Obsesión

Relaciones contradictorias, el inicio de un cornudo.

La primera vez que vi a Marta fue en una fiesta de universitarios, el destino hizo que perdiera el último tren para mi pueblo, mi compañero de habitación enseguida me apuntó para acompañarle, la verdad es que no tenía muchas ganas estaba atravesando un severo catarro pero tras la insistencia cedí a acompañarlo pero con la condición de que máximo en tres horas estaríamos de vuelta, quería cojer el primer tren de la mañana para pasar las Navidades con mis padres.

-Te irá bien, llevas un mes que apenas a salido.- Oía la voz de Juan tapada por el ruido del secador.

-Seguro...no hay nada mejor para un catarro que una buena fiesta en diciembre.- No pude ser más sarcástico.

-Quien sabe, igual encuentras a una tía que te lo quite de golpe.-Por suerte la sesión de secador había llegado a su fin, no sabía cómo iba aguantar esa noche si simplemente un secador hacía que mi cabeza quisiera explotar.

Al verlo salir alucine, el tío se había maqueado tanto que me sentí ridiculo con mis tejanos y mi chupa de cuero.

-No sabía que fuéramos a una boda.- Sin querer me mire en el espejo del armario repasando mi vestuario.

-Nunca se sabe, he decidido que esta noche rompa mi sequía.- Enseguida sentí el perfume flotando en el aire: si con mi catarro lo puedo oler no me imagino la peste que debe hacer.

La fiesta era en lo alto de Barcelona con lo cual el aire me estaba matando a la vez que maldecía haber cedido a acompañar a Juan, simplemente rogué que fueran las tres horas más cortas de mi vida y lo peor era que no podía tomar alcohol pues me estaba medicando con lo cual tendría que conformarme con refresco; vaya lo mejor para una fiesta.

Se reunían varias facultades; farmacia, medicina, ingeniería y la mía derecho, eran las doce y media y la casa ya estaba a reventar, el salón se había convertido en una especie de salón mientras y la cocina era como la barra de un bar, vi varios de mis colegas que ya estaban en plena faena o sea, cazando, como les gustaba llamarlo, la verdad es que hacía poco que Sonia y yo nos habíamos dado un tiempo y no me apetecía de momento volver a liarme, quería centrarme en mis estudios y acabar mi carrera, Sonia era una amiga desde la infancia y en un momento dimos un paso más, pero tanto ella como yo nos dimos cuenta que lo nuestro no funcionaba como pareja, jamás encontré a una mujer más comprensiva que ella, la quería de eso no había duda pero nuestra amistad era más fuerte que el amor, seguíamos en contacto y si no pasaba nada extraño pasaría las navidades un día en su casa y otro en la mía, tanto ella como yo éramos de la familia.

-¡Carlos!.- Una mano me sujetó por el hombro.- ¿Pensaba que te ibas a casa?.

-¡Hey! Sebas, perdí el último tren.- Sebas mantenía un vaso de plástico que seguramente contendría un cubata.- Juan me ha convencido de venir aunque la verdad es que no me apetecía.

Juan y Sebas comenzaron a beber mientras que yo me abandone en un sofá con un refresco en la mano y mirando cada cinco minutos mi móvil como si con eso pudiera acelerar el tiempo, en uno de los pocos momentos que me olvidaba del móvil la vi, como siempre le dije sus piernas fueron lo que me atraparon, en aquella ocasión una minifalda dejaban ver sus largas piernas encerradas en unas medias negras, sus zapatos de tacón alto resaltaban sus gemelos, pero como siempre pasa las mejores ya estaban ocupadas, una mano en su cintura la atraía hacia su chico, Óscar, quien más tarde acabaría siendo urólogo, podía apreciar su melena rubia caída sobre su hombro, un jersey de cuello alto de punto, estaban hablando con otra pareja.

Óscar acariciaba su cintura como si de terciopelo se tratara, por un segundo todo desapareció dejándome a solas con ellos dos, mi cuerpo intentaba sentir su cuerpo a través de otro, era como una película muda en la que los rasgos, gestos y muecas mandan; Marta seguía con su sonrisa atenta a la conversación obviando la mano que recorría despacio su cadera, un giro de su cabeza hizo que nuestra mirada se cruzara pillándome infraganti;,o quizás lo quise imaginar, tan solo fueron décimas de segundo pero lo suficiente para sentirla, al momento todo siguió igual y su atención se centró en la conversación permitiendo que aquella mano alevosa se situará sobre una de sus nalgas; una mueca petulante asomara en la cara de su acompañante, provocando celos y eso que ni siquiera la conocía, para mí suerte Juan llego con Sebas para sacarme de mi ensoñación.

