Obsesión II

En las siguientes semanas descubrí que si había creído que mi mayor obsesión era mirar a Eva, vigilarla en la distancia, estaba equivocado, porque todo se había intensificado, todo había crecido, se había multiplicado por mil...

No quería que mi obsesión por Eva dominara mi existencia, y me obligué a no requerirla en los siguientes días en mi despacho. A sabiendas de que aun sin saber muy bien que la movía a ello, Eva acudiría sumisa, y dispuesta a mí reclamo, cosa que desde que sucedía hacia que mi polla estuviera tiesa todo el día.

Llevaba más de una semana, solo observándola tras los cristales, como hacia al principio; vigilando cada paseíllo a por café, cada charla intrascendente con alguna de las amigas que le quedaban, y de vez en cuando parapetado tras las cortinas de listas, podía verla mirar hacia la puerta de mi despacho, y entonces deseaba que ella deseara, pero no lo tenía nada claro, como no tenía claro del porque aceptó esa historia.

Pero la carne es débil, y una parte de mi anatomía, más que débil, estaba más fuerte y dura que nunca. Ya no podía más, y la mandé llamar.

—Buenas tardes, señor Martínez. –dijo ante mi mesa, con sus papeles como siempre en la mano, cinco minutos después

Ya eran más de las siete, por lo que mi secretaria tras hacerla pasar, acababa de decirme que si no necesitaba más se iba, y cerró la puerta cuando Eva entró.

—Eva, cierra la puerta y desnúdate, por favor. –le pedí imprimiéndole a mi voz toda la calma que fui capaz

Ella se dio la vuelta, e hizo como siempre hacia, lo que le pedía; sin inmutarse, sin cambiar su expresión, simplemente anduvo lentamente hacia la puerta, tras dejar sus papeles en mi mesa, echó el pestillo y de nuevo ante mi mesa empezó a desnudarse.

Primero sacó su blusa de la falda, y empezó a desabrocharla, al momento mis ojos se perdieron entre sus pechos, en esa franja que los delimitaba, donde soñaba perderme, naufragar...

Siguió con su falda, llevándose las manos detrás la desabrochó y simplemente dejo que cayera a sus pies. No llevaba medias, por lo que en un momento, quedó ante mí solo en braguitas y sujetador. Era espectacular, exuberante, desbordante, Eva tenía un cuerpo incitante, de esos que en cuanto los ves deseas comértelos, devorar cada rincón, perderte en cada curva...

—Todo, Eva; hoy lo quiero todo.

Y sus manos temblorosas, desabrocharon el sujetador que apenas contenían sus preciosos pechos, que parecían querer desbordarse, escaparse de su encierro, como así sucedió al liberarlos, y dejar ante mí esos pezones grandes, oscuros...deliciosos, como Eva; porque todo en ella era enloquecedoramente exquisito, endiabladamente sexi y excitante para mí.

—Dame tus bragas Eva –pedí, con voz ronca por el deseo

Dios cuando desnudó su coño, apenas depilado, pero con el vello justo cubriendo su pubis...joder mi polla palpitaba, dolía dentro del pantalón. Pero nada comparable a cuando tuve sus bragas en mis manos, y sentí la humedad de estas, de su coño en mi palma...mi polla palpitaba, se humedeció dentro de mi ropa interior y casi la podía oír gritar por su liberación.

Necesitaba poseerla, no podía seguir jugando al ratón y al gato, pensé levantándome, rodeando mi mesa para acercarme a Eva.

Ella era solo un poco más baja que yo, y solo tuve que inclinarme ligeramente para llevar mi mano entre sus piernas y comprobar lo que ya sabía por sus bragas. El coño de Eva era como ella, espectacular, su pubis era gordezuelo, y los labios llenos, cubriendo su rajita en la que encontré su clítoris, y noté como se hinchaba bajo mis dedos, mientras ella impertérrita al principio, entreabría los labios, y hacia una especie de gruñiditos, que hacían peligrar la cremallera de mi pantalón.

— ¿Te gusta Eva?, ¿te gusta que te masturbe? –su coño hablaba por ella encharcándose, pero quería oírselo decir.

