Odisea: Cabalgando a Miguel (Parte 2)
¿Cómo he pasado de follarme al novio de una amiga a lamerle el pecho peludo a un colega suyo?
No quise pasar la noche en el sofá de Alex, así que tras ducharme me fui de su casa con un simple "adiós, tío". Alex me despidió con la mano, porque su cara no le dejaba articular palabra. Era de madrugada y tenía un paseo hasta mi casa así que aproveché para darle vueltas al asunto y llegué a la conclusión de que Alex no diría nada y yo tampoco, solo quedaría como una noche de sexo y placer entre los dos.
Al día siguiente seguí con mi rutina, pero no me quitaba de la cabeza lo que había pasado. Seguía sintiendo en mi ojete el calor de ese pedazo de rabo, cómo escupía leche y los gemidos de Alex. Nunca había follado con alguien que gimiesa de forma tan erótica. Me hice varias pajas a lo largo del día con la imagen del pecho peludo de Alex en mi mente. Todo debía seguir con normalidad, pero por la noche me llegó un mensaje de Miguel. Miguel es un buen amigo de Alex, juegan al fútbol en el mismo equipo, y aunque yo no le considero como tal, sí es lo que cualquiera llama "colega". Le conocimos el año pasado en Bachillerato y tengo que reconocer que me atrae bastante desde ese momento. Miguel es el típico chico deportista, más desarrollado de lo normal ya que le salió barba y vello corporal a partir de los 15, moreno oscuro, con sonrisa perfecta y que entra perfectamente en el cliché adolescente de "malote de la clase". La realidad era distitna, porque Miguel era majísimo, atento y a pesar de su físico y de ser heterosexual, jamás le importó que yo fuese maricón y que le hiciese bromas. En los vestuarios cuando hacíamos gimnasia siempre se me iba la mirada hacia su polla. Flácida era de un buen tamaño, sin llegar a descomunal, pero alguna que otra vez se empalmaba y era entonces cuando se me caía la baba: un pollón gordísimo, cuyo diámetro casi no me cabría en la boca. Era más corta que la de Alex, pero con ese grosor era una delicia de carne. Su cuerpo es el de un Adonis, con vello fino por todo el pecho de depilarse y unas piernas y brazos bien marcados por el entrenamiento. Cuando levantaba los brazos podía ver que sus axilas tenían una capa oscurísima de pelos que me daban ganas de pasar toda mi lengua y absorber su olor completamente. Miguel, en definitva, era impresionante. Su mensaje decía: "Hey Mario, ¿qué tal estás tío? Hace ya que no nos vemos y bueno, si te apetece tomar algo mañana en mi casa y charlamos estoy libre :)". Me pareció bastante extraño el tono y sobretodo que Miguel fuese el que me enviaba algo así, ya que no habíamos quedado los dos solos nunca, siempre en grupo.
Por mi mente empezaron a pasar muchas ideas. ¿Le habría contado algo Alex? ¿Sería un mensaje inocente y lo hacía porque de verdad quería verme sin más pretexto? No tenía nada claro, pero la cita me interesaba. En el fondo tenía la sensación extraña de que Miguel ocultaba algo... sexual, así que me lavé bien el ojete por si surgía esa ocasión. Si al final no pasaba nada tenía pensado tirar de Grindr para ver qué hacía esa noche. Llegué a casa de Miguel sobre las 8 y llamé al telefonillo. Me abrió sin preguntar y en vez de coger el ascensor, subí por las escaleras. Al llegar Miguel me esperaba en la puerta, con una camiseta corta algo marcada y unos pantalones de algodón grises que dejaban poco a la imaginación, aunque tampoco hacía falta imaginar nada si ya le había visto el rabazo que tiene, y con esa sonrisilla de maldad y ternura tan propia de él.
MG: ¡Hola cabrón! Jajajaja — me dijo mientras me daba un abrazo — vamos a tomar algo a la habitación, segunda puerta por el pasillo a la derecha.
Llegué a su cuarto y me vino un olor a hombre muy fuerte, y delicioso al mismo tiempo. Como si hubiese follado toda la noche y no hubiese abierto las ventanas. Me dijo que me sentara donde quisiese, así que fui a la cama y me apoyé en la pared. Era una cama grande de matrimonio igual que la mía, ya que estoy acostumbrado a dormir en una grande y la verdad que para follar bien es la más recomendada.
MG: ¿Quieres tomar algo? Tengo cerveza, zumos, vino, agua... lo que quieras.
