Oda a mi adolescencia -(3)-Amarga realidad

Tras la noche anterior, un golpe de realidad azota la vida del protagonista de esta historia.

Me duele… Mi cabeza, mi cuerpo, fue lo primero que sentí al despertarme cuando oí mi móvil.

Nico:

Buenos días =) <3

Joder…

Me pasé cinco minutos delante de la pantalla para ver que le ponía.

Pero era incapaz de contestarle. Me sentía como una mierda.

Y no pude hacer otra cosa que dejar el mensaje en visto. Ya lo sé, puto cobarde. Pero no tenía coraje para hablar con él en ese momento. Al sentarme sobre la cama el dolor invadió todo mi cuerpo. Pero me levanté como pude y me vestí, recogí mi mochila y me dispuse a salir de allí lo mas rápido posible.

Pero cuando salí al pasillo, y le vi caminando como si nada hubiese pasado, hizo que me hirviese la sangre, me quedé observándole mientras avanzaba hacia mí con una cara entre asco y decepción.

No reaccioné hasta que me empujó contra la pared y mientras me intentaba dar un beso, pero le giré la cara. No podía verlo delante. Pero al fin y al cabo creo que fue mi castigo por ser un hijo de puta. Me agarró de la barbilla y me giró mientras yo intentaba evitar su mirada.

—No me toques. — le dije mientras intentaba escapar de esa posición.

—¿Ahora te vas a poner así? — me dijo mientras noté como era incapaz de comprender una mierda.

—No quiero que volvamos a hablar de lo que pasó ayer. — yo seguía sin querer mirarle.

—Tío, ayer no pensabas lo mismo. — soltó mientras me pegaba una cachetada en el culo, provocándome un fuerte dolor.

No pude controlarme, le di un empujón que apenas lo movió el sitio. Su mirada se tornó oscura y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—No vuelvas a tocarme. — su mano se aferró a mi cuello ahogándome contra la pared. Casi no podía respirar. —No vengas de modosito cuando ayer estabas gimiendo como una perra.

No dije nada, era verdad.

—¿Que es por el friki ese? — cuando me dijo eso tensé mi cuello y apreté los dientes con todas mis fuerzas. —Me vas a decir que te lo pasas mejor con él. — con su mano me agarro de la entrepierna. — Yo se lo que te gusta a ti. — esa sonrisa que mostraba, consiguió enervarme aun más.

Pero lo que menos quería era tener una pelea con él, no tenía ni ganas ni fuerzas para enfrentarme a él y salir ileso. Así que espere a que me soltase y sin decirle nada me fui.

Al entrar al ascensor no pude evitar dar un golpe a la pared de este con todas mis fuerzas, y aunque me dolió a rabiar, me daba igual todo.

El camino a casa fue desesperante, intentaba contenerme por aparentar estar bien pero cuando más de una persona se quedaba mirando hacia mi con extrañeza sabía que no estaba ocultando nada. Así que al llegar a casa evité encontrarme con mis padres mientras les dije que estaba destrozado por la fiesta de ayer y quería dormir algo más.

Ni siquiera me cambié y me metí en la cama, no sin mirar el móvil antes.

Nico:

13:32 Alguien esta de resaca jajaja

14:06 Estas bien? Contesta porfa

No pude dormir en toda la tarde, pero tampoco me atreví a contestarle. Me pasé todo el día tumbado dando vueltas, llorando hasta que se me secaron las lágrimas. No cené, y seguí igual hasta que a altas horas de la mañana me quedé dormido gracias a dios.

Al día siguiente me levanté como pude, me puse lo primero que pillé y me fui al instituto, y no os voy a mentir si os digo que estuve a punto de no ir, pero eran los últimos días de clase antes de navidad, y no me quedaba otra, además tenía que hablar con Nico, no sé como lo haría pero no podía mentirle de ninguna manera.

Cuando nos encontramos en el instituto me dedicó una mirada cómplice, sonriendo, como si se alegrase de verme de una pieza, pero disimuló, disimuló porque yo le estaba obligando a ello.

