Observación de una anatomía...

Como el simple hecho de admirar y observar a tu macho, te hace vivir una noche de placeres inexplorados. Léela y prueba con tu amante, ya veras...

Estaba parado junto a la puerta de su habitación, estábamos solos en la casa, sin miedo a interrupciones futuras, eran las 3 de la madrugada de una noche estrellada, me sentía tan dulce, tan viril; saben, las noches muy tranquilas, me ponen muy agudo, sensible, mis sentidos se potencian. Yo, sentía en mi cuerpo desnudo la humedad fría de su habitación, la anhelaba; de esa habitación que en penumbras ocultaba el mejor de los manjares; ocultaba el placer expectante que se antepone al asalto, a la entrega y al desenfreno carnal de dos seres que se aman.

Lo observaba mucho, con mis agrandes ojos negros, lo miraba muy despacio, como si estuviera contando los poros de su piel; lo miraba apacible, con deseo, saboreando constantemente mis carnosos labios, humedeciéndolos al paso de mi lengua alrededor de ellos; se veía tan tierno, muy sereno, como el aire mañanero que arrulla nuestros pieles descubiertas; entonces me acerque, mucho y lentamente, más y más a su anatomía, me acerque más, para observarlo bien, para hacerlo entrar en mis pupilas; dormía placidamente, entonces lo vi mejor, estaba tendido en su gran y mullida cama, espacio del placer, estaba acostado justo en el medio de ella, rodeado de sábanas blancas a su alrededor, destacando el color de su piel oscura, canela, tostada por el sol, una piel que me enloquece, que me pone como delirante, y me mueve a la acción, su color es hermoso, proviene de la mezcla de sus bisabuelos maternos, colonizadores: "franceses y españoles" y de sus ancestros paternos, esclavos: "africanos, negros e inmigrantes mulatos de las islas del caribe, cocolos", que color tan hermoso tiene.

Observándolo y casi sintiéndolo, vi que tenía su brazo izquierdo metido por debajo de su almohada, con su mejilla izquierda y todo ese lado izquierdo de su faz apoyada en ella, con su cuerpo ladeado ligeramente, tenía su brazo derecho en forma de "ele", con la palma de la mano justo encima de la almohada, y al lado de su nariz, con la boca medio abierta, y el dedo pulgar dentro de ella, chupando su dedo, mamondose el dedo, como si estuviera mamando un falo, como esos que les gustan, observaba su hermoso cuerpo tendido, justamente a lo largo sobre la cama, y entonces…admire, repare de nuevo en su belleza estática, completa, cuasi divina, admire sus pies, tan proporcionados, grades, con uñas cortas y pulcras, con sus vellitos en los dedos, también observe lentamente sus duras, velludas y proporcionadas piernas, que hacían siempre su andar muy sexy, cuando usaba shorts, se ve tan seguro, tan El, y pensé, tiene las piernas iguales a las de su madre, sonreí.

Pude casi tocar, estuve tentado a ello, ha acariciar los vellos suaves y tiernos de sus regordetes muslos, un vello fino, más claro que el de sus piernas; uuuuuaaaaaaoooooooohhhhh, hay papi, que muslazos, me encantaban, me inspiraban una fuerza, una resistencia hercúlea, sentía virilidad; observaba esos muslos que sostenían unas nalgas tiernas, firmes, redondas, nalgas de negro, rodeada de un vello suave, con unas curvas, uuuuaaaooooohhhhh, que para que te cuento, que culo, e iniciaba su bella y esbelta cintura; de inmediato, impávido, repare en mi recorrido de observación, en algo bello, muy hermoso, proporcionado, y que me había hecho pasar noches de placer, no sé si en ese momento empezaría a soñar algo erótico, pero su pene fue eructándose, y entonces antes de subir a su espalda, me asalto la visión de un glande que surge de las sombras de su pelvis, dobladas, ladeadas, ocultando ese monte velludo, de pelos gruesos, negros, largos, y un poco rizados, que llenan todo su pubis, rodeando sus huevotes rellenos de leche; entonces si, en ese instante casi caigo, de nuevo esa sensación de electricidad, de estremecimiento, de vibración anal, y deseo de ser penetrado, por ese falo.

Con esa visión, me perdí, mi corazón se acelero, al extremo, que puse la mano en mi pecho, y de mi boca, salio un suspiro, profuso de amor, de deseo, de excitación; me recosté justo frente a su pene no circuncidado, descapuchado por su erección nocturna, observe su pene recto, grueso, de 18 cms, perfecto, lo olí, aspire su olor primitivo, su olor acre, erótico, pegue lentamente mi nariz a sus bellos pubicos, y de nuevo aspire profundamente, esa droga, ese olor que me embriaga, y me pierde, sabía que no era el momento que había planeado, pero el olor de su pene, siempre, siempre me sacaba de concentración, tenía que controlarme, ya que mi pene, empezó a babear; estaba erecto, desde que entre a su recamara, con mi bultito en la mano, preparado para darle una sorpresa; darle una noche de placer.

