Oda a mi adolescencia -(2)- Yin & Yang

La vida de Dani da un vuelco cuando se da cuenta de que es incapaz de controlar sus instintos más primarios.

NICOLÁS

Los rayos de sol empezaron a iluminar la habitación, y cuando abrí mis ojos, tenía a Daniel abrazándome mientras podía notar como seguía durmiendo, aproveché para pegarme más a él y seguir sintiendo su respiración en la nuca durante unos minutos antes de levantarme, no sin antes dejar un beso en su frente.

Aún no me creía nada de lo que pasó ayer. Adoro sus labios. Decidí ir a la cocina a desayunar, mientras él se despertaba, y darle vueltas a la cabeza, pero ya me estaban empezando a entrar dudas sobre todo, por no ser capaz de hacer nada anoche y aun así lo comprensivo que fue. Creo que no me lo merezco.

Pasó casi una hora sin que él diese señales de vida así que fui hasta mi habitación a ver como estaba. Y verle allí tumbado, con la cara totalmente relajada me hizo meterme de lleno en mis pensamientos. ¿Con que estará soñando?¿Será conmigo? Pensé mientras no podía dejar de observarlo.

Lo único que paso por mi cabeza en ese momento fue plasmar esa imagen. Saqué mi cuaderno y acerqué con cuidado la silla a unos metros de la cama, y me puse a dibujarlo.

Empecé por dibujar la silueta de su cuerpo, acurrucado de cara a mí, intenté plasmar como el pelo rubio se deslizaba por su cara, seguí con sus labios que se movían despacio, casi imperceptiblemente, me centré en su cuerpo que quedaba destapado a la altura de la cintura por las sabanas de mi cama, en su pecho se podía notar la respiración mientras lo observaba, debajo de su brazo, su vientre se comprimía al ritmo que inspiraba y exhalaba el aire. Tenia un cuerpo muy bonito.

Cuando volví a alzar mi mirada, no pude evitar ponerme nervioso cuando vi sus ojos mirarme fijamente.

—Buenos días enano. — dijo mientras me dedicaba una sonrisa que ojala pudiese plasmar en el dibujo.

Me la contagió rápidamente. — H…Hola — yo ya estaba otra vez nervioso y tartamudeando. Dios, que pensará de mi. Hice el amago de dejar el cuaderno a un lado pero sus palabras me detuvieron.

—Acabalo si quieres. Me encanta verte dibujar. Me relaja. — dijo mientras intentaba poner una pose consiguiendo que me riese.

Aunque me daba vergüenza que me mirase de esa forma, me centré en dibujarlo, esta vez pude delinear la forma de sus ojos abiertos y corregí la zona su boca para plasmar su preciosa sonrisa.

Al cabo de unos minutos acabé y él se levantó de la cama y se acercó a mí, lo primero que hice fue darle el cuaderno.

Lo tomó y se quedo unos segundos observándolo. — Me encanta…¿Puedo quedarmelo? — dijo mientras yo asentía, me lo devolvía y se acercaba aún mas a mí. — Ahora tienes que dedicármelo. — me dijo mientras me daba un beso de buenos días en los labios.

Tras estampar mi firma lo guardó en una carpeta dentro de su mochila con sumo cuidado.

La mañana pasó rápido mientras le acompañe a desayunar y le ayudé a acabar su parte del trabajo.

Y tras comer pasamos toda la tarde viendo películas mientras nos acariciábamos y nos besábamos cada vez que podíamos. Hasta que llegó el momento de la despedida, nos fundimos en un beso de más de 2 minutos y lo último que vi fue su sonrisa al salir tras la puerta. Estaba feliz, pero no pude evitar decaer un poco al no poder tenerle cerca por más tiempo.

No fue hasta el lunes cuando nos volvimos a ver, aunque estuvimos hablando por Whatsapp hasta entonces. Y no poder besarlo en clases se me hacía bastante difícil, pero ya hablamos que era mejor ocultarlo de momento. Y aunque nuestras miradas no podían evitar buscarse, tuvimos que evitarnos y actuar como lo hacíamos siempre. A mí me costaba más que a él, pasaba las clases escribiendo y dibujando cosas sobre él… Me era imposible no distraerme de otra manera.