Hablamos por Whatsapp durante clases y me dijo que no tenía buena cara, a lo que le mentí, diciéndole que estaba mal por beber tanto la otra noche.

Según acabaron las clases y después de recoger las notas y despedirnos de todos, hicimos como todos los días, el me siguió hasta uno de los parques del barrio y fuimos dando un rodeo hasta la parada del autobús que solía coger él.

Yo estaba súper incomodo, al verle como si nada y tan feliz, no sabía como atajar el tema.

No tuve valor y nos despedimos.

Pasaron unos días en los que yo me busqué algunas escusas para no quedar con él, que si tenía que ayudar a mis padres, que si tenía que ir a entrenar. Que por cierto, no fui, y menos para ver a Rafa, ni de coña.

Y entre el día de navidad conseguí evitar quedar con él. Pero el fin de semana que me pidió pasar el fin de semana con él en su casa, acepté… Además no podía seguir así y quería estar con él.

Era media tarde cuando subí a su casa, nada más abrir la puerta se abalanzo sobre mi con esa cara de angel, dándome el beso que llevaba semanas esperando. Y no os voy a negar que yo también, solo que me sentía sucio, no sabría bien como explicarlo.

Nos fuimos al salón y estuvimos hablando un poco hasta que me dijo de ver una película. Me preguntó si quería ver alguna en concreto y le dije que podía elegir la que más quisiese. Me dijo que quería ver una desde hace tiempo y la puso mientras se tumbaba en el sofá acurrucado junto a mí.

Call me by your Name” se llamaba la película, y los que la habéis visto, ya os imagináis en el jardín que me acababa de meter.

Según fue avanzando la película en determinadas escenas, él no podía evitar sonrojarse de forma inocente, pero no fue hasta el final del film cuando los dos acabamos llorando. Y si él lloraba por la película solamente, yo me rompía por dentro por jugar con sus sentimientos.

Joder vaya puta llorera. Cuando él se giró hacia mi yo seguía llorando y me abracé fuerte a él.

—No quería que te pusieses así. — me dijo con la cara llena de culpabilidad.

—No es eso. No es solo por la peli. — le dije mientras me llenaba de valor. — Es que… — joder díselo. — Te tengo que contar una cosa.

Cuando acabe la frase él me miraba con los ojos como platos, dándose cuenta que lo que iba a decir, no era bueno.

—¿Te acuerdas el día que salí de fiesta? —a mi corazón estaba a punto de darle un paro, o eso parecía. — Cuando me quedé a dormir en casa de Rafa… — noté como él ya se hacía una idea de lo que le iba a decir.

Nos quedamos callados. Mirándonos.

—No me tienes que dar explicaciones de nada. — sus palabras eran sinceras, eso me animó a contarle toda la verdad.

— Joder, Nico — rompí a llorar aun más. — Me acosté con Rafa.

Su cara intentaba mantener la normalidad, pero no sabía mentir, se estaba rompiendo por dentro. Pero no se levantó, no me dio un bofetón, pero tampoco se quedó quieto. Me estaba abrazando joder.

Correspondí el abrazo mientras eso me hizo sentir aun peor.

Pude notar como él también estaba llorando.

Me separé despacio y le miré.

—¿Porqué eres así? — le limpie las lágrimas. — Por que eres tan bueno…

—Que esperabas que hiciese, que montase una pataleta y te mandase a la mierda. — bajó la mirada para volver a clavar sus ojos en mí. — ¿Y perderte? — me miró negando con la cabeza.

En ese momento me di cuenta que no rezumaba odio y de otra cosa, que me quería más de lo que yo lo quería a él. Si la situación hubiese sido a la inversa no estoy seguro de que abría pasado. Bueno, yo creo que todos nos hacemos una idea en verdad.

—Además. — dijo mientras yo me volvía a centrar en él. — No estamos juntos. — al acabar de decir esa frase, si que pude notar de lleno como sus ojos se llenaban de tristeza.

—Espera un momento. — le di un beso en la mejilla y fui a por mi mochila.

