Obsesionado con su hija.

Un padre muy necesitado, encuentra alivio.

El sexo se había vuelto algo cotidiano en mi vida, no concebía pasar, un día sin disfrutar de una pija, y no era selectiva, ya sea por tamaño, forma, color, ni nada, solo quería disfrutar una, y si era una nueva mucho mejor. Los fines de semana se me complicaban con mis padres en casa, pero igual buscaba la forma de inventar algo para poder disfrutar de una, aunque sea una. Recuerdo estar fuera de casa, ya sea caminando, en el transporte público, viendo a mis profesores, comerciantes, y demás, y solo pensar en ellos, en como sería su miembro. Trataba de adivinarlo, y en los casos que los llegaba a conocer, lo primero que pensaba era me equivoqué, tenía razón o estuve cerca. El tema del tamaño hay indicios, y es mas fácil de adivinarlo, aunque no es una ciencia exacta, pero en lo que se refiere a forma, es un mundo aparte, debería ser una ciencia de los diferentes que son, son como las huellas digitales, deben ser únicos e irrepetibles.

Mi sexo en el día a día, se estaba volviendo repetitivo, al no tener lugar para hacerlo, mi casa no era una opción, me la pasaba chupando pijas y cogiendo en autos, en pasajes, en baños públicos, no era que no me gustaba, tenía su morbo, pero buscaba algo nuevo para variar.

Era Sábado, por la tarde, no recuerdo porque, pero me había levantado muy tarde, pasadas las 15:00 hs, no era de las que madrugan, pero no era normal dormir tanto, como mucho a las 12 o 13 los fines de semana ya estaba levantada. Ese día me levanté fui derecho a la cocina, pasé por en frente del espejo del living, mi cara parecía que seguía dormida, aún tenía las marcas de la almohada en mi rostro y mi cabello, mas despeinado no podía estar.

  • Hola ma. La saludé con un beso.

  • Dormiste parece.

  • No se que me pasó, seguiría durmiendo.

  • Hay café, te preparo uno.

  • Gracias ma.

Mamá me puso a contarme algo de mi tío, su hermano, pero no le presté atención, me costaba tener los ojos abiertos. Tenía mi mirada fija en lo que hacía mamá, me preparaba mi bebida, mas leche que café, no le gustaba te tomara cafeína, aunque me encantaba, igual, los días de semana, cuando ella estaba trabajando, me la pasaba tomando café, recuerdos que mis amigas eran mas de los té, y otras bebidas como licuados, para mi, cuando salíamos, siempre era café negro, con leche y mi favorito con crema. Y siempre con mucha azúcar.

En un plato me puso unas galletas, y me las trajo junto con mi café con leche.

La idea era desayunar con ella, pero mamá no dejaba de hablar, como de costumbre, pero ese día no estaba de ánimos para escuchar su monólogo.

  • Voy a mi cuarto, que tengo que llamar a …… Le dije el nombre de una amiga pero no recuerdo cual de ellas.

  • Dale hija. No te olvides que cenamos en lo Marcela esta noche.

Marcela era una vecina, que la conocíamos de hace años. Tenía la edad de mamá, o por ahí. Terminaron siendo grandes amigas al día de hoy.

  • Si me acuerdo. Respondí.

Devuelta para mi cuarto, me miré en el espejo con la esperanza, de verme mejor, pero era la misma, hasta me pareció que me veía peor.

Cerré la puerta, me senté en mi escritorio, y encendí la notebook. Esta tardaba en encenderse, por lo menos unos 5 minutos, y cuando parecía, que estaba lista para usar, tenía que esperar otros tantos minutos, hasta que terminaba de cargar todo. Pero pasado esos minutos, andaba de lo mas bien.

