Obsesivo II

"La pasión es una obsesión positiva. La obsesión es una pasión negativa" Paul Carvel.

II

Me tomo mucho trabajo no sentirme incomoda todo el rato pero creo que él no lo noto y que a ella simplemente no le importó.

Nos dejó en la oficina de nuevo, la despidió con un profundo beso frente a mí, no hallaba donde meterme, pasaba con rapidez de la pena al enojo, los celos.

  • ¿Me explicarás que rayos fue todo eso?, exigía en susurros mientras pasábamos por el pasillo.

  • Necesitabas verlo, recordar que él tiene mucho más terreno que tú.

  • ¿Es que te consideras una finca acaso?

Le reclame un poco más alto. Se detuvo a observar alrededor, a nadie le podía importar menos nuestra presencia en este universo.

Enojada la tome del brazo y la empuje hacia atrás, una oficina vacía, ni si quiera sabía de qué o de quien.

  • ¿Por qué juegas conmigo?

  • Eres tu quien quiere jugar con algo que no puede manejar.

Su mirar dejo de ser tierno y pasó a ser oscuro y calculador en un instante.

  • ¿Por qué no simplemente le dices?

  • ¿Por qué no lo haces tú? Es tu mejor amigo después de todo y aun así aquí estas, acorralándome contra una pared. Tratando de robar lo que cree suyo.

  • ¿Te consideras de él?

  • No soy de nadie.

  • ¿Es eso lo que tratas de demostrarme? Libere la presión que sostenía mi mano en su antebrazo.

  • Trato de que al fin lo entiendas. No tendremos nada. No significas nada y necesitas alejarte.

  • No puedes mentirme después de anoche.

Una sonrisa burlona termino por joder todas mis ilusiones en ella. Salió de la oficina. Tras un momento salí yo.

  • Este fin de semana al fin es el paseo, de verdad lo necesito.

La voz de Isabel me distrajo de mis pensamientos rabiosos y mi humillación. Me levante a abrazarla con la intensidad que tenía días sin mostrarle.

  • ¿Estas bien? – inquirió preocupada.

  • Solo te extrañe – y debí hacerte caso, complete para mis adentros – ya es el paseo es cierto, cambie de ánimo. En dos días nos iríamos a la piscina, y este mal sabor se iría de mi boca con prontitud, espero.

Nos vimos en la empresa, temprano en la mañana, nos subimos a una camioneta y partimos, hubo que hacer dos viajes porque ninguno quiso traer carro. La mayoría de las chicas iban adelante, Isabel con su niño, Sofía, Gabriela, María, y los demás detrás, Xavier no quiso ir, levantarse temprano le resultaba inadmisible estando de vacaciones.

Piqué las cosas para el asado, mi humor en un punto bastante extraño se desplomaba a segundos y se inyectaba de euforia en otros. No quise colocarme el traje de baño, decisión que Sofía no compartió conmigo, se veía deliciosa, y adoré su expresión de falsa pena por el mini rollito en su abdomen, amaba que le prestaran atención, “¿Cómo te atreves a decir que estas gorda? ¡Luces maravillosa!”, eso le fascinaba.

Termine de cocinar y subí a la segunda planta de la casa, desde el balcón los observaba jugar en la piscina. Carlos había decidido convertirse en el nuevo conejillo de indias de Sofía, no se despegó de ella en toda la tarde.

Comimos, bebimos, yo por mi parte algo distante preferí hasta jugar al balón con los niños en la segunda planta. Isabel recostada a una pared me observaba jugar con Junior, su hijo. Fingiendo agotamiento deje de jugar y me acerqué a hablar con ella.

  • ¡Deberías arriesgarte a tener hijos! – Me carcajee - ¡no es para nada descabellado! ¡Eres muy buena con ellos!

Negué con un gesto de mi cabeza y seguimos observándolos a ellos.

  • ¡Algo te sucede!

  • ¿Por qué lo dices?, no alce mi mirar.

  • Ya habrías bromeado conmigo, la mire entendiendo a lo que se refería; estas fuera de ti últimamente.

  • Lo sé, han sido días raros, no te preocupes.

Seguí jugando con los niños. A mitad de sancocho cayo un torrencial increíble. Como pudimos servimos, comimos y esperando que escampara oscurecía.

Isabel intento recoger sus cosas para partir.

  • No te iras así, la camioneta ira súper llena, si escampa te llevo en taxi, pero así no me da buena espina. ¡Si Emmanuel viniese a buscarte sería diferente!

Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro al oír eso último, no esperemos por eso, me dijo. Te hare caso y me quedare.

