Obsesionado con mami

Un joven, obsesionado por ver a su madre desnuda, finge un asalto en su casa para cumplir su fantasía

Durante los últimos meses, Miguel había cambiado mucho. Estaba absolutamente obsesionado por su madre. Semanas atrás había entrado en su mayoría de edad y parecía que desde entonces, su pasión por el sexo se había desbocado.

Virginia tenía 40 años. Llevaba casada 20. Una mujer atractiva para su edad. Rubia, no muy alta, ya que apenas alcanzaba 1,60, eso si, con un pecho espectacular y sobre todo siempre con una moderna vestimenta de pantalones ajustados, leggins y a veces alguna falda corta.

Miguel empezaba a ver a Virginia como algo más que a una madre. Soñaba con verla desnuda, aunque sabía que nunca lo conseguiría.

Una noche, Miguel vio una película que destapó su imaginación. Unos malhechores entraban en una casa y amenazando al hijo, la madre era obligada a desnudarse.

A partir de ese momento su deseo fue aumentando. No podía comentárselo a sus amigos más íntimos por lo comenzó a entrar en chats de sexo donde podía expresarse libremente.

Transcurrieron varios días y la obsesión del muchacho le hizo contactar con dos jóvenes poco mayores que él. Tomaron dos días de vacaciones. Eran de otra ciudad, Alex y Simón, como se hicieron llamar, lo que aseguraba que la mujer no conocería a sus amigos.

Al final, los chicos decidieron conocerse una fría noche invernal. Estaban todos en periodo vacacional por navidades. Cenaron en un restaurante de comida rápida y después fueron a un tranquilo pub. Hablaron sobre las fantasías de Miguel, explicando éste que siempre sería para él una utopía ver a su madre desnuda, aunque fuera por unos instantes. Llevaba varias fotos en su móvil y se las mostró, aceptando que era una mujer preciosa.

Alex le explicó que podría hacer realidad su fantasía, si el le prestaba su ayuda. Miguel empezó a escuchar atentamente.

 Nos has contado que vives en una casa aislada y que tu padre no estará durante unos días. Si quieres, podemos colaborar a que tus deseos se cumplan.

 ¿Cómo me ayudaríais?

 Pues simplemente dejarás mañana por la noche la puerta sin cerrar con llave. El resto será cosa nuestra.

Miguel se sentía atraído por la circunstancia, aunque por otro lado extrañado por el riesgo al que iban a someterse sus recién estrenados amigos.

 ¿Qué ganaréis vosotros con esto? Lo mío es una fantasía muy personal.

 Bueno, nada en especial. Miraremos, al igual que tú. No vamos a cerrar los ojos, es decir, la veremos desnuda y también haremos algún tocamiento poco honesto, aunque leve, para darle realismo a un asalto y poco más.

Los chicos se despidieron, y Miguel quedó en pensarlo y llamarles por la mañana para darles su respuesta.

El joven estuvo casi toda la noche sin dormir pensando en su fantasía. No pensaba en las consecuencias que eso quedaría en su madre, para quien él, era la persona más importante del mundo.

A media mañana el muchacho salió de casa y telefoneó a Alex para ultimar los detalles.

 A la una de la mañana estaremos en tu casa.

A mediodía llegó Virginia del trabajo. Según entró por la puerta, Miguel se acercó a ella y la miró de arriba a abajo. Iba con unos pantalones vaqueros ajustados y unas botas negras hasta la mitad de sus piernas. Una camisa blanca ajustada que remarcaba sus senos.

Decidieron que saldrían a comer al centro, para que después, Virginia realizase unas compras. Miguel pensó que era una buena idea, y así se le haría más llevaderas las horas que quedaban para el acontecimiento.

Por la noche cenaron pronto, Miguel decidió ponerse un boxer apretado, para evitar que su excitación se notase, ya que no podía evitar que su miembro se hinchase cuando veía a su madre. A las once y media ambos se fueron a la cama.

A la hora señalada, los chicos estaban en la puerta de la casa. Miguel los abrió y en silencio los acompañó a su cuarto. De una mochila, Alex sacó unas esposas y las situó atando las manos del muchacho a la espalda. Por otro lado, Simón sacó cinta adhesiva y tapó la boca de la falsa víctima.