-Toma anda.- Sebas llevaba dos vasos el cual me ofrecía uno, lo malo no es que se hiciera el pesado intentando que bebiera, lo malo es que se había puesto delante sin dejarme verla con la mala suerte que cuando se quitó de mi campo de visión Marta había desaparecido dejándome huérfano.

-No puedo.- Mi contestación fue más un reproche que una negación.

-Déjate de hostias, por qué bebas un poco no vas a empeorar.- Insistió ignorando mi tono poco amigable.

No la volví a ver hasta finales de febrero en una exposición de fotografías de Robert Capa sobre la guerra civil española, la suerte me sonrió al hacer que ambos nos gustara la historia y sobre todo amantes de la fotografía en blanco y negro, ni siquiera recuerdo que ropa llevaba solo sé que la reconocí nada más verla, creo que la hubiera podido reconocer entre un millón de personas, sus ojos, sus finas cejas y sobre todo aquellos labios insinuantes, imposible no reconocerla; estaba de pie ante una de las fotos más famosas de la guerra civil, El miliciano.

-Dicen que fue un montaje.-Me puse a su lado sin apartar la mirada de aquella foto, que igual era falsa pero no dejaba indiferente a nadie, miraba a Marta por el rabillo del ojo observando su reacción sintiendo como un sudor frío recorría mi espina dorsal, su rostro abandonó despacio la fotografía de y como si un rallo de sol fuera lleno mi cara, ahora sí me miraba sin duda, ahora era el dueño de sus ojos.

-Quizás...pero por eso no deja de tener una fuerza asombrosa, dolor, soledad, cansancio...rendición.- Sus palabras parecían brotar desde lo más hondo de su ser, sin duda desde aquel momento no he dejado de amarla.

-En eso tienes razón, no importa la fotografía si no lo que transmite.- Su boca se entreabrió dejándome ver una sonrisa, me sentía el hombre más feliz del mundo; había conseguido que sonriera.

-¡Marta! Perdona que llegue tarde.- Los nubarrones eclipsaron mi luz, Óscar apareció abrazándola por la cintura a la vez que sus labios atraparon su cuello.- Marta sonrío sorprendida, sentí como el puñal entraba hasta la empuñadura, ella estaba sonriendo pero no era por mi.

-¡Oscar!...tonto, que susto me has dado.- Hizo el amago de darle un bofetón que acabó en una caricia suavizándola con un beso en los labios¡Dios!hubiera deseado que la tierra se hubiera abierto tragándome.

-Os dejo...he quedado con un amigo en la puerta y veo que también se retrasa.- Intenté salir de la situación con el poco orgullo que me quedaba.

-Ok, nos vemos entonces, soy Marta y este impresentable es Oscar.- ¡Dios!, creo que el puñal se retorció dentro de mi cuerpo al sentir sus labios besando mi mejilla, intente retener esa sensación, su olor, tacto...quedaron enterrados en mi mente.

-Carlos.- Mi mano se estrechó con la de Oscar, su mirada me descubrió, lo supo en ese instante, entre hombres lo sabemos, sabemos cuando otro hombre anda detrás de tu pareja, es como si nuestro cuerpo nos delatara, una caída de ojos, una media sonrisa o el hecho de mirar directamente a lo ojos de tu contrincante intentando mantener más tiempo la mirada, en ese caso Oscar me venció, él era el ganador, su mano en su cintura lo dejaba claro, en aquel momento el era el macho dominante y yo me tendría que alejar con las orejas caídas.

Me alejé de ellos venciendo a las ganas de girarme para verla otra vez, teníamos veinte años pero me había comportado como un quinceañero, al salir hice algo sin pensarlo, la imagine desnuda entregada a Oscar, mi mente mozo a mostrarme diferentes escenarios, mientras volvía a casa notaba como mi pene estaba ansioso de salirse, intentaba negar esas imágenes, no me llevaban a ningún sitio, la deseaba...¿entonces porqué la veía con otro?, ella tenía que estar en mis brazos; nada más llegar al piso tuve la suerte que mi compañero no estaba y no podría ver mi rostro ni mucho menos observar el bulto que había crecido entre mis piernas, imaginando a Marta con Oscar, si, por más que quisiera no podía borrar la imagen de ellos follando.

En el mes de mayo aprovechando la Semana Santa Sonia quiso darme una sorpresa y se presentó en mi casa, por suerte Juan había ido a visitar a sus padres así que disponíamos el piso para nosotros.

-Es la primera vez que estoy en Barcelona, así que eres mi guía.- Sonia vestía un vestido corto aprovechando que ese año el calor se había adelantado, eran las Díez de la noche del viernes Santo y íbamos a salir a cenar, luego iríamos a una discoteca donde iban normalmente mis compañeros de facultad.

-Vamos a ir a un restaurante muy bueno.- Yo estaba en el cuarto de baño acabándome de arreglar.- después iremos a una disco que está muy bien.

Llevaba unos días que no me podía sacar a Marta de la cabeza, desconocía si abría salido de la ciudad, deseaba que estuviera en la disco, más bien, necesitaba que estuviera, el último mes había estado siguiéndola, era un voyeur, la había visto besarse con Oscar, en una ocasión los había seguido una noche hasta un garito, Marta llevaba unos tejanos ceñidos junto a una camisa atada sobre su cintura dejándome ver su ombligo adornado con un piercing, estaba sentada en unos sillones junto a Oscar, los dedos de Oscar apartaban su pelo para poder besar su cuello, desde un rincón del local con una consumición entre mis manos observaba como la mano de él se perdía por debajo de la camisa apretando los pechos de ella, sus bocas se abrían para cerrarse sobre los labios del otro, no podía dejar de verlos, eran dos cuerpos enlazados donde las manos jugaban su papel, mi pene se hinchaba hasta molestarme, en un momento Oscar llevó su mano al triángulo pasando su mano con fuerza mientras sus labios se apoderaban del lóbulo de la oreja de ella, la boca de Marta se abrió intentando llenar sus pulmones, sus ojos estaban medió cerrados notando los dedos invadiendo su coño, en mi mente me imaginaba lo que Oscar podía sentir, incluso me transmitía el calor que debía sentir Oscar en su mano, poco a poco aquellos dedos descendieron la cremallera aprovechado que Marta abría sus piernas dejando vía libre, e incluso una sonrisa apareció en sus labios al notar que el botón de su pantalón no cedía ante los dedos de Oscar que después de decirle algo consiguió que ella misma se desabrochara el botón dejando vía libre para la incursión de la mano, desapareció de mi vista, Marta cerró los ojos y se lanzó a comerle la boca, no lo soporté más y sentí como mi entrepierna se mojo producto de mi corrida, me había corrido sin tan siquiera tocarla.

-¡Uff!, no me digas que te has vestido para mí.- Estaba tan absorto pensando en Marta que no había visto entrar a Sonia, no era Marta pero podría ser el sueño de cualquier hombre, me giré y sin decirle nada la sujete por la cintura para besarla, nuestras lenguas se juntaron sin dar tiempo a las palabras, mis manos se movieron por su cintura hasta encontrar el final de su vestido, su cuerpo se arqueo dejando sus nalgas a mi disposición, su calor corporal se adueño de mi, necesitaba sacarme a Marta de la cabeza, ansiaba tocar su cuerpo aunque fuera a través de Sonia, mis manos echaron hacia un lado su fino tanga colándose mis dedos hasta encontrar su coño, un suspiro se escapó de sus labios, la humedad de su vagina se apoderaba de mis dedos que locos jugaban en su interior, su mano bajo entre nuestros cuerpos hasta mi bragueta, no sé el porque mi cuerpo se echó hacia atrás ante la sorpresa de esta.

-Vamos tarde.- Fue lo único que pude decirle mirando su cara de contrariedad.

Durante la cena note que Sonia estaba molesta conmigo, sé que no había estado bien, la había calentado y en el momento más álgido la había rechazado, a la vez que se creaba una conversación más de compromiso que de otra cosa no hacía más que pensar en Marta y Oscar, me preguntaba qué estarían haciendo en ese momento, mientras oía la voz de Sonia de fondo las imágenes de Oscar con la mano dentro de los pantalones de Marta se repetía una y otra vez, la cena duro escasamente una hora, deseaba ir a la discoteca y buscarla; tenía que estar...tenían que estar, seguramente los podría ver bailando, Oscar la besaría de nuevo y quizás con un poco de suerte los observaría en algún rincón comiéndose el uno al otro.

Al llegar a la disco no pude más que echar un vistazo buscándolos, Sonia tubo que notar algo pues dejándome solo se fue a la barra, al no verlos volví la mirada buscando a Sonia, para mi sorpresa la encontré hablando con un tipo, los ojos de Sonia se giraron hasta encontrase con los míos, entonces lo vi en sus ojos; has perdido tu oportunidad, el chico cada vez hablaba más cerca de ella con la excusa de la música.

Al revés de lo que Sonia deseaba algo recorrió mi cuerpo, sus rostros cambiaron transformándose en Marta y Oscar, era como si les hubieran robado su cuerpo, el chico apoyó una mano sobre la desnuda pierna de ella, Sonia volvió a dirigir su mirada hacia mí, me estaba pidiendo que fuera a sacarla de allí, pero lejos de eso yo deseaba verla, necesitaba observar como la mano se movía en círculos abarcando cada vez más territorio, sondeando el terreno, Sonia colocó su mano encima de la de él frenando sus trazadas, una sonrisa burlona apareció en su rostro, seguramente sabía que el hecho de que ella no la apartara significaba que lo consentía, solo que tomaría más tiempo de lo indicado.

-¡Carlos!.- Era Sebas que para no variar ya iba un poco achispado.-¿Qué haces aquí solo?.- Sus palabras sonaron cerca de mi oído haciendo que despertara.

-He salido a tomar algo.- Mientras hablaba con Sebas observaba a Sonia por encima de su hombro, parecía que el chico estaba perdiendo la batalla, Sonia se levantó dejándolo solo en la barra.

-¿Donde está tu amiga?.- No tenía ni idea de cómo él sabía lo de Sonia.

-Me lo dijo Juan.- Dijo viendo mi cara de sorpresa.

-Bueno que, ¿me vas a dejar sola toda la noche?.- No me di cuenta en qué momento Sonia había llegado.

-Hombre!hablábamos de ti.- Los ojos de Sebas se clavaron en el escote de su vestido.- Sebas, amigo y compañero de facultad.-No perdió el tiempo y después de abrazarla la beso en las mejillas.- Y tu debes de ser Sonia.-Mientras esto sucedía en mi mente se construyó otra imagen, Sonia y Sebas, podría seguir imaginando que eran Marta y Oscar..

-Voy a buscar una copa¿ron con cola?.- Era su bebida favorita.

-Hombre, por lo menos te acuerdas de algo.- Sonia salió detrás de mí.

-¿Qué pasa Carlos ?.-Su cuerpo se apoyó en la barra aplastando sus senos, no sabía que me estaba ocurriendo, en otro momento no hubiera dudado de follarmela, y sin embargo mi cuerpo me pedía lo contrario, ver cómo se la follaban otros.

  • Nada...¿por?.- Simplemente con imaginarme a Sonia siendo penetrada por Sebas hacía que mi poya despertara.

  • ¿Nada?, ¿me estás diciendo que lo que ha pasado en el piso es normal?, y después ves que un tío me tira los trastos y te quedas mirando, que quieres que te diga, si lo llego a saber me quedo en casa.- Sonia agarró el vaso y de un solo trago se bebió la mitad.- Pues si te gusta mirar te vas a hinchar, imbécil, igual me tiro a tu amigo y de paso te la cascas¡idiota!.

-No...no es eso...- No sabía qué decirle sin mentirle, era precisamente lo que quería.

  • Pues lo disimulas muy mal.- Sonia se perdió entre el gentío con su vaso en la mano.- Me sentía culpable de aquella situación, si se lo contaba no lo entendería, como lo iba a hacer si ni siquiera yo me entendía, necesitaba calmar mi mente o me volvería loco.

-¿Dónde está Sonia?.- Sebas esperaba que apareciera con ella.

-No lo sé, igual a ido al lavabo.

-Oye, una pregunta¿es tu chica?. Los ojos de Sebas brillaban o bien por el alcohol o porque esperaba que mi respuesta le dejara el paso abierto, durante unas décimas de segundo estuve por terminar con aquella tontería.

-No...- Las palabras salieron solas.-...Es una buena amiga.- Los ojos de Sebas se encendieron como un faro en la oscuridad.

  • Entonces ¿puedo?...

  • Es mayorcita, vosotros mismos.

Estuvimos esperando a Sonia más de media hora sin que apareciera, por mi mente pasó la posibilidad de que hubiera encontrado a alguien, comencé a buscar al chico que había estado con ella en la barra, tampoco lo encontré.

-Ahora vengo, voy al lavabo.- Deje a Sebas,me fui a buscarla, lo peor no era que se hubiera liado, lo malo es que me moría por verla con otro.

Al final después de buscar por toda la discoteca no la encontré, sentía como mi corazón incrementaba las pulsaciones.

-¡Carlos!.

Era Sonia, estaba cogida de la cintura con un chico, un pinchazo me atravesó el estómago.

-¿Te molesta si vamos a tu piso?.- La mirada de sonría era puro cinismo, quería hacérmelo pagar.- Por cierto, él es Alberto.- El chico soltó la cintura de Sonia para estrecharme la mano.- Ah, y le he dicho que eres mi novio pero que no te importa¿verdad?.- Sus palabras me dejaron helado, creo que Alberto se dio cuenta y fue a decir algo.

-Si es verdad.- Otra vez aquella parte oscura volvía a hablar por mi, un sudor frío empezó a empapar mi cuello recorriendo mi espalda como un manto, mi poya reaccionó apretando mis slips.- No hay ningún problema.- Dije intentando mantener la calma.

Continuará...