Las galletas para ese entonces, ya habían desaparecido del plato, abrí el chat y me conecté. Mas que nada para despertarme, no buscaba nada especial, ese día, solo pasar el rato. Lo único que tenía que pensar era que pija de mis contactos iba a ser ese día, ya tenía algunas pensadas, y siempre listas, solo tenía que decidirme por cual, mandar un mensaje y nos encontraríamos. Me encantaba esa sensación de tener a tantos hombres a mi disposición, que con el solo hecho de mandar un mensaje, ellos dejarían lo que estaban haciendo, y estarían listos para darme placer en alguno de mis orificios y encima me pagarían.

Comencé varios chats, la mayoría aburridos, pero había uno que me interesaba en particular, ya había hablado con el en varias ocasiones, y lo que me despertó curiosidad de el, fue sus sentimientos hacia su hija Florencia. No fue directo al principio, cuando entramos en confianza, comenzó a hacerme preguntas de mi relación con mi padre, si dormía con el, si nos bañábamos juntos, si lo había visto desnudo, si me gustaba, y muchas otras preguntas personales. Luego de varios chats, se animó a decirme que estaba obsesionado con su hija. Que deseaba hacerla suya, pero que sabía que no iba a pasar jamás, que se conformaba, recostarse con ella, abrazarla, tocarla disimuladamente, dormir en su cama, oler sus tangas y correrse en estas imaginando de la forma que la usaría sexualmente.

Me resultó una conversación rara al principio, pero me dio mucha curiosidad, y le seguí la corriente.

Ese día en particular, estaba mas obsesionado que de costumbre con su hija, después me enteré por que era. No la veía hace una semana, porque ella se había ido junto con su madre y hermano a lo de su tía materna, porque se habían separado, el creía que era temporal, pero al final fue definitiva la separación.

El ya sabía que brindaba servicios sexuales, y ese día me insistió demasiado, lo venía pateando hace bastante, mas que nada porque el quería que fuera en su oficina, y aún no me animaba a ir a los lugares de los clientes, no me sentía lista y me daba algo de miedo, pero ese día se combinó mis ganas de hacer algo nuevo, explorar nuevas experiencias, y la necesidad de Claudio, que estaba realmente necesitado, y sentí pena por el, no solo por sus deseos con su hija, que no ocurrirían nunca según el, si no también por su separación y estar alejados de sus hijos. Estaba decidida a ayudarlo ese día, solo estaba estirando la situación, hasta que me hizo una propuesta económica muy grande, que era el equivalente a casi 600 dólares, me facilitó decirle que sí, para ese entonces, me daba menos vergüenza que piensen que lo hacía por dinero, a que piensen que lo hacía porque amaba las pijas.

Se había hecho tarde, ya eran casi las 18:00 hs, y le dije que tenía que estar de vuelta en casa las 20:30 hs, le ofrecí hacerlo al día siguiente con mas tiempo pero el quería, y necesitaba hacerlo ese mismo día.

Le dije la zona por donde vivía, el no estaba lejos, a solo 15 minutos en auto, me dijo que me pasaba a buscar enseguida, que este lista, nos pasamos nuestros celulares.

Estuve a punto de bañarme, pero me llevaría bastante tiempo, y tendría el pelo mojado, por costumbre no salía de casa sin bañarme, pero no había tiempo. Me saqué la ropa de dormir, que era una tanga negra, con una remera sin manga larga gris, que llegaba a taparme mi cola, y sin corpiño, nunca usaba para dormir.

Me puse desodorante, busque ropa interior, elegí un conjunto de encaje blanco, que tenía escondido de mis padres, un pantalón blanco elastizado, que me quedaba bien ajustado como una calza, y arriba una remera mangas larga con escote en “V”, y corta, que dejaba mi vientre al descubierto, y unas sandalias blancas, era el día del blanco, parece, me fue fácil, vestirme porque ya lo tenía pensado para la cenar de la noche con mis padres, lo único que modifiqué fue la ropa interior de encaje. Y me perfumé, con uno importado, gracias a mis clientes.

Tomé mi cartera, le dije a mamá que me encontraba con mis compañeras por un trabajo práctico, que volvía en un rato, y que ya estaba lista para la cena.

Solo me recalcó que no llegue tarde, mamá siempre fue muy puntual. Se ponía de muy mal humor cuando mi papá o yo la hacíamos llegar tarde.