 ¿Estás listo? – Susurró Alex

El muchacho asintió con la cabeza mientras que ambos sacaban dos armas, una pistola y un machete de considerables dimensiones.

 Vamos a ver a mamá. Llévanos a su habitación.

Aunque sabía que no era correcto lo que iba a hacer, su excitación le hacía justificarlo. Ellos sólo mirarían. Además, vivían lejos y sería un secreto entre ellos.

Los tres jóvenes entraron en la habitación de Virginia. Mientras Simón fingía apuntar con su pistola a la cabeza de Miguel, Alex acercó el cuchillo a la garganta de la mujer y la despertó a la vez que encendía la luz.

Dio un pequeño grito de susto y lo primero que vio fue a su hijo maniatado y una pistola que apuntaba a su cabeza.

 No le matéis, por favor.

 Pórtate bien, y no os pasará nada.

Simón obligó a sentarse en una silla a Miguel mientras tomaba otras esposas y se las colocaba en sus tobillos.

Los dos chicos se acercaron a la mujer y tomándola por los antebrazos la levantaron de la cama.

 Vamos, dinos donde están las joyas.

Señaló un pequeño cajón donde había un joyero. Lo vaciaron en la mochila. También tomaron el bolso y sacaron el monedero de Virginia.

Miguel se sorprendió con el robo, aunque pensó que sólo intentaban dar realismo y justificar la entrada en al casa.

 Pon las manos detrás de tu cabeza.

La mujer obedeció sin rechistar. Llevaba un pijama de cuerpo entero, cerrado, no muy sexy. El pantalón era color marrón y la camiseta del mismo color con unos dibujos.

Simón metió la mano por detrás de la camiseta y acarició su espalda. Después hizo lo mismo por delante y llegó a su ombligo.

Alex se colocó enfrente de ella y pasó sus manos por encima de los pechos. Después acarició su culo para volver a la delantera y pellizcar sus pezones.

 No, dejadme en paz. Llevaos lo que queráis y marchaos.

 No lleva ropa interior. Imagino que resulta incómodo para dormir. ¿Verdad?

Virginia no contestó, pero fue el momento en que Simón la hizo colocarse de rodillas en frente de su hijo. Para asustarla, empezaron a gritarla, lo que hizo que tomase una actitud más sumisa.

 Puta,¡¡¡¡ He dicho que las manos detrás de la cabeza.

Con la pistola le presionaba la cabeza y la mantenía agachada. Por su parte, Miguel permanecía inmovilizado y esperaba ansioso que desnudasen a su madre para mostrarle su cuerpo.

Los dos jóvenes se situaron a su lado y comenzaron a acariciarle su rubia cabellera. Ella, por su parte, estaba aterrada ante la amenaza de que se cernía sobre su hijo y sobre ella misma. De repente, los dos tomaron la parte baja de su camiseta del pijama y de forma brusca, tiraron hacia arriba, quedando con sus pechos al descubierto.

 No, por favor, no.

El instinto de la mujer le llevó a cubrirlos con sus manos, pero de nuevo un fuerte grito de Alex, obligó a colocar las manos detrás de su cabeza.

 Zorra. No quiero volver a repetirlo. Te he dicho que las manos detrás de la cabeza.

 No nos hagáis daño, por favor – Suplicó la madre.

El joven, amordazado observaba y miraba los pechos de su madre, que arrodillada y cabizbaja, mantenía sus manos atrás, agarrando su media melena rubia.

 Vamos, levanta. – Ordenó de nuevo Alex.

Obedeció sin rechistar. Miguel la observaba sin perder detalle. Esperaba que la dejaran desnuda y sus amigos se marchasen.

Situaron a Virginia a un metro de de donde estaba situado Miguel, enfrente de él, expuesta a la vista de su hijo, tan sólo con un pantalón de pijama marrón que le tapaba desde poco más abajo del ombligo hasta sus tobillos.

 Tienes una madre muy guapa. Está buenísima.

La mujer seguía con las manos detrás de la cabeza. Los muchachos empezaron a acosarla, intentado tocar su culo, sus pechos...... por lo que ella intentaba defenderse y zafarse como podía.

 No te estás quieta. Vamos a atar tus manos, así estarás más tranquilita.

