Octubre
Deberás demostrar que realmente deseas ser mi sumisa, un mes de esclavitud extrema, si algo no me gusta, si me rechistas en algo, si vuelves a tener dudas, volverás a ser una perrita sin collar.
OCTUBRE
Carolina se encontraba en una situación difícil, había conocido a su Amo unos meses antes, en un chat de internet, se conocieron, se gustaron y no tardaron mucho tiempo en convertirse en Amo y sumisa. Para ella, esta era su primera experiencia real, a pesar de que fue consciente de su naturaleza sumisa ya desde muy niña, nunca se había atrevido a dar el paso, hasta que lo conoció a él.
Ella era una chica normal, de estatura media, delgada, de piel morena, con un trasero redondito y prominente y unos pechos generosos. Tenía una larga melena oscura y unos enormes y profundos ojos negros que, enmarcados en su carita de niña dulce, conseguían captar fácilmente la atención de quienes hablaban con ella. Trabajaba como administrativo y acababa de alcanzar la treintena. Su Amo era un chico joven, seis años más joven que ella, delgado, atractivo, inteligente, dulce y extremadamente sádico, perfecto para ella. Él le ayudó a descubrir y recorrer con placer los más sucios y oscuros rincones de su alma, le ayudó a aceptarse como sumisa y a desear llegar cada día más lejos a su lado.
Todo había sido perfecto entre ellos, se compenetraban a la perfección, tenían los mismos sueños, los mismos deseos, los mismos fetiches y los mismos límites pero un día, ella comenzó a dudar, siempre fue una mujer fuerte y sentirse tan sometida y controlada por un chico joven la lleno de inseguridades y decidió tomarse un tiempo para decidir si realmente era esa la vida que deseaba. Tardó dos semanas en volver a llamar a la puerta de su Amo, pero él le dejo las cosas muy claras: - Deberás demostrar que realmente deseas ser mi sumisa, un mes de esclavitud extrema, si algo no me gusta, si me rechistas en algo, si vuelves a tener dudas, volverás a ser una perrita sin collar.
Carolina no sabía que decir, adoraba a su Amo, lo amaba con toda su alma, no deseaba perderlo, haría cualquier cosa por él .así que aceptó el reto. Las instrucciones eran simples: - El día 1 de Octubre, te presentarás en mi casa con la maleta hecha, cuando cruces la puerta, te olvidarás de tu vida durante un mes entero, obedecerás sin condiciones, servirás sin reservas y te convertirás en la perfecta sierva que siempre deseaste ser, una esclava sin límites para tu Amo.
El día había llegado, Carolina miraba su maleta, estaba parada frente a la puerta de su Amo, las dudas y los nervios la devoraban por dentro, pero esa era su decisión, adoraba a su Amo y se prometió llegar hasta el final. Respiró profundamente para intentar calmarse y finalmente llamó a la puerta. Abrió su Amo:
Te dignaste a venir puta, ¿Estás segura de lo que vas a hacer? Cuando cruces esta puerta tu vida desaparecerá, Carolina desaparecerá, sólo quedará la puta obediente que va a ser mi esclava sin límites durante un mes entero.
Si Amo, lo acepto.
Bien zorra, las normas son simples, obedecerás todo cuanto ordene, no repetiré las cosas dos veces, a la menor muestra de desobediencia, volverás a coger tu maleta y yo no tendré que volver a ver a esta perra inútil jamás.
Carolina asintió con la cabeza, entró en la casa de su Amo y cerró la puerta tras de sí. Se quedó allí parada sin saber que hacer, esperaba las ordenes de su Señor, miraba al suelo pensativa y, de repente: ZAS!, una fuerte bofetada la despertó de sus pensamientos:
- ¿Es que no sabes comportarte zorra? No eres más que una perra inútil ¿Te enteras?! Eres una sucia perra callejera a la que voy a conceder el honor de servirme. Y te quedas ahí parada, de pie, como si fueras una persona y encima vestida. A partir de ahora perra, vas a comportarte como lo que eres, desnúdate ahora mismo puta! Tu collar y tus tacones serán las únicas prendas que podrás llevar en mi presencia, a no ser que te ordene lo contrario. Y ponte a cuatro patas, caminarás siempre así, es tu postura natural, es como debe andar una perra como tú.
