Obligado a violar a su propia hija. Primera Parte.
Un hombre es obligado a violar y presenciar la violación de su hija adolescente. Esta historia fue contada a la policía por tres diferentes personas, protagonistas de la misma; por ello fue escrita en tres relatos. Se editaron algunas partes para darle formato de relato.
Nombre: Raúl
Edad: 44 años
Estado civil: Soltero (Divorciado)
Con quién vive: Solo
Porqué estaba la agredida en su casa: Porque es mi hija, ella vive con su madre, pero me visita cada dos semanas y muchas veces se queda a dormir como en esta ocasión.
Cuente lo sucedido:
El sábado pasado, estaba yo dormido y más o menos a eso de las once y cuarenta de la noche, escuche ruidos en la parte de abajo de mi casa y me levanté, tomé un bat y fui a ver qué pasaba. Al encaminarme hacia la cocina pude distinguir la silueta de un hombre que buscaba algo en los cajones; como lo vi distraído, levanté el bat para golpearlo, pero en ese momento sentí un golpe en la nuca, todo se oscureció y creo que me desmayé.
No supe cuánto tiempo pasó; cuando desperté estaba en mi recámara, sentado en una silla, amarrado a la misma de la cintura y los tobillos y con las manos atrás también amarradas. También estaba amordazado. Alguien dijo: “miren ya despertó” y vi que había varios tipos con el rostro cubierto, en ese momento conté seis. Uno de ellos se acercó a mí y dijo: “si, ya despertó; traigan a la chava”. De inmediato pensé en mi hija y mi temor se hizo realidad, dos de ellos trajeron a mi hija Gabriela jalándola con fuerza. Ella lloraba y solo vestía un short azul y una camiseta blanca; ella es apenas una jovencita de 17 años, delgada y de bonito cuerpo; sus pezones se transparentaban en la camisetita y noté que ellos la miraban morbosamente. Los tipos estos la aventaron al piso hacía mí y uno dijo: “ahora verás cabrón, lo que les pasa a los que se meten con nosotros”. Fue ahí cuando pensé que tal vez eran los tipos que denuncié por varios delitos cometidos en la colonia y temí por mi vida y la de mi hija, pero no me imaginaba todo lo que nos harían estos sujetos.
El tipo que siempre hablaba y que parecía el líder le dijo a mi hija: “A ver pinche puta, desvístete”. Yo reclamé enojado de que la trataran así, pero la mordaza no dejaba que se escucharan mis gritos y solo pude moverme fuertemente en la silla. Otro de los tipos me dio un golpe en la cara y me dijo: “¡Quieto perro, o te calmas o le ponemos una madriza a la putita de tu hija!” Tuve que aguantarme el coraje y quedarme quieto esperando a ver que iban a hacer estos desgraciados.
Gaby no obedeció, llorando le dijo al tipo: “¡No por favor, no nos hagan nada, váyanse!” El tipo se burló de ella: “Si nos vamos a ir putita, nada más que le enseñemos a tu papi lo que sabes hacer y cómo te haremos gozar; ¡encuérate o te madreo y luego de todos modos te encueramos nosotros!”.
Como Gaby seguía hincada y sin obedecer, el tipo le ordenó a sus secuaces: “¡madréense al Papá mejor!” y en ese instante comenzaron a lloverme golpes y patadas en varias partes del cuerpo hasta que Gaby gritó: “¡No, deténganse, no, ya, haré lo que quieran pero ya no le peguen!”. Los tipos dejaron de golpearme y el líder dijo: “Muy bien puta, así me gusta, que seas obediente y de una vez te digo que si vuelves a desobedecer los madreamos hasta dejarlos muertos, ¿entendiste?” Gaby solo movió la cabeza afirmativamente; lentamente y sin dejar de llorar comenzó a quitarse la blusa mientras los tipos la veían morbosamente y comenzaban a bajarse los pantalones, sacando sus vergas erectas y se masturbaban ahí enfrente de nosotros. Yo cerré los ojos, pero más tardé en hacerlo que en sentir un fuerte golpe en el estómago que me dejó sin aire. El tipo que estaba junto a mí me tomó del cabello y me dijo: “Vas a ver todo lo que vamos a hacer y no puedes cerrar los ojos, la próxima vez que te vez cerrándolos le rompo el hocico a tu muñequita pendejo”.
Ya Gaby se había quitado la camiseta y se estaba bajando el short, únicamente traía una tanguita blanca que casi dejaba que se le viera todo; el short quedó en el suelo y entonces comenzó a quitarse la tanga; los tipos parecían perros en brama todos con los pantalones y trusas abajo y masturbándose viendo a mi hija.
Gaby se quitó la tanga y quedó totalmente desnuda frente a mí y a esos desgraciados; ella se tapaba con sus brazos los pechos y su triángulo del sexo.
El líder se le acercó por detrás, la abrazó para tomarla de las muñecas y la forzó a poner los brazos atrás; la sujetó fuertemente con una mano y la otra la pasó hacia adelante y comenzó a acariciarle los pechos mientras le decía algo al oído; luego fue bajando la mano hasta llegar a la entrepierna de ella y comenzó a acariciarle el clítoris; imagino que le ordenó abrir las piernas, ya que ella lo hizo de mala gana y seguía llorando; alcancé a escuchar que ella suplicaba bajito: “No, por favor, no, déjeme”. El tipo no hizo caso y metió un dedo en la vagina de ella, la hizo respingar; el empezó a dar vueltas para que todos viéramos lo que hacía, deteniéndose más tiempo frente a mí, viéndome retadoramente y esbozando una sonrisa malévola mientras Gaby había cerrado los ojos y seguía llorando.
Durante varios minutos el desgraciado estuvo acariciando a mi hija por todo el cuerpo, el clítoris y la vagina y de repente se detuvo, la tomó del cabello y la obligó a hincarse frente a mí; en ese momento me di cuenta que otro de los tipos estaba tomando fotos de ella desnuda y otro más tenía una cámara de video y estaba grabando todo. El infeliz me miró sin soltar a Gaby y me dijo: “De seguro crees que esta putita es virgen todavía ¿verdad?” No hice movimiento alguno y esto lo enojó; me dio una cachetada y me gritó: “¡contéstame cabrón!, ¿crees que esta pendeja sea virgen o no?” moví la cabeza afirmativamente y entonces él le gritó a mi hija: “¿Eres virgen pendeja?” Gaby bajó la vista y no contestó y entonces él se burló de ella: “¡Que vas a ser virgen pinche puta!” y la soltó dándole un empujón.