Los días pasaron y siempre aprovechábamos para quedar algún que otro día en mi casa o en algún sitio apartado de nuestro barrio donde nadie nos conociese. Si os digo la verdad no poder actuar con naturalidad me estaba consumiendo por dentro.

DANIEL

Hacía años que no me sentía tan bien, cada día que pasaba me sentía más y más unido a Nico, si, prefiere que le llame así y me encanta. Llevábamos ya casi un mes quedando a escondidas, y se me ocurrió ir hasta el centro a comprar un regalo para él, y después de darle muchas vueltas decidí comprarle una de esas figuras como las que tenía en su cuarto. Fue en la cola de la tienda donde me encontré a Rafa, que me saludó al instante.

—¿Que haces aquí tío? — me abrazó y se quedó mirando para la mano con la que trataba de ocultar la figura y agarró la muñeca para curiosear. — No jodas que te gustan esas mariconadas. — dijo mientras mi cara se ponía roja.

—Es un regalo para mi primo pequeño, para Navidad. — creo que conseguí salir del paso. — Ya sabes como son los críos.

Mientras pagábamos, me propuso la idea de salir esa noche con algunos colegas, ya que era sábado y hacía tiempo que no salíamos juntos, y no había quedado con Nico, además me apetecía desfasarme un poco la verdad y teniendo su piso, pagado por papa y mamá, al lado de la zona de fiesta, era una gozada.

Nos despedimos, y fui a cenar y a prepararme a casa. Al acabar guardé un pijama y mudas en la mochila, además de una bolsita con un poco de maría que acababa de pillar para esta noche. Si...

Ya lo sé, pero de vez en cuando me gustaba fumarme algún canuto y no hacía daño a nadie.

Me despedí de mis padres y me dirigí hasta su casa, donde ya estaban varios amigos con los que habíamos quedado.

Comenzamos a beber un poco y a charlar para hacer tiempo a que abriesen los garitos mas conocidos de la ciudad.

Y al final, a las 4 y media quedabamos solo Rafa y yo en la discoteca más petada de la ciudad. No me lo estaba pasando mal la verdad y salir de vez en cuando estaba de puta madre, pero me fui controlando al beber, porque después de tomar algo en su casa, y los chupitos y cubatas que acabamos tomando, ya empezaba a ir por las nubes. Miré al centro de la pista y no pude evitar fijarme en Rafa, estaba bailando con una morenaza casi tan alta como él, la verdad es que el cabrón sabía moverse. Pero cuando me miró y riéndose empezó a mover la cadera como como si se estuviese follando a la chavala en plan, la voy a partir en dos, no pude evitar escupir el trago del cubata salpicando a un tipo que estaba a uno de mis lados.

Lo primero que vi fue su cara de odio mirándome, me sacaba casi una cabeza, y yo, tal como iba, veía que me iba a calzar una ostia inevitablemente, por lo que le pedí disculpas pero no había manera de tranquilizarlo, ya que me estaba agarrando por la camisa. Mientras todo esto pasaba, apareció Rafa por detrás de él, y sin mediar palabra le soltó un cabezazo que hizo que acabase en el suelo. Y no era la primera vez que le veía actuar de esa manera en plan gallo de pelea, pero me quedé un poco trastocado al ver esa agresividad que mostraba para defenderme.

Ni dos minutos tardaron los de seguridad en sacarnos a rastras de allí.

La imagen 5 minutos más tarde, con Rafa apoyado en la pared del ascensor, con una marca en su frente debido al cabezazo y yo con la camisa, con un par de botones reventados y algo borracho, era cuanto menos, casi un deja vu.

—Siempre te tengo que sacar las castañas del fuego. — rió mientras abría la puerta del ascensor. — Encima me jodes el polvo.

Os juro que no pude evitar reírme con ganas. Cuando su mano tapó mi boca indicando que no metiese ruido. —La de enfrente es mi casera, no me la líes. — su aparente seriedad me hizo entrar algo en razón.

Cuando entramos a su casa me dirigí directamente a la habitación contigua a la de Rafa y me dejé caer sobre la cama, y me quedé recostado en ella. Poco después entró Rafa con una camiseta y unos boxers y se quedo mirando para mí.