Fui al punto de encuentro a dos cuadras de casa, mientras iba en camino, me llegó el mensaje de Claudio que ya había llegado, que me esperaba en la esquina en un auto negro, me dijo la marca, pero para mi eran casi todos iguales, si habían dos autos negros juntos ya estaba perdida. Odiaba haber quedado tan cerca de casa, pero estábamos muy apurados, y con la plata que me había ofrecido, tampoco quería hacerle perder mas tiempo.

Lo reconocí fácilmente, me acerqué a su auto, mire alrededor, por si había algún vecino o conocido, y me subí rápido al vehículo del lado del acompañante, lo saludé con un beso en la mejilla.

Me dijo varios elogios, sobre mi físico, y me agradeció de aceptar el encuentro.

Arrancó a toda velocidad, se lo notaba demasiado apurado, no respetó varios semáforos, y señales de tránsito, casi no me habló en el viaje, se la pasó insultando a los demás conductores, y cada tanto me hacía un comentario, pero casi siempre sobre el tráfico.

Se detuvo en una calle tranquila.

  • Podrás pasarte al asiento de atrás y te cubrís con esa manta? Es que si me ven entrar con vos, van a pensar de todo los vecinos. Señalando una sábana que estaba en el asiento de atrás.

  • Si, claro, entiendo.

Bajé del auto, y me senté en el asiento trasero.

  • Recostate y tapate por favor.

Lo hice, sin dudar, pero por dentro, comencé a preocuparme, era consciente de lo peligroso que era lo que estaba haciendo, juntarme con un desconocido, sin saber donde me llevaba, y encima nadie sabía donde estaba.

Manejó unas cuadras, se detuvo y sentí la alarma de una puerta de garaje cuando se abren o cierran.

Entramos, la poca luz que entraba por debajo de la sábana desapareció, y se oscureció todo, hizo unas maniobras y el auto se detuvo. Bajó de este, cerró la puerta y no escuché mas nada. Hasta ese momento estaba asustada, pero no tanto, pero al quedarme sola, mi cabeza empezó a pensar de todo, me costaba respirar y tuve escalofríos que recorrieron todo mi cuerpo, estuve a punto de destaparme, pero abrieron la puerta.

  • Vamos rápido.

Me levanté temblando.

Me llevó de la mano casi arrastrando, por un garaje oscuro, Claudio miraba para todos lados, entramos por una puerta, y entramos a un cuarto iluminado, era la recepción de dos ascensores, el de la izquierda, tenía la puerta abierta y estaba sonando una chicharra, de esas que avisan que la puerta quedo mal cerrada, entramos, el ruido dejo de sonar, fue un alivio.

  • Estás bien? Te veo agitada.

  • Si, si. No supe que decir y dije: Es que le tengo miedo a la oscuridad. Me sentí una estúpida por decir eso, pero no quería decir que tenía miedo de ser secuestrada, que veía demasiadas películas.

  • Ya veo. Dijo.

El ascensor se detuvo en el piso séptimo. El salió primero miró para ambos lados.

  • Vamos rápido.

Lo seguí, hasta la segunda puerta hacia la derecha. Entramos a un living grande y muy iluminado. En la mesa había una bolsa de papel negra, y al lado, varios fajos de dinero.

  • Guardalo, es todo tuyo. Indicándome la mesa.

  • Gracias. Dije. Me acerqué a la mesa, quise guardarlos en mi cartera, pero no entraban, mi cartera era pequeña, por lo que saqué mis dos celulares, uno el familiar, y el otro para mis clientes, y ahí pude meter todos los fajos aunque bastante apretados. Dejé mi cartera y celulares sobre la mesa al lado de la bolsa negra.