—Mucho

—Voy a hacer que te corras Eva y luego voy a follarte, ¿de acuerdo? –le dije intentando parecer calmado a pesar de no estarlo.

Dejé el pulgar estimulándola, mientras el resto de mis dedos seguían recorriendo esa rajita ardiente, insinuando mis nudillos en la entrada de su vagina...pero no quería penetrarla, en el coño de Eva hoy solo iba a estar mi polla.

No dejé de acariciarla, hasta notar el temblor de cuerpo, hasta que entre jadeos susurro que se corría, y solo cuando su cuerpo dejo de temblar, la incliné sobre la mesa, y mientras con una mano acariciaba su espalda, y su trasero expuesto...con la otra me afanaba en liberar por fin mi tremenda erección; saqué mi polla dura, y ya chorreando, y le pregunté:

— ¿Puedo follarte Eva? Necesito hacerlo sin condón, pero si lo hago voy a correrme

—Si –dijo sin más

Dios, jamás había estado más cachondo que en ese puto instante, pensé llevando allí mi glande, y entrando lentamente en Eva por primera vez, agarrado a sus caderas, metí media polla en ese coño ardiendo, y hasta tuve que parar unos segundos; luego de un solo envite la llené, empotrándome en ella hasta los huevos. Eva aulló, yo casi me corro y tuve que vender mi alma al diablo, para aguantar unos segundos, quieto por supuesto mientras su coño literalmente devoraba mi polla enfebrecida...si hubiera sido creyente habría rezado. Pasados unos segundos empecé a moverme sin prisas, pero no podía más, era una necesidad primitiva que estaba incluso por encima de correrme, necesitaba llenar el coño de Eva de mi semen.

—Tócate Eva y córrete de nuevo, hazlo una vez pero ahora hazlo conmigo. –le dije al oído

Clavé mis dedos en su carne, y mis caderas se movieron más deprisa, entré y salí con furia de su cuerpo, hasta volver a notar ese temblor en ella, esos soniditos guturales, mi sangre martilleando mis sienes...

—Me corro –susurró

Y el coño de Eva succionó literalmente mi polla, mientras se corría sin darme tregua ni opción a retenerme, e inundé su coñito, cerrando los ojos mientras el semen salía de mi polla a raudales, inflamando aún más ambos sexos en éxtasis total.

—Gracias Eva-le dije entrando en el baño, para no caer en la tentación por la necesidad que tenía en ese instante de comerle la boca

Cuando salí ella esperaba fuera, aun desnuda y sin mirarme entró en baño. De repente necesité tanto de nuevo su cercanía... entré con ella en el baño y me quedé de pie frente a ella, dejándole claro que no iba a moverme, que quería que siguiera con lo que había entrado a hacer.

—Abre más las piernas Eva –y el voyeur que llevaba dentro, disfrutó como un enano viendo a Eva haciendo pis.

Tanto que mi polla, volvió a ponerse a media asta, y sin dejar que Eva se levantara me acerqué y no tuve que pedirle nada, la agarró e inclinándose la llevo a sus labios, deje que resbalara dentro, porque quería que la notara crecer dentro de su boca, mientras le pedí que sobara mis pelotas. Solo retrocedí, cuando estuvo dura de nuevo y empezó el vaivén de mis caderas, hundiéndome cada vez un poco más, en el calor de esa cueva húmeda que era su boca, de la que no salí, hasta descargar el poco semen, que había quedado en mis pelotas agarrado a su pelo.

Ella se quedó allí sentada, jadeando tras tragar y entonces me arrodillé ante ella, separé sus piernas y hundí mi cara entre los pliegues húmedos de su sexo, para devorar el coño ahora acido de Eva. Su sabor me embriagaba, me enloquecía en todas sus versiones, y lamí su carne trémula, hasta oírla gemir entre temblores que se corría, agarrada a mi pelo como yo había hecho minutos antes.

Tarde horas en dejar de saborear el coño de Eva, notaba su sabor en cada rincón de mi boca y me regodeaba en ello, excitándome como un adolescente, recordándola, recordando el calor de su coño prieto, el tacto de su piel suave y ese sabor tan característico tan febrilmente enloquecedor...