—¿Trajiste eso? — por el pedo no sabía a que se refería, pero caí en la cuenta que quería fumarse un porro. Y extendí mi brazo señalando la mochila.

Me quedé mirándole el culo mientras comenzaba a rebuscar en mi mochila, y la verdad estaba tardando demasiado pero mientras pudiese ver ese culazo me daba igual en esos momentos.

Cuando se dio la vuelta y le vi con esa hoja blanca, mi puto mundo se fue al carajo. No me digáis por que pero se me bajo la borrachera de golpe y me levanté como pude a quitárselo de las manos. Pero lo levantó lo suficiente para que yo no alcanzase a cogerlo ni saltando mientras lo examinaba.

—¿Qué es esto? — me miró mientras observaba el dibujo en que estaba sin camiseta tumbado en una cama, joder yo estaba aterrorizado. — Para Dani. — intenté quitárselo con todas mis ganas sin éxito. — De Nico. — desistí de luchar y me quedé paralizado. — Te quiero. — empecé a temblar y a ponerme muy nervioso mientras me miraba.

Sabía que no tenía escapatoria, y me senté en la cama mientras no pude evitar ponerme a llorar.

Se acercó a mi con el dibujo. Y se sentó a mi lado sin decir nada durante unos segundos.

—Dani tranquilo. — no me miraba a los ojos.

Estaba muy tenso y sentía que la cabeza me iba a estallar.

—No te voy a mentir diciéndote que no me lo esperaba. — cuando dijo eso no pude evitar hacer contacto con sus ojos. —¿Pero porqué no me lo dijiste?

—No se… Yo… No… — no sabia que decirle la verdad.

—Encima con ese puto friki. — dijo con asco, mientras apretaba sus puños.

—No te pases. — eso me dolió y no pude evitar callarme.

—¡Que no me pase de que! — su voz se tornó algo agresiva. — No te das cuenta como te defiendo siempre… — seguia hablando con ira. — Tío mira como me pongo entrenando. — me miró y sus ojos me dejaron todo claro en ese momento.

—Rafa yo… — mi cabeza estaba a punto de explotar y no encontraba las palabras.

Cogió la bolsa de maria y se puso a hacer un porro, el silencio era demasiado incomodo pero no sabía que decir.

Cuando lo prendió se tumbo en la cama y puso un cenicero a su lado. Se quedó mirando hacia el techo mientras se fumaba el porro, completamente metido en sus pensamientos. Le imité y me quedé tumbado al igual que él.

Cuando me lo ofreció no dude en darle tres caladas, respirando profundamente el humo. Ese sabor fuerte pero aromático inundó mis pulmones relajándome casi al momento. Se lo devolví y cerré mis ojos para intentar pensar un poco en todo.

No se cuanto tiempo pasó cuando noté apoyar su mano al lado mía y sentir su respiración cerca de mi boca. Cuando me dio el beso, y pude notar como me pasaba todo el humo de la última calada que le acababa de dar al porro, decidí abrir un poco mis labios y recibir ese sabor fuerte mientras nuestras lenguas no paraban de jugar dentro de mi boca.

Soy un mierdas, lo sé. Pero no tuve fuerzas para detener eso, ni nada de lo que pasó a continuación.

Al principio me dejé hacer. Apoyó todo su cuerpo encima mío. Empezó a mover sus caderas presionando nuestras entrepiernas.

Paso su lengua por mi oreja. — No sabes cuantas ganas tenía de esto. — me dijo mientras empezó a morderme el lóbulo de la oreja.

No hizo falta decirle nada cuando empecé a temblar del gusto. Dios que lengua tenía, la notaba jugar bajando por mi cuello provocando que no parase de arquearme, apretándome más contra él.

Nunca me había sentido tan indefenso ante nadie. Una parte de mi quería salir de allí pero no pude.

Quería estar con él una vez, por lo menos una vez.

Se separó de mi unos instantes y me quitó la camisa con pasión, podía ver en sus ojos la lujuria personificada. Me desabrochó el cinturón y el botón del pantalón quitándomelos de golpe, dejándome en boxers completamente atento a como me miraba con deseo y empezaba a lamer mis abdominales mientras me miraba a los ojos con una mirada que me estaba poniendo cachondísimo.

