Ocurrió una noche de verano

Mi “pérdida de virginidad” con las maduras. Historia real

Este relato ocurrió en la realidad. Es por ello que se omiten nombres y sitios.

Ocurrió una noche de verano. Yo era un chico joven que por aquel entonces había decidido trabajar durante los meses de julio y agosto en un pub de la zona. No es porque yo trabajara allí pero sin duda, era el mejor.

Acudían personas de todos los lugares cercanos, donde noche tras noche daban rienda suelta al espíritu que todos llevamos dentro durante el verano. Con casi 20 años yo empecé a ser consciente del magnetismo que tiene estar detrás de una barra. No solo en las horas puntas en las que chicas muy guapas se acercaban pidiendo un chupito; sino como aguantaban buscando algo más.

No me considero una persona fea, de hecho he ligado mucho desde que empecé a interesarme por las mujeres. Es por ello que ese verano creo que triunfé. No es broma cuando se dice que quien está detrás de la barra tiene el poder.

Jamás se me olvidará una frase que me dijeron al empezar a trabajar: “la noche empieza cuando cierra el local.” ¡Cuánta razón! Al cerrar el local se juntaban grupos de chicas buscando algo más, era cuando surgían las copas gratis hablando de la noche y de lo que deparaba y un sinfín de situaciones que hacían a la noche, noche.

Una de tantas noches de verano nos encontrábamos un grupo de compañeros recogiendo la terraza y cuando fui a avisar a uno de ellos para que me ayudara con unas mesas lo vi hablando con una chica. La chica en cuestión era alta, rubia con el pelo llegándole a los hombros, unos ojos claros y un cuerpazo espectacular. Llevaba un vestido de flores ceñido que advertía la presencia de dos tetas enormes.

Al ir a avisar a mi compañero, ella me interpeló diciéndome que de donde era, que me veía un chico muy guapo. Le contesté tartamudeando. A lo que ella respondió que le gustaba mucho mi ciudad. Me impresionaba mucho su figura porque yo era un yogurín por aquel entonces; ella ya rozaba los 40 según me dijo. Me siguió preguntando por mi nombre y cuando se lo dije me espetó un “me gustas mucho más ahora”. No os voy a mentir, se me puso muy dura y yo me puse rojo como un tomate de los nervios.

Me comentó que si quería verle, que entrara en el local de al lado cuando acabase, que ella estaría con unas amigas. Me dio dos besos y se fue. A todo esto, mi compañero delante aún con la boca abierta, bastante cabreado, me dijo que ya le había jodido el polvo de la noche. Terminamos de recoger y fui a hablar con mi jefe y mis compañeros para contarles la situación.

Ellos me dijeron que fuera, que no me lo pensara dos veces. Yo había estado ya con varias chicas pero nunca con una tan imponente como esa. Así que me decidí y fui para el sitio. Total, era el verano de las experiencias.

Al entrar en el sitio fui directo a la barra. Si no la encontraba podía matar el tiempo con cerveza en mano así que me dediqué a dar una vuelta por el local. Era una única sala, pequeña, no tenía escapatoria.   No la vi, así que me imaginé que estaría en el baño. Los baños de este sitio son con un lavabo común y luego dos puertas una para hombres y una para mujeres. Fue justo entrar en el “recibidor común” y verle salir del baño de chicas. Yo sin pensármelo dos veces le cogí de la cintura y le metí en el baño de los hombres. Eché el pestillo y puse la cerveza encima del vater.

-joder chaval, me tienes ganas eh. Y yo que pensaba que eras un yogurín sin experiencia.

No dije nada, empezamos a comernos la boca como posesos. Juntando nuestras lenguas por todos lados. Yo tocando sus tetas, se notaba que operadas, bien duras. Se quito el vestido y se quedó en tanga delante mía, sin sujetador para que se las comiera bien. No he vuelto a comerme unas tetas así en la vida.

Ella se bajó a mi poya para empezar a mamarmela, yo estaba cachondísimo la situación me estaba sobrepasando de la imponencia de la chica, pero aguanté. Aguanté sin correrme hasta que paro de comermela y me dijo:

-Ahora me vas a follar.

Y poniéndose de cara a la pared empecé a follarmela como si no hubiera un mañana. Le tocaba las tetas apretandoselas y ella me decía “mas fuerte joder, mas fuerte, follame!!!!!” Iba a correrme así que le dije que nos fuéramos de allí, a la playa. Que quería follarle en la playa. Así que se vistió y nos fuimos los dos a la arena.

En la arena seguí comiéndole las tetas y ahí si pude comerle el coño. Tenía un coño perfectamente depilado. Mi lengua jugó como loca. Escupía dentro, me lo comía, llegué a meter cuatro dedos de lo cachonda que estaba ella. Cuando ya no podía más, me pidió que le follara más, y eso hice. Me puse encima y ella no paraba de gemir como una loca, yo estaba a punto de correrme así que se lo dije. Me dijo que ella se iba a poner encima y que me corriera dentro que tomaba anticonceptivas así que no había problema.

Cuando ella se puso encima empecé a ver esas tetas encima mía y ella comiéndome la boca y mordiéndome me gritaba que me corriese y que le llenara el coño de leche. Eso hice. En una última metida de mi poya me corrí dentro de ella como un loco. Vaya corrida me pegué. Acabamos besándonos e intercambiamos los teléfonos con la esperanza de volver a vernos. Tras muchos años no he vuelto a coincidir con ella.

Espero que algún día repitamos.