Observando a Mariana
¿Cómo olvidar la primera vez que vi a Mariana hacer el amor con otro hombre? Cuando nos casamos, hace poco más de ocho años, nunca imagine que permitiría algo así, mucho menos que lo disfrutaría igual o mucho más que ella.
Nota : el siguiente relato es tomado de la revista foro ya desaparecida en mexico esta tan deteriorado y viejo el texto que me permiti salvarlo en este sitio pues es uno de mis favoritos, ojala lo publiquen.
Observando a Mariana
¿Cómo olvidar la primera vez que vi a Mariana hacer el amor con otro hombre? Cuando nos casamos, hace poco más de ocho años, nunca imagine que permitiría algo así, mucho menos que lo disfrutaría igual o mucho más que ella. Ver como el falo de otro se escondía en medio de su blanco trasero, haciéndola gritar y gemir de placer y dolor… y todo frente a mí, que los observaba extasiado, era algo que ni en mis más cachondas fantasías había soñado, pero ya ven como son las cosas, uno cambia el día menos pensado.
Lo que les cuento pasó hace más de cuatro meses. Mariana estaba completamente desnuda sobre la alfombra de la sala, en la posición conocida como de perrito. Gerardo estaba arrodillado detrás de ella con el pantalón hasta las rodillas y con la macana completamente erecta, dispuesto a insertarse entre aquellas blancas nalgas que esperaban ansiosas, mientras yo estaba sentado masturbándome, contemplando excitado la escena.
Mariana, desesperada, con una de sus manos sujetaba una de sus nalgas para abrirle paso a la enorme palanca de Gerardo, quien animado, coloco la punta en el orificio que se le ofrecía. Al sentirlo, Mariana comenzó a moverse hacia atrás, sintiendo lentamente como entraba aquella cosa tan deseada; cuando la mayor parte estuvo dentro lanzo un quejido que en un momento se convirtió en un grito. Gerardo la sujeto de la cadera con un movimiento brusco para meterla toda, que quedo completamente oculta en el redondo trasero de mi mujer.
Mariana se quedó inmóvil por unos segundos, soportando dentro la grande y gruesa verga de aquel joven, para después empezar a moverse rítmicamente, en cada movimiento que hacia lanzaba quejidos de dolor los que después fueron acompañados de gemidos placenteros… estaba gozando al límite con aquel falo, de un diámetro y largo diferente al que estaba acostumbrada.
Al cabo de unos minutos mi esposa recordó que yo estaba ahí, frente a ella, mirando como disfrutaba al ser cogida por otro hombre. Se retorcía moviendo todo el cuerpo, especialmente el trasero, que se agitaba de un lado a otro, hacia delante y para atrás, escuchándose cuando sus nalgas golpeaban la pelvis de Gerardo, también continuaron los encantadores quejidos, igual que los gemidos de placer de Mariana; que volteando a verme no podía esconder ni disimular en su semblante el dolor y el placer que la embriagaban.
Con una voz harta de placer, excitada, me dijo “flaco, mira, mira como me la meten, me la están metiendo toda me están cogiendo, me siguen cogiendo, me duele pero me gusta que me la metan. Flaco, Flaco, que rico se siente, flaco, flaco, que rico coge Gerardo, flaco, flaco, acércate y dime que sientes de ver que me está cogiendo Gerardo y me sigue cogiendo y yo me dejo; ah flaco, que sientes de ver que otro hombre me esté cogiendo por atrás, que me está metiendo toda su pinga…”
Al escuchar su reclamo tuve que acercarme, comenzó a besar y mordisquear mi pelo púbico sin tocaren ningún momento mi pene erecto, no pude aguantar más porque estaba ya muy excitado y me volví a masturbar frente a su cabeza sin que se detuviera, continuaba mordiendo y acariciando con su lengua mis bolas.
Sin poder contenerme salió un chorro abundante de semen que cayó en uno de sus hombros y en la espalda. Justo en el momento que sintió lo tibio de líquido en su espalda, emitió un gran gemido, seguramente tuvo en orgasmo ya que apretó su trasero y se quedó inmóvil unos segundos.
Antes de que reaccionara me puse de rodillas frente a ella, para ver su rostro muy de cerca. Al ver su mirada perdida le di un beso en los labios y al separarme le dije: “hueles a pene de otro”. Sonriendo me contesto; “es porque tú me dejaste hacerlo, de otra manera nunca lo habría hecho…” le pregunte entonces si estaba segura de lo que decía; no me contesto, y sonriendo cerro sus ojos, inclinando su cabeza para seguir disfrutando del camote que aún estaba en su dilatado trasero.
Entonces vi la expresión de Gerardo, quien por estar apretando los dientes y por sus gestos se le notaba que estaba por venirse dentro de Mariana, y eso me animo a preguntarle: “¿verdad que no hay otro culito como el de ella? ¿Verdad que se le coge muy rico?”. El me contesto que sí, se cogía rico con ella, desde que la conoció se le había hecho muy buena y que nunca pensó que algún día fuera a coger con ella, le conteste que ya lo sabía. Desde el principio note como la veía, y fue cuando él se vino dentro de Mariana, que al sentirlo tuvo su segundo orgasmo, pero aun así ambos seguían moviéndose.
Pocos segundos después, Mariana y Gerardo se dejaron caer exhaustos sobre la alfombra quedando al rodar mi mujer boca arriba, luego de unos minutos Gerardo recupero fuerzas y separando las piernas de mi esposa trato de introducirse en su vagina; Mariana lo detuvo y le dijo que allí no se podía, ya que ese lugar era exclusivo para su flaco.
