Odio y sexo entrelazados

Hola. Soy nueva en esto. Esta historia que os contaré es una fantasía nada más. pues va sobre mi y yo soy virgen. Los protagonistas somos mi ex y yo . Este año, antes de empezar a salir con el empecé a sentir la necesidad de tener sexo pero siempre me aguanté. Él estaba en canarias y yo aqui en vigo. Yo me llamo Andreay él Raúl. Él es un ser horrible que decía quererme y no era asi , pero yo soy idiota y sigo amandole al mismo tiempo que le odio y ...aun tengo fantasias con él....Que a veces son pesadillas eroticas. Bueno. Prepararos voy a empezar. Os recuerdo que soy nueva en esto así que no os paseis con las criticas.

Yo estaba en mi casa con mi libro de crepúsculo releyéndolo por....perdí la cuenta de cuanto lo leí....Acabo de cumplir los 18 años. Hace dos años más o menos que dejé de ser amiga de Miriam y que hablé con Raúl por última vez. Mi pecho que por entonces era de una talla 100 ahora es de 110. Mi pelo que era corto y de color caoba me lo he dejado crecer hasta la cintura y me lo he teñido de rubio. Yo medía 1,52, pero he crecido algo y ahora mido 1,60. Sigo siendo súper delgada. Mis ojos dorados tienen un toque más sensual. Tengo un culo más firme que nunca y unas piernas rectas y hermosas. Voy vestida con una camiseta blanca que deja ver mis pechos a trabes de su transparencia y su escote y una falda tan corta que se ve parte de mi muslo. Estoy concentradísima en la lectura como siempre que leo un buen libro, cuando de repente sonó el teléfono de casa y tuve que dejar mi libro e ir a cogerlo ya que mi abuela (vivo con ella) no estaba.

¿Sí? –Pregunté sin ganas deseando volver con mi libro a fantasear con Jasper.

Hola, Andrea. –Sonó la voz de Raúl por teléfono.

Esa voz me sobresaltó (no voy a describirle a él). No esperaba volver a tener que soportar que me hiriera más de lo que ya había hecho.

Borra mi número de tu agenda.- Le dije con toda la calma que había aprendido a mostrar en esos dos años, cuando había querido mantener a raya mis sentimientos.

Tranquila, fiera. Estoy en Vigo.-Dijo con un tono de voz divertido. Le gustaba saber que aun podía hacer que me temblara todo el cuerpo.- Sigues pensando en mi ¿Verdad?- Preguntó.

No.-Mentí.

Pero no me has olvidado

Por desgracia no.

Entonces piensas en mí. Quiero quedar contigo para hablar sobre Miriam. Quiere arreglarlo ti, pero no se atreve a llamarte ella.

OK. Dime donde y cuando.

Él quería quedar ya en un hotel. El hotel Lino en la habitación 102. Colgué, cogí mi bolso y salí de la casa rápidamente. Echaba de menos a mi amiga. Aunque me había dolido su abandono y me había vuelto tan reacia a los sentimientos por su culpa, no podía estar enfadada con ella.

Cuando llegué a donde él me esperaba llamé a la puerta esperando que me abriera ella y se abalanzara sobre mi, pero no fue así. Me abrió Raúl y me invitó a pasar. Yo pasé y me adentré en la habitación buscándola a ella, pero solo vi objetos que incitaban al sexo, fotos mías desnuda, revistas en las que salía yo con ropa intima (como modelo) y retratos nudistas míos. Oí que se cerraba con llave detrás de mí y cuando me giré para comprobarlo le vi a él desnudo por completo. Su piel morena me atraía irresistiblemente y mi mirada no podía evitar recorrerle cada milímetro del cuerpo hasta llegar a su pene erecto. Crucé las piernas para aguantar el pálpito de mi coño. Estaba excitada. Mi respiración era agitada y mostraba mi excitación. Aunque yo quería mostrarme en calma, estaba claro que no lo conseguía. Él se acercó a mí y me tiró sobre la cama sentándoseme encima de mis pechos poniendo la punta de su pene en mis labios.

¿Estás excitada?

Estaba paralizada por el pánico y la excitación, su aroma de deseo no ayudaba a que me tranquilizara.

No.- Me tembló la voz y mis labios se movieron contra su pene haciendo que mi lengua también lo rozara. Estaba claro que era eso lo que él quería. Al notar su sabor no pude evitar que mi lengua quisiera probar otra vez y empezara a lamer la punta de su pene frenéticamente como si fuera un helado delicioso.

Ya veo que no.-Dijo con una voz llena de deseo y de satisfacción.

Empezó a desabrochar mi camisa sin quitarse de encima hasta descubrir que no llevaba sujetador. Eso le gustó y empezó a manosear mis pechos con sus manos.

Miriam….-Dije con dolor en la voz. Aunque ya no fuéramos amigas no podía hacerle eso.

No está. Ella y yo ya lo hemos dejado. –Sabía que era mentira. Pero cuando el metió su pene en mi boca me olvidé de todo y empecé a saborearlo. Su mano bajó hasta mi falda y bajó mi braga para rozar mi palpitante coño. Sacó su pene de mi boca. Se levanto y me ordenó que le hiciera un estriptis. Yo empecé a bailar para él sacándome toda la ropa muy despacio moviendo mis tetas bastante para que eso le pusiera. Acariciándome el cuerpo. Me quité las bragas y por órdenes de él las olisqueé y las saboreé. Me eché en el suelo moviéndome son sensualidad aún. Frotando cada milímetro de mi blanca piel.

Cuando hube terminado me ofreció sus calzoncillos y me dijo que hiciera lo mismo que con mis bragas pero con más ganas y más tiempo. Así lo hice. Lamí la zona que rozaba más su miembro y lo olisqueé con placer. Ese sabor….Quería tener su pene otra vez en mi boca. Él se levantó y me hizo girar. Se agachó y me metió la lengua en el culo. Sentir eso me sobresaltó, pero me encantó. Me echó sobre el suelo boca arriba y se sentó poniendo la punta de su pene sobre mi coñito. Se sentó bruscamente metiéndomelo de golpe y yo gemí, grité de dolor y de placer. Él empezó a dar grandes estocadas robándome mi virginidad a cada movimiento que hacía. Provocándome jadeos y gemidos.

Sus manos buscaban mis pechos y los estrujaba con ganas. No pude evitar pedirle más y más.

Luego se tumbó él y me colocó encima haciendo que lo cabalgara haciendo que mis preciosos pechos saltaran. Tiró de mí e hizo que le besase con lujuria mientras seguía envistiéndome desde debajo de mí.

Llegamos juntos al orgasmo, pero a él no le llegó eso y me sacó a un balconcito que había en la habitación y allí me clavó su pene en el coño otra vez y me hizo gemir y gritar más fuerte todavía. Los coches se paraban y la gente miraba hacia arriba. Había más de uno con cámaras y algunos periodistas que enseguida tuvieron una exclusiva.

Tras esa humillación paró cuando yo estaba a puntito, cuando yo estaba tan caliente otra vez. Él disfrutaba de ambas maneras. Follándome, aprovechándose de mí, humillándome y haciéndome sufrir. Me tumbó y me ató en la cama. Yo creía que me iba a hacer algo más, pero se vistió y se fue dejando pasar a un montón de periodistas que empezaron a fotografiarme.