Octubre (3)

Carolina recibe su primera lluvia y descubre la dominación financiera.

OCTUBRE (3)

El Amo abrió los ojos, había dormido bien y se sentía descansado, una luz tenue se colaba entre las cortinas y en el aire flotaba el aroma del café recién hecho. Miró hacia un lado y vio a Carolina junto a la cama, bien peinada y maquillada, vestida únicamente con su collar y sus tacones, a cuatro patas sujetando las zapatillas en la boca. No podría haber tenido un mejor despertar, siempre había deseado aquello, una esclava obediente y dulce a su servicio las 24 horas del día. Carolina tenía un delicioso contraste entre dulzura y perversión que lo volvía loco. Tenerla a su lado de esa manera tan entregada, tan sumisa y dócil, le hacía sentirse lleno, esa bestia sádica y oscura que vivía en su interior al fin se encontraba calmada, saciada en sus más bajos y primitivos instintos.

Se sentó en la cama y acarició la suave melena de su sumisa mientras ella le colocaba con cuidado las zapatillas – Buena chica, buena perrita – Se incorporó y se dirigió al salón, en la mesa se encontraba el desayuno cuidadosamente colocado para él; No faltaba nada, todo estaba preparado a su gusto, el café bien concentrado, zumo recién exprimido, tostadas calientes…. Realmente adoraba haber encontrado una sumisa tan servicial. Carolina se acercó a él caminando a cuatro patas con el periódico en la boca. El Amo le dio unas palmaditas en la cabeza- Buena perrita, ahora ve a prepararme un baño putita, espérame de rodillas frente al lavabo.

La perrita llenó la bañera con agua caliente y espuma y esperó sumisa frente al lavabo. El Amo entró y se colocó de espaldas a ella frente al lavabo, lo llenó con agua y comenzó a afeitarse, se giró y…ZAS! Le dio una buena bofetada a la sumisa.

  • ¿Eres tonta perrita? ¿Tengo que decirte a cada momento lo que debes hacer? ¿Crees que estás en ese lugar por capricho? Escúchame bien zorra, a partir de ahora, una de tus rutinas diarias será la de ocuparte de mi culo mientras yo me afeito y te ignoro, así que espabila y no me hagas perder más tiempo.

A Carolina no le gustaba mucho esa práctica, pero si su Amo así lo ordenaba, no podía hacer otra cosa, así que acercó la cara al culito de su dueño, separó las nalgas con las manos y comenzó a lamer. Pero entonces, el Amo se dio media vuelta, agarró a la perra por el pelo y con la otra mano azotó uno de sus pechos.

-Eres- ZAS! – Una- ZAS! – Puta- ZAS!- Inútil- ZAS!- No quiero que vuelvas a tocarme con esas sucias pezuñas de puerca si yo no te lo ordeno. Las manos a la espalda YA! Hunde tu hocico de perra en mi culo y esmérate puta, porque me estás haciendo perder la paciencia.

El pecho que había recibido los azotes estaba enrojecido y Carolina sentía que le ardía, colocó las manos a la espalda y acercó más y más su cara al culito de su Amo. Hundió su cara en él y sacó la lengua, comenzó lamiendo los huevos, le encantaba lamerlos, jugar con ellos en su boca, mojó bien su lengua y recorrió todo el centro, desde los huevos de su dueño hasta la espalda, lamidas largas y suaves, lamidas cortitas concentradas en algún punto, pequeños círculos recorriendo toda la hendidura y al final, se centro en el agujerito de su Amo, lo rodeó con la lengua, lo mojaba con su saliva y volvía a lamerlo, dibujaba círculos por todos los pliegues.

El Amo seguía con su afeitado sin prestar atención a la perra, le encantaba usarla como a un objeto e ignorarla mientras ella estaba siendo humillada – La lengua dentro puta- Ordenó mientras sacudía su maquinilla en el lavabo- Métela entera zorra, si no quieres recibir una buena tunda de azotes para empezar el día calentita-.

Carolina obedeció sin pensar, a pesar de que le daba bastante asco meter la lengua ahí, mojó bien el agujero y comenzó a hacer presión con la lengua hacia dentro, era difícil, tenía que forzar mucho la lengua y le dolía, siguió empujando hasta que metió la punta y entonces comenzó a moverla adelante y atrás continuamente, llegando cada vez más profundo, abriendo el agujero suavemente, teniendo que hundir cara vez más la cara en el culo de su dueño, hasta que toda la lengua de la perrita estuvo dentro.