Saqué el paquete con el regalo que tenía guardado, la verdad es que pensé en dejárselo en su habitación cuando se enfadase por todo, pero gracias a dios no hizo falta.

— Te lo había comprado hace unos días y no sabía como dártelo. — le pasé el regalo.

A pesar de todo, abrió el regalo con interés, como si no acabase de recibir un palo.

Se quedó mirándolo y me dio otro beso, esta vez más profundo. Yo le agarraba de la nuca mientras saboreaba sus labios.

Me juré no volver a hacerle daño en ese momento.

—Voy ha colocarlo con los demás, ahora vengo. — su sonrisa me tranqulizaba

NICOLÁS

Siento que no me está diciendo toda la verdad. Lo puedo ver en sus ojos, siguen tristes a pesar de que le he dicho que no pasa nada, y es verdad, me duele, mucho, pero sé que a él también.

Y me había comprado algo, osea que no me va a conquistar con una figura, pero no me lo esperaba. Yo ni siquiera le había comprado nada.

Cuando le puse esa película para ver si surgía el tema de salir juntos, no me esperaba que pasase todo esto. Pero tampoco quiero forzarlo. Yo me atrevería a salir al balcón y proclamar a los cuatro vientos que le quiero. Pero él no es como yo… Necesita tiempo para aclararse las ideas. Pero me va a tener aquí para todo.

Antes de volver al salón junto a él puse mi mejor cara y me propuse entre ceja y ceja conseguir que se olvidase de todo eso.

—¿Vemos otra película? — le dije mientras me acomodaba a su lado.

—Que no sea de llorar por favor. — me dijo mientras dejaba caer su cabeza en mi hombro.

Al final acabamos viendo una de las nuevas de Dragon Ball, bueno, yo la acabé viendo a medias, mientras él se quedaba dormido en mi regazo. Mientras, le di muchas vueltas a la cabeza, siempre he sido así y no tengo remedio. Pero me gusta estar a su lado.

Se ve tan indefenso, por mucho que quiera parecer duro.

Pasé mi brazo alrededor de su cuello posando mi mano en su pecho, pudiendo sentir como su corazón ralentizaba el ritmo de sus latidos cuanto mas profundo era su sueño.

Os juro que me quedaría en esa posición toda la vida.

DANIEL

Cuando me desperté sentía su mano en mi pecho, me debía haber quedado dormido, no tardó mucho en darse cuenta de que estaba despierto y pude ver como clavaba sus ojos en mí, no quiero hacerle llorar nunca más. Ya me estaba poniendo melancólico y mis ojos debieron dar muestras de eso.

Me acarició el pelo. — No quiero volver a verte llorar. — ladeó su cara. — ¿Entendido? — yo solo asentí.

Joder, se la lié y al final me esta consolando a mí. Olé tus cojones Dani.

Me levanté y quedé sentado al lado suyo, pero no tardó ni unos segundos en sentarse encima mía a horcajadas y quedar frente a frente.

—Tendremos que pedir algo de cenar. —dijo mientras me miró con cara de pillo. — ¿Que te apetece? — su sonrisa me encantaba.

—Umm, déjame que piense… — nada más dije eso noté como su dedos me acariciaban en la zona del cuello, casi en la clavícula.

—Esto te lo hizo él verdad. — ni me acordaba de los putos mordiscos, hacía más de una semana y aun los debía tener algo marcados.

Asentí mientras dejaba caer mi cabeza.

Me acarició la mejilla y acabó entrelazando su mano con mi pelo, no pude evitar retorcer la cabeza al sentir ese gustazo, momento que aprovechó para empezar a dar pequeños besos por la zona de los mordiscos, dibujaba círculos con su lengua, mientras subía hasta mi oreja, besando el lóbulo acabando con un pequeño mordisco que sin querer me hizo un poco de daño y al darse cuenta se apartó. Pero la verdad es que me gustaba demasiado eso.