En las siguientes semanas descubrí que si había creído que mi mayor obsesión era mirar a Eva, vigilarla en la distancia, estaba equivocado, porque todo se había intensificado, todo había crecido, se había multiplicado por mil, ahora eso me parecía casi una estupidez, ahora mi obsesión era poseerla, hacerla mía, sentir que su placer me pertenecía, incluso el que sentía cuando no estaba a mi lado. Necesitaba ser el dueño, de cada orgasmo que hiciera temblar su cuerpo de placer, cada día con más intensidad.

Y por ello, en las siguientes semanas, cuando la mandaba llamar, y ella como siempre se entregaba dócilmente a todas mis peticiones, le pedía que me masturbara, con sus manos, con su boca, con sus pechos...necesitaba que eliminara la tensión, que el deseo por ella acumulaba en mi cuerpo, y cuando por fin me corría en su boca, en sus manos, o sobre sus tetas, liberando por fin esa tensión, mientras mi semen la marcaba... siempre acudía un pensamiento a mi mente... ¿quién poseía a quién? ¿Quién dominaba?, Porque yo mientras me vaciaba en ella, siempre me sentía esclavo de esa sensación, de esa necesidad y por ello, cuando más intensamente me corría, más me costaba acercarme a ella después, ni siquiera después de saciarla.

Pasé semanas sin volver a follar su coñito, quería que añorara mi polla, que la deseara, necesitaba que ella sintiera la misma necesidad que yo, sin pedírselo, sin forzarla. Porque por alguna extraña razón tenía su cuerpo, pero eso ya no me bastaba, porque ansiaba su alma.

Dos semanas después, Eva tenia quince días de vacaciones y después de chupármela me lo dijo (yo ya lo sabía)

—El lunes empiezo las vacaciones –su voz sonaba tristona

—¿Quieres que lo dejemos hasta que vuelvas?

—No –contestó con rapidez

Podía habérmela comido a besos, pero de nuevo me retuve, de nuevo me quedé en mi papel y simplemente le dije:

—Apúntame una dirección por la que quieras que pase a recogerte ¿el sábado a las ocho te va bien?

—Perfecto –dijo, apuntando una dirección mientras yo, miraba como sus pechos se balanceaban al hacerlo.

Solo era jueves y ni siquiera sé cómo llegué al sábado, me sentía como un chaval en su primera cita, lo organice todo, para llevarla a una casita de veraneo que tenía a unos treinta kilómetros y el sábado a las seis la llamé al número que me había dado el primer día.

— ¿Te supone algún problema pasar fuera el fin de semana?-la avisé en el último momento, porque no quería que se preparara, la quería sorprendida, sin tiempo a imaginarse nada

—No

—Nos vemos en dos horas –le dije simplemente antes de colgar

A las ocho en punto la recogí, en la dirección que me había dado, estaba preciosa con un sencillo vestido rojo oscuro, suelto hasta sus pies, que aunque la falda terminara de manera vaporosa marcaba todas y cada una de las curvas de su cuerpo. También llevaba una bolsa de piel en la mano. Me bajé para abrirle el maletero, y la dejó allí antes de sentarse en el asiento del copiloto.

Durante el trayecto, hablamos del trabajo, como si ese fuera el único terreno en el que nos mantuviéramos a salvo de nosotros mismos, de nuestros deseos, de las ganas al menos por mi parte de dar rienda suelta a ellos. Porque en ese momento no sabía cómo se sentía Eva, pero yo no podía desearla más, porque ya dolía la intensidad con la que lo hacía.

Paré unos momentos antes de llegar a nuestro destino, y recogí la cena que había encargado en uno de los restaurantes cercanos a la casita, luego me desvié en el camino, y llegamos al final de la calle.

—Me gusta el sitio, tranquilo pero no aislado –dijo mirando las casitas, no demasiado lejos

— ¿Tienes miedo? –le pregunté, asustado por ella, al ver sus hombros temblar

—Fue un escalofrió, por el fresco. No tengo miedo, ¿debería? –pidió, cuando le cedí el paso, después de abrir la puerta, y las luces del salón.

—No voy a hacerte nada que tu no quieras, si es eso lo que me estas pidiendo Eva. Pero lo quiero todo

— ¿Y lo que no esté dispuesta a dar?