Pero no era el momento; empero, abrí mi boca trémula, húmeda y calida a la vez, y Ñuuuaaaaannnn me lo comí, me metí medio de su falo hasta mi garganta, hasta sorber, las gotitas de precum, que ya tenía acumulada en su puntita, acaso por un sueño, nunca lo supe, pero ese sabor, me fascina, saboreaba su esencia sin reparos. No quería despertarlo, pero su pene, ese guevo que me hipnotiza, que tanto me gusta, que me derrite, que me conquista, que me domina, que me hace perder la razón, que cuando lo veo me convierto en un puto, deseoso y vicioso, fue y es más fuerte que todo en este mundo, esa fuerza falocéntrica, es el centro, es el comienzo, y el final, es "todo", ese pene, me pierde de amor, me vuelve loco, pero no era aún el momento; su cuerpo, emitió un gemido al sentir las paredes y la calidez de mi boca, y rugosidad de la lengua, no se movió mucho, sabía que no despertaría, pensaría que era parte del sueño; pero no era un sueño, era la misma realidad, la que deseaba darle, la que deseamos todos, algún día materializar, de llegar a la morada del amado y en su lecho, asaltarlo y hacerlo gozar de un sexo, casi forzado, inesperado, no planeado, furtivo, violado…o viceversa, que nos lo hicieran a nosotros…que rico no

Vino la voluntad, llego la cordura a mí, y con todo el coraje de macho decidido, me aleje de ese guevo que quedo babeante, como rodeado de almíbar, cubierto por un barniz brillante, se le veía muy sexy; suspire, y con dolor del alma me aleje de una de las maravillosas fuentes del placer, no era el momento. Volví a la compostura y parsimonia anterior, y me comporte como todo un buen machito, y no me deje perder por los sabores de su precum, y el olor a verga que enloquecen al más centrado, luego que reflexiono este acontecimiento, fue una de las hazañas más estoicas que recuerdo haber vivido, los que han probado, saben a lo que me refiero; cuando sientes, el glande entrar en tu boca, lentamente, poco a poco, y tus distintas papilas van identificando, descodificando los distintos sabores, tus nervios mandando choques eléctricos a tus zonas erógenas, tu tacto, sintiendo la tersura de esos pliegues que rodean el falo, y la calidez de esa carne que a voluntad te comes, y sigues chupando, chupando, chupando, sorbiendo, absorbiendo, tragando a tu hombre por su principio y su final, por su distinción y diferenciación de varón, sabes a lo que me refiero, sé que lo sabes, sino lo has probado, te estas perdiendo algo, sencillamente maravilloso, y eso no es nada, déjenme seguirles contando.

Al dejar el pene, volví a explorar su cuero, justo donde me había quedado, en esa cintura perfecta, de esa cintura, en la que a veces me aferraba para someterlo, mientras el en cuatro, se dejaba penetrar por mi falo, y solo oía sus gemidos, su respiración acelerada, y cuando estaba a punto de venirse, su arenga de sigue, sigue, sigue, ahí, así, duro, duro, así, hasta el fondo, duro papi, duro, sigue, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, así, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh, oooooooooooooooo, uuuuuuuuuyyyyyyyyyyyyy, eso.

Una cintura muy sexy para un macho, una cintura digna de agarrar fuerte, cuanto placer había soportado esa cinturita, es 30 de pantalón, ya se imaginan.

Luego fui acariciando su espalda, con mis suaves manos, lentamente, como el que acaricia a un bebe, muy pausado, estaba sorprendido de mi autocontrol, y el deseo me consumía por dentro, mi macho no se movía, acariciaba esa espalda desarrollada, por sus ejercicios de barra; esa espalda, que hoy aún, me derrite cuando lo veo alejarse, lo acariciaba lentamente; su espalda, tenia unos vellos tan finos, claritos, casi imperceptibles, debido al color de su piel, pero los sentía, muy suaves, quietos, calidos…llegue a su hombro derecho, lo agarre y lo voltee, muy despacio, sosteniéndole las caderas con mi otra mano, para que no se fuese a despertar, y lo puse boca arriba, sacándole el dedo derecho de la boca, y ya con sus piernas y muslos a lo largo de la cama, sus ricas y respingonas nalgas apoyadas en la cama, toda su espalda, también apoyada, serena, sobre la cama y su brazo izquierdo seguía bajo la almohada, en una postura cómoda, muy relajada, que permitía que siguiera ese sueño imperturbable, que exhibía; ahora, sus mejillas estaban separadas de la almohada, y solo su cuello y la cabeza estaban en reposo sobre ella, el brazo derecho, a lo largo, al lado de su cuerpo; entonces me senté encima de él, sin apoyar mi cuerpo, sentía su pene erguido, escrutando mis nalgas, ambos estábamos al palo, él soñando apaciblemente, y yo pasando una noche de "observación de su anatomía", reconociendo los dotes, de un macho bien concebido, donde la genética se había gestado de una forma maravillosa para concebir al hombre que mas he amado.

