Obsesión por una madre

El jugo blanco y cremoso de la corrida de su madre bajó por la polla de Axel y junto a su corrida le bañaron las pelotas y mojaron su ojete.

Axel era un muchacho de 25 años, moreno, delgado, medía un metro setenta y debido a un accidente de tráfico tenía la movilidad reducida.

Aquella tarde salio del baño solo con una toalla puesta. Pasó por delante de la habitación de su madre. Vio la puerta entreabierta y echó una ojeada. La cama estaba deshecha y una pc Gaming MSI de 18 pulgadas estaba abierta sobre la mesita de noche. La encendió. En la pantalla aparecieron dos chicas desnudas. Exclamó:

-¡Hostiassss, madre!

Aurora, su madre, que era una mujer de 45 años, de un metro sesenta y cinco de estatura, tremendamente sensual, psicóloga de profesión, había ido a la peluquería y cómo la doncella tenía el día libre, Axel, estaba solo en casa, se sentó sobre la cama y puso la pc sobre ella. Le dio al play y en nada estaba con la toalla en el piso, empalmado y con la polla en la mano, una polla gordita que había derramado tanta leche dentro del coño de su madre que si no fuera mediante pajas la tendría preñada. En aquel momento estaba con los ojos cerrados, su mano subía y bajaba por ella con lentitud. Veía a su madre con las piernas abiertas dándose dedo... Viajó por su mundo de fantasía. Se veía devorando sus tetas, comiendo su coño... Cuando sintió que se iba a correr se levantó. Quería que le durase. Fue hasta donde estaba la cesta de la ropa sucia a ver si tenía suerte. Tuvo más de la que esperaba tener. Encontró unas bragas de su madre. Las cogió y pringó la mano de jugos blancos y cremosos. Aurora se había corrido cómo una perra viendo follar a las chicas y se había limpiado a las bragas... Aquel hallazgo lo puso a mil. Olió las bragas y lamió los jugos. Luego cogió debajo de la cama las zapatillas de su madre. Eran unas zapatillas con peluches de conejo. De pie, metió la polla entre ellas, la apretó y las folló cómo si fueran un coño. Imaginó a su madre a cuatro patas. Aceleró los movimientos de culo... Se puso tenso y llenó las zapatillas de leche. Al acabar de correrse abrió los ojos y se dio cuenta de lo que había hecho. No le dio tiempo a arreglar nada ya que oyó la voz de su madre entrando por la puerta del chalé:

-¡Ya estoy en casa, cariño!

Apagó la pc. Metió las zapatillas debajo de la cama. Cogió la toalla y se fue para su habitación.

Aurora, que vestía un traje gris con blusa blanca y zapatos de tacón de aguja a juego con el traje, puso las llaves de su Jaguar al lado del teléfono que estaba sobre un mueble del pasillo de la entrada del chalé y pregunto:

-¿Dónde andas, cielo?

Axel hizo cómo si no oyera a su madre. Aurora fue a cambiarse a su habitación. Vio sus bragas en el piso y la pc en otro sitio diferente al que ella lo había dejado. La encendió y vio que el video estaba por la mitad. Se sentó en el borde de la cama y se echó las manos a la cabeza. Mirando para el piso vio que de debajo de la cama sobresalía una zapatilla. La cogió y vio parte de la corrida. Cogió la otra y vio el pastel entero. Su marido estaba en Nueva York. Aquello era de su hijo y lo provocara ella. No pudo más que decir:

-¿Qué has hecho, Aurora?

No se cambió, solo se quitó la chaqueta, las medias y los zapatos. Descalza se fue a la sala. Se sentó en el tresillo y encendió la cadena musical con el mando a distancia. Cogió un libro encima de una mesita de cristal, lo abrió por la página donde lo había dejado y esperó a que su hijo diese la cara. Al rato llegó Axel vistiendo un batín negro, al verlo, le dijo:

-¿Cómo pudiste invadir mi intimidad, hijo?

Axel, le respondió:

-Me gusta tu nuevo peinado, madre.

-No eludas mi pregunta. ¿Cómo pudiste?

-Me pudo la curiosidad.

-Por culpa de tu curiosidad ahora me siento avergonzada. ¿Qué pasa contigo?

-Te deseo, madre.

Aurora no se enfadó por aquella declaración de su hijo.

-Eso es a causa de tu maldita soledad.  Desde el accidente no quieres ver a nadie...

-No, madre, ya viene de antes.

Las palabras de Axel la pillaron descolocada.

-¿Cuándo empezó tu atracción hacia mí?

-Ya te deseaba de adolescente.

-¡¿Cómo no lo vi? !Sufres el complejo de Edipo, vida mía.

Axel apartó la mesa de cristal y se arrodilló delante de su madre.

-¿Qué pretendes hacer?

Le cogió el pie izquierdo. Aurora tenia las uñas pintadas de rojo.

-Esto no está bien, hijo.

-Deja que cumpla solo esta fantasía.

-No, hijo. Hablemos. ¿Y si te traigo una scort de lujo?

-Es a ti a quien quiero acariciar los pies. Por favor, deja que lo haga.