—Eso correrá de mi cuenta. Esa es tu habitación, desnúdate por favor que vamos a cenar –le dije, en tono amable pero seco.

— ¿Tengo que hacerlo desnuda? ¿Porque?

—Porque me gustaría que así fuera Eva.

Y se quedó mirándome, retándome con la fiereza de esos enormes ojos...luego bajó la mirada, y se fue hacia la puerta que le había indicado, mientras mí polla se ponía dura como el acero.

Yo había estado esa misma mañana para dejarlo todo preparado, incluso la mesa, y solo tenía que calentar la cena, y servirla, cosa que hice con prisas tras ponerme cómodo. Ya estaba acabando cuando vi aparecer a Eva, completa y maravillosamente desnuda en todo su esplendor, haciendo que la cena y todo lo que estaba haciendo, pasada a un infinito segundo plano, ante la visión de su entrega.

— ¿Te ayudo?

—No hace falta, puedes sentarte.

Conseguí que cenáramos, uno frente a la otra, apenas sin hablar, comentando solo alguna que otra de comida, demasiado hambrientos de otras cosas para distraernos, para empezar una conversación que no queríamos tener, que no nos iba a llevar a ninguna parte. Porque ambos solo teníamos una necesidad y el comer solo era un sustento, el hablar un pasamiento y solo el deseo de follarnos, de sentirnos, llenaba nuestras mentes.

—Me muero por follarte, Eva –admití ante ella y en voz alta por primera vez.

—Yo necesito que lo hagas, desesperadamente. Porque no soy capaz de pensar en otra cosa.

Me levante, y sin decirle nada me puse frente a ella, mi polla llevaba horas excitada, y mucho tiempo dura. Solo tuve que ponerla en pie junto a la mesa, y agarrándomela, pasear el glande entre los pliegues de su coño, para humedecerlo ligeramente, y tras flexionar una de sus piernas, y apoyar un poco su culo en la mesa, doblé las rodillas y de un golpe de riñón se la clave, profundamente, de un solo envite, hasta el fondo, hasta que mis huevos golpearon su cuerpo. Me dolió la polla, ella dio un gritito ahogado, pero no se apartó, no intento negarme su coño, simplemente dejó que mi polla lo penetrara, lo poseyera salvajemente, abriéndola. Me quedé quieto unos segundos, con la vista nublada, y luego empecé a moverme. No eran movimientos rápidos, pero si duros, salía casi por completo, dejando solo la punta rozando su carne, para volver a entrar, a medias alguna vez, hasta el fondo otras, rebotando dentro, más y más, vuelta a fuera y de nuevo entraba. Follé su sexo como un animal empotrando su culo contra la mesa, mientras ella apenas se sujetaba con un pie y mi cuerpo, sin quitarme la ropa, mordiendo sus pechos, lamiéndola, mordiéndola...

—Por favor, necesito que te corras dentro –me suplicó de repente dejándome anonadado

—Porque Eva-pregunté sin dejar de follarla

—Porque necesito tu semen inundando mi coño, necesito sentirlo dentro, no me niegues tu lefa por favor –suplicaba desesperada

Joder, estaba preparado para aguantar y retardar mi corrida, quería que se corriera, quería ver el orgasmo en sus ojos mientras la follaba, pero nada me había preparado, para soportar esa mirada, esa suplica desesperada, sus labios temblorosos, la necesidad en su voz, y por si fuera poco a esa “tortura” se unían los estrujones de polla que me estaba ofreciendo totalmente gratis su vagina...!Dios mío!, perdí por completo, no el control, perdí la cordura, y habría perdido el alma, si la hubiera apostado, porque en ese momento me sentí más suyo que mío, le pertenecía, me tenía a sus pies, y necesitaba complacerla, tanto como ella necesitaba correrse para mí, necesitando para ello mi semen. Era todo una unión, una espiral que giraba en torno a nosotros, rodeándonos, atrapándonos, manteniéndonos en el centro como el ojo de un huracán, y barriéndolo todo a su paso.