Claudio, no estaba, había salido del living. Me puse a ver unas fotos familiares, en una de ellas estaban los cuatro juntos, en un parque, lo que mas me llamó la atención era, que su mujer y sus dos hijos eran pelirrojos,  y el desentonaba en la foto. El tenía pelo negro muy oscuro, quizás se lo teñía de lo oscuro que lo tenía, lo usaba bien corto, tipo militar, tenía barba candado, también negra, pero no tan oscura como su cabello, y con algunas canas, bastante pálido, alto, le calculé cerca de 1.80 m, y de cuerpo robusto. Ojos marrones. Con manos bien grandes. No tendría mas de 40 años.

  • Pasa al cuarto de Flor, es el primero a la izquierda. Dijo desde una de las habitaciones.

A mitad del living, estaba el pasillo que llevaba a los cuartos. El primero a la izquierda era el de su hija enfrente había un baño, y enfrentados al final del pasillo se veían dos cuartos mas.

La habitación de Florencia era puro desorden, ropa tirara por todos lados, como si hubieran vaciado el placard y tiraron todo el contenido por la habitación, la cama estaba sin hacer, era oscuro, solo entraba la luz desde el living, la persiana estaba cerrada, y las cortinas igual. Lo que vi, eran latas de cervezas por todos lados, parecía que Claudio pasaba su tiempo en la habitación de su hija.

Entró Claudio, encendió la luz.

  • Sacate la ropa por favor.

Comencé a desvestirme mientras Claudio buscaba algo entre las prendas de su hija.

Me saqué las sandalias, seguí con el pantalón, luego mi remera, y por último mi ropa interior.

Me devoraba con la mirada mientras seguía buscando.

  • Ponete esto.

Me dio una bombacha rosa, con bordes rojos.

Me la puse, me quedaba muy ajustada, tenía miedo de romperla, era uno o dos talles mas pequeños que las prendas que solía usar. Tenía que acomodármela, porque se metía la tela entre mis labios y me tironeaba, era una tortura usarla. Además podía sentir como Claudio había eyaculado en la prenda, se sentía el semen seco. Me pasó una falda de jean, también me quedaba chica, me apretaba fuerte la cintura y era tan ajustada que mis piernas quedaba juntas, como si las habían atado. Por último me pasó una remera amarilla, con un dibujo de un arcoíris estampado.

Me miró con una cara de depravado, que no podía contener, se tocó la pija sobre el pantalón y se fue al baño. Escuché como orinaba detrás de la puerta, se notaba un chorro fuerte. Se escuchó la descarga de inodoro. A los minutos salió, completamente desnudo, me miró nuevamente y siguió a uno de los cuartos, volvió en seguida con una peluca roja. Me la dio, sabía que tenía que hacer, me acerqué a la puerta del placard que tenía un espejo, me la acomodé, me miré en el espejo, me sentía muy rara, era como ver a otra persona, Claudio se me acercó por detrás, sentí la cabeza de su pija tocar mi espalda, me abrazó por detrás, podía sentir su pija bien dura y gorda, entre nuestros cuerpos. Comenzó a acariciar mis pechos por sobre la remera amarilla, cerraba sus ojos mientras lo hacía, su mano izquierda seguía acariciando mis dos tetas, lo hacía con fuerza, de caricias pasaba a apretarlas y amasarlas, produciéndome una molestia, que en algunos momentos se convertía en dolor.

Su mano derecha fue bajando por mi cuerpo, hasta mi muslo derecho, me lo acarició y luego metió su mano bajo la falda de jean. Su dedos fueron a mi entre pierna, comenzó acariciarme, pero enseguida, sus dedos apretaban mis labios rudamente, cada vez mas fuerte, como si no pudiese controlarse, en ese momento podía sentir como la tanga de Florencia se estaba humedeciendo por mi culpa.