A Aurora le dio pena su hijo.

-Está bien, pero de los pies no va a pasar la cosa.

Axel le acarició la planta del pie con la palma de la mano. Pasó la lengua por la planta, por debajo y entre los dedos. Chupó el dedo gordo, todos los dedos juntos... Lo hacía todo muy lentamente y mirando a su madre a los ojos. Esperaba oír un gemido, un suspiro, algo. Nada, no oyó nada. Aurora solo le acariciaba el cabello y sonreía. A ese pie siguió el otro... Después se levantó y abrió el batín. Aurora vio la polla tiesa de su hijo.

-Solo los pies, Axel.

-Sí, madre.

Axel le cogió los dos pies, metió la polla entre las plantas y se las folló. El sensual contacto de la polla entre sus plantas hizo que se estremeciese y se le escapase el primer gemido. Axel, le preguntó:

-¿Te gusta, madre?

-No soy de piedra, cariño.

Axel se masturbó con las plantas de los pies. Pasado un tiempo, Aurora, sintió la leche de su hijo engrasar las plantas de sus pies. Al acabar las limpió con unas servilletas. Ya se moría por follar, pero le dijo:

-¿Contento, cielo?

Axel se volvió a arrodillar delante de su madre.

-¿Qué quieres, cariño?

-Que te corras en mi boca.

A Aurora le costó horrores decir:

-¡¿Estás loco?!

-Se mi puta, madre.

Otra vez la pillaba descolocada.

-¿Qué has dicho?

-Se mi puta, madre.

-¡¿Qué?!

Se lo repitió por tercera vez.

-Se mi puta, madre.

-¡Serás sinvergüenza!

Aurora ya tenía el coño cómo una piscina, Lo de llamarle puta la pusiera más perrilla, pero se resistía, ya que Axel quiso abrirle las piernas y no lo consiguió. Le besó y lamió desde los tobillos a las rodillas. Aurora lo empujaba sin fuerza.

-No soy una puta.

-Eres lo que tú quieras ser, madre.

Axel le bajó la cremallera lateral de la falda y le abrió el botón.

-No te voy a dar mi coño.

-Dámelo. No seas mala.

Le quitó la falda a la fuerza.

-¿Vas a forzar a tu madre?

-No, me la acabarás dando.

-¡Presuntuoso!

Le arrancó las bragas mojadas.

-Estas empapada.

Olió las bragas y después lamió el jugo más espeso. Aurora lo miraba y se ponía enferma.

-No sabía que eras tan guarro.

No le contestó. Tiró las bragas al piso. Puso sus manos en las rodillas de su madre. Las piernas de Aurora se abrieron de par en par, se echó hacia atrás en el tresillo y dijo:

-No me puedo resistir más. ¡Me muero por correrme!

Axel lamió y besó sus tobillos, sus pantorrillas, el interior de sus muslos y llegó a la meta. Le clavó la lengua en el coño y después le trabajó el clítoris. Tras darle un buen repaso al coño, Aurora, comenzó a gemir, y le dijo:

-Si sigues me corro, hijo.

Axel siguió follándole la vagina con la lengua. Lamiendo sus labios. Lamiendo y chupando su clítoris.... Y Aurora explotó.

-¡¡Me coooooorro!!

Temblando y sacudiéndose le llenó la boca de jugos blancos y cremosos.

Al acabar le quitó la blusa y el sujetador. La echó a lo largo del tresillo. Le magreó y le comió las tetas, unas tetas gordas, con rosadas areolas y grandes pezones. Después le metió la polla entre las tetas. Aurora apretó la polla con ellas y cada vez que llegaba a su boca se la lamía y se la mamaba. Axel estaba echando el polvo de su vida. El perfume de su madre (chanel) lo envolvía de tal manera que estaba cómo en una nube. Aurora jamás había estado tan cachonda y jamás había deseado con tantas ganas que un hombre la penetrara. Le dijo:

-¿Follamos, hijo?

Axel se sentó en el tresillo, Aurora se sentó en su regazo. Metió la polla en su coño peludo y rodeó su cuello con los brazos. Follando a su hijo le dio a chupar las tetas y lo besó.... Lo folló hasta que Axel le dijo:

-¡Me corro, madre!!

-¡Y yo, hijo, y yo! Tenías razón, soy una puta.

Lo folló a toda mecha.

-Si que lo eres, pero eres mi puta.

-¡Más alto!

-¡¡Putaaaaaa!

Sintiendo la leche de su hijo dentro de su coño, le comenzaron a temblar las piernas, se sacudió, echó la cabeza hacia atrás, y exclamó:

-¡¡¡Me derritoooo!!!

El jugo blanco y cremoso de la corrida de su madre bajó por la polla de Axel y junto a su corrida le bañaron las pelotas y mojaron su ojete.

Al acabar, y aún sentada sobre la polla de su hijo, le preguntó:

-¿Fue cómo en tus fantasías, cariño?

-Faltó metértela en tu culo, madre.

-Pues que no te falte nada, cariño, que no te falte nada.

Quique.