Obscuridad y luna
Cansada de ser la misma mujer de siempre, una bella dama se da placer a si misma junto a su amiga la mujer del espejo
Me dolía mucho la cabeza después de un agitado día en el trabajo, seguido de una aburrida sesión de taller de lectura con mi cuñada, una agobiante caminata alrededor del centro comercial en busca de tacones africanos para mi hermana de 18 años y finalizando con que mi coche se quedó sin gasolina camino a casa y no tuve más remedio que caminar a mi departamento
En lo único que pensaba era en tomar una ducha fría para después ir a la cama a dormir y poder olvidarme del cansancio. Al entrar en mi departamento me deshice de mi chaqueta, mientras caminaba a la habitación me iba desabrochando los botones de mi blusa azul y bruscamente lancé mis tacones debajo de la cama. Todo el departamento estaba obscuro a excepción de la hermosa luz de luna que entraba por las ventanas y con ella podía distinguir bien los objetos.
Me quite la blusa y la minifalda negra quedando solo en un sostén y en unas braguitas de encaje que había comprado para mi novio Ángel, pero no había tenido la oportunidad de estrenarlas con él. Me senté en la orilla de la cama y pude ver mi hermoso reflejo en el espejo; con la luz iluminando las sabanas de la cama parecía yo como una musa, mis caderas ensanchadas, mis mulsos perfectamente torneados y mi enorme busto que se volvía más enorme con el efecto de la lencería. Me deseé a mí misma, esperaba poseerme y seducirme.
Abrí las piernas para ver mejor mis braguitas, mi mano comenzó a masajear mi zona intima por encima de la prenda, el contacto hizo que se me erizara la piel. Me veía en el espejo y me excitaba más, decidí que me merecía un pequeño regalito por parte de mi misma.
Me levante de la cama y muy lentamente me sente en el suelo de cuclillas, mis muslos se veían mejor de esa perspectiva. Con un ligero movimiento me quite el brassier y mis senos ya esperaban algo de contacto, querían sentirse amados al igual que mi coño. Me sente bien y me quite también las bragas dejando mi cuerpo desnudo. Con una mano jalaba mis pezones, los apretaba y masajeaba en círculos. Con la otra mano pasaba mi dedo por mi clítoris.
La combinación de sensaciones era fabulosa y con la imagen de espejo me sentía mejor. Pero faltaba algo de emoción en ese erótico juego
-hola, que hermosa eres- le dije sensualmente al espejo como si hubiese una mujer desconocida en el. Una zorrita que se iba a masturbar para mí
-¿estas mojada, ehh?-
-tócate para mí, cariño-
La mujer del espejo bajo las dos manos hacia su sexo con una rodeaba su clítoris y con la otra abría y cerraba sus labios vaginales sensualmente.
-eso es nena-
-ponte a cuatro-
La mujer obedeció al instante, puso su trasero en el espejo y la pude ver mientras se metía dos dedos por su coño. Y yo copiaba lo que ella hacia
La sensación del orgasmo estaba cerca, me di la vuelta para quedar sentada frente al espejo, la mujer me miraba y en su rostro vi llegar el orgasmo. Ella lo sintió y yo lo sentí ambas nos dejamos venir al mismo tiempo. Caí rendida, con la respiración agitada totalmente satisfecha. Cuando pude reincorporarme mire el espejo pero esa mujer ardiente se había ido, solo estaba la misma mujer aburrida de siempre. Pero sé como volver a ver a esa mujer…cada noche entre la obscuridad y la luna