Sin aviso, me levantó como si fuera insignificante, como si fuese que movió un libro de acá para allá y me arrojó contra la cama, quedé boca arriba, cruzada en la mitad de esta, la falda se me había subido a la cintura, quedando toda la bombacha al descubierto, se me acercó, me acomodó la peluca, que se había salido, por tirarme tan bruscamente, me observó detenidamente, mientras agarraba su imponente pija, tendría entre 16 y 18 cm de larga, pero lo que la hacía diferente era lo gruesa que era, y muy venosa, tenía dos venas que parecían apunto de reventar, su cabeza estaba completamente descubierta, sin piel, que la cubriese, que se había corrido hacia  atrás,  un detalle, era lo curvada que estaba en el tronco hacia la derecha, no era la primera pija curvada que veía, casi todas tienen alguna que otra curvatura pero esta era la mas pronunciada que había visto hasta ese momento. No veía la hora de ser penetrada por esa bestia, sin saber como terminaría. Pero la deseaba. Su cuerpo era acorde a su miembro, se notaba que algún momento de su vida había entrenado, porque tenía espalda ancha, brazos grandes, su pecho era fuerte, pero no estaba marcado, como si una delgada capa de piel cubría sus músculos y no dejaba verlos en su plenitud.

Claudio se arrodilló, puso su cara entre mis piernas, me olió como un perro salvaje, aspiraba, apoyaba su lengua húmeda, me olfateaba, luego sus manos fueron a mi cintura, y me sacó la bombacha con dificultad, tuve que ayudarlo,  volvió a meter su cara contra mi vagina, pasó su nariz, entre mis labios, su lengua, al principio me lamió dentro de mi orificio vaginal, me dio unas buenas lengüetadas por dentro que me hicieron gemir de placer, me recorrió por dentro, siguió con mis labios, los lamió por todos lados, luego con sus labios me los mordía, y cada tanto lo hacía con sus dientes, sacándome unos gritos de dolor. Finalmente se enfocó en mi clítoris con la punta de su lengua, me sacó varios gritos de placer, mientras me retorcía como putita, mi conchita no paraba de mojarse.

Se levantó, me acomodó al borde de la cama, se escupió los dedos, se los pasó por la cabeza de la pija, y se acomodó para penetrarme. Su cabeza húmeda tocó mis labios, me estremeció, se la agarró con la mano derecha, la hundió contra mis labios vaginales, en ese momento, temí por mi vagina, pero no perdió tiempo y con mucha fuerza y presión, me la hundió, sentía como, solo su cabeza me separaba los labios, y era muy doloroso, la siguió hundiendo, sentía como se hacía camino dentro de mi cuerpo, entraba sin parar, lento y constante, sentía como me abría a tremendo miembro, y ya era mas dolor que placer, pero no quería que pare, y estaba segura que no iba a parar, su cara estaba poseída, su única misión en la vida, era meter todo su miembro en mi cuerpo, ya la sentía casi toda dentro, empecé a gritar, lo hice tan fuerte, que me tapó la boca con su mano izquierda. Desde ese momento, dejo de hacerlo de a poco, y sin sacar la mano de mi boca, la hundió sin piedad, y los últimos centímetros de pija me terminaron por penetrar, di un alarido que si no fuera que tenía mi boca tapada, se hubiera escuchado en todo el edificio. Desde ahí fue sin piedad, la sacaba, dejando dentro de mi cuerpo solo su cabeza y la volvía  a enterrar hasta el fondo, fue una y otra vez.

  • Te gusta la verga de papi, Flor? Que golosa que sos. Mmmmmmmmmm, me encanta q sea tu macho, tu único macho.

No paró de decir comentarios, pero fueron los que pude recordar, repetía sin parar “papi”, “Flor”, la usaba en distintas frases, pero estaba fuera de mí, era un placer y dolor sin parar, que me dejaba atontada.

En un momento, se ve que me acostumbré a sus embestidas, que saco su mano de mi boca, ya no gritaba tanto, eran gemidos de placer pero agotados, ya estaba entregada. Me tomó de la cintura con sus dos manos, sin sacarme la pija de mi ser, me levantó y quedé en el aire, y solo estaba sostenida por sus manos fuertes, que me apretaban muy duro, y comenzó a penetrarme así, en el aire, mis extremidades, quedaron colgadas y me sacudía violentamente, cada embestida era, hasta el final, hasta sentir sus huevos chocar contra mi cuerpo, y empezó un ritmo frenético, de meterla y sacarla, como un animal, mi cabeza, colgaba, y se sacudía violentamente, al igual que mis brazos, con mis piernas trataba de sostenerme contra su cuerpo pero era tan brusco que se me zafaban, finalmente me la dejó toda adentro, me apretó con tanta fuerza por mi cintura, que parecía que quería partirme en dos, y sentí como se vino dentro mio, pocas veces sentí tanta leche en mi interior, no paraba de lanzar chorros, y su cuerpo temblaba mientras se descargaba. Aún me tenía en el aire, me tuvo así hasta que su pija terminó de desinflarse en mi interior.