Cuando pude reaccionar, y como en los entrenamientos, conseguí ponerlo a el boca abajo, e hice lo mismo que acababa de hacer él, le despojé de toda su ropa lo más rápido que pude hasta que se quedó también en boxers.

Yo estaba sentado sobre él con mi culo en su polla y con mis manos apoyadas en su pecho, empecé a moverme haciendo como si le estuviese cabalgando. No pudo evitar empezar a gemir, momento que aproveché para meterme de lleno en su boca explorándola por completo. Noté que estaba fuera de sí cuando se levantó, alzándome a mi con él. Y volvió a ponerse en posición dominante dejándome caer bruscamente sobre la cama. Me quitó los boxers y se despojó de los suyos. El roce de nuestras pollas no pudo evitar que gimiésemos a la vez. Con sus manos atrapó mis muñecas con fuerza y sus piernas me obligaban a abrir las mías sin casi poder moverme. Mientras me daba mordiscos sin delicadeza alguna, cosa con la que empezó a hacerme daño, aunque no os voy a negar que me excitaba.

—Con cuidado. — alcancé a decirle cuando volvió a morderme en el cuello con fuerza.

Su cara parecía disfrutar con esa situación.

Y el movimiento de sus caderas apretando nuestras pollas era demasiado excitante para pedirle que quería algo mas de calma. Soltó mis muñecas y empezó a bajar por mi cuerpo, mordiendo cada parte que podía llegando hasta mi polla, que se metió en la boca casi entera. Cosa que hizo que tuviese que cerrar los ojos y agarrarme con fuerza a las sabanas ante ese inmenso placer.

Me la comía de forma tan bestial que no me dio tiempo a decirle nada, a los pocos minutos me corrí en su boca, no pude aguantar nada en esa situación os lo juro. Pensé que se enfadaría por eso, pero ante mi mirada se empezó a relamer los labios. Joder vaya escenita me estaba montando. En mi mente pasó por la cabeza, de forma inocente, que ahora me tocaba a mi, pero no, esa no era su idea.

Se levantó y me puso al borde de la cama, con él en el suelo y sin darme tiempo a reaccionar comenzó a pasar su lengua por mi agujero, nunca pensé en que me gustase eso, pero joder, que bien se sentía. Al principio intenté removerme pero me levantó un poco y siguió jugando con su lengua.

—Rafa para por favor. — alcancé a decir entre alguno de los gemidos que me estaba provocando.

Sin aviso ninguno metió un dedo en mi culo, no es que me doliese una barbaridad, era incomodo y yo no estaba seguro de nada de lo que iba a pasar a continuación. Pero como siempre, no dije nada y me dejé hacer.

Cuando ya tenía tres dedos metidos en mi culo y yo seguía retorciéndome, mas de dolor que de placer, cerré los ojos. Al sacarlos sentí alivio, Pero cuando me clavó su polla de golpe pensé que me desgarraba por dentro, no pude evitar gritar y al poco ya estaba llorando del dolor.

Cuando su cara con una sonrisa se cruzó con mis ojos llorosos, se acercó a mi para darme un beso, pero le giré la cara. Se estaba pasando y quería que se diese cuenta por el mismo, pero vi que no funcionó, me agarro del mentón y me giro la cara para empezar a comerme la boca. Esa forma en la que se estaba portando no me gustaba, pero me ponía muy cachondo, era incontrolable y seguí dejándome llevar.

Al poco empezó a moverse, con estocadas profundas, cargando todo su peso en mi culo. Tras la tercera o la cuarta empecé a dejar de sentir dolor. Solo podía ver su cuerpo totalmente tenso mientras me follaba sin control, siguió casi 20 minutos, así, yo estaba totalmente destrozado, sudando a mares, cuando vi que se inclinaba un poco sobre mi y con una de sus manos clavó sus uñas arañando mis abdominales, provocándome otro grito mientras me llenaba con cinco o seís chorros de lefa.

Casi me alivié de que acabase por fin, cuando me dio un beso en el cuello y se levantó, desapareciendo por la puerta de la habitación.

Acababa de follar con él yel arrepentimiento ya hacía eco en mi cabeza… Lo último que recuerdo oír fue el agua de la ducha romper contra su cuerpo, antes de quedarme dormido por el agotamiento arrastraba.