¿Obsesión o amor? -2-

¿Como describir lo que había entre nosotros? Yo lo amaba, él solo me quería para divertirse.

Sigo con la segunda parte de mi relato. Gracias por los comentarios. Por pedido describiré brevemente a los protagonistas. Juan, alto, de test clara y cabello castaño, ojos color verde y de complexión física normal, 26 años, médico cirujano. Yo, en ese entonces, de 18 años, alta, delgada,  bonita, buenos atributos, ni pequeños, ni exagerados. Normales. Medidas casi perfectas, 89-61-90. Cabello rubio y ojos color miel. Cuando eso estudiante de la preparatoria.

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Marzo de 2009

Había visto a Juan en otras varias ocasiones luego de lo de la casa del abuelo. Pero en ninguna tuvimos la oportunidad de volver a estar juntos. Ni un beso siquiera. A él parecía no importarle, pero a mí me dolía en lo más profundo del alma. El segundo fin de semana de marzo se casaba el hermano menor de Juan. Yo sería una de las damas de honor. El festejo se realizaría luego de la ceremonia en casa de Juan. Me esmeré en ser la dama más hermosa de la noche. Y teniendo la esperanza de que algo sucedería esa vez compré ropa interior muy sexy y atrevida, como la que me había dicho que Juan que le gustaba.

Finalmente llegó la hora de la ceremonia religiosa, en la iglesia. Al entrar por el pasillo principal de la iglesia vi a Juan parado en medio de los invitados más importantes, al lado de sus padres y de los míos. Disimuladamente me hizo unas señas con las manos. No entendí muy bien lo que me quiso decir, puse cara de circunstancia y entonces simplemente me dijo con las manos que nos encontráramos en el atrio. Cuando el sacerdote comenzaba la celebración le dije a mi mamá que me sentía mal y que iría a tomar aire. Me dijo que estaba bien pero que volviera a entrar antes de que acabase la misa. Juan ni me miró. Salí al atrio donde había varias personas. El salió un momento después. Me agarró del brazo, y me dijo:

-          “Vamos a la camioneta bebé. Ah, olvidé decirte que estás hermosa”

No le respondí, solamente sonreí. Subimos y manejó unas cinco cuadras, se estacionó en un lugar muy oscuro. Sin decirme nada se bajó y pasó al asiento de atrás. Por sentido común pasé también atrás, colocándome a su lado. Nos besamos como desesperados. Directamente envió la mano a mi entrepierna. Ya estaba empezando a mojarme. Acarició mi clítoris, me besaba como si estuviera muy apurado. Luego me dijo:

-          “Solo tenemos veinte minutos. No vamos a hacer gran cosa. Además tienes el vestido muy claro y no quisiera que se manche y alguien sospeche”

-          “Uuy noo –respondí decepcionada- para que me traes entonces si así va a ser?”

-          “Ya tendremos tiempo en la fiesta –dijo muy seguro de si- no te preocupes mi amor, pero no te quedarás sin tu dosis de hoy”

Recostó los asientos y me recostó también a mí sobre ellos, me abrió las piernas haciendo a un lado mis bragas para darme una buena dosis de sexo oral. Yo gemía y gemía y creo que la gente que pasaba por allí se habrá imaginado que estaba sucediendo, más a mí ni me importaba. Juan me lamía y me chupaba el clítoris. Metía su lengua en mi vagina una y otra vez. Yo me apretaba los senos por encima de la ropa.  Sentía que me iba a correr, pero no quería hacerlo aun. Le dije a Juan que parara. Él se detuvo. Rápidamente le abrí la bragueta y le saqué el pene. Escupí sobre él y empecé a chupárselo. Con una mano le agarraba del tronco y con la otra me masturbaba. Entonces él me dijo que espere. Me colocó encima de él. Quedando su pene en frente de mi cara y mi vagina en frente de la suya. En posición 69. Me levantó el vestido y comenzamos a darnos un placentero oral mutuo. Mientras yo le chupaba el pene, él me penetraba con su lengua, me mordía. Era un paraíso. Fue cuando me lamió el clítoris sin parar hasta que tuve un orgasmo. Él se dio cuenta de eso y me chupó todos los jugos. Se deslizó debajo de mí y me dijo que se iba a correr.