Gaby cayó casi encima de mí; entonces el tipo me dijo: “¿A poco tú no te has cogido a esta puta? No lo creo, ¿A poco no se te antoja? Ahorita vas a ver lo que sabe hacer la piruja esta y se te concederá tu deseo de cogerte a tu propia hija jajajaja”.
Todos los tipos rieron burlonamente y se acercaron más. El líder le ordenó a Gaby: “Sácale la verga a tu Papá y mámasela”; Gaby se le quedó viendo asombrada sin decir ni hacer nada; yo protesté diciendo que no, pero solo se escuchó: “¡nnnnggg,nnnggg!”; entonces el tipejo le dijo a otro: “Dale con el cinto” y este obedeció; se quitó rápidamente el cinturón y con él le dio un fuerte cintarazo en la espalda a mi hija; ella se quejó y arqueó la espalda del dolor y el líder de nuevo la tomó del cabello y poniendo su cara frente a la de ella le gritó: “¡Cuando yo te ordene algo me obedeces pinche puta!” Gaby lloraba y le dijo: “si, si está bien, ya, haré lo que diga”; “¡Y cuando te dirijas a mí dime Señor, ¿oíste puta?!¡Eso también va para ti imbécil!” dijo, señalándome con un dedo. “Si señor” respondió Gaby sumisamente sin dejar de llorar; entonces bajó mi pants y mis boxers, sacando mi verga flácida; noté que ella pasó saliva antes de tomarla con la mano y empezar a acariciarla mirando hacia otro lado. El líder de nuevo le ordenó: “¡Chúpala puta!”; entonces Gaby cerró los ojos, tragó saliva y dirigió mi verga hacia su boca y despacio la metió en ella; pude sentir la humedad y el calor de la boca de mi hija y casi de inmediato tuve una erección; Gaby me miró como reclamándome, pero por más que traté de evitarlo fue imposible; entonces ella la sacó se su boca y los tipos vieron mi pene erecto, por lo que rieron burlonamente; uno de ellos dijo: “a este cabrón ya le urgía cogérsela mira”. Gaby volvió a metérsela y comenzó a mamármela, causándome mucha satisfacción.
Los tipos nos rodeaban muy cerca, estaban casi encima de nosotros; seguían filmando y tomando fotos de lo que me hacía mi hija. Me sentí realmente humillado, pero no podía dejar de estar excitado. Gabriela realmente sabía hacerlo, entonces me di cuenta que ya lo había hecho con anterioridad; pero la excitación era tal que no podía enojarme ni reaccionar a nada, sentía delicioso y por un momento me olvidé que era mi hija la que me estaba chupando, en ese momento me di cuenta que ella ya es una mujer.
Cerré los ojos y de nuevo sentí un golpe, esta vez en la nuca y el tipo que estaba detrás me dijo: “¡abre los ojos pendejo!”; recordé su amenaza y los dejé abiertos, aunque realmente deseaba cerrarlos para evadirme y disfrutar de lo que Gaby me hacía. Ella lo metía y lo sacaba de su boca, luego lo lamía por todos lados y le ordenaron chuparme los huevos; también lo hizo mientras con una mano me masturbaba; el líder le ordenó no usar las manos, solamente la boca; yo veía como empezaba a salirme líquido pre-seminal y a ella le escurría por la comisura de los labios; le ordenaron tragárselo; como ella intentó usar de nuevo las manos; el líder le ordenó a uno de sus secuaces que se las atara; entonces el tipo tomó cinta de la misma con la que me habían amarrado y amordazado a mí y le ataron las manos atrás. Ella intentó dejar de mamarme, pero uno le empujó la cabeza y le gritó: “¡Sigue mamando puta!”.
Cuando terminaron de amarrarle las manos, otro de los tipos la tomó de las caderas e hizo que se levantara, pero sin dejar de chuparme el miembro; se colocó detrás de ella, se lamió una mano y se la pasó por la vagina; vi como Gaby cerró fuertemente los ojos llorando y esperando la inminente penetración; el tipejo estaba a punto de penetrarla cuando el líder le dijo: “No, espera, tengo una mejor idea; vamos a hacer que su papito la desvirgue, ¿cómo ves?” El otro tipo sonrió maliciosamente y se hizo hacia atrás; Gaby, al escuchar lo que iban a hacer abrió los ojos como platos y alegó: “¡No, no, eso no, no por favor no lo hagan; Papá, no dejes que hagan eso!”. Yo me retorcí y traté de gritar, pero nada podía hacer; mi verga estaba durísima gracias a las mamadas de mi hija y no podía defenderme ni defenderla
Una fuerte bofetada hizo que mi hija cayera al suelo; el líder le gritó: “¡Nadie te pidió tu opinión puta y nadie te dio permiso de dejar de chupar cabrona!” Gaby se quedó en el piso y entonces dos de los tipos la levantaron de los brazos; ella ni siquiera podía sobarse la mejilla que le quedó totalmente roja por el salvaje golpe.
De nuevo la acercaron a mí y aunque ella se resistía y suplicaba: “¡No, no, por favor, no, se los suplico!”, ellos no escucharon sus súplicas, entre los dos la hicieron abrir las piernas y la colocaron sobre mi pene erecto y con un fuerte empujón hicieron que mi verga se clavara totalmente en ella; pude sentir que estaba completamente seca y la vi como de nuevo abrió los ojos muy grandes y soltó un tremendo grito de dolor: “¡Aaaaaaaaayyyyyygggghhhh!”; luego cerró los ojos y se quedó quieta, empalada en mi pene. Los tipos le gritaron: “¡muévete puta, goza con tu papi!” y a mí me dijeron: “Bien que querías esto, ¿verdad cabrón? ¿desde cuándo querías cogerte a la sabrosa puta de tu hija, pendejo? Jajajajajaja”. Sus burlas calaban hondo en mí; sabía que estaba violando a mi propia hija, pero no podía hacer nada y mi pene estaba haciendo que yo realmente sintiera un gran placer al coger con ella. Desde ya hacía tiempo yo había visto como mi hija se iba convirtiendo en una señorita muy bien formada y como hombre no dejaba de admirarla y a veces imaginarla desnuda, pero jamás pensé en hacer nada con ella.