Me dejó sobre la cama, se sentó a mi lado, y se quedó tomando aire. Con la mirada, hacia el suelo. Mientras su leche seguía saliendo de mi concha.

Aproveché a tomar aire. Hubo un gran silencio, aunque no fue incómodo, estábamos los dos recuperándonos.

Me quedé mirando el ventilador de techo, en ese instante, me di cuenta lo traspirados que estábamos los dos, quise decirle, que si lo podía prender, pero no dije nada. El cuarto era caluroso, y el ambiente se sentía agobiante, tanto por el calor, como por la falta de aire, como si no se ventilase hace tiempo.

Claudio se levantó, fue al baño nuevamente, orinó de nuevo, y fue hacia el lado del living.

Volvió con dos vasos con agua.

Le agradecí y me la bebí toda. Me ofreció mas pero le dije, que no, gracias.

Se sentó en la cama, a mi lado, me empezó a acariciar la espalda.

  • Debes pensar que estoy muy mal de la cabeza?  Me preguntó.

  • Para nada. Cuando me lo dijiste por primera vez en el chat, te confieso, que me sorprendiste, pero es una fantasía mas. Dije.

Se sonrió, y me siguió acariciando la espalda. Se sentía muy bien.

La verdad, no solo me sorprendió, también me llamó mucho la atención, e investigué en internet. Y encontré cualquier cantidad de información sobre las relaciones familiares, y era una fantasía muy común, o mas común de lo que podría imaginarme, entre distintos miembros de la familia. Por lo que ya no me parecía algo tan raro. Si fuera de lo común.

Su mano comenzó a subir por mi espalda, hasta mi cuello, y con mucho cuidado, para no correrme la peluca, me inclinó mi cuerpo contra su pija dormida. No tuvo que decirme nada. Me la puse en la boca, y comencé con mi trabajo, la tenía dormida, pero mi boca estaba llena de su carne, su mano siguió acariciando mi espalda, pero iba bajando cada vez mas, sentí su dedo pasar por la raya de mi cola, entre mis nalgas, la punta de su dedo tocó la entrada de mi ano, y siguió de largo, volvió a subir por mi raya, y bajó nuevamente, lo hizo varias veces, su pija estaba creciendo, muy de a poco, pero cada vez mi boca se sentía mas apretada. Bajó una vez mas, pero esta vez, se detuvo en mi ano, y comencé a sentir presión, su dedo, empezó a penetrarme, sin delicadeza, solo lo fue metiendo, mi ano se resistía pero el hundía mas fuerte, lo sacó, y lo volvió a meter, pero esta vez lo sentí húmedo, supuse que se lo había lamido, y me volvió a penetrar, fuerte, pero la saliva ayudaba, lo hizo por un buen rato, su miembro ya era una piedra nuevamente, pude tragarme su cabeza, y unos cuantos centímetros mas, ahora, eran dos dedos, le costó tuvo que hacer mucha fuerza, a lo bruto, que me sacó un grito que se atenuó porque mi boca estaba llena de su pija. Estuvimos un buen rato, yo comiéndome su pija, y el jugando con mi culo, cada tanto, con su mano libre, me hundía mi cabeza contra su miembro, me dejaba, hasta que tenía una arcada, sentía que podía tragarla un poco mas de la mitad, pero mas de eso, no podía evitar sentir arcadas, y mis ojos no dejaban de llorar.