Carolina aun sentía el calor de la bofetada en la mejilla mientras se desnudaba y se colocaba su collar, se puso a cuatro patas y caminó tras su Amo hasta el salón.
- Muy bien cerda, durante el tiempo que estés aquí, vas a demostrarme que sirves para algo más que para ser follada por cuantos te cruzas en el camino maldita puta. Ahora mismo no eres más que una criada, una maldita chacha para mí, así que demuestra que al menos sabes hacer algo y limpia la casa, puta. Comienza por el suelo puerca, quiero ver cómo se te mueven esas ubres que tienes mientras me limpias el piso a cuatro patas. Procura hacerlo bien putita, lo que no esté bien limpio tendrás que repasarlo con tu sucia lengua de perra.
Su Amo se acomodó en el sofá mientras Carolina caminó a cuatro patas hasta la cocina, cogió un cubo y un paño y volvió al salón sujetando el asa del cubo con la boca, se sentía humillada, nunca había tenido que realizar las tareas del hogar para su Amo. Pero supuso que a partir de ese día, eso sería algo a lo que tendría que acostumbrarse. Comenzó a limpiar el suelo, las rodillas comenzaban a dolerle, sus pechos se movían al compás de la mano que limpiaba, tenía unos pechos generosos y ella misma comenzaba a excitarse sintiendo sus pezones rozar contra el suelo cada vez que se agachaba a limpiar bajo un mueble, además, sabía que estaba comenzando a mojarse y su Amo la miraba mientras ella estaba agachada, completamente expuesta.
La visión de ese precioso culo moreno abierto, el coño de Carolina cada vez mas mojado mientras la humillaba de esa manera no dejó a su Amo indiferente. El Señor se levantó y se colocó detrás de ella, le agarró las nalgas y se las separó, dejando a la vista el estrechito culo de su perra y un coñito rosado cada vez más húmedo.
- Vaya, vaya, ¿Te estás poniendo cachonda cerdita? ¿Te calienta ser una puta chacha para tu Amo?
Su Amo pasó un dedo por el coñito de la perra y frotó un poco su clítoris, Carolina estaba excitada, descansó los brazos y gimió en respuesta a la caricia de su señor. ZAS! El Amo le dio un fuerte azote.
- ¿Te he dado permiso para dejar de limpiar puerca? ¿Acaso crees que sirves para algo más? Sigue limpiando maldita zorra, como pares de limpiar un solo segundo vas a lamer el suelo de todo el salón mientras te caliento ese sucio agujero de perra a fustazos.
Carolina siguió limpiando el suelo con el paño, sus pechos se movían cada vez más deprisa. El Amo agarró sus nalgas, las abrió al máximo y escupió en su agujero, colocó la punta de su polla en él y comenzó a empujar, Carolina gimió sin dejar de limpiar. Su Amo siguió empujando más y más, notando la presión al principio y poco a poco, la enorme polla del Señor entro por completo en el culo de la perra. El Amo estaba tan excitado, le encantaba tener a una hembra a sus pies, humillada y completamente entregada, el orgasmo no iba a tardar en llegar. Embestía a su puta con ansia, la empujaba brutalmente mientras se regodeaba en la imagen de su perra limpiando el suelo para él, humillada y anulada, pero aún así empapada y caliente como la sucia perra en celo que es.
La perra gemía sin parar, la enorme polla de su Amo la estaba dilatando bien, ella intentaba concentrarse en limpiar el suelo, quería ser la mejor perra que su dueño pudiera tener, pero la oleada de dolor y placer que la recorría no la dejaba concentrarse en su trabajo. La polla que ella tanto adoraba estaba bombeando sin parar, ella sentía su agujero completamente dilatado, sentía los huevos de su dueño golpeándole el coño a cada brutal embestida, sentía el dolor en sus rodillas, su mano mojada sin parar de limpiar el piso, su coño húmedo y caliente que ansiaba la polla de su Amo, deseaba sentirlo dentro, ella adoraba cuando su Amo la poseía de esa manera, haciéndola suya.