Dos de los tipos la tomaron de las axilas y las piernas y la obligaron a moverse mientras le decían: “¡Muévete cabrona, gózalo, eres una puta que coge con su propio padre, ramera; muévete o los madreamos a los dos”! Diciendo esto, la soltaron y ella, supongo que por el miedo siguió moviéndose arriba abajo, metiendo y sacando mi pene de su vagina; ella había apretado los ojos y se mordía los labios, pero seguía llorando. Sus pechos redondos y perfectos se bamboleaban frente a mí y yo no podía evitar verlos subiendo y bajando, estaban frente a mi cara y no podía no voltear a otro lado.
Uno de los tipejos se acercó y de un tirón me arrancó la cinta de la boca y al mismo tiempo me ordenó: “¡lámele las tetas!”; yo obedecí un poco por miedo y un poco porque ya no aguantaba ver esos hermosos pechos juveniles bamboleándose frente a mi cara; saqué la lengua y empecé a lamer las maravillosas tetas de Gaby, tratando de que ella sintiera cuando menos un poco de placer, pero cuando alcé la vista, note que ella me miraba con reproche, como diciendo: “no puedes estar gozando esto”. Intenté retroceder, pero ya fue imposible, el tipo que estaba detrás de mí me empujó la cabeza hacia adelante y me dijo: “¡lámele las dos tetas cabrón, no te hagas pendejo!”. Tuve que seguir lamiendo, chupando y mordisqueando los bellos pechos de mi hija, pero ya no volteé a ver su cara, decidí mejor fijar la vista al frente, hacia sus tetas. Como hubiera deseado tener las manos sueltas para tomarla de la cintura y… eh, perdón; hubiera deseado tener las manos sueltas para defender a mi pobre hija de estos monstruos desgraciados.
Ahí estábamos mi pequeña Gaby, con su maravilloso cuerpo, su piel tersa, sus tetas fenomenales, sus nalgas redondas, sus piernas bien formadas y yo, teniendo sexo forzado enfrente de estos malditos que lo estaban gozando en grande, se burlaban de nosotros y se reían; escuché que varios de ellos abrían latas y envases de cerveza que supongo que tomaron de mi refrigerador. Decían cosas como: “ahora si se le hizo al pendejo este cogerse a la puta de su hija”, “hasta le estamos haciendo un favor al güey”, “me cae que esta vieja ya no es virgen, se mueve como puta” y “apúrale cabrón que ya nos toca darle a tu putita”.
No me di cuenta de cuánto tiempo estuvimos haciéndolo; en el inter le susurré a Gaby al oído que cuando yo gritara que me iba a venir, ella se quitara para no venirme dentro de ella; así que poco tiempo después empecé a gritar: “¡me vengo, me vengoooo!” y ella hizo el intento de quitarse, pero uno de los tipos que estaba muy cerca vigilándonos la detuvo de los hombros y no le permitió moverse, así que muy a mi pesar tuve que venirme dentro de ella y fueron grandes chorros de semen los que expulsé en mi hija; fue imposible aguantarme; ella gritó: “¡no, no, no, yaaaaa!” y siguió llorando al darse cuenta de que habíamos cometido el incesto completo.
“¡Ya acabó el cabrón!” dijo alguien y entonces jalaron a Gaby hacia atrás, el líder me dijo: “ahora si vas a ver cómo nos cogemos y hacemos gozar a la putita de tu hija; se va a comer tantas vergas como para todo el año ¡jajajaja!”
Las burlas de los tipos calaron hondo en mí; sabía que no podía hacer nada por salvar a mi pequeña de la violación múltiple que estaba a punto de ocurrir y que además los desgraciados me obligarían a presenciar todo.
Ellos siguieron burlándose: “¡mira cabrón, la puta de tu hija no era virgen!, nada de sangre ¿ves? Jajajaja” dijeron señalando la vagina de mi hija y mi pene; vi a Gaby pero ella no me sostuvo la mirada, se volteó hacia otro lado llorando.
El líder le ordenó: “Límpiale la verga con la lengua a tu Papá, puta”; ella cerró los ojos como tratando de evitar mi mirada; en eso yo les dije: “¡ya estuvo, déjenos en paz, llévense lo que quieran, pero ya déjenla a ella y lárguense!”. Un tremendo puñetazo en la cara calló mi reclamo, el líder puso su cara frente a la mía y me dijo: “mira pendejo, nos vamos cuando se nos pegue la rechingada gana y cuando terminemos contigo y con tu putita, a ver si así aprenden a no meterse con nosotros”. Luego volteó a ver a mi hija y le dijo: “¡te di una orden puta, límpiale la verga a este cabrón!”; ella tuvo que obedecer, se agachó y empezó a lamer mi pene de nuevo, limpiándolo de todos los fluidos que le quedaron; en eso dos de ellos me taparon la nariz para obligarme a abrir la boca, me metieron un trapo en ella y me pusieron cinta en la boca, impidiéndome volver a hablar.
Gaby estaba empinada lamiéndome el miembro con las manos atadas atrás, entonces uno de ellos se colocó detrás de ella como antes de que la obligaran a hacerlo conmigo, la tomó de las caderas y sin ningún miramiento le clavó su verga hasta el fondo con fuerza; ella gritó del dolor: “Aaaaaaayyyyyyy”, pero no pudo hacer más porque la tomaron del cabello y la obligaron a tragarse mi verga de nuevo: “¡cállate y chupa puta!” fue la orden y Gaby tuvo que hacerlo.
El líder le dijo al que violaba a Gaby: “el culo es para que yo lo estrene, no te agandalles”; el tipo le respondió: “si rana”. Ahí confirmé que eran los maleantes de la colonia que yo había acusado en varias ocasiones, pero que lamentablemente nadie hizo nada y de alguna manera se enteraron que yo fui el que los denunció, pues el rana era muy conocido por sus terribles delitos que incluían robo, asesinato y violación. Me di cuenta que estábamos perdidos, supuse que después de violar todos a mi hija nos matarían y se saldrían con la suya.
Un tipo tenía a Gaby tomada del cabello y la obligó a limpiarme bien la verga: “hasta que quede reluciente putilla”, le dijo, mientras el otro la violaba desde atrás.