Ya encima de él, pude observar su pecho lampiño, ese pechito, no muy protuberante, pero con cierta tonicidad por sus constantes pechadas mañaneras; su ombligo, me encanta, ese hueco de donde había tomado, tantas cosas que nos echábamos ambos, en esos encuentros en donde dábamos rienda suelta a nuestros más bajos instintos, a nuestra creatividad amatoria, un ombligo, profundo, negro, rodeado de vellos, que bajan en cadena hasta su bollo de pelos que conforman su pubis, me encanta los hombres con mucho pelo, es muy sexy, además que él es muy limpio y cuidadoso con su higiene personal, al igual que yo.

Observe las aureolas de sus pezones, marrones oscuros, con vellitos a su alrededor, los toque con las yemas de mis dedos humedecidas por la saliva; los guié apretando poco a poco, y con mis dedos, los fui masajeando poco a poco; y ahí fue dando señales de vida, gruño un poco, emitió algunos sonidos guturales, y su respiración se agito, poco a poco; sentí, cuando su pene vibro, el siempre ha tenido esa conexión especial de algunos machos de: "tetillas-pene-ano", que tanto placer les causa, cuando son bien estimulados, para entonces lo tenía, aullando muy quedo, tímidamente, dormitando, pero su subconsciente sintiendo la manipulación experta de sus tetillas.

Mientras manipulaba sus tetillas, y el aullaba, vagamente como perrita en celo, y empezaba a manar, de nuevo, su precum, yo observaba, su rostro, ese color de piel, que me desarma, esa boca, que solo quiero besar, de labios grueso, parejos, extendidos, que encierran la blancura de esa dentadura perfecta, cuya sonrisa, mas de una vez me había arrancado un si, cuando quería contestar un no, él sabia como conquistarme, y sabia que cuando me miraba, de esa manera especial, que sólo él sabe hacer, yo me derretía como mantequilla, y aún más, cuando me sonreía picaramente, y me decía: "di que si, anda, di que si mi cielo, mi muñequito, di que si, pleaseee", con sólo eso, obtenía lo que él deseará, era un bendito manipulador, y a mi me encantaba, ser dominado, lo amaba.

Sigo entonces, observando esas cejas tupidas, alargadas, muy sexys, y sus ojos cerrados, viéndolo manso, que morbo me da, indefenso, veo esos ojos cerrados rodeados de largas pestañas, que hacían un conjunto embrujador, cuando te mira con esos ojos grandes negros, muy negros, expresivos y cuando te guiñaba uno de ellos, y luego naturalmente te sonreía, y se pasaba la lengua por sus labios gruesos, humedeciéndolos; cuando hace eso a mi solo, esos gestos, me volvían loco, al punto de iniciar la erección, o arrodillarme a mamerle su guevo.

Al seguir frotándole su pecho, me acerque lentamente, tome del bolsito un gel lubricante y se lo puse alrededor de su pene, me embadurne mi culo y me prepare para penetrarme yo mismo, no sin antes besarlo, dulce y tiernamente, besarlo hasta volverlo a que regresara del mundo de los sueños, el siempre ha sido bien dormilón, duerme como un lirón, es lindo parece un ángel cuando duerme, lo bese y fui correspondido, el estaba medio sorprendido, pero su cuerpo ya estaba estimulado, y el saco su brazo izquierdo de debajo de su almohada, se extendió un poco, para hacer que la sangre circule, se levanto y sentí su pinga en la entrada de mi culito, bajo de nuevo, el sentía que estaba listo para entrar en acción, mientras nuestras lenguas redescubrían sus sabores naturales, que beso mas rico, era como si nos estuviéramos besando por primera vez, todo era perfecto, estábamos en un universo, unidos por nuestros labios, y lenguas dentro una y una, y o me aleje a tomar aire, agarre su guevo y lo fui enterrando en mis entrañas, el suspiro al sentir, el calor de mi cueva apretada, y yo gemí, ante la sensación, que de seguir así, ambos sabemos que en esa posición me la saca porque me la saca, y rápido, más aún después de haber prolongado mi deseo y la necesidad de eyaculara a través de la observación de su anatomía.