Gerardo besando sus caderas, intento ponerla boca abajo para seguir disfrutando de sus blancas nalgas, pero ella le dijo que ya no, que estaba bastante adolorida.
Gerardo se despidió bastante apenado, y cuando se marchó comenzamos a platicar sobre cómo se había presentado lo ocurrido hacia uno momentos.
Gerardo es un joven soltero de 25 años, tiene poco más de medio año de trabajar en nuestra farmacia, misma que atiende Mariana en el turno matutino y yo por la tarde hasta la hora de cerrar.
Desde un principio, cuando lo contratamos, note que con mucha frecuencia se terminaban los condones que teníamos para venta, después comprendí cual era la razón.
Varias muchachas venían a buscarlo a la farmacia, y un día que Mariana no pudo ir temprano me di tiempo y fui a dar una vuelta. No se dio cuenta cuando llegue, estaba cogiéndose en la bodega a una muchacha. Pensé en reclamarle el que no estuviera atendiendo la farmacia, pero al ver como estaba entusiasmado cogiéndosela, sin hacer ruido me quede contemplándolos durante un buen rato.
A partir de esa fecha lo estuve observando, y fue a los pocos días que note que disimuladamente veía a mi esposa.
También descubrí que ella tenía muchas atenciones para con él, fue cuando decidí hablar seriamente con ella. Le pregunte tranquilamente si estaba interesada en Gerardo. Contesto que no, y algo molesta aseguro que si algún día llegara a dejar de quererme, o se enamorara de otra persona me lo diría abierta y honestamente.
Pasaron unos días, hasta que en la tarde de manera casual me conto que acababa de ver a Gerardo coger con una muchacha en la farmacia, le conté que yo también lo había visto en otra ocasión, y que esta vez sí lo despediría. Mariana salió en su defensa y me insistió en que no le dijera nada, ya que nos ayudaba bastante.
Olvidamos el tema por varios días hasta que hace poco más de cuatro meses, me di cuenta que también Mariana se ponía celosa cada vez que alguna mujer buscaba a Gerardo.
Volví a preguntarle si tenía algún interés en él, volvió a contestar que no, y al seguir insistiendo ya un poco apenada me confió que lo que pasaba era que cada vez que veía a Gerardo recordaba como lo había visto coger con aquella chica.
Le pregunte porque estaba tan impresionada, que si acaso se le antojaba, se quedó callada y con su silencio lo dijo todo.
Quise reclamarle, pero en el fondo a mí también me había impresionado mucho la vez que lo vi coger con aquella muchacha, y fue cuando por primera vez atravesó por mi mente imaginar cómo se vería Mariana haciendo el amor con otro.
Nos abrazamos y me dijo que eran solamente pensamientos tontos, y que aún no había dejado de quererme, y al verla tan sincera le pregunte si le gustaría tener sexo con Gerardo.
Su respuesta fue un reproche para preguntarme si ya iba a empezar otra vez con eso, le dije que no se trataba de un pleito, que solamente quería comprenderla y si estaba en mí, deseaba complacerla.
No contesto. Le afirme entonces que si así lo deseaba, podía hacerlo, que estaba de acuerdo en que tuviera relaciones con Gerardo. Se me quedo viendo sorprendida, y me pregunto si era una broma lo que le decía. Le respondí que le hablaba completamente en serio.
Viéndome a los ojos volvió a preguntarme si era verdad lo que estaba diciendo, que si en realidad le daría permiso de acostarse con Gerardo. Moví la cabeza afirmativamente, alegando que además me encantaría verlos. Mariana, pensativa, se recargo en mi pecho y a los pocos segundos pregunto que si creía que Gerardo querría hacerlo. Respondí que con toda seguridad que así era, ya que siempre se la pasaba contemplando y admirando su trasero, que no se necesitaba ser adivino para darse cuenta que la deseaba.
Mariana pregunto si me enojaría si llegara a suceder, y volví a contestar que no, que deseaba complacerla y que además seria fabuloso verla coger en vivo con otro, y que mejor si se trataba de Gerardo. Frote su pelvis con la mía, y con una voz sensual al mismo tiempo que aspiraba el aire de su boca me dijo: “flaquito, ¿en verdad me dejarías? ¿No te enojarías conmigo?” luego pregunto cómo se sentiría hacerlo con otro que no fuera yo.
Terminamos por coger imaginando que Gerardo estaba allí con nosotros.
Al día siguiente le pedí a Gerardo que avisara en su casa que se quedaría unas horas más por la tarde. Cuando cerramos, sin rodeos le pregunte que le parecía mi esposa. Sorprendido me contesto que no entendía a que me refería con eso.
Fui más directo y le pregunte si se le antojaba Mariana, aun mas sorprendido y ahora asustado, dijo que la respetaba mucho y que no sabía porque le hacia esas preguntas. Le pedí que dejara de hacerse el tonto, que sabía que le gustaba y que lo estaba invitando a coger con ella.
Me observo y le dije que estaba hablando en serio, no se hizo del rogar de inmediato nos fuimos a mi casa.
Mariana ya nos estaba esperando bien dispuesta. Mariana tiene 30 años, es bonita y delicada, de buen cuerpo y de tez blanca, con hermosas piernas, busto pequeño, con un trasero firme y redondo, que a muchos se les antoja, pero pocos lo han disfrutado, hasta la fecha cinco, incluido Gerardo son los hombres que han cogido con ella por lo menos seis o siete veces.
Por cierto, todos han quedado fascinados de hacerla gozar por su rico culito mientras yo observo…