Unos momentos después, el tipo que la tenía del cabello la hizo enderezarse y le dijo: “muy bien, ya acabaste aquí, vamos a lo que sigue”; el que estaba atrás se salió de ella y vi que su verga erecta ya estaba llena de líquido pre seminal, él reclamó: “¡hey, no he terminado!” a lo que el otro le respondió: “ahorita le sigues, espérate”. Luego se llevó a Gaby de los cabellos y la hizo caminar hasta mi cama y la aventó sobre ella; Gaby suplicaba: “¡no, por favor, no, deténganse, no haremos nada, por favor, por lo que más quieran, ya déjenme!” esto al parecer excitaba más a los tipos porque uno de ellos dijo: “eso es, me encanta cuando suplican, sigue así mamacita”.
Gaby había quedado boca abajo sobre la cama, desnuda y con las manos atadas a la espalda, mostrando sus nalgas y su maravilloso culo a los malditos tipejos; el líder se acercó, tomó una almohada y la puso debajo del vientre de ella, dejándola con el culo levantado y las piernas abiertas; luego les dijo a los otros: “¡Es hora de estrenar este culito, espero que de ahí si seas virgen putita!”. Gaby gritó angustiada:”¡No, noooo por favor, noooo, soy virgen de ahí, no lo haga, no, se lo suplico por… ggggllllbbbb!” sus gritos fueron ahogados por una tremenda verga que le metió un tipo en la boca al tiempo que le dijo: “¡Ya cállate y chupa puta!”; tal vez por ello no se escuchó el grito que pegó cuando el líder de los desgraciados colocó su enorme miembro en la entrada de su apretado culo e intentó empalarla por ahí. Creo que él sintió que estaba demasiado apretado porque por más esfuerzos que hacía no podía penetrarla; entonces retrocedió un poco, se agachó y escupió en el ano de ella; mientras, Gaby seguía mamando a la fuerza el pene del otro individuo que la tenía agarrada de los cabellos y le decía: “¡aaaahhhh que rico chupas puta, eres una experta mamadora!”.
El líder volvió a la carga para tratar de cogerse a Gaby por el culo, pero de nuevo, después de varios intentos fallidos, sudando copiosamente retrocedió y bufó: “¡Chingada madre, está demasiado pequeño, pero vas a ver cómo vamos a hacértelo gigante puta y verás que luego hasta un camión te va a entrar por ahí desgraciada!”. Noté como mi hija trataba de evitarlo a toda costa y sus ojos estaban como platos de lo asustada que estaba, pero nada podía hacer. Tanto ella como yo llorábamos pues sabíamos que sería inevitable que el desgraciado la violara por el ano.
Mientras hablaba, el tipo se metió el dedo medio a la boca, lo sacó lleno se saliva y luego lo metió en el pequeño culo de Gaby, al mismo tiempo le dijo a uno de sus secuaces: “Ve al cuarto de esta puta y tráeme lo que encuentres que le pueda meter en el culo”, el tipo se fue y el líder le dijo a otro: “tu busca en otras partes de la casa que le podemos meter a la pendeja” y a un tercero le dijo: “tu busca en este cuarto a ver que encuentras”. Gaby respingó y movía las manos y las piernas tratando de liberarse, pero era imposible.
El infeliz líder metía salvajemente un dedo en el culo de Gaby, lo movía en círculos, lo sacaba, lo volvía a meter y a moverlo en círculos mientras decía: “¡ahorita vas a ver puta, no te la vas a acabar, este culo tiene que ser mío!”. Luego vi que metió dos dedos, por lo que supuse que el culo de Gaby se estaba agrandando por el salvaje ataque; de repente llegó uno de los tipos que él mandó a buscar cosas y le trajo un pepino, un plátano, una zanahoria y un rodillo, “¿está bien esto?” preguntó el idiota, a lo que el jefe respondió: “excelente, esto servirá”; acto seguido sacó sus dos dedos e intentó meter el pepino en el culo de Gaby, pero no pudo hacerlo, entonces, tomó la zanahoria y esta sí pudo introducirlo en el culo de ella; le dijo: “ándale cabrona, ya te cabe esto, dentro de poco será mi verga”; pero además le metió el pepino en la vagina y empezó a mover ambos adentro y afuera de los agujeros de mi hija y dijo; “esto te encanta, ¿verdad puta?”; Gaby tenía los ojos cerrados y gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, no contestaba, no decía nada, solo se quejaba pero sus gritos no se escuchaban por la tremenda verga en su boca. Por cierto, el tipo que la obligaba a mamársela en ese momento se vino gritando: “¡aaaaaaahhhhh, así puta, asíiiiiiiii, aaaaahhhhh me vengoooo me vengoooo aaaahhhhh siiiiiii!” y sin soltar a Gaby del cabello le metió la verga hasta el fondo y la obligó a tragarse su cochino semen, pude ver cómo le escurría por las comisuras de la boca hasta el cuello, también vi su cara de asco y que tenía fuertes arcadas que tuvo que aguantar.
Cuando el tipo sacó su verga chorreante de la boca de mi pequeña, ella tosió, jaló aire con fuerza y trató de sacar el semen, pero ya no pudo, se había tragado la mayor parte, luego volvió a suplicar: “¡Por favor ya déjenme, les prometo que no diremos nada, pero ya no sigan por favor, se los suplico por lo que más quieran, yaaaaaaaa!” Ella gritó al sentir como la zanahoria y el pepino volvían a entrar en sus agujeros con fuerza desmedida y ya no pudo decir mucho más, pues un tipo gordo y alto de acercó a la cama, la tomó del cabello con una mano y poniendo su verga gorda en la boca de ella le ordenó: “¡ahora mámamela a mí putita!”; Gaby cerró la boca y apretó los labios para impedir que la verga entrara en ella, entonces el tipo le dijo: “¡ah con que rejega la perra ¿eh?, ahora verás!” y a continuación metió una mano entre el cuerpo de ella y la cama y le pellizcó una teta; Gaby se quejó pero sin abrir la boca: “¡Mmmmmnnnnn!”; el gordo no la soltaba pero ella no cedía, entonces él dijo: “Ah te crees muy lista pinche puta, a ver como haces para respirar” y entonces con la misma mano que le había pellizcado las tetas le apretó la nariz, impidiéndole la respiración y por más que Gaby quiso aguantar no pudo, tuvo que abrir la boca para jalar aire y entonces el marrano ese aprovechó para meter su verga hasta el fondo de la garganta de ella y le dijo: “¿No que no, perra?, ¡ahora trágatela toda cabrona y ni se te ocurra morderme porque te corto la lengua desgraciada!” y tomándola con ambas manos de la cabeza la obligó a chupársela.