Mi semen salía a borbotones de mi polla inundando su coño, mientras ella gritaba, y se retorcía, yo mordía su boca y ella la mía, al momento nos lamiamos y Dios que puto memorable orgasmo. Aun cuando apenas salían gotitas de mi capullo, seguí taladrando su sexo, mientras ella apenas se mantenía en pie, después de dos orgasmos o uno largo, aferrada a mi cuello sollozando, pero balanceando las caderas a mi ritmo, buscando aun cada acometida de las mías perfectamente sincronizada a mi vaivén.

La agarré cuando salí de su cuerpo, y la ayudé, mirando embelesado mi semen, resbalar por sus muslos aun temblorosos, mi polla tras el explosivo orgasmo, había menguado, pero entre esa enloquecedora pasión, y por supuesto el cialis que me había tomado, seguía bastante maja.

La llevé a mi cama, la tumbé en el centro de la misma, y recorrí con mi lengua cada rincón de su suave piel, disfrutando de sus suspiros, de sus jadeos y cuando por fin llegué al rincón que había dejado aposta para el final, separé sus muslos, y ante sus quejiditos separé sus muslos, y me lancé a devorar su sexo jugoso, anegado de semen, mezclado con sus jugos.

—Así no... –se quejaba flojito y excitada

Mi lengua se empapó de mi esencia, de la suya, mi nariz se embriagó del olor de nuestro sexo conjunto, y enloquecí entre sus muslos una vez más, hasta hacerla vibrar, hasta que agarrada a mi cabeza, volvió a lloriquear que se corría, y cuando lo hacía, metí mis dedos en su cueva, ella chilló más fuerte, arqueó su cuerpo y entonces recogí lo que pude con mi lengua, y subí a su lado, y le di con mi lengua para que compartiera conmigo.

Joder, me comió la boca, como una loba, de tal manera, que mi polla dio un latigazo entre mis muslos ahora ya desnudos. Nos morreamos, nos ensalivamos, nos comimos...hasta que volvió a temblar, y mi mano fue testigo de otro orgasmo.

Necesitaba más, la necesitaba toda, pensé dándole la vuelta, separando los cachetes de su culo, lamiendo su rajita mientras acariciaba su espalda. Podía notar su nerviosismo, su intranquilidad.

—Relájate Eva, solo voy a follarte el culo, va a dolerte un poco, pero te prometo que iré despacio, que terminara gustándote y que como premio volveré a darte lo que quieres

— ¿Tu semen? –pidió como un chiquilla emocionada, realmente enternecedora

—Si Eva, va a ser todo tuyo –joder, casi me corro antes de follárselo, al notar como se relajó al instante, la muy puta.

Lamí, dilaté y jugueteé en esa entradita antes de apoyar mi palpitante glande, con la ayuda de mis dedos presioné, ella se removió pero no se apartó y entró el capullo, seguí presionando hasta meterme a medias, y poco a poco se la metí hasta los huevos.

—Buena chica Eva, ya estoy dentro...relájate...

Empecé lento, quería ser suave, quería ir despacio, pero el culo de Eva estaba tan rico y caliente como toda ella, y que ella fuera tan puta, y viciosa como para empezar a buscar polla, dejándose llevar, no lo hicieron fácil, por lo que me encontré cabalgando a Eva como un animal fuera de sí, follé ese estrecho canal hasta la extenuación, sintiendo esa estrechez envolviendo mi polla, apretándome...azoté su redondo culo hasta ponérselo rojo, oyéndola gemir bajo mi cuerpo, soportando cada acometida, cada golpe de mi palma, cada empujón...

Hasta que todo mi ser necesitaba una sola cosa...liberarme, descargar mis pelotas en sus entrañas.

—No gruñas Eva y pide que quieres

—Quiero tu lefa, quiero que llenes mi culito...por favor... –dijo entre gemidos, con voz entrecortada

Y una vez más fui yo quien obedeció, y dándole lo que ambas ansiábamos, ella quería mi semen y yo llenarla.

—No sé qué te mantiene aquí, ni porque me permites y te permites esta locura, pero no quiero hacerte daño Eva.

—No te das cuenta que eso ya no importa...que lo único que necesito es que sigas haciéndome sentir esto...necesito estas sensaciones que solo existen cuando estoy contigo...por eso estoy, por eso vuelvo cada día...por eso volveré siempre... Por esa Eva que solo existe cuando esta contigo.