El amo se giró sin más y se metió en la bañera, dejando a la perrita con la lengua fuera en un gesto ridículo. Carolina recogió la lengua y cerró la boca sintiendo el sabor de su Amo. Agachó la cabeza y esperó más instrucciones.

-Ven aquí y lávame cerdita, utiliza la esponja, no me toques.

Carolina cogió la esponja y comenzó a recorrer con ella el cuerpo de su dueño, le encantaba, adoraba ese cuerpo, se recreó en los pies, objeto fetiche para ella, acarició sus piernas, su pecho, sus brazos, las manos que tantas veces la habían golpeado, vio que su dueño estaba duro, su adorada polla se veía erecta a través del agua. La perrita comenzó a pasar la esponja por la ingle de su Amo, continuando por su polla, mirándola absorta en sus pensamientos, la deseaba tanto, deseaba tanto que su Amo la follase sin más, como a una hembra cualquiera.

-¿Qué estás mirando puta? Siempre estás en celo perra, das asco. ¿Quieres verlo más de cerca zorra?- El Amo agarró la cabeza de la perrita y la hundió en el agua apretándola contra su polla – Es esto lo que querías ¿No? Pues ahí lo tienes puta, empieza a chupar guarra.- El Amo sacó la cabeza de la perrita del agua, el pelo le caía por la cara y el maquillaje comenzaba a resbalarse por sus mejillas, tomó aire mientras el Amo volvía a hundirle la cabeza en el agua presionando su cara contra la polla, la perrita comenzó a chupar aguantando la respiración.

El Amo volvió a sacar la cabeza de la perrita del agua y la lanzó hacia atrás, haciendo que Carolina perdiese el equilibrio y cayese sobre su culito en el frío suelo.- Tráeme mi albornoz puta- La perrita fue a cuatro patas a por el albornoz y se arrodilló para ofrecérselo a su dueño.

  • Muy bien puta, ahora coge una toalla y seca a tu dueño, hay algo que debes saber: mis pies, mi polla, mis huevos, mi culo y mis axilas son partes de mi cuerpo que jamás podrán ser secadas con una vulgar toalla, así que saca de nuevo tu sucia lengua de perra y dame el trato que merezco puerca.

La perrita comenzó lamiendo los pies, le encantaba venerar de esa manera a su dueño, lamiendo despacio sus pies, sin dejar un solo centímetro sin lamer, se esmeraba sobre todo en los dedos, metía la lengua entre ellos y se los introducía en la boca uno a uno. Secó después las piernas con la toalla y dedicó otro rato a lamer los huevos, la polla y el culito de su dueño. Siguió subiendo por el torso y mientras secaba su vientre con la toalla, lamió sus axilas, era algo nuevo para ella pero descubrió mientras lo hacía que le resultaba humillante y excitante a la vez.

Bien perra, ahora métete en la bañera y arrodíllate, vamos a darle una ducha a la puerca.

El Amo se colocó ante la perrita y agarró su polla, Carolina supo lo que iba a hacer y le invadió el miedo, nunca antes había probado la lluvia dorada a pesar de que sabía que a su Amo le encantaba, ella sentía cierto reparo ante la idea y su dueño no la había forzado nunca a hacerlo. De modo instintivo, la perrita levantó las manos cruzadas ante ella. – Oh, eso no Amo, por favor no lo haga-.

ZAS! Una fuerte bofetada hizo que Carolina bajase las manos inmediatamente.

  • Las manos a la espalda puta, levanta la cara, voy a mearte y después me vas a dar las gracias perra. Es un honor que aún no te has merecido, así que considéralo un regalo.

Carolina puso sus manos a la espalda y levantó la cabeza indecisa, cerrando los ojos. El Amo comenzó a mear sobre ella, el primer chorro le cayó en su coñito, ella lo sintió muy caliente, un abundante chorro tibio que subía despacio por su vientre, sus pechos, caía por todo su cuerpo llenándola de calor, aunque a ella no le gustaba, le resultaba desagradable y supo en ese momento que debería entrenar mucho para acostumbrarse a aquello. El chorro siguió subiendo por su cuello hasta llegar a su rostro, como respuesta, Carolina no pudo hacer más que cerrar con fuerza ojos y boca, aquello era denigrante.

  • Abre la boca puerca, no lo repetiré dos veces, serás lo que yo quiera que seas y en este momento perra, eres mi urinario, así que abre esa sucia boca de comepollas que tienes porque voy a meartela toda guarra.