Con malos modos bajaron sus manos y se las colocaron detrás de la espalda, al igual que estaba su hijo y le pusieron las esposas. El chico, expectante, aumentaba su excitación al ver a su madre ya indefensa, sabiendo que en breve la vería totalmente desnuda.

 ¿Cómo sería su sexo? ¿Estaría depilada? – Estas y otras preguntas pasaban por la mente calenturienta de Miguel.

Ya atada, los dos jóvenes se acercaron a ella. La tomaron por los brazos y tocaron sus pechos. Las manos se perdían por el trasero de Virginia, aunque de momento mantenían vedado su parte delantera.

Miguel vio que a su madre se le saltaban las lágrimas mientras chillaba e intentaba zafarse. En ese momento empezó a comprender la atrocidad que acababa de cometer, permitiendo que dos jóvenes, a los que sólo conocía de una noche y de haber hablado con ellos horas a través de un chat, tuvieran a su madre en sus manos.

Los chicos seguían jugando con la maniatada mujer. Cada vez que metían las manos por detrás del pantalón de su pijama daba pequeños gritos y saltos que hacían que se moviesen sus pechos y a la vez provocaba las risas de los muchachos.

Intentó agarrar el elástico de su pantalón por detrás para evitar que la tocaran pero enseguida la animaron a soltarlo.

 Sino nos dejas meter la mano por detrás lo haremos por delante.

Alex intentó hacerlo pero ella se zafó y soltó su pantalón para que pudieran seguir metiendo sus manos por detrás hasta que decidieron parar.

Simón se acercó al hijo mientras que Alex se colocó detrás de la mujer. Fue palpando el pantalón del pijama desde sus caderas. Fue bajando hasta llegar a la mitad de sus muslos. En esos momentos, agarró la tela, dio un fuerte tirón hacia abajo y Virginia quedó desnuda delante de los tres jóvenes.

Por unos instantes Miguel se olvidó de lo que estaba pensando y observó a su madre, con tan sólo el pantalón del pijama arrugado y caído a la altura de los tobillos, mientras que Alex sujetaba por detrás sus manos, ella intentaba volver la cara para evitar mirar a su hijo y al otro joven.

Quedó maravillado por el esplendor de su sexo. Perfectamente depilado y perfilado, con forma de rectángulo, color castaño claro, se mostraba insinuante para los tres muchachos.

Miguel había cumplido su objetivo gracias a sus amigos, ahora se irían y esperaba que todo fuera un mal sueño para su madre, pero pronto observó que sus "amigos" tenían pocas ganas de marcharse.

De malos modos, Alex retiró del todo su pijama y llevó a Virginia hacia la cama, donde la tumbó. Entre los dos agarraron a Miguel y lo llevaron también a la cama y lo colocaron encima de su madre. Para el hijo, la situación dejaba ya de ser excitante.

Soltaron la cinta adhesiva que tapaba su boca y llevaron esta, dirigiendo su cabeza, a los pechos de su madre. Después, la bajaron hacia su sexo, siempre obligando a pasar su lengua.

 Zorra, abre las piernas o nos cargamos a tu hijo.

No se negó. Sólo empezó a llorar de forma sonora mientras separaba las piernas y dejaba su sexo a disposición de la lengua de Miguel.

 Niñato. Cómete el coño de mamá.

En esos momentos se dio cuenta que la situación se le había ido de las manos. Había metido en casa a dos delincuentes y ahora su madre y él, estaban en sus manos.

La lengua del joven adquiría el sabor acre del sexo de su madre. No le dejaron demasiado porque enseguida le bajaron también el pantalón al muchacho. Avergonzado, estaba excitado, con su pene erecto, lo que provocó las risas de los otros dos chicos.

 Vaya¡¡¡ El niño se a puesto cachondo de estar con mami. Tendrás que solucionarlo – Dijo Alex dirigiéndose a la mujer

 No, por favor. No me hagáis hacer nada. Por favor – Respondió Virginia llorando.

Haciendo caso omiso, la incorporaron haciendo que se sentase en la cama, mientras que obligaban a su hijo a estar de pie. Pusieron la pistola en la cabeza de Miguel y la ordenaron.

 Chupa, chupa y chupa hasta que tu hijo te inunde de leche.

 No, dejadla en paz. Ya tenéis vuestro botín. Marchaos ya.

