mi ama, he vuelto a llamar y entiendo su enfado, vuelvo a solicitar su perdón.
Mensaje 3: Mi ama, no me castigue con su silencia aunque sé que es lo que merezco.
Lady Dark acababa de darse cuenta que no sabía a quien había torturado pero había disfrutado como nunca, ¿volvería ese perrito sumiso para verla?