Converse con el dueño del lugar, acepto a dejar que nos quedáramos algunos, hasta nos pudo ofrecer un par de habitaciones, establecimos a los niños que quedaban en uno de los cuartos, jugaron hasta quedarse dormidos y fuimos a abrigarlos.

Isabel se despedía de un Junior dormitando al tiempo que yo observaba a Sofía juguetear en la piscina con Carlos.

No me aguante.

Adivinando magistralmente mi intención, Sofía salió de la piscina a mi encuentro al tan solo verme.

  • ¿Estas ebria acaso? – reclame siguiéndola, se dirigía a la nevera. Ya prácticamente a solas, todos descansaban o estaban dispersos por el lugar. No me dijo nada, la contuve del brazo cuando se disponía a volver de la piscina. - ¿Qué rayos estás haciendo? Pregunte con mayor autoridad.

  • Te dije bien que no tienes ningún derecho sobre mí.

  • Estas ensuciándote a ti misma, trato de prevenirlo.

Se burló. – Suéltame – exigió, no lo hice – deja de perseguirme y supera lo que paso o no entre nosotras porque no significo nada.

  • ¿Para eso renunciaste a tu sexualidad? – Pregunte renuente a soltarla - ¿para ser la puta del pueblo?

Susurre impulsivamente, se soltó de mi de un movimiento y me abofeteo con el otro. La vi alejarse y al girarme me topé con Isabel observándome un tanto sorprendida.

  • No debería ni sorprenderme que saliste a hacer justo lo que te dije que no hicieras.

  • Lo sé, admití con hastío.

  • ¿Cuándo carajos paso eso?

  • Justo cuando lo sospechaste Isa, ahora si me disculpas voy por una cerveza.

Avanzo la noche con ella a mi lado, bebiendo y distrayéndome, a veces se formaba un pequeño grupo alrededor, a veces a solas. Pero pronto todos comenzaron a dormirse.

Perdí el rastro de Sofía.

  • Discutí con Emmanuel por ti ¿sabes? – le alcance una cerveza, creo que hacía tres cervezas que ella ya no bebía, pero seguía entregándole birras de forma compulsiva. A mi ritmo.

Carcajeándome pregunte por qué.

  • Dice que comparto cosas contigo que no hago con él.

  • Hay algo que compartes con él que aún no has compartido conmigo – me reí, ella bajó su mirada envuelta en incomodidad.

  • Lo siento, eso fue inapropiado, lo lamento – bebí de mi cerveza para evitar el rubor de vergüenza en mis mejillas. - ¿Por qué cree él eso? – continúe tratando de obviar el bochorno anterior.

  • Él piensa que a ti te expreso mis inquietudes, que a él no le cuento nada – me decía aquello con tristeza, no supe que decir y ella prosiguió – hasta pronosticó que terminaríamos juntas.

Reí. Son celos tontos, somos muy buenas amigas. Y el hecho de que yo sea lesbiana lo amenaza, es todo – tome su rodilla con suavidad en una caricia fugaz, ella observo el gesto – seguro se le pasara pronto, ¡tranquila!

Me observo de una forma que no se explicar para luego esconderse tras la botella de cerveza bebiendo un trago. Imite su acción.

  • ¿Te enamoraste de ella? – Me atropelló de la nada Isabel después de un silencio perturbador.

  • No – respondí segura destapando otra cerveza, ya estaba un poco mareada.

  • ¿Por qué tan enojada entonces? ¿Celos?

  • Porque jugó conmigo; le serví una cerveza a ella; me engaño totalmente, creí que podría ser más de lo que en realidad es.

  • Pero si las cosas pasan en tu nariz y ni las ves.

  • No entiendo; deje caer la cerveza.

  • ¡Oh! Estas ebria, vamos, es el momento de dormir ya.

  • Estoy bien Isabel.

Intente levantarme y mi mundo giro, ella notándolo corrió a recostarme de ella.

  • ¡Joder! ¿Qué tenía esa última cerveza?, comente riéndome como una enferma hasta que llegamos a una habitación vacía.

Dulcemente me acostó, quito mis zapatos, camisa y pantalón dejándome en ropa interior.

  • ¿Quieres vomitar?

Recuerdo vagamente su tacto acariciándome con ternura.

  • Quiero una esposa como tú.

Reí, jugándome como siempre.

  • Te veré mañana.