 Nosotros decidiremos cuando nos vamos. De momento, si quieres que el niño siga vivo, empieza a chupar.

Virginia, temiendo que pudiera sufrir algún daño, introdujo el pene en su boca y empezó a absorber y masajear. La calentura de su hijo hizo que enseguida este se corriese lo que le originó un profundo llanto.

 Tu mamá te pone mucho, pero estaría muy feo que te la follases. Eso lo haré yo. – Dijo Alex.

Tumbó de nuevo a Virginia en la cama, mientras que Simón apuntaba con el arma a Miguel. La mujer chillaba en voz baja y suplicaba que parasen pero al ver a su hijo maniatado y amenazado, no se resistía por lo que Alex no tuvo problema en abrir sus piernas ya que sus manos continuaban inmovilizadas en su espalda.

 Trae al chico para que vea como se la meto a su madre.

Simón llevó a Miguel al lateral de la cama mientras le seguía apuntando con la pistola. Alex se situó de lado para que el chico pudiera contemplar como la penetraba. No sabía como parar una situación que se le había ido de las manos.

El joven veía a su madre, con las piernas abiertas y el miembro de Alex que entraba y salía lentamente, regocijándose de la situación que vivía.

Cuando poco a poco, fue calentándose, sus movimientos se hicieron más rápidos, hasta que se separó un poco para que pudiera ver como salía su semen y manchaba los pelos del sexo de su madre.

Los dos jóvenes reían descaradamente, mientras que la madre y el hijo lloraban, aunque por motivos distintos.

 ¿Te la vas a follar tú ahora? – Preguntó Alex a su amigo de forma socarrona.

 Qué asco¡¡¡ Sólo le queda un agujero limpio y será el que use. Pero quiero hacerlo en el salón. Es lujoso¡¡¡

Simón levantó a Virginia de la cama y la llevó al salón. Alex quedó rezagado, a propósito para hablar con Miguel.

 Hijos de puta¡¡¡ Esto no era lo pactado. Sólo debíais desnudarla. Os denunciaré por ello.

 Tú nos has invitado a la fiesta. Si nosotros caemos, todo se sabrá. Tengo grabada toda la conversación y tu llamada de móvil. Ahora vamos a ver como Simón sodomiza a mamá.

Volvió a colocarle la cinta adhesiva en la boca y le llevó al salón. Vio como su compañero había situado a Virginia con los pechos apoyados sobre la mesa. Apartaba los cachetes del culo y metía el dedo, cubierto por un preservativo, dentro de su vagina. Lo sacó lleno de semen y se lo hizo lamer, lo que le provocó unas arcadas.

Escupió abundantemente sobre su ano. Soltó su cinturón y el botón de su pantalón y sacó su miembro. Un golpe seco hizo gritar a Virginia que comenzó a suplicar mientras lloraba desconsoladamente.

 Por favor¡¡¡ Dejadme.¡¡¡ Iros¡¡¡¡¡ No sigáis¡¡¡¡¡ Soy una mujer casada y mi hijo está aquí.

A Miguel se le hacía un nudo en el estómago mientras veía como Simón la penetraba analmente. Veía como su cara se apoyaba en la mesa. Estaba desesperada.

Con golpes rítmicos, el muchacho eyaculó en el ano de la mujer. Se apartó, mientras ella quedaba con la cara apoyada en la mesa.

Los delincuentes empezaron a recoger sus cosas y el botín. Llevaron a madre e hijo a la cama, donde les hicieron colocarse de espaldas uno contra otro y empezaron a enrollarles con cinta hasta la mitad de su cuerpo. Taparon las bocas de ambos y les retiraron las esposas.

 Tardaréis unos diez minutos en desataros. Para ese momento ya estaremos lejos de aquí. Ahh, y otra cosa, es mejor que no nos denunciéis porque tendréis que dar detalles de lo sucedido esta noche aquí, y tal vez os resulte violento.

Los jóvenes salieron de la casa. Diez minutos después madre e hijo estaban desatados.

 Miguel, hijo. No quiero que nadie se entere de lo que ha pasado esta noche aquí. Ni tan siquiera tu padre. ¿Guardarás silencio?

 Si mamá. No te preocupes. Siento mucho todo lo que ha pasado.

Virginia empezó a llorar en silencio y se fue a su habitación.