UUUUUUUUUUUyyyyyyyyyyyyyyyy, aaaaaaaaaahhhhhhhhhhh, así, al pasito papito, al pasito, así, así, aaaaaaahhhhhhhhhhhhhiiiiiiiiii, eso, eso es, ahí papi, ya entro, y yo deje que mi esfínter, se adaptará, abrazara todo el guevo de mi macho, que palpitaba dentro de mi culo, como si tuviese vida propia; en eso vuelvo a aferrarme a sus tetillas,

é

l a mirarme con esos ojos negros de brujo, que me fascinan, y me dice, mira puto, que puto eres en verdad, vienes desde tu cuarto, para que este tronco, para que este palo te atraviese las nalgas, para sentir mi verga violándote, vienes para tragarte esta pinga, y sentirla bien adentro, he, he, puto, bien adentro, bien adentro, y yo gemía, suspiraba, me agitaba, me acomodaba esa barrena de carne que me perforaba, y me gustaba; no es eso es lo que quieres, puto, y empieza con el tradicional movimiento de mete y saca, y lo hace profundo, muy firme y lento, para alargar mi agonía, para extender mi placer, y hacerse sentir, siempre le ha gustado hacerme sentir mas puta de lo que soy, y sintiendo un guevo bien adentro, cualquiera no; en eso, yo veía que él también podía acabar en cualquier momento; me movía, yo gritaba, aullaba, gemía como una perra descarriada, como perra violada, y herida, estaba, a punto de venirme y él dejo su movimiento para empezar a mover sus caderas y nalgas, junto a su guevo en forma circular, sentía que este movimiento me frotaba la próstata, y se alejaba, venia, y se iba, venia, y se iba, oleadas, de calor, de placer me inundaban y nacían en mi culo, sensaciones desbordantes, ya no me pertenecía, me perdía, estaba entre sus manos, entre sus sabios movimientos, clavado, penetrado, violado a voluntad, sintiendo el placer de entregarme a mi macho y ser sometido por él, sentir esos movimientos que bien sabia me enloquecían, y perdía el control; ya estaba perdido, sometido, y paralizado, como ido, solo sintiendo y él en ese instante de locura, empieza a lanzarme insultos, palabras sucias, alto, a gritarme guarradas, que lo oiga, como me somete, como yo busco guevo, y estoy dispuesto a que un macho me rompa el culo; él sabe que esto me pone a millón, y me dice, mira cabrón, lo puto que eres, tan grande y tan puto, tan buenote, y te derrites con la verga, pareces una puta de la esquina, mira que gusto cojes cuando un macho te mete su guevo; dime puto, te gusta el guevo, te gustan los guevos, eh, dime, dime, vives por los guevos, dime puto, a ver, yo solo respondí si, si, si, si, me gusta, me gusta; él seguía, dándome leña, al palo, con fuerza, haciéndome sentir toda su dimensión, y ese glande gordo, que se habría paso, y me enloquecía; en eso, continua su movimiento de mete y saca, mete y saca, ah, ah, aaaaahhiiii, ahhhahhahhaaaaaaaaaa, aaaaaaaaaiiiiiiii, eeeeeeeessssssssooooooooooo, siiiiiiii, y me agarra mi pene, empieza a menearlo, y dice, dame tu leche puto, dame tu leche, que desde que te vengas, te voy a preñar con la mía, vamos, dámela, dámela, y yo gritaba, y decía, ahí, ahí, ahí, ahí, no, no; él decía si, si, si, puto de mierda, mariconcito, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii dámela, no querías guevo toma guevo, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, tomaaaaaaaaaaaaa, y yo explote con luengos chorros de leche espesa cayendo sobre su pecho, leche acumulada de tres días, mucho semen, que él picaramente y satisfecho recibía en su pecho, porque bien sabia que me había dominado, que me había sometido, y en ese momento él estallo dentro de mi culo, y sentí el calor, y lo cremoso de sus grumos de semen, inundando mis entrañas en medio de gritos de animal salvaje que salían de su boca y que prolongaban los efectos de mi orgasmo, que tremendo dos polvos, caí, en su pecho bañado por mi semen, aún, con su estaca clavada hasta el fondo sintiéndome una reina sometida por su macho dominante, sometida por su rey; nuestros corazones se fueron calmando, yo me fui sacando lentamente el pene, sacando mi adorado y dulce guevo, que tanto placer me ha dado, y caí, a su lado chorreando un poco de su lechita rica, él se pego a mi, y con mi semen nos estrujamos, nos pegamos nos besamos y nos quedamos abrazados, dormidos por el sopor sexual ya descargado. Amigos, hasta otra de nuestras nuevas aventuras.

Con amor, para mis lectores

Vilonky

PD

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