Mientras tanto, el líder seguía metiendo y sacando la zanahoria y el pepino del ano y la vagina de Gabriela respectivamente, se notaba que le dolía porque movía desesperadamente las piernas, crispaba las manos y las estiraba tratando de detener las penetraciones, pero no lograba nada.
El maldito desgraciado empezó a girar las verduras dentro de ambos agujeros de mi hija, agrandándolos; hasta que sacó la zanahoria de su ano, lo abrió con dos dedos de una mano y sonriendo volteó hacia mí y señalándolo con un dedo me dijo: “Ya está lista tu putita para que me la coja por aquí y tu verás como la estreno y cómo le va a encantar”. Yo me moví en la silla, pataleé, grité pero no se escuchó más que mi quejido; esto le agradó al tipejo que de nuevo sonrió y le dijo a su compinche: “agárrale bien la cabeza y que no cierre los pinches ojos, si los cierra le pones una patada en los huevos” y acto seguido se colocó detrás de mi princesa y sin más ni más, la penetró salvajemente, de un solo golpe, metiendo su tremenda verga hasta el fondo de su pequeño culo.
Gaby pudo sacar de su boca la verga que tenía dentro y soltó un fuerte grito de dolor: “¡AAAAAAAAYYYYYYY NOOOOOOOOOO, DUELE, DUELE GGGLLLLBBB!”. De nuevo el maldito que la obligaba a mamarle la verga la había tomado del cabello y se la metió hasta la garganta.
Gaby estaba siendo violada por el culo, con un pepino insertado en la vagina y con otro tipo obligándola a mamarle la verga y ni ella ni yo podíamos hacer nada; ambos llorábamos desconsoladamente mientras los demás tipos ya completamente desnudos aguardaban su turno; solo mantenían los rostros cubiertos y algunos se masturbaban viendo la escena; en ese momento pude contarlos bien y vi que demás de los dos que violaban a mi hija, había otros seis, por lo que en total eran ocho, pero aún no regresaba el que había ido a buscar cosas para meterlas en Gabriela, por lo que supuse que en total serían nueve tipos los que estaban ahí. Uno de ellos ya se había cogido a mi hija por la vagina y según yo, el mismo se lo había hecho por la boca; luego había dos cogiéndosela, por lo que según mis cálculos, ¡aún faltaban seis por violarla!; no creí poder soportarlo.
El líder se la clavaba con fuerza, como tratando de perforarla sin compasión; en eso, otro de los tipos se acercó a ellos y dijo: “hay que aprovechar el otro hoyo”, entonces, tanto el líder como el otro tipo sacaron sus vergas escurriendo líquido; el líder giró y se acostó en la cama boca arriba con su verga bien parada apuntando al techo; tomaron a Gaby entre varios y la voltearon, por unos momentos nuestras miradas llorosas se cruzaron, hasta que ella de nuevo soltó un tremendo grito: “¡AAAAAAAAGGGGGGHHHHH mfffffffff!”; los malditos le taparon la boca con una mano y uno le gritó: “¡Cállate ya puta o madreamos a tu Papá!”. El grito lo había soltado porque la obligaron a clavarse de culo en la polla del infeliz ese; ella tenía las piernas abiertas y pude ver todo su sexo expuesto hasta que otro maldito se subió y le clavó la verga de un golpe por la vagina; un tercero, el mismo que la obligaba antes a mamárselo también se subió a la cama y de nuevo se la metió en la boca. Desde donde yo estaba veía claramente cómo se cogían a mi hija por los tres lados; cerré los ojos, pero más tardé en cerrarlos que en sentir una tremenda patada en los huevos y de nuevo escuché la orden: “¡abre los ojos cabrón o le cortamos los pinches pezones a tu putita!”; no tuve más remedio que abrirlos, aunque tenía la vista completamente nublada por las lágrimas.
Aun así, alcancé a distinguir que el marrano que obligaba a mi hija a chuparle la verga, la sacaba y se venía en la cara de ella y le soltaba toda su leche en la cara y los pechos. Al parecer salpicó al líder de ellos, que estaba debajo de Gaby porque vi que se molestó y lo recriminó. Yo aún no podía recuperarme del dolor de la patada que recibí, hasta los oídos me zumbaban; pero pude ver que ambos se salían de mi hija y se levantaron, a Gaby la dejaron en la cama; el líder le reclamó algo al que había soltado el semen en la cara de mi hija y al parecer de su jefe también.
El líder se salió enojado de la habitación, entonces, el que se había estado cogiendo a Gaby por la vagina se acostó en la cama y con ayuda de otro de ellos la obligaron a montarse en la verga del tipo, de frente hacia él; de nuevo se la clavó sin contemplaciones y le dijo: “¡muévete puta, hazme gozar!” y la obligaron a brincar clavada en su miembro. Los demás no esperaron más, otro de ellos se subió a la cama e hizo que Gaby le chupara la verga; otro más se colocó detrás de ella y de un empujón le clavó toda la verga en el culo. Solo escuché su quejido ahogado por la gran polla que se comía: “¡Mmmmmnnnngggfffff!”. Luego los tres tipos empezaron a moverse adentro y afuera de ella.
El tipo que estaba detrás de mí me tomó del cabello y me hizo levantar la cara; me dijo: “¿Te gusta cómo nos estamos cogiendo a tu putita cabrón? ¡Y espérate a lo que falta, ya verás como la vamos a gozar y cómo te la vamos a dejar, pinche chismoso!”.
Tuve que ver como los tres tipos violaban a mi hija salvajemente; por más intentos que ella hacía por soltarse, no pudo hacer nada, ellos la tenían totalmente sometida.
El que la cogía por el culo le daba nalgadas, el que estaba debajo le pellizcaba las tetas y el que la obligaba a chupárselo la tenía agarrada del cabello con fuerza, tal parecía que no se conformaban con violarla, querían lastimarla, humillarla lo más que pudieran.
Unos momentos después llegó el líder, se quedó viendo lo que le hacían a mi hija, luego volteó a verme con cara burlona y le dijo a uno de sus compañeros que venía con él: “muéstrale a este pendejo los juguetitos que encontraste en la recámara de su princesita”; entonces el otro tipo sacó de una maletita un dildo, pero no era un dildo cualquiera, era un dildo gigante, de grandes proporciones, tanto de ancho como de largo; yo jamás había visto un consolador ni un pene tan grande. Los tipos se dieron cuenta de mi asombro y se burlaron de mí: “¡Imagínate guey, cuando tu princesita se mete esto en la noche, como la goza mientras tu duermes en el cuarto de al lado!”.
Siguió sacando cosas de la maletita: unas esposas forradas con peluche rosa, un dildo doble, que tenía para insertarse en el ano y en la vagina, un pene de plástico, unas bolas de las que se insertan en el ano, una gran variedad de envases de lubricante, cajas con condones y no recuerdo que otras cosas, pero eran varias. El líder me dijo: “¿Con quién crees que usaba esto tu niñita cuando te ibas a trabajar imbécil? ¿conoces a su noviecito o algo así? ¡jajajaja, eres un idiota!”.
Sus palabras calaron hondo en mí, pero me dolió más el saber que mi pequeña, mi princesa, mi dulce niñita que yo adoraba ya era una mujer que al parecer tenía muchas necesidades sexuales, porque pensé que si usaba las esposas, lógicamente alguien tenía que ayudarle. Cada vez estaba más desecho, no solo estaba había sido obligado a violar a mi hija, también me estaban obligando a ver como la violaban, tuve que ver la realidad de que Gaby no era una santa como me lo hacía creer y además tenía que aguantarme las burlas del desgraciado del rana y sus secuaces.
Pensé en lo que nos deparaba el destino: supuse que después de violar a mi hija en repetidas ocasiones nos matarían para que no hiciéramos nada en su contra, por otro lado, también pensé que tal vez no lo harían para poder burlarse de nosotros cuando quisieran y hacernos vivir en el pánico absoluto; de cualquier manera el futuro era negro para mi hija y para mí.
El tipo que se cogía a Gaby por el culo terminó viniéndose dentro de ella y sacó su verga chorreante, entonces el rana se acercó a ella blandiendo el dildo gigante y le dijo: “a ver puta, vamos a darte lo que te gusta” y sin más ni más le metió el gigantesco aparato en el ano; ella se quejó, pero de nuevo la verga que tenía en la boca apagaron sus quejidos.
El líder empujó el dildo hasta el fondo y dijo: “¡Ya lo ves puta, tienes el culo gigante y ahora vendrá lo mejor!”. Diciendo esto, se encaramó en la cama y, sin sacar el grueso consolador del culo de mi hija, intentó meter su verga ahí mismo, al principio fue difícil y escuché los quejidos de Gaby: “¡Mmmmnnngggghhh!”, pero poco a poco el rana fue logrando su objetivo y al final metió su dura y larga verga en el culo de mi hija con todo y el dildo adentro y comenzó a moverse adentro y afuera de ella; le ordenó a uno de sus secuaces que moviera el consolador y este lo hizo, por lo que tuve que ver como entraban en ella dos vergas: una por la vagina y otra por el culo y un dildo también; la verga que ella mamaba no la podía ver, pero si al tipo que la tenía del cabello y que la obligaba a hacerlo.
Luego, el tipo que le estaba metiendo al consolador a Gaby lo sacó y subiéndose también a la cama, hizo el intento de meterle la verga en el culo también, pero él y el rana se estorbaban; tuvieron la suerte de que tanto el tipejo que se la cogía por la vagina como el que la obligaba a chupárselo terminaron en ese momento; ninguno de los dos de salió, se vinieron adentro de ella obligándola a tragarse todo el semen del desgraciado ese.
Los tres se salieron de Gaby y entonces el líder se acostó boca arriba con las piernas abiertas en la cama y ordenó que hicieran a Gaby clavarse de culo en él; una vez que este la empaló, sus compinches la hicieron abrir las piernas totalmente, muy separadas una de la otra, entonces, el otro tipejo se hincó entre ellas y clavó su gorda verga también en el culo de Gaby. Ella abrió muy grande la boca para gritar, pero ya otro infeliz estaba sobre la cama, en cuclillas frente a ella y antes de que emitiera cualquier sonido, le metió su duro miembro en la boca hasta la garganta, haciendo que casi se ahogara.
Durante varios minutos, los tres hombres se cogieron a Gaby en esa posición, hasta que el que la violaba por la boca se vino, sacando su miembro y llenándole de semen la cara y los pechos. Entonces Gaby suplicó llorando: “¡Ya no, ya no por favor, ya basta, se los suplico, ya déjenme, ya no más, por piedad!”, pero eso no conmovió a las bestias, por el contrario, el líder le dijo: “Apenas estamos empezando puta, deja de quejarte que no servirá de nada, mejor flojita y cooperando para que tu papito vea lo puta que eres”. Ella volteó hacia mí y me dijo: “¡Papi, por favor, ayúdame, diles que me suelten, dales dinero o lo que quieran pero ya que me dejen por piedad, no puedo más papá, haz algo!”… Me partió el corazón ver a mi pequeña suplicándome de esa manera, pero yo no podía hacer nada, estaba atado y amordazado fuertemente, de tal manera que no podía ni siquiera moverme; agaché la cabeza vencido, pero el tipo que seguía junto a mí me tomó del cabello y me hizo levantar la cara. “¡No puedes dejar de ver, pendejo!” me dijo y me obligó a seguir viendo lo que le hacían a mi hija.
Los dos tipos siguieron cogiéndose a mi hija sin importarles sus gritos de dolor, su llanto ni nuestro sufrimiento; al contrario, gozaban humillándonos.
Al estar libre la vagina de Gaby, uno de los tipos se acercó y le metió el dildo gigante, lo encendió y este empezó a vibrar, entonces el tipo empezó a meterlo y sacarlo de ella, mientras otro le metió en la boca el pene de plástico y le dijo: “¡Traga puta, lo que te gusta!”
El líder desde donde estaba le soltó las manos a mi pequeña y le ordenó que masturbara a los tipos que le metían los juguetes en la vagina y la boca; en un principio ella trató de resistirse, pero un par de cachetadas y unos pellizcos en los senos la hicieron obedecer.
Ahí estaba mi pobre hija, siendo cogida por dos tipos por el culo, con un dildo en la boca y otro en la vagina y siendo obligada a masturbar a dos infelices al mismo tiempo. Nunca en mi vida me hubiera imaginado tener que presenciar todo eso, quería morirme; sentía que la cabeza me iba a estallar.
Tuve que ver como el líder se venía dentro de mi hija y el otro tipo que la violaba por el culo se salía para tirar todo su semen sobre el vientre de ella; también los tipos que ella masturbaba soltaron grandes chorros de semen sobre mi hija, dejándola toda llena del viscoso líquido. Pude ver como ella hacía cara de asco; pero el dildo que tenía en la boca no le permitía hacer nada.
Solamente unos segundos la dejaron sobre la cama, pues casi de inmediato el líder la jaló del cabello, bajándola al piso; le sacó el consolador que tenía en la boca y le ordenó: “¡Anda puta, chupa la verga que estuvo en tu culo, hasta que me la dejes reluciente!” Gaby ya no opuso resistencia, pude notar que comenzaba a rendirse; ella sabía que el resistirse solo le traería más castigo y de cualquier manera tendría que obedecer; así que tomó la verga del tipejo con una mano, abrió la boca y la introdujo en ella. El rana cerró los ojos y colocó los brazos detrás de la cabeza. Gimió: “¡aaaahhhh que rico la chupas puta, sabía que eras una gran mamadora!” Tres tipos más se acercaron a ellos y dos la obligaron a tomar sus vergas con las manos y la hicieron que los masturbara; el tercero tomó el dildo gigante que se había caído al piso, lo prendió y lo metió en el culo de ella hasta el fondo; Gaby respingó, pero no hizo nada más y continuó con la felación y las masturbaciones que realizaba. Luego este último tipo también se paró delante de ella y la obligaron a chupar las dos vergas al mismo tiempo; después le ordenaron que intercambiara y se las mamara a los que estaba masturbando y viceversa, que masturbara a los otros dos; mientras, otro se las arregló para tirarse en el piso y meterse debajo de ella y así la pudo penetrar por la vagina, la tomó de las caderas y la obligó a moverse. Así la tuvieron trabajando un buen rato mientras uno a uno empezaron a venirse soltando todos su semen en su cabello, cara, pechos, espalda y cuello, o adentro de ella; dejándola hecha un asco con tanto líquido.
Pero ellos continuaban, en cuanto uno terminaba, otro ocupaba su lugar y Gaby tenía que seguir mamando, masturbando vergas y siendo cogida por la vagina sin parar. El dildo seguía vibrando en su culo.
Parecía que nunca acabarían, ellos seguían violándola y obligándola a satisfacerlos, uno tras otro; gozando con su dolor y sufrimiento y humillándola.
Después de un buen rato en que todos tuvieron su turno (o dos turnos), uno a uno iban quedando con la verga flácida y empezaron a sentarse o tumbarse en cualquier parte de la recámara. Solo uno, el más grande y fuerte de todos, un tipo muy alto, calvo y de barba estaba debajo de mi hija cuando ya todos habían terminado; la movía y le decía: “¡anda puta, muévete que bien que te gusta!” Gaby se movía más por el miedo y obligación que porque quisiera hacerlo, pero suplicaba: “¡ya por favor, ya déjame, me arde y me duele todo, por favor, te lo suplico!”; pero sus súplicas eran opacadas por las porras que los demás desgraciados le echaban a su amigo: “¡Acábatela gorila, dale, dale, dale, métesela toda, pártela en dos!”
Desde donde yo estaba se veía perfectamente al gorila tirado debajo de mi hija, entrando y saliendo de ella; la tenía tomada de las caderas y la obligaba a subir y bajar y, aunque ella intentaba meter las manos, no podía. El hermoso y mancillado cuerpo de Gaby se veía a la perfección; sus curvas, sus piernas bien formadas y sus pechos bamboleantes hicieron que me pasara algo que intenté evitar a toda costa, pero no pude: tuve una erección. Afortunadamente los tipejos estaban demasiado distraídos para darse cuenta.
El gorila se levantó, sin salirse de Gaby y llevándosela junto con él; la puso contra la pared y empezó a cogérsela así, parado; Gaby seguía diciendo: “Ya no por favor”, pero el tipo no se detenía, solo le tapó la boca con una gran manaza. Se la estuvo cogiendo un buen rato de esa manera; de repente, hizo un rápido movimiento que dejó a Gaby hincada en el piso, de espaldas a él, entonces la hizo empinarse de tal manera que su culo quedó a merced del monstruo ese y esa era su intención, porque de inmediato atacó el culo de mi pobre hija, haciéndola chillar de dolor: “¡¡¡AAAAAAAAAAYYYYYYYGGGGGHHHHHH!”. El rana comentó: “Tápenle el hocico a esa pinche puta o alguien la va a oír”. De inmediato dos de los delincuentes se apresuraron a amordazarla; uno le metió un trapo en la boca y el otro lo aseguró con cinta, dándole varias vueltas alrededor de la cabeza de ella.
Gaby estaba empinada en el suelo, con las manos en el piso y con el gorila cogiéndosela por el culo, ella se seguía quejando, pero sus gritos ya no se escuchaban, solo se oían lamentos callados por la mordaza que le pusieron: “¡MMMMMNNNGGGHHH!”. Ella intentó golpear al gorila con una mano o con la otra, sin lograrlo. El gorila, mientras seguía cogiéndose a Gaby la tomó de las manos y se las sostuvo en la espalda con una sola de sus grandes manos; luego le dijo al rana: “Tenías razón, está muy buenota y el culo le va a quedar súper aguado jajaja”; “te lo dije” respondió el rana riéndose.
Fue un buen rato el que el gorila se estuvo cogiendo a Gaby por el culo, después la tomó por la cintura y la arrojó con fuerza sobre la cama, quedando ella boca arriba. El gorila se subió sobre su vientre con las piernas abiertas alrededor de Gaby y dijo: “pásenme las esposas”; se las dieron y entonces él pasó la cadena de las mismas por uno de los tubos de adorno que tiene la cabecera de mi cama; posteriormente le colocó a mi hija cada una de las esposas en sus muñecas. Solo se escuchaban las quejas ahogadas de mi hija: “¡MMMMMGGGGHHHH; MMMMNNN!”
La verga del gorila había quedado en el pecho de Gaby, entonces él tomó sus tetas con sus grandes manos, las juntó dejando su verga en medio y empezó a masturbarse con ellas; la verga del monstruo ese se asomaba por en medio de los pechos de mi hija, legando hasta su barbilla.
Otro de los tipejos estos se colocó en medio de las piernas de ella y la penetró por la vagina, haciendo que ella se nuevo se quejara: “¡GGGGGHHHBBBB!”; el tipo no duró mucho, unos minutos después se vino dentro de ella; cuando se bajaba de la cama, volteó a verme, supongo que para burlarse de mí, pero vio mi erección y dijo: “¡Miren, este cabrón está excitado!”. Y era verdad, por más que yo había intentado pensar en otra cosa para que se me bajara la verga, no pude lograrlo.