Me tomó por debajo del hombro, y me hizo parar. Me puso frente a el, pero dándole la espalda. Sentí su dedo nuevamente en mi ano, pero esta vez estaba helado, me estaba poniendo lubricante, podía sentir ese gel frio dentro de mi cola, y no fue tacaño, me lo llenó bien de lubricante, en la entrada también. No me había dado cuenta de donde sacó el gel. Me acomodó, me hizo flexionar las piernas, hasta que sentí la cabeza de su pija, entre mis nalgas. Me tomó de la cintura, me di cuenta que la sentía sensible esa zona, de la cogida anterior, me empezó hundir, contra su pija, y se zafaba, asi que se paró y me hizo flexionar hacia adelante, dejando mi cola parada, con su mano izquierda me tomaba de la cintura, y con la derecha se agarraba el miembro, y lo hundía en mi ano. Le fue bastante difícil, se patinaba de tanto lubricante, pero al final, pudo meter la puntita, y fue muy de a poco hasta que toda su cabeza estaba dentro, lo sentía muy abierto mi ano, y estaba muy preocupada, de cómo iba a recibir tanta pija. Carlos, me tomó con las dos manos por la cintura, se sentó de golpe, y el peso de mi cuerpo hizo que la penetración sea completa, sin darme cuenta, sentí como mi culo se comió todo su miembro, de un bocado, y mis nalgas chocaron su cuerpo.

Grité desgarradamente, fue brutal, me hizo sentir, que algo se rompió dentro mio, y me asusté, no dejaba de pensar que no debí dejarlo penetrarme por mi cola, que la había estropeado.

Con su mano izquierda, me tapó la boca, y con su brazo derecho me envolvió a la altura de mis pechos, y me inmovilizó, aún con toda su pija dentro de mi culo me decía:

  • No pasa nada florcita, ya va a pasar. Ya te vas a acostumbrar. Es solo la verga de papi. Que cerradita que estas, me encanta hija.

Grité para descargarme, sin parar, pero lo único que lograba, era que Carlos, me tape mas fuerte la boca.

Sin darme cuenta, ya no gritaba, y Carlos dejó de taparme la boca. Me sentía adormecida, por el dolor pero no me resultaba desagradable, es mas, me gustaba la forma en que me trataba, en que solo buscaba su placer, y solo era una puta para el. Me sujetó por mis caderas, y me levantaba y bajaba como si fuera una muñeca inflable. Era sorprendente su fuerza, yo no era pesada, pero nadie me había manipulado de esa manera. Claudio gemía, y transpiraba sin parar, su respiración se iba agitando, y aceleró las penetraciones, sus brazos se movían cada vez mas rápido, y el ruido de nuestros cuerpos chocando cada vez era mas fuerte y rápido. Sin aviso, Carlos me llenó el culo por dentro, y se desplomó hacia atrás, y yo caí de espalda contra su pecho, en ese instante su miembro duro se zafó de mi cola, y me lastimó de lo brusco que salió de mi cuerpo.

Había perdido, la noción del tiempo pero ya no entraba luz desde el living, por lo que ya era bastante tarde.

  • Tengo que irme, dije.

  • Quedate 5 minutos, por favor.

No me dio tiempo de contestar, que se recostó bien en la cama, de costado, contra la pared, y me pidió que me recueste delante de el, dándole la espalda. Me abrazó y nos quedamos quietos sin hablar.

Escuché un sonido conocido, a lo lejos, abrí mis ojos, me desperté desorientada, no reconocía donde estaba, me costaba moverme, me desesperé y traté de zafarme, lo logré, salté de la cama y fui entendiendo la situación. Claudio, se estaba despertando, nos habíamos quedado dormidos. Me tomé unos segundos para orientarme, y fui al living, a buscar el celular.

Me quería morir, había 4 llamadas perdidas de mamá.

La llamé. Me atendió, normal.

  • Donde estás?

  • Se nos complicó el trabajo, y se me pasó el tiempo, disculpas ma. Ya te fuiste?

  • Si, estoy con Marcela, te manda saludos.

  • Voy para alla? Pregunté.