Aquello era demasiado para la perrita, adoraba a su dueño pero no creía que pudiese soportar recibir su meada en la boca. Tímidamente abrió un poco los labios sintió el líquido entrar en su boca, el sabor era fuerte, la sensación no le gustaba, estaba caliente, ardiendo sobre su lengua.- Ábrela más zorra, verás como te gusta.- Carolina obedeció y abrió mas su boca, la sintió llena inmediatamente, el chorro de su Amo le llegaba directamente a la lengua. –Empieza a tragar puta.- Carolina quiso ser obediente e intentó tragar, pero sintió arcadas y tosió, derramando la orina de su Amo sobre el borde de la bañera y en el suelo.

-No sirves para nada zorra, abre bien la boca y déjame terminar maldita puerca.

El Amo terminó de vaciar su vejiga en la boca de Carolina, sacudió su polla junto a su cara, se puso su bata y se marchó. Carolina no sabía que hacer, así que se quedó dentro de la bañera, arrodillada, humillada y en silencio, esperando que su dueño le dijese que debía hacer. Apareció al cabo de unos minutos, ya perfectamente vestido y arreglado para el trabajo.

  • ¿Aún sigues así puerca? Al menos lávate un poco guarra, apestas. Hoy limpiarás toda la casa, deberás hacerlo cada día, el suelo del baño lo limpiarás hoy con la lengua puta, no hace falta que te explique porque ¿No? Da gracias a que no tengo tiempo para azotar ese sucio coño de perra que tienes por haber escupido así lo que debería ser un regalo para ti. Cuando hayas terminado la casa saldrás a comprar, te pasarás por un cajero y sacarás íntegra tu paga de este mes ¿Me has entendido zorra? Cada céntimo de ese sueldo que has ganado con tu sudor, lo sacas y lo traes a casa. Cuando yo llegue, me recibirás de rodillas en la entrada, no me importa si tienes que pasarte una hora esperando, procura estar ahí cuando abra la puerta.

El Amo cogió sus cosas y se fue a trabajar. Carolina casi sintió alivio al escuchar la puerta cerrarse. Se dio una ducha caliente y se puso manos a la obra. No rompió ninguna de las reglas, aunque su Amo no estaba, ella deseaba ser su esclava aún cuando no la estuviese mirando. Limpió cuidadosamente toda la casa, preparó la ropa de su Señor, la orden del baño no fue fácil de cumplir, pero estaba decidida a entrenarse en todas las disciplinas de las que su Amo gozase así que después de limpiar los sanitarios, se agachó y lamió cada centímetro del suelo, incluida la parte en la que ella había derramado la orina de su Dueño.

Sobre la cama, el Amo le había dejado la ropa que debía ponerse: Blusa blanca ceñida, falda negra de tubo, medias con ligueros y unos altísimos zapatos de tacón. Por supuesto, nada de ropa interior. Se vistió y salió a la calle a cumplir con sus obligaciones, hizo la compra y sacó del banco su nómina completa de ese mes, hasta ese día, su dueño jamás le había pedido dinero y aquello le desconcertaba un poco, pero no quiso darle más vueltas, una orden es una orden.

A la hora en la que el Amo volvió a casa, Carolina llevaba ya media hora arrodillada frente a la puerta y las piernas se le comenzaban a dormir.

  • Buenas tardes puta ¿Me has echado de menos?

-Si, mi Amo.

-Bien, bien, pues ahora túmbate en el suelo y ábrete de piernas, vas a ser mi felpudo.

Carolina obedeció y se tumbó ante su Amo abriendo todo lo que pudo sus piernas, su Dueño colocó uno de sus zapatos sobre el coñito de la perra y lo frotó.

  • Eso es puta, sirves para todo ¿Eh? Jajajaja.

Continuó frotando el zapato contra el coño de su perra que, como de costumbre, se encontraba ya bastante mojada.

-Joder puta, me estás pringando todo el zapato.- El Amo subió el zapato hasta los pechos de la perra y lo frotó en ellos para quitarse todo el jugo de perra que tenían. – Eso está mejor, ahora lámelos puerca.- Subió el zapato hasta ponerlo sobre la cara de Carolina que sacó la lengua y comenzó a lamer la suela del zapato de su Amo mientras éste apretaba cada vez más el pié contra la cara de la sierva.

  • Muy bien puta, eso es, sigue lamiendo, los zapatos de tu Amo deben estar siempre impecables y tu sucia lengua se va a encargar de ello ¿Verdad zorra?

El Amo repitió lo mismo con el otro pié, apretando esta vez más fuerte el zapato contra el coñito, los pechos y la cara de Carolina, apoyando parte de su peso sobre ella, comprobando hasta donde podría aguantar su perra. Cuando hubo terminado, ordenó a su sumisa que lo descalzase y besase sus pies, después se dirigió al salón y se sentó en el sofá.