M: Pues mira trae algo de zumo porque tengo un poco de resaca de la cerveza, tío...
MG: Tranquilo jajaja, si ya me ha contado Alex.
Me quedé helado. Había hablado con Alex y existía la posibilidad de que lo supiese todo, pero no tenía forma de asegurarme si aquello era una "trampa" o si estaba allí sentado en su cama de forma gratuita porque simplemente tenía ganas de verme y charlar. Mi cabeza dio muchas vueltas mientras Miguel volvía con la bebida.
MG: Pff, tío, hacía mucho que no nos veíamos, ¿eh? No me has dicho de vernos ni nada cabroncete...
M: Ya sabes, yo siempre he sido más solitario jajaja.
MG: Sí, sí... jajaja.
M: Bueno, ¿vemos una peli o algo?
MG: Ah, pues por mí guay — tras esto encendió el ordenador.
Cuando miré a la pantalla observé que estaba metido en una web de porno gay y el vídeo que iba a reproducirse era uno donde un tío muy pollón le reventaba el ojete a un twink delgadito.
M: Joder JAJAJAJA, eso no es Netflix Miguel, creo que te has metido sin querer en otras cosas
MG: ¿Lo dices por esto? — dijo señalando la polla del actor en la pantalla — Para nada tío, si lo estaba viendo a propósito, para hacerme una idea.
M: ¿Hacerte una idea? — mi tono de voz cambió ligeramente a la preocupación.
MG: Sí, porque ya me contó Alex lo de ayer.
Me fijé en que su bulto estaba más grande
ahora que cuando entró en la habitación.
M: Eh... Miguel... lo puedo explicar...
MG: No te rayes. No hace falta que me expliques nada. Alex me dijo que lo pasó increíble contigo y bueno, yo no tengo novia y estoy cansado de hacerme pajas.
M: ¿Quieres follar conmigo?
MG: Se me puso muy dura mientras Alex me describía lo que había pasado, o al menos de lo que se acordaba, y si no tienes inconveniente... — dijo esto último sobándose y agarrando su polla por encima del pantalón, formando una silueta perfecta y bien gorda.
M: Si tú quieres... yo por mí vale.
MG: Pues hala — cerró el ordenador y se puso de pie — si tienes hambre ya puedes comer.
Miguel estaba delante de mí, con la polla marcadísima y en actitud desafiante y morbosa, con la sonrisa pícara todavía en la boca. Yo me levanté de la cama y fui a besarle.
MG: No, no tío... Besos de momento... mejor no. No me apetece, lo siento...
No le di importancia y seguí bajando por su cuello. Olía a perfume juvenil deportivo, seguro que había venido de las duchas del gimnasio. Seguí lamiendo su cuello mientras empezaban a salir de su boca pequeños gemidos. Se quitó la camiseta y antes de que pudiese hacer nada me agarró con las manos la cabeza y la apretó contra su pecho.
MG: Oh... joder... lame bien tío, que sé que te ponen los pechos peludos... ah...
Besaba y lamía todo su torso duro y potente. Sus pezones eran grandes y me detuve a comer de ellos como si me fuesen a alimentar de leche.
MG: Ufff sí, así... Mario come bien los pezones... Muerde un poco... sí, oh... así, joder...
Miguel se dejaba hacer y yo me arrodillé por completo mientras sobaba su tripa sin abdominales pero muy marcada y dura. Mis manos sobaban su polla por encima de la tela y notaban el calor que desprendían. Mi boca fue directa a babear su bulto. Miguel se retorcía de placer. Agarré el pantalón por su culo, notando unas nalgas duras, grandes y con un vello que me pusieron la polla totalmente dura, y lo bajé despacio. Un monstruo gordísimo de carne saltó hacia mi cara, apuntando hacia delante y con una ligera curvatura hacia la derecha. Miguel no estaba circuncidado y su glande asomaba a medias tras el prepucio, soltando una serie de hilos preseminales que estaba deseando saborear.
M: Siéntate en la cama y abre las piernas.
MG: Mmm... mejor tío, así tienes vista entera de lo que te vas a comer.
Tenía a Miguel espatarrado en el borde de su cama con esa polla tan gorda de 19cm babeando y esperando a que me la tragase entera, pero algo me llamó la atención. No se había quitado los calcetines. Nunca he sido fetichista de pies, pero en ese momento me dieron muchas ganas de lamer ahí. Me acerqué a su pubis y fui pasando la lengua hacia abajo, por su pierna, sientiendo el vello de sus cuádriceps bien entrenados.
