Obsesión
Adonde pueden llegar la desconfianza de alguien y el amor obsesivo.
Le dolía el estómago de tan sólo pensarlo. El sueño parecía tan real, tan extraño. Siempre él le había jurado amor eterno, le decía que ella era tan especial, que la quería tanto. Sin embargo, no quería comprometerse con su relación. No eran nada, pero a veces lo eran todo. Se habían conocido por un foro, donde jóvenes oscuros o góticos como les llaman, solían postear. Y todo comenzó hermoso, aunque ella era mayor unos cuantos años y él a veces parecía ser tan sólo un niño tonto.
Pero esa noche ella despertó llorando. El decía odiarla en el sueño, la sacaba de su Messenger, le cortaba las llamadas telefónicas y ella pensaba que se moría. Pensó que era verdad. Que él ya no la quería, que había encontrado a alguien más. Asustada, fue a llamarlo por teléfono, pero él no contesto. Eran las 4 de la madrugada. Quizás estaría durmiendo.
Se dedicó a vagar por su cuarto, buscando recuerdos de él, conversaciones de Messenger, canciones que le había dedicado. Se metió al foro y leyó sus escritos una y otra vez. Todo parecía normal. Comenzó a recordar su última conversación telefónica y no recordó haber discutido con él.
- Soy una tonta – rió a carcajadas- nada a pasado, todo está bien. Mañana lo veré y nos reiremos de esto. Mejor irse a dormir.
Se abrazó a su almohada y se quedó dormida.
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Al día siguiente apenas despertó, se conectó a Messenger. El estaba, pero tenía de avatar la foto de una muchacha.
Hola –dijo ella, pero él tardó en contestar.
Es mi amiga. ¿te gusta? – dijo él, al rato- estaba hablando con ella.
No se quien es. –dijo ella, celosa, recordando el sueño del día anterior.
Mi amiga, con la que salgo cuando tú no estás.
Los comentarios de él iban de mal en peor. Al final terminaron discutiendo y ella llorando, pensando en que él estaba con esa muchacha cuando ella no aparecía en Messenger.
Finalmente el sueño la invadió y se quedó profundamente dormida.
Esa noche alguien entró por su puerta, y todo indicaba que era él. Le pidió perdón por su torpeza y durmieron juntos. Ella pudo demostrarle cuanto era lo que lo quería, que sabía que era un niño, pero lo veía como un hombre.
Ya la amiga no importaba, ni los celos, ni nada. Eran ellos dos, sus labios, su cuerpo desnudo fundido piel con piel.
Pero a la mañana siguiente, él ya no estaba. Pensó en llamarlo, en saber como estaba, pero se sentía agotada que prefirió dormir.
El sueño que la atrapó la hizo saltar de la cama, con las manos en los oídos, gritando de rabia y dolor.
En aquella pesadilla él nuevamente la engañaba, mientras dormía con ella, llamaba a la otra por teléfono para ir a juntarse con ella esa tarde.
Algo tenían esos malditos sueños que la hacían sentir que era verdad. Se puso su abrigo largo y se arregló. La gente la miraba en la calle, porque sus ojos desorbitados estaban convencidos de aquella traición.
En el sueño ellos se juntaban en la plaza de siempre, donde solían reunirse todos los sábados con un grupo de amigos. Corrio y tomo una micro, mientras sus manos sudaban, mientras los labios le sangraban de tanto morderselos. Su estómago dolía como nunca, preso de nervios y un profundo temor.
Entonces lo vió. Estaban juntos, riéndose, y la muchacha elegía un hermoso bolso de color negro, aquel bolso que ella tantas veces le rogó que le comprara, ahora en los brazos de la otra. Los siguió sin poder articular gesto, como un zombie, mientras los oía hablar a la distancia.
¿Y que quieres que le diga? – decía él.
La verdad. Sólo cuéntale sobre mi, sobre nosotros. – decía la otra.
No puedo. Traté, pero ella es tan celosa. Me da miedo que intente hacer algo, que se corte o que se yo.
Entonces es mejor hablarle con la verdad. – sonrió la muchacha, y le tomó la mano mirándolo a los ojos – díselo. A mi me carga que me oculten cosas, ella debe saber sobre esto que planeamos hacer.
¿Qué planean hacer? ¿Qué era lo que planeaban? ¿Estar juntos y ser felices por siempre? ¿Reírse de ella en su cara? No pudo soportar mas y salio corriendo, con lagrimas en los ojos, con el corazón destrozado.
Era tan injusto, todos le habian dicho que el era un estupido pendejo de porquería, un insignificante niño estupido que se creia gotico y a penas aspiraba a ser un remedo de tal tribu. Nada sabia sobre musica, sobre cultura, sobre arte. Sus amigos se rieron de él en una fiesta cuando llamo “gótico” a un conocido artista plástico que disfrutaba realizando trabajos de índole medievalesca y romantica. La ignorancia invadia a aquel muchacho e incansablemente todos se lo decían, pero su corazon estaba preso de aquel embrujo romántico.
De pronto, algo la invadió. ¿Por qué debía correr y no enfrentarlo? Tomó una piedra mas grande que su mano. La adrenalina la envolvía, furiosa, ciega de celos, los sueños tenian una estúpida razon: el asqueroso engaño. El sueño del pibe, decian sus amigos. El pendejo se acostó con la mujer más vieja. Porque ella ya era toda una mujer, y el tan sólo un estúpido niño.
Corrió, furiosa, embrujada por la ira, con la piedra en la mano, y frente a todos, se la azotó en la cabeza.
El chico cayó al suelo, con mitad del pelo pegado en la piedra y la sangre salpicando por la arenilla de la plaza.
- ¡Lo mataste! – gritó la otra muchacha- ¡Asesina! ¡El sólo quería celebrar tu cumpleaños con los del foro! ¡Este bolso te lo elegimos entre los dos para tu fiesta sorpresa! ¡Asesina! ¡maldita asesina!
Ella se miro las manos llenas de sangre y reaccionó con una risotada. Los ojos dementes, la cara deforme por la risa. Todo había sido un chiste. El yacía con los sesos al aire, frío, muerto, por querer celebrar su cumpleaños. Y pensar que se habían conocido un día en todo relatos.