- ¿Esto te gusta perra? ¿Te gusta sentir a tu Amo enculandote mientras limpias? ¿Te gusta ser la sirvienta obediente te tu Amo? Yo se que si puta, mira como te brilla ese sucio agujero que tienes.
El Amo estaba a punto de llegar, la visión de su perra tan humillada y dócil le volvía loco, no tardaría en llenarle el culito de leche si seguía a ese ritmo. Así que la agarró del pelo, tiró de su cabeza hacia atrás y comenzó a azotarle el culo mientras la enculaba salvajemente.
Carolina se perdía en oleadas de placer, su cabeza mirando hacia arriba sujeta por su Amo del pelo, su agujero tan dilatado y castigado, su culito cada vez mas rojo y caliente, pronto se abandonó al placer y perdió la concentración que tenía en su trabajo, dejó de limpiar y se centró en el placer que su Amo le estaba regalando. Su Amo siguió follándola sin descanso, pero en el momento del éxtasis, Carolina notó como su dueño salía de ella, se incorporaba y se tocaba hasta sacar toda su leche y derramarla por todo el suelo a su alrededor.
Entonces, el Amo se giró hacia ella, le agarró por el pelo y le empujó la cabeza contra el suelo.
- ¿Es que no sirves para nada puta? ¿Qué cojones acabo de decirte? ¿Cuáles eran tus órdenes maldita perra? Le apretaba la cabeza contra el suelo con dureza- Eres una perra inútil que no sirve ni para obedecer una orden tan simple.
La empujo hacia el lugar en el que había caído la corrida y le puso un pie sobre la espalda haciendo fuerza hasta dejarla tumbada sobre el suelo. No te muevas de cómo estás zorra, vas a aprender a ser una buena sirvienta a base de fustazos, tenlo claro- El Amo salió de la habitación y volvió con una fusta en la mano, su expresión era mas de sádica satisfacción que de decepción, realmente deseaba castigarla.
-Lame mi corrida del suelo perra, hazlo despacio. Saca la lengua completamente y lame despacio el suelo, quiero tu cara de puta pegada al suelo, no quiero quejas ni muecas de asco, solo haz lo que se te ordena. Mantén las piernas bien separadas.
Carolina miraba con desconfianza la fusta, la voz calmada pero firme de su Amo no auguraba nada bueno, pegó la cara contra el suelo y sacó despacio la lengua, lamiendo todo el suelo con ella y notando el sabor del semen de su dueño, recogió la lengua para saborearlo y volvió a sacarla. ZAS! La fusta la había golpeado en su sexo con violencia, ella nunca había sido castigada tan duramente en su sexo, se quedó paralizada, su coñito ardía de dolor.
-Sigue lamiendo puta, aún te falta mucha corrida por limpiar y te he dicho que vayas despacito, cuando acabes, sabrás como limpia una verdadera sirvienta.
La perrita siguió lamiendo despacio, ZAS!, ZAS!, ZAS! Los fustazos no cesaban, su coñito comenzaba a hincharse, las lágrimas se asomaron a sus ojos. ZAS!, ZAS! Carolina sentía cómo ardían los golpes en su sexo, siguió lamiendo sin parar hasta dejar el suelo de su dueño más limpio de lo que jamás hubiese estado.
El Amo arrojó la fusta al suelo junto a la cara de su perra.- Ahora lame la fusta zorra, la has dejado perdida de tus jugos de perra, espero que hayas aprendido la lección, cuando termines de limpiarla, ve a la cocina y prepara la cena para tu dueño, más te vale que me guste como cocinas cerdita.-
Carolina limpió la fusta con la lengua como su Amo le había ordenado y se dirigió a cuatro patas hacia la cocina, su sexo le palpitaba de dolor y a pesar de ello, aún sentía ansias de ser follada. Estaba frustrada y dolorida y ni siquiera había terminado su primer día de esclavitud; A Carolina le esperaba un mes muy largo Continuará.
Para mi Amo, porque sin ti, mi vida carecería de esa oscuridad que tanto necesito.