-          “Hazlo en mi boca amor” –le dije-

Y sin dudar se corrió en mi boca, me gustaba sentir ese líquido tibio y medio salado. Lo tragué todo con un poco de dificultad pero fue bueno. Le lamí el pene para limpiarlo. Se lo limpié todo y luego lo besé.

-          “Hiciste un mejor trabajo hoy –me dijo Juan- con quien practicaste?”

-          “Jajaja, estás celoso? –respondí divertida-

-          “Entonces si lo hiciste?”

-          “Claro que no. Si no es contigo no es con nadie, te lo dije mil veces” –contesté-

-          “Así está mejor. Vamos ya que preguntarán donde estamos”

-          “Ok. Vamos” –dije-

Me incorporé en mi lugar. Él volvió al volante. Llegamos a la iglesia.

-          “Juan, espera” –le dije antes de bajar-

-          “Qué sucede? –me dijo-

-          “Te amo Juan” –dije, sin creer lo que estaba diciendo, él me miró fijamente y me dijo

-          “Yo también chiquita, yo también” –me besó y se bajó-

Definitivamente era el momento más feliz de mi vida. Juan, mi único y gran amor me decía que también me amaba. Era estupendo. Bajé deprisa y feliz de la camioneta. Caminé al altar con la frente en alto, orgullosa de mi victoria. Llegué justo a tiempo. Mi madre me preguntó si me sentía mejor. Contesté afirmativamente. El sacerdote bendijo la unión y proclamó a los nuevos esposos.

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Ya en la fiesta de bodas, en la casa de Juan, yo estaba muy feliz. Estaba sentada en una mesa, con mis padres, mis abuelos y unos tíos. Mis padres notaron mi felicidad y con picardía me preguntaron si quien era el causante de tanta alegría.

-          “Jajaja, no necesita que haya ningún causante –dije- dos almas están unidas y eso me hace muy feliz”

-          “Cuáles almas, -dijo mi papá riendo- la de Jorge y Graciela (que eran los recién casados) o la tuya con algún fulanito por ahí?”

Mis padres reían y bromeaban conmigo. Por lo menos siempre tuve la suerte de que ellos me entendieran y me escucharan en todo. Pero contarles que estaba enamorada de mi propio primo y encima contarles lo que sucedió sería una tragedia. Simplemente reía con ellos por sus bromas y negaba cualquier romance en mi vida. Juan vino y se sentó a mi lado. Puso su brazo encima de mi hombro.

-          “Hola! Porqué tanta felicidad, eh?” –preguntó Juan-

-          “Hola príncipe –dijo mi mamá, que siempre amó desde pequeñito a Juan- es que tu prima se consiguió por allí a alguien que le detiene el corazón”

-          “Y no nos quiere contar” –comentó mi papá-

-          “Qué suerte! Pero dile a ese fulano que si se cruza en mi camino voy a tener que arreglar cuentas eh! Nadie se roba el corazón de mi primita sin mi autorización! –dijo Juan- No se preocupen tío y tía. Yo la cuidaré”

-          “Me alegra escuchar eso Juan –dijo mi papá- por lo menos sé que alguien en la familia aparte de mí cuida a mi princesa-

-          “Realmente así es –continuó mamá- y Juan, llévala a tomar algo a esta niña o a bailar. No tiene edad para quedarse a conversar con dos viejos mientras tiene una fiesta a sus espaldas”

No podía creer lo que estaba escuchando. Mi mamá y mi papá me entregaban en bandeja de plata a Juan. Todo estaba saliendo mejor de lo que me esperaba. Juan me llevó a bailar, a tomar unas copas de cóctel y me llevó nuevamente a la mesa. No quería que nadie sospechara nada. Cuando llegó la hora de regresar a casa Juan le pidió permiso a mi mamá para sacarme a bailar el día siguiente, ya que según él yo le había comentado que no salía mucho. Mis padres aceptaron gustosos y dijeron que cuando él quisiera podía pasar a buscarme y salir juntos. Ya que es mi primo y ellos sabían que yo estaba segura en manos de él. La ingenuidad de mis padres era tal o mi suerte era tremenda.

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El tiempo me obliga a detenerme aquí. Comenten si les gustó de nuevo y mañana continúo =)