MG: ¿Qué vas a hacer?
M: Calla y confía en mí. Pero ni te ocurra pajearte mientras te hago esto.
MG: Mientras me haces el qu... — no pudo terminar la frase.
Tenía su dedo gordo dentro de mi boca y lo chupaba lentamente. Me lo estaba comiendo como si fuese un polo helado. Dejaba bien húmedos sus dedos poco a poco y a Miguel le estaba encantando. En alguna zona tenía cosquillas pero en el fondo le estaba poniendo aún más. Le había dicho que no se tocase la polla y la tenía más dura que antes y con un hilo bastante más denso de precum. Esa imagen pudo conmigo y automáticamente fui a su polla. La agarré con las dos manos y me dispuse a coger con la lengua el líquido preseminal que soltaba. Miguel suspiró y cerró los ojos. Fui tanteando los lados de esa barra de carne con la lengua. Miguel movía la cadera para que me la metiese entera y yo disfrutaba jugando. Le miré a los ojos y pasó su lengua por los labios de forma erótica. Sin pensarlo abrí la boca y tragué hasta el fondo. Me ahogaba con ese pollón. Según la tenía en mi boca notaba sus huevos pegados a mi barbilla y aproveché para sacar un poco la lengua por debajo y darle unos lengüetazos a esas dos bolas gordas cubiertas de vello. Miguel estaba en éxtasis. Le pedí que me dominase y entonces agarró con su mano mi cuello y me puso de lado a comer su rabo, entrando y saliendo a su voluntad.
M: Fóllame... la boca — dije entre arcadas
MG: Qué talento tienes, cabronazo.
M: Me gusta dar placer.
MG: ¿Eres mi... oh... putita entonces?
M: Sí tío... hazme lo que quieras.
MG: Pffff, verás cuando le cuente a Alex lo cerdo que eres en el fondo... aunque él ya lo sabe realmente jajaja.
Estuve comiendo su rabo un buen rato hasta que pasó algo que me dejó en shock. Me apretó la cabeza y me la metió hasta el fondo, más que nunca. La sacó llena de babas unidas a mi boca y me dijo que le mirase. Acto seguido se acercó y comenzó a comerme la boca. Su lengua pasaba por dentro muy juguetona y y en el cuarto solo se escuchaba el sonido de la saliva y ese pedazo morreo.
M: Eres impresionante Miguel. Por cierto, ¿te apetece ver mi coñito de putita?
MG: Joder, ven aquí...
Miguel me incorporó y volvió a comerme la boca mientras me quitaba la camiseta y hundía sus manos en mi culo. Me sentía en la gloria con sus manos fuertes sobando mi ojete. Le miré a los ojos y desprendían un morbo guarro que me tenía loco. Me tiré en la cama y me puse a cuatro patas, arqueando lo más que pude el culo y dejando mi agujero a su vista. Miguel abrió la boca por lo que estaba viendo. Mi culo estaba abriéndose y cerrándose solo de la excitación.
M: Come Miguel, mete la lengua y cómete mi coñito de puta.
Fueron escasos segundos y al fim sentí la boca caliente de Miguel mojando mi orificio y metiendo la lengua hasta el fondo. Estaba seguro que era el primer culo que se comía, pero lo hacía de perlas. Pasaron varios minutos y Miguel no dejaba de chupar y escupir para dilatarme más, si cabe, el ojete. De vez en cuando se separaba para agarrar mis nalgas y volver a la carga con la lengua, llegando todavía a más profundidad. Si eso me estaba dando placer no quería imaginar cuando tuviese dentro su pollón. Entonces pasó algo que no pensé que pasaría: mientras seguía comiendo culo, Miguel me agarró la polla y comenzó un sube y baja lento.
MG: Joder, mira la putita qué buen rabo tiene, ¿no?
No tengo un pollón, pero mis 17cm, aprox., con buen grosor también son apetitosos y Miguel me estaba haciendo una paja lenta maravillosa, algo que nunca pensé que ocurriría.
M: Miguel... oh...fóllame por favor...
MG: Pfff, ya mismo putita. Alex me dijo que te folló sin condón y bueno, yo estoy limpio...
M: Sí sí, tranquilo, yo también.
MG: Además, así la sientes toda entera mejor... — me dijo esto susurrando con esa voz de malote que tanto me ponía.
Seguía a cuatro patas y bien abierto, cuando de repente noté el capullo de ese pollón en la entrada de mi ojete. Miguel se acercó a mí y sentí su pecho pegado a mi espalda. Comenzó a entrar poco a poco. Sentía cómo ese trozo de carne gordo me abría aún más el culo. Empecé a gemir como una verdadera puta. Estaba disfrutando a tope de esa follada lenta, y tras unos minutos dejando que mi culo tragase lentamente, Miguel pasó a ser una bestia sexual y a subir la velocidad de sus embestidas. Me agarraba de las caderas, me daba azotes y me decías guarradas al oído.
MG: Oh... oh... qué ojete tienes... puto maricón... oh... cómo me gusta... — mientras decía esto notaba como su capullo rozaba mi próstata y mi polla empezaba a babear — quiero que te folles mi puto rabo como buena cerda.
Al escuchar eso Miguel quitó las manos de mis caderas y me dejó hacer. Yo empecé a culearle, a mover mis nalgas hacia atrás y hacia delante, mandando yo para que mi agujero comiese pollón. Disfruto igual como sumiso y como dominante. Miguel estaba en el cielo, con los ojos mirando cómo su rabo entraba y salía de mi coñito de puta, como a él le gustaba llamarlo, mientras se pellizcaba los pezones. Me sorprendió el aguante de Miguel porque sus bufidos de toro parecían avisar que se iba a correr, pero no fue así.
M: Quiero cabalgarte, tío.
MG: Puf, por supuesto putita.
Miguel se tumbó en la cama boca arriba con su polla apuntando al cielo y me faltó tiempo para subirme salvajemente encima suya y sentarme de golpe en ella.
MG: OOOOHHHH — Miguel soltó un gemido muy profundo mirándome a los ojos.
Puse mis manos encima de las suyas, me incliné hacia delante y dejé que mi culo hiciese todo el trabajo, cabalgando cada vez más rápido aquella polla que tantos orgasmos me estaba dando cada vez que llegaba a la profundidad de mi culo. Después Miguel se soltó, me dio varios azotes mientras me llamaba guarradas y se puso las manos tras la cabeza, dejándome hacer todavía más.
MG: Joder mariconazo, me estás exprimiendo la polla... qué caliente tienes el ojete.
M: ¿Te gusta? Oh... pues quiero ordeñarte tío... córrete dentro...
Miguel me tumbó de lado, me levantó la pierna y comenzó a follarme a una velocidad impresionante. Yo me dejaba penetrar por ese pollón y no dejaba de gemir suave y morderme el labio como una putita, lo que le estaba volviendo loco. De repente, le miré a los ojos y le solté un profundo "No dejes de follarme" que hizo que de sus ojos saltasen chispas. Notaba el calor en mi culo, se iba a correr en seguida, y de un momento a otro Miguel me agarró la cabeza y me plantó un morreo impresionante con su lengua dentro mientras su polla inundaba mis entrañas con toda su leche. Se escuchaban nuestros gemidos secos mientras nos comíamos la boca. Justo después de que terminase de sentir los trallazos de semen en mi culo, fui a pajearme para correrme porque tenía muchas ganas pero Miguel quitó la mano y no dejó de masturbarme hasta que solté toda mi leche en su mano.
MG: Hostia, cuánta leche zorrita... Te he follado bien, ¿no?
M: Qué polvazo tío, qué puto polvazo. Eres un dios del sexo.
MG: JAJAJAJA no exageres, ahora tendrás que limpiarte un poco, el baño está ahí enfrente.
Me levanté como pude y fui a lavarme un poco. Al salir Miguel seguía desnudo en la cama con el móvil. Qué cuerpazo tenía, joder. Le pregunté si estaba hablando con alguien y me enseño el móvil: era Alex. Leí la conversación y le había contado todo lo que habíamos hecho. Miguel me miró con cara de empotrador y comenzó a grabar un audio para Alex.
MG: Bueno tío, estoy aquí con esta putita. Habrá que repetir los tres, ¿no? Más diversión jeje.
Me dio un escalofrío de gusto dentro del culo. ¿Llegaría a tener las dos pollas de esos dos hombretones dentro de mí a la vez? La tercera parte está en camino. Repito que estos relatos están basados en mi caso real, aunque quizás cambiando un poco algunas partes, pero sin distar mucho de la realidad. Espero que os haya gustado y de nuevo, se aceptan comentarios y consejos. ¡Gracias por leerme!