Todas las miradas se desviaron hacia mí, incluso el gorila volteó a verme y Gaby levantó un poco la cabeza y precisamente en ese momento el gorila se vino, soltando toda su leche en la cara y los senos de ella. De inmediato el rana reaccionó y me dijo: “¡ándale cabrón, con que te sigue gustando lo que le hacemos a tu hijita!, si bien que te la coges cada que viene, ¿verdad pendejo?, no te hagas guey” Yo moví la cabeza negativamente, pero a ellos no les importó, ya el rana había maquinado algo en su cochina mente.
“¡Ayúdenme a levantar a este guey!” ordenó a sus secuaces; varios de ellos se acercaron a mí y empezaron a desatarme, yo intenté detenerlos, pero nada pude hacer; me hicieron levantarme y luego entre todos me llevaron a la cama y me hicieron colocarme entre las piernas abiertas de Gaby y el rana me ordenó: “¡Métesela cabrón!”. Yo intenté empujarlos y bajarme de la cama al mismo tiempo que negaba con la cabeza, pero ellos me obligaron a quedarme ahí y entonces el rana me dijo: “¡mira cabrón, o te la coges en este momento o le cortamos los pezones y el clítoris a la puta de tu hijita y luego hacemos que el gorila te coja a ti!”.
Bajo esa amenaza no me quedó más que obedecer; no me hubiera importado lo que el gorila me hiciera si eso hubiera salvado a mi pequeña de seguir sufriendo, pero lo que si me dio miedo fue la amenaza de mutilarla a ella y por ello lo hice; empecé a penetrarla despacio sin ver su cara, poco a poco mi larga verga entró de nuevo en la vagina de mi hija mientras ella gemía de dolor: “¡MMMNNN!”; tuve que voltear a verla para pedirle perdón con la mirada… No lo hubiera hecho; jamás olvidaré los ojos de reproche que ella tenía hacia mí y como las lágrimas escurrían por sus mejillas; por ello mejor cerré los ojos cuando el rana me ordenó que me moviera. Empecé a hacerlo, entrando y saliendo despacio de Gaby, tratando de no lastimarla más; en eso, sentí como me quitaban la mordaza y otra vez me ordenaron: “¡Chúpale las tetas!”. De nuevo tuve que obedecer, acerqué mi boca a sus pechos y empecé a lamer sus pezones; sabían a semen; sentí mucho asco, pero no me atreví a detenerme; ellos me ordenaban que me siguiera moviendo y yo tenía que seguir penetrando a mi propia hija que estaba indefensa y esposada a la cama; también a ella le quitaron la mordaza y entonces nos ordenaron: “¡bésense!”. Tanto Gaby como yo nos detuvimos y ambos abrimos muy grandes los ojos y volteamos a ver al rana; ella dijo: “no, por favor”; yo solo dije: “pe...ro”.
El rana no se andaba con juegos; nos ordenó de nuevo: “¡bésense en la puta boca o…!” No esperé a que terminara; sorprendí a Gaby con un beso en la boca; mis brazos quedaron alrededor de los suyos, debajo de sus axilas; mi cuerpo estaba sobre el de ella, por lo que sentía sus pezones erectos tocando mi pecho y seguí moviéndome adentro y afuera de ella. Metí mi lengua en su boca y le di un profundo beso; no sé qué me pasó, olvidé que era mi hija al sentir aquellos labios suaves y tersos besando los míos.
Solo reaccioné cuando escuché a los malditos desgraciados burlarse y decir: “Mira este cabrón, bien que le gusta cogerse a su pinche hija puta”; separé mis labios de los de Gaby y en ese preciso instante me vine dentro de ella, no tuve tiempo de salirme.
Me levanté con un sentimiento de culpa tremendo, pero los malditos no me dejaron ni siquiera lamentarme, de inmediato el rana me dio la orden: “¡con la lengua quiero que limpies todo el cuerpo de tu hijita cabrón!” A esas alturas yo ya no me negaba a nada, porque sabía que cualquier intento de negación sería de graves consecuencias para Gaby. Entonces, empecé a lamer todo el cuerpo de mi hija mientras ellos me fotografiaban y grababan en video, pues nunca dejaron de hacerlo. Pude sentir como la piel de mi hija se estremecía al contacto con mi lengua; yo sentía asco, pues todo su cuerpo sabía a semen y sudor de los desgraciados tipos; ella se mordía los labios y lloraba.
Yo había empezado por los tobillos y fui subiendo por las piernas y los muslos de ella; cuando llegué a su entrepierna, el rana me ordenó: “¡métele la lengua en la rajada!”, no me quedó más que obedecer; metí mi lengua en la vagina de mi hija y comencé a moverla, esperando que ella sintiera un poco de placer después de toda la humillación y dolor de que fue objeto.
Estaba yo concentrado en lo que hacía cuando levanté la vista y vi que ya de nuevo uno de los tipos hacía que Gaby le mamara la verga; al ver eso, desesperado y al tener yo las manos libres no lo pensé más y me le fui encima al individuo para golpearlo; alcancé a darle unos golpes, pero los demás tipos reaccionaron y me sujetaron, momento que el individuo aprovechó para golpearme y patearme en los testículos.
El rana dijo: “¡Ya valieron madres!”, entonces me tiraron al piso y Gaby comenzó a gritar asustada; ellos empezaron a patearme en todos lados; yo me cubría, pero no podía evitar la golpiza que me daban; todavía alcancé a ver que un tipo se subía a la cama y empezaba a cogerse a Gaby de nuevo, pero colocó sus manos alrededor del cuello de ella, ahorcándola; pensé que hasta ese momento llegarían nuestras vidas.
Realmente no se bien que pasó, pero al parecer algún vecino escuchó los gritos de Gaby y llamó a la policía; llegaron oportunamente, si no, tal vez no lo estaría contando. Supe que detuvieron a casi todos los maleantes, incluidos el rana y el gorila. Espero que los refundan en la cárcel para toda la vida.
Ahorita lo que quiero es irme al hospital a ver a mi hija, pues para allá se la llevaron; a mí me trajeron acá porque en un principio creyeron que pertenecía a la banda de esos infelices, pero ya les comprobé quien soy y ya me voy de aquí.
Hasta aquí la declaración del Padre.