-Bien puta ¿Has sido obediente? ¿Me has traído el dinero?

-Si Señor, está en un sobre en mi bolso.

-Tráemelo zorra, no uses tus sucias manos, busca el sobre con tu hocico y tráemelo así.

Carolina estaba confusa, ella no quería dar su dinero a su Amo, había trabajado mucho para ganarlo y el tema económico jamás fue algo a tener en cuenta en aquella relación. Pero no quería pronunciarse antes de saber que es lo que su Dueño deseaba así que fue obediente y le llevó el dinero en la boca a cuatro patas. El Amo agarró el sobre de la boca de la perra y contó el dinero, después lo guardó en su maletín.

-Muy bien perra, este dinero es mío ahora, tu eres un animal y no necesitas dinero para nada, tu vida la controlo yo, tu ropa la controlo yo y ahora, tu dinero, ya no es tu dinero, a ti no te queda nada puta, este dinero es mío por derecho. Por cierto, hay otra cosa que debes saber, este mes, las facturas y las compras necesarias para esta casa y para todas aquellas cosas que se me ocurran para torturarte, las pagarás tu.

  • Pero, pero Amo, le he dado el dinero de todo un mes, ¿De donde voy a sacar el dinero para pagar también todas esas cosas?

  • Vamos a ver perrita, dime, ¿Qué eres tu?

-Soy su esclava Amo.

-¿Qué más eres tu?

-Soy su perra Señor.

-A ver puerca, la última oportunidad, ¿Qué eres tú?

Carolina vio la respuesta clara inmediatamente, abrió los ojos sorprendida y comenzó a balbucear la respuesta, no se lo podía creer.

-Soy…yo soy…soy una puta Amo.

-Bingo! ¿Y cómo se ganan la vida las putas perrita?

-Amo, por favor, se lo ruego. –Las lágrimas comenzaron a asomar a los ojos de Carolina, podía hacer cualquier cosa por su Amo, pero no quería ser tocada por nadie más y mucho menos vendida de ese modo.

-Jajaja, tranquila, tranquila putita. De momento, y digo de momento, yo seré el único merecedor de tus favores, te vas a comportar como la puta que eres para mí, te voy a pagar con el dinero que tu misma habías ganado y después invertirás ese dinero en comprar cosas que usaré para torturarte, ¿No es una idea retorcidamente deliciosa?

Carolina agradeció no tener que practicar sexo con extraños por dinero, pero la idea de su Amo la humillaba al máximo, ella adoraba a su Señor, le encantaba obedecerle y atender cada orden sumisa, nada le gustaba más que el sexo con su dueño, pero si al final del sexo su Amo le pagaba por ello, realmente la convertía en una verdadera puta, una puta pagada con su propio dinero.

-Ahora que lo has entendido zorra, arrodíllate ante mí, vamos a usar los servicios de esta puta ahora mismo.

El Amo se puso de pié, agarró la cabeza de la perra con ambas manos y literalmente comenzó a follar la boca de Carolina que a duras penas aguantaba las arcadas, la polla de su dueño se clavaba en su garganta impidiéndole respirar, las embestidas de su Señor eran cada vez más duras, más violentas, sus manos le impedían echarse hacia atrás para coger un poco de aire.

-Vamos puta, cómetela toda, se que te encanta así que no te resistas zorra. Haz tu puto trabajo maldita furcia. Traga polla zorra, trágala entera.

El Amo no tardó mucho en llegar al límite del orgasmo, agarró la cabeza de la puta por la parte de detrás y le hundió la polla en la garganta tan profundo como pudo. La perra no podía respirar y sentía abierta la garganta, notó un cálido chorro derramarse directamente en su garganta.

-Eso es puta, eso es, sé cuanto te gusta la leche puerca, así que no te voy a dar la opción de saborearla.

Sacó la polla de la garganta de su perra y se dio la vuelta aún con la respiración agitada, metió la mano en su maletín y cogió el sobre con lo que antes era el sueldo de Carolina, sacó un billete de 20 euros y se lo tiró a la cara a su sumisa.

-Ahí tienes puta, lo que vale tu trabajo, para lo que has hecho ni te lo mereces, ahora coge el dinero con tu sucio hocico y quítate de mi vista, he terminado contigo por hoy.

Carolina agarró el billete con la boca y se fue a cuatro patas hasta su cesta, estaba caliente y humillada, había sido un día muy duro para ella.

Escribo este relato desnuda y con mi collar puesto bajo expreso deseo de mi Señor.