  • No te preocupes, nos vemos en casa, “después hablamos”?

  • Ok, ma. Besos.

Me quería matar, sabía que ese “después hablamos”, significaba castigo.

Ya eran casi las 22 hs., Claudio apareció, como si nada. Queres comer algo? Preguntó.

  • No gracias, me tengo que ir.

  • Dejame que te lleve.

  • Me pido un taxi, gracias. Puedo pasar al baño?

Me sentía fatal, me dolía todo el cuerpo, pero mi cola, fue la que mas sufrió esa tarde. Cada paso, era una puntada, que me tiraba desde el ano, hasta el estomago.

Me lavé la cara, me limpié rápido y fui al cuarto de Florencia a vestirme. Me pedí un taxi.

Me despedí de Claudio, quedamos en vernos para otro encuentro. Y así fue, nos vimos en varias ocasiones mas. Aunque arreglamos una tarifa mas baja. Bajé sola, la puerta de entrada, del lado de adentro solo se abría con picaporte. El taxi ya me estaba esperando. En el viaje a casa no dejé de pensar en cuando llegue mamá. No podía creer como fui tan estúpida.

Llegué a casa, mis padres aún no habían llegado, por suerte, se que no iba a zafar del castigo de mi madre, pero por lo menos podría relajarme un rato. Fui a mi cuarto, puse música, trabé con llave, saqué los fajos de dinero que había ganado ese día, y los tiré sobre la cama, aún no me acostumbraba a esta vida, siempre me pasaba que despertaba por la mañana pensando, lo soñé?, así fueron varios meses hasta que fui consciente de lo que estaba haciendo. Comencé a desvestirme, y algo llamó mi atención, en mi pantalón blanco había una mancha roja, lo miré de cerca y era la parte de mi cola, primero pensé que me había sentado en algún lugar y me manché con tinta, pero en seguida razoné como me habían roto el culo esa tarde, me saqué la tanga y también estaba manchada, instintivamente me toqué el ano y se sentía fatal, me ardía y dolía a mas no poder, era irónico ver los fajos al lado de las consecuencias de mi trabajo, y así y todo me excitaba, pensaba lo mal que estaba de la cabeza, pero no me importaba, volvería a hacerlo. Además sentía que había salvado a Florencia, su padre podría reventar a cualquiera. Lo pensé en broma, pero pensandolo mejor, sin saberlo esta en deuda conmigo. Tomé los fajos de dinero y los guardé en un bolso de viaje, en la parte de arriba del placard.  Fui al baño, entré a la ducha y me bañé largo y tendido, dejé el pantalón y la tanga en la bañera para que se vayan mojando, mientras me duchaba. Salí de la ducha, intenté limpiar a mano las manchas de las prendas, pero no salían, solo logré, que se atenué, pero no era suficiente. Si mamá veía esas manchas, habrían muchas preguntas. Volví a mi cuarto me puse un short amarillo de entre casa y una remera blanca. Metí mis prendas estropeadas en una bolsa, y fui al pasillo a tirar mis prendas. Fui a la cocina, me preparé unas tostadas, y se me vino a la cabeza, que el encargado del edificio vería las prendas y podría sospechar que eran mías, fui a buscarlas, y se me ocurrió dejarlas en el piso de arriba. Misión cumplida, volví a la cocina y terminé las tostadas, decidí ir a mi cuarto, pensé en chatear un rato, pero estaba agotada, me puse a ver la tele, sentada en la cama, y me sentía adolorida, me acomodé de costado sobre una de mis nalgas, y el dolor seguía, pero era mas llevadero. No pasaron ni 15 minutos, que los ojos se me cerraban solos, me desperté de una sacudida de cabeza, ya no daba mas, ni mi cuerpo, ni mente, apagué la luz, y me recosté boca abajo, para darle respiro a mi culo, que me había hecho ganar un muy buen dinero ese día. Lo último que recuerdo, fue, quizás mamá, se olvide mañana, y zafe del castigo.

Por si les interesa, no se olvidó. L