Devuelta a la oficina sentía como si se había caído la venda de mis ojos, ahora si podía ver como Sofía era el epicentro de una serie de admiradores, como se acercaban a ella, como les sonreía, como aparentemente no concretaba con ninguno pero aun así, ellos aguardaban; “tal vez hoy será el día”, imagino que piensan, con sus ilusiones y deseos puestos en alguien que solo desea jugar, inclusive hasta burlarse tal vez.

Isabel me sorprendió observando en dirección de Sofía.

  • ¡Si te enamoraste después de todo! Sonriente negué con un gesto de mi cabeza.

  • Deja la pendejera y vamos a cenar más bien.

Seguí su paso. Isabel de verdad cocinaba como los dioses, deleite la comida y conversamos hasta muy avanzada la noche, casi media noche cuando al fin recordé mi reloj.

  • ¿Emmanuel no debería haber llegado ya?

  • Si viviese aquí si

  • ¿Qué sucedió?

  • Nada. La mire dudosa. No íbamos a ningún lado.

  • ¿Y es que a donde más esperabas ir?

  • A donde fuese pero no aquí, no a este tipo de relación. De igual manera el destino me está pasando factura por embarazarme del primer novio que pude conseguir.

  • ¡Isa pero no te expreses así vale! ¡De seguro es una tontería que pueden corregir!

Se burló, ven bebamos unas cervezas mejor.

  • Tú crees que es una decisión impulsiva mía, pero llevo mucho tiempo pensándolo o mejor dicho sabiéndolo, Junior es la única razón que nos mantenía juntos y creo que ya entendí que puede disfrutar de su padre sin que yo me sacrifique a una relación que ya no soporto.

  • ¡Pero si tan solo hace dos meses lo celabas por llegar tarde!

  • No eran celos, creo que más me molestaba verlo llegar.

Se carcajeo, yo me sentí apenada.

  • ¡Esta bien Carol!, es algo que iba a suceder.

Me levante del sillón y me pase hasta el suyo para abrazarla.

  • Ya tenemos un acuerdo y demás, el niño compartirá bastante con él.

  • ¿Por eso no está aquí contigo?

  • ¡Exacto!

  • Lo que me importa es que tú te sientas bien.

No la había soltado desde que me pase a su lado, la acariciaba con suavidad.

  • Estoy mejor que nunca.

Y la tranquilidad en su mirar fue suficiente argumento para mí.

Par de horas más, par de birras más y se empezó a notar nuestro agotamiento.

  • ¡Deberíamos dormir ya! – me expreso.

  • ¡Seh! Tráeme la sabanita para el sofá, porque si duermo en la camita de Junior no le dejo ni el recuerdo.

Reímos.

  • No será necesario. Duerme conmigo.

Le hice un gesto pícaro. Pero en vez de burlarse de mi como espere solo me respondió con un “exacto”, que me congelo, tomo mi mano y me guio al cuarto.

A un paso de su cama tomo su camisa y se la saco, yo en shock la veía hacer. Sinceramente creí que ebria me había dormido en el sofá y estaría fantaseando como de costumbre.

Me empujo a la cama obligándome a tomar asiento en ella, Isa se colocó sobre mí.

  • ¿No piensas reaccionar? – inquirió desabotonando con lentitud mi camisa, dejando al descubierto mi pecho.

  • Pe...per... intente balbucear.

Seguí creyendo en alucinaciones post-bebida hasta que el calor de sus labios toco los míos, la sentía temblando. Tomo mis manos y las llevo a su cintura.

  • ¡Siénteme! – suplico, viéndome a los ojos y entonces entendí que no soñaba, y que ella no estaba ni cerca de jugar, que esto estaba pasando.

La bese, de un movimiento solté su brasier, la abrace a mí y me levante alzándola, para finalmente acostarla en la cama. El inicio tímido de ambas cedió con rapidez para dejarle paso a una explosividad, a una capacidad de acoplamiento insospechada.

Para cuando lo note dormía sobre mi pecho y yo dormitaba, tratando de procesar lo que había pasado, que significaba todo aquello, para ella, para mí. Olvide el universo para admirar y acariciar su cuerpo hasta dormirme.

Con mi camisa puesta y sus piernas libres la vi preparar el desayuno.

Me pegue a su cuerpo para besarla. Tomo mis brazos y los abrigo alrededor de su cuerpo. Por un instante no nos dijimos nada.

  • ¿Estas segura de esto?

  • Mi única duda es tu interés por Sofía.

  • Ella jamás podría compararse contigo. Se giró, tome sus manos entre las mías y las bese. Pero nunca imagine que esto era posible.

Beso mis labios.

  • Sera difícil hacerlo realidad.

La bese de nuevo, este es un regalo que no puedo desaprovechar.