Obsesion por anales familiares (3)
Leticia mi hija y Carolina mi esposa, con los culos mas infartantes.
...todas las veces que las imágenes de mi hija me habían hecho llegar así que decidí dormir el resto de la tarde.
Dormitaba cuando escuche un alboroto en las escaleras, me levante agitado pues estaba desnudo en el cuarto de mi hija, con la computadora prendida y la memoria fuera de su lugar como pude la apague, guarde las cosas y salí corriendo a mi cuarto. En cuanto cerré mi puerta escuche como abrían la de la entrada, quien fuera debía vestirme pues no podían encontrarme así, por fin supe que era Leticia, varios amigos y su novio, salí a saludar y mi hija se sorprendió de verme pero en seguida le aclare que me había tomado el día y que no se preocupara que no molestaría para nada ya que estaría en mi cuarto viendo la tele y descansando, pues se disponían a festejar el cumpleaños de uno de ellos. Así pase el resto de la tarde dormí un poco y cuando veía un programa recibí una llamada de Carolina me comento que iría a un bar con algunos amigos cerca de su trabajo que me despreocupara y durmiera pues no sabía a qué hora regresaría también me dijo que Laura le había llamado para avisarle que se quedaría con una amiga y que le había dado permiso, entonces solo yo estaba descansando mientras todos festejaban, me venía bien pues que semanas había pasado.
Eran alrededor de las once y en la sala se escuchaba ya mucho menos ruido, yo tenía un poco de hambre así que decidí salir y ver cómo estaban las cosas, en la sala se encontraban dos tipos que conversaban alegremente y por lo visto en el ambiente ya muy borrachos pues había un par de botellas de tequilas vacías, al verme se sorprendieron un poco y se callaron un momento, salude y me dirigí a la cocina. Cuando volvía ellos se despidieron y descubrí que en el sillón también se encontraba Pablo solo que dormido tal vez por el alcohol, cuando se marcharon, limpie un poco el desastre de sala que habían dejado y de pronto como un rayo me llego al pensamiento Leticia que seguramente cansada o muy pasada de copas se habría ido a recostar, deje en seguida lo que estaba haciendo, apague todas las luces y casi corrí al cuarto de mi hija. Me quede paralizado frente a su puerta, ¿qué era lo que estaba pensando o a punto de hacer?, pero imágenes de cómo le penetraban en culo y todas las mañana que la veía en tanga me bombardearon la mente ya sin pensarlo abrí la puerta. Como lo había pensado seguro se sintió muy mareada y cansada; es sorprendente como los jóvenes se emborrachan de una manera tan fácil y rápida; tal como estaba se tumbo sobre la cama, la encontré boca abajo con una pierna apenas doblada y su brazo que le servía de almohada. Debía acomodarla para que descansara bien así que me acerque y el tufo de alcohol era impresionante, comencé por quitarle los tacones, no sé cómo demonios se habría metido aquel pantalón de mezclilla pues estaba pegadísimo y por supuesto así como estaba la tanga le salía esta vez era una morada con una delgada línea de encaje, aunque quisiera detenerme y pensar en otra cosa ella me ponía a cien con solo verla, resistiéndome por completo a mis impulsos intente despertarla, le llame y la agite un poco que la verdad fue bastante pero sencillamente no respondía solo negaba entre dientes y por nada abrió los ojos. Todos los elementos en un segundo los maquile y lo que resulto fue un gran plan con el cual podría tener lo que venía deseando, el fantástico culo de mi adorable hija. Me apresure a la sala para ver que tan dormido o borracho estaba Pablo y al igual que mi hija no respondió en lo más mínimo.
Con un último intento por despertar a Leticia se pondría en marcha mi plan y ya que ella no respondía lo que estaba por venir seguro lo disfrutaría como nunca. Quitarle el pantalón fue una delicia, estaba tan ajustado que cuando libero sus nalgas estas salieron como rebotando eso ya me tenía más que tieso, quitarle su blusa no me costó gran trabajo y el sujetador aun menos, por fin tenia a mi hija Leticia como la había deseado desde hacía semanas, tumbada en la cama con una diminuta tanga, pero pensé que si no me había costado trabajo desvestirla mucho menos el ponerle alguna prenda y con lo pequeño que estaban las que ella tenía sería cosa de nada. Elegí el mejor atuendo que encontré, una especie de coserte que tiene las ligas para sostener medias me parece que lo llaman corselette o algo así, medias de red muy fina, era perfecto pues al parecer era el conjunto de la tanga que tenia puesta, como lo previsto no me tomo mucho esfuerzo ni tiempo el dejarla lista para la faena que tendríamos. Temblaba de lo embrutecido que estaba de sentir por fin su piel, besaba cada espacio que me ofrecía pero me detenía lo que parecía una eternidad en su trasero hasta lo mordía un poco, solo de un momento a otro se movía pero nada para alarmarse, saque mi pene y decidí recorrer con el todo su cuerpo incluso abría su boca y poco a poco le metía mi tranca, seguía perdida. Era momento de comerme aquel manjar con el que había soñado, en un movimiento la puse de nuevo boca abajo y coloque un par de almohadas en su vientre era casi como si ella me ofreciera su culo para que yo hiciera con él lo que más me viniera en gana, no quise quitarle la tanga así que solo la aparte y sin pensarlo dos veces comencé a comerle el culo, hasta ese momento ella quiso pronunciar algo pero solo balbuceo y lo único que pude entender fue el nombre de su imbécil noviecito. Cada arruga de su ano la disfrutaba queriendo memorizarlo y no quitarme de ahí nunca, mi lengua aplicaba toda la fuerza que podía y apenas lograba abrirlo, ella comenzaba a respirar solo un poco más a prisa al parecer le encantaba y yo estaba que no me la creía, debía guardar esto para siempre y la mejor forma seria grabarlo, la manera más pervertida de hacerlo era con el celular de mi hija y eso ayudaría a mi plan solo debía cuidar que no saliera mi cara y lo menos de mi. Busque en el ahora flácido pantalón que hace unas horas hubiese levantado a cualquier muerto, comencé con la grabación de solo ella, quería que cada centímetro de su ser estuviera guardado más que en mi memoria, tan cerca que con la imagen en pausa podría haber contado los pliegues su dulce hoyito, cuando le tocaba el culo acercaba el celular a su rostro y solo se le oía decir: