Obsesión (1)

En la vida de Tina sólo hay una obsesión, porque nada es lo que parece. Su búsqueda se centra en la experiencia de lo carnal para llegar hasta lo mas profundo de sus infiernos.¿Pero cuál es realmente su obsesión?

La primera vez que nos vimos, ella estaba conectada a su ordenador sobre una de las mesas escritorio de la habitación del campus universitario y yo entraba, cargada con cajas de cartón, llenas de libros, helada y fatigada por la lluvia que no había cesado en días. Nos sonreímos amablemente, ambas sorprendidas de encontrarnos tan de repente y descubrirnos mutuamente complacidas. "De hecho, esperaba que llegaras para ponernos de acuerdo sobre los muebles"- dijo ella quitándose las gafas y perdiendo de golpe un aire demasiado serio para su edad. Tenía el cabello negro, rizado y sujeto en moño sobre la nuca, unos cuantos rizos se le escapaban enmarcando su cara oval, de color marmóreo de la cual resaltaban unos inmensos ojos negros, con largas pestañas enmarcados con un par de cejas gruesas pero bien delineadas. Yo dejé las cajas por ahí, sentándome en una de las camas y desabotonando mi abrigo me presenté: "Soy Tina Ross y me parece que elijo el lado de la ventana". "Hola -agregó ella sonriendo tímidamente- me llamo Maia Ullami, futura arquitecta….."

Ambas reímos y a partir de ese momento esa relación que estaría marcada por movimientos complementarios, como si se tratase de dos caras de una misma moneda: una rubia, la otra morena, una decidida y clara y la otra suave y tímida, partiría en la búsqueda desconocida de una misma pasión.

Esa noche, la oí llorar, en plena madrugada, intentando refugiarse en el sonido d el a lluvia y los truenos que acompañaban la tormenta de primavera. Me levanté d ela cama y suavemente me acerqué a la suya. Sollozaba amargamente debajo de las mantas.

"Maia….."- dije sentándome al borde de su cama- ¿qué te pasa? ¿Tienes miedo? – pregunté inocentemente. "¡No!"- respondió sin salir de su escondite, sollozando mas aún. "¡No sé qué hacer Maia!- le dije declarando mi imposibilidad de actuar ante tal situación. "No me gusta que llores pero no me atrevo a meterme donde no me llaman"- agregué preocupada. Y dando un giro inesperado, se lanzó sobre mi llorando en mi regazo. Yo la abracé acariciando su cabello rizado, ahora suelto, que le cubría la mitad

de la cara. "Tranquila….no llores más, seguro que sea lo que sea, se resolverá….."- dije sintiéndo lo frágil y suave que era. Ella se acostó sobre mis senos, empapando mi camisón de lágrimas y comenzó a hablar en un idioma que no entendía al tiempo que me besaba, entre palabra y palabra, se deslizó por mi hombro izquierdo desnudo, pasando suavemente a mi cuello, siguiendo por mi mejilla y terminando en mi boca. La luz de la luna, le daba a su rostro una textura plateada y sobrenatural que me hicieron sentir conmovida y profundamente excitada al sentir su mano sobre mi seno izquierdo apretarlo con cierta ansiedad. Comencé a besarla también, alejando sus lágrimas, besando sus ojos, sintiendo sus mejillas rosadas y sus labios coral, deliciosamente húmedos y tiernos, seguí por su cuello, mirando sus dedos desabotonar su camisón y tocando sin poder detenerme un par de senos generosos, perfectos, de pezones marrones que se empequeñecían a mi tacto, mientras mi boca se introducía en ellos mamándolos suavemente. Mi cabeza giraba entre las luces de los rayos, el estertor de los truenos acompañado de flashazos intermitentes y el olor a jazmín que emanaba de su piel.

Se tumbo sobre la cama mientras que yo la recorría con mi boca y mis manos, descubriéndose por completo y mostrándome su sexo perfectamente rasurado, dejándome incursionar en el con mi lengua, mientras ella se convulsionaba de placer. Abrió las piernas poco a poco, mirándome lamerla, chuparla, succionar su clítoris, mientras pequeños jadeos remplazaban sus interminables sollozos de llanto.

Sentí su flujo en mi boca, e intenté que mi lengua fuera hacia adentro, cada vez más sin dejar de frotarla, acelerando el ritmo de mi fricción, sintiendo, plenamente excitada, que estaba apunto del orgasmo. Sin embargo, de pronto, me detuve, me quité el camisón frente a ella y la levanté un poco, acercando su tronco a mi pecho e invitándola a sentarse a horcajadas sobre una de mis piernas. Ella medio poseída se colocó y comenzó a masturbarse frotando su sexo contra mi muslo, y moviéndose acompasadamente hacia delante y hacia atrás. Yo seguía besándola, sintiendo sus manos frotar mis senos y paseando mis manos por su deliciosa espalda y sujetándola al final por las nalgas, apretándolas y pellizcándolas con cuidado. En el momento de mayor placer, lanzó la cabeza hacia atrás gimiendo sin parar y yo la miré, demasiado fascinada como para reparar en el mío propio. Cuando se vino, me tumbó en la cama, me levantó el camisón de dormir y besó mi sexo desenfrenadamente primero sobre mis bragas y después arrancándomelas internó su cara en él, lamiendo mis labios y succionando mi clítoris. Cuando intuyó que estaba a punto, se subió sobre mi, colocando su sexo desnudo contra el mío y cabalgándome, se volvió a masturbar , mirándome fijamente con los ojos entrecerrados, jadeante, con las tetas moviéndose al ritmo de su galope y causándome un orgasmo repentino. En mi gran exhalación de un Ahhhh…! profundo, no se detuvo, aminoró su ritmo, y con la palma de la mano acarició suavemente mis tetas, las lamió y deslizándose hacia el sur, comió mis sexo mientras introducía un par de sus finos dedos en él, provocándome un segundo orgasmo que me transportó directamente a las estrellas.

Yo acaricié su cabello, ambas aún jadeantes, ella me miró desde abajo y subiendo lentamente sin dejar de acariciarme, se colocó detrás de mí, besando mi nuca, mientras yo me giraba para sentir su lengua entrar en mi boca. Se colocó detrás y abrazándome acarició mis senos, jugando con los pezones mientras yo me volvía a masturbar por debajo de la única manta que nos medio cubría.

"¿Quieres más?" – preguntó suavemente – llevando su mano a mi sexo, colocándola sobre las mías y ayudándome a hacerlo otra vez, mientras ella frotaba su sexo contra mis glúteos. La sentí cubrirme con su pierna, y besarme el oído al tiempo en que yo volvía a gemir ahogadamente mientras ella misma, con su otra mano se frotaba al mismo tiempo y al mismo ritmo que yo causándonos el éxtasis al unísono.

Dormimos así, entrelazadas y a la mañana siguiente juntas en la ducha le pregunté:

"¿Porqué llorabas anoche?, "Es que no sabía cómo decirte que soy lesbiana…"- dijo mirando al suelo, el agua correr. "Todos tenemos algo que es difícil de confesar- dije pensando en mi propia obsesión- pero no podemos vivir en contra de lo que queremos y sentimos….sólo hay que encontrar la forma…..¿no crees? Ella abrazándome, otra vez, comenzó a llorar.