Parece que no tardó en darse cuenta cuando volvió a repetir lo mismo, esta vez a posta, no pude evitar poner la mano en su nuca y soltar un pequeño gemido. La próxima vez que lo hizo tuve que apoyar mi cabeza en su hombro y sellar mis labios con su piel para ahogar el próximo gemido, dios que rápido me estaba pillando el punto. Como siguiese así me iba a poner muy cachondo.

—¿Te gusta así? — me susurró al oído tras volver a morderme.

Yo seguía gimiendo. —Si… — dije mientras metía la otra mano por dentro de su ropa y lo apretaba más a mí.

—Alguien se esta poniendo a tono. — dijo mientras apoyaba una mano en mi entrepierna.

—Me acabas de poner muy tonto. — cuando nos miramos no pudimos evitar reírnos. — Mejor vamos a pedir algo de cenar. — le dije porque como siguiese así no iba a poder controlarme.

—Si, mejor. — dijo mientras se levantaba riendo y se quedaba a mi lado.

Decidimos pedir algo de comida japonesa por insistencia mía y mientras tanto fui a cambiarme y ponerme algo más cómodo.

Cuando trajeron la comida me pasé un buen rato enseñándole a comer con palillos, pero la verdad es que le cogió rápido el tranquillo y disfrutamos de la cena mientras charlábamos un rato.

Al acabar de cenar nos fuimos a su habitación y estuvimos jugando un buen rato al ordenador, la verdad es que a mi no se me daba muy bien el Call of Duty, pero el era un puto maestro, me gustaba verle jugar concentrado, estaba el sentado encima mía en la silla grande y yo le rodeaba con mis brazos. Y no se me pasó otra cosa que empezar a putearle un poquito, no me lo tengáis en cuenta.

Metí una de mis manos por dentro de su camiseta y empecé a acariciarle el abdomen, pero estaba tan ensimismado que casi no reaccionaba. Esta vez metí mi mano por dentro de su pantalón pasando mis dedos cerca de su boxer, en ese momento se dejó caer hacia atrás mientras apoyaba su cabeza contra mí.

—Ves, ya has hecho que me maten. — giró la cabeza y se quedo mirando haciendo pucheros.

No tardó en soltar el mando y levantarse tirando de mí hacia él. Y cuando me tenía pegado, se alzó un poco y me pegó un pequeño mordisco en el cuello. Bufff casi me derrito ahí mismo. Aprovechando eso me empujó hasta su cama y me dejo caer mientras él se quedaba encima mía. No de manera brusca, pero si algo fuerte. Yo estaba expectante la verdad, no me lo imaginaba actuando de esa manera.

NICOLÁS

Me encanta que me mire con esos ojos. Le quité la camiseta y la tiré a un lado, quedando su cuerpo debajo de mí, pude observarlo de arriba abajo, y la verdad que yo debería hacer deporte, porque tiene un cuerpazo, y yo…

Cuando me fije en su vientre, pude notar tres marcas finas que recorrían sus abdominales en diagonal, pasé mis dedos por ellas mientras el cerraba sus ojos. Y no estaba seguro de hacer esto, pero tenía una intuición, pase mis uñas casi sin fuerza por el mismo sitio de las marcas. El abrió los ojos de golpe y se quedó mirando mientras mordía su labio inferior.

—¿Te gusta? — me atreví a preguntar.

Se quedó unos segundos quieto, pero asintió mientras se ruborizaba con vergüenza.

Entonces no dudé y me atreví a ir un poco más allá, quería conocer hasta que punto podía llegar.

Esta vez puse mis dos manos en sus pectorales y clavé las uñas dejando unas pequeñas marquitas en ellos. No me podía creer como se retorcía de gusto.

Intentó llevar una de sus manos a mi cuerpo, pero yo quería probar una cosa, se lo impedí poniendo esa mano y cogiendo su otra muñeca dejándolas por encima de su cabeza pegándome a su oreja.

—Déjame a mí. — entonces me acerqué a su boca y cuando me estaba acercando vi como intentaba levantar la cabeza para atrapar mis labios, me alejé un poco, lo suficiente para que no alcanzase a tocarlos. Volvió a morderse los labios, y al acercarme le mordí el labio despacio para acto seguido juntar nuestras lenguas, su lengua buscaba la mía con desesperación, estaba muy agitado, y ese beso en el que pude sentir como jugaba con su lengua intenté presionar con la mía hasta dentro de su boca, le pasé las uñas por el pecho mientras proseguíamos con el beso y en ese momento que se arqueó pude entrar en su boca y comenzar a jugar dentro de esta, me encantaba sentir el piercing de su lengua, yo estaba también caliente y empecé a presionarme contra él. No pude evitar soltar un gemido a la par que él. Ahogándolo mutuamente. Y ahora os quería contar una cosa, pero desde la última vez que dormimos juntos, me había estado viendo una cantidad ingente de vídeos X para tener algo más de idea y no parecer tonto como la otra vez. Al separar nuestros labios para poder coger aire apoyé mi frente a la suya mientras podía sentir su respiración más agitada que la mía. Le di un beso en los labios.

Fui bajando poco a poco por su cuerpo, arañando suavemente desde su pecho hasta el vientre, cuando llegué a la goma de sus pantalones, los agarré junto con los boxers retirando lo suficiente para liberar su miembro, me alcé un poco e hice lo propio con los mios y volví a sentarme en sus muslos. Fijé mi mirada en sus ojos, que seguían mis movimientos con curiosidad. Volví a buscar sus labios, cuando nuestras pollas se tocaron, quedando nuestras bocas a escasos centímetros, como fascinados por el roce que acabábamos de sentir. Buscó mi nuca con su mano atrayéndome para fundirnos en otro profundo beso, comencé a mover mis caderas al tempo que nuestros labios apresaban los del otro.

Me incorporé comprobando que nuestras pollas estaban completamente empalmadas, acerqué mi mano atrapando ambas y presionándolas, antes de empezar a mover mi mano me fije en su cara, con las mejillas escarlata contrastando con su blanca piel. Sus ojos me señalaban su necesidad de empezar con el movimiento. Comencé a pajearlas mientras me deleitaba viendo los gestos de su cara, como abría la boca y echaba su cabeza para atrás, entones pude admirar su abdomen alzándose y descendiendo, marcando sus músculos por la agitada respiración. Puse la otra mano en ellos dejando resbalar las uñas, cuando su mano busco la mía apretando más nuestras pollas y acelerando el ritmo. Ambas manos nos aprisionaban con fuerza, tuve que dejar caer parte de mi peso sobre su abdomen, notando la dureza de estos, sacándome un leve jadeo por el morbo de la situación. Se ergio para poner su cabeza a la misma altura que la mía, parece que me leyó la mente cuando nos volvimos a besar, esta vez de forma mas desesperada.

Cuando me iba a empujar contra la cama, me aferré a su cuello por acto reflejo, mientras él seguía pajeandonos. Su cuerpo estaba totalmente tenso, mi cara quedó frente a la suya mientras colgaba de su cuello y con un solo brazo estaba sosteniendo nuestros pesos mientras con el otro seguía aumentando el ritmo. Tuve que pegar mi cabeza a su cuello dejando el mio expuesto para que empezase a morderlo, yo hice lo propio.

Pocos minutos pasaron hasta que me acerqué a su oído. — Me-Me corro. — fue alcancé a gemir, junto antes de llenar su mano y nuestros vientres de semen.

En ese momento el no tardó ni un par de segundos en hacer lo propio, dejándome caer en la cama por el esfuerzo, salpicando mi vientre y parte de mi pecho. Se acercó flexionando sus brazos mientras me daba un beso y yo buscaba atrapar sus mechones de pelo con la mano.

Cuando nos separamos me quedé admirándole. — Dios. — dijo mientras su melena ondeaba tocando mi frente y dejándose caer al lado mía.

Me giré sobre su pecho poniendo apoyando la cabeza en él, mientras pasaba una de sus manos por mi cabeza. Me abracé a su vientre y puse una de mis piernas atrapando la suya. Disfrutando de su respiración, y como la relajación de esta me estaba llamando a un profundo sueño que no pude evitar.