Obedéceme

Enseñando el placer de la obediencia y la sumisión.

-Quítate la camiseta. Lentamente.

Ella sonrió. No necesitaba hablarme, todo lo decía su mirada de deseo y sumisión. A pesar de mi orden n un segundo la prenda estaba a sus pies liberando sus preciosos y firmes pechos de pezones duros y grandes aureolas.

-Acarícialos perrita, despacio.

Empezó a recorrer sus pechos con la punta de los dedos y sin que yo se lo ordenara fue acercándose a los pezones, contuvo un gemido mientras daba vueltas a su alrededor

-Ahora los pantalones.

Sonriendo de nuevo se los bajó. Esta vez si lo hizo lentamente mostrando que no llevaba bragas y su precioso coño totalmente depilado.

-De rodillas, las manos en la nuca y mirando al suelo tal y como debe estar una sumisa.

-Si amo- Esta vez si que habló, y de esas breves palabras dichas con un hilo de voz se destilaba una entrega y una excitación que me sorprendieron gratamente.

No dije nada, la dejé permanecer en esa postura sabiendo que la incertidumbre y la inquietud aumentarían aun mas su calentura y la pondrían aun mas a mi merced.

Tal como yo quería.

-Abre mas las piernas- Se sobresaltó pero obedeció inmediatamente. Podía ver como entre sus piernas la luz se reflejaba en el flujo que aumentaba mas y mas producto de su excitación.

-En cuclillas perra. Y ofréceme tus tetas.

-No había sonrisa alguna en su cara pero en sus ojos se la veía cada vez mas entregada, mas excitada si cabía. Agarró sus pechos y me los mostró apretándolos, como si quisiera incitarme a devorarlos con gula. La sonreí complacido y vi como se estremecía pero no le contesté. Me deleité en su sumisión.

Una pequeña gota de flujo empezó a deslizarse desde los labios de su coño hasta el suelo

-Por favor amo quiero mas

Lo decía suplicante. A pesar de mi estoicismo no podía resistirme a aquella voz y a aquel precioso rostro de ojos profundos. Respondí suavemente

-A cuatro patas perrita. Ven aquí

Dio un respingo pero se acercó. Sensual y sinuosa. Llegando hasta mis piernas y frotándose contra ellas.

La acaricié la cabeza y ella la alzó sonriente colocándose entre mis piernas continuando su juego frotándose contra el bulto cada vez más evidente.

Notando mi creciente excitación alzó la mirada y volvió a hablarme con su voz suplicante en un susurro:

-Puedo hacerle una mamada amo? Me da permiso? - Mi respuesta era obvia:

-Si perra puedes hacerme una mamada, esmérate.

Con ternura pero impaciente desabrochó mi pantalón. Sacó mi miembro palpitante y se lo metió en la boca. No pude contener un gemido al sentir sus labios carnosos, húmedos y calientes.

Efectivamente se estaba esmerando mucho pero yo no quería que terminara así. Con un gesto la hice detenerse. Ella obedeció no sin cierta desilusión en su rostro y llevo la mano a su entrepierna.

-Estoy muy mojada amo

Nada me hubiera gustado mas que penetrarla ahí mismo pero aún quería disfrutar de su sumisión un poco mas así que la ordené:

-Baila desnuda para mi perrita

Captando mis intenciones me sonrió de nuevo. Dios que sonrisa! Iluminaba toda la habitación. Fue hasta su móvil y puso una canción que reconocí como “Just walk away” de Celine Dion. Nada más iniciarse la canción su cuerpo empezó a contonearse con una sensualidad que no creía posible.

Ahora entendía la elección de aquella canción. Moviéndose lentamente al compás de la música me tenía completamente atrapado viendo su gracia y erotismo cada vez mas patente.

Me levanté del sillón y me acerqué a ella la tomé de las manos y suavemente la hice colocarse contra la mesa ofreciéndome su maravilloso trasero. Lo recorrí con mi boca hasta que mi dedo índice llegó a la altura de su coño. Jugué con el introduciéndoselo y deleitándome en sus gemidos.

-Amo, por favor…

No la respondí. Seguí con el juego mientras que mi otra mano recorría su perfecto culo hasta llegar a la entrada de su ano. Lo acaricié, a cada caricia ella temblaba hasta que pudo articular una frase entre tanto placer:

-Amo, no soy virgen de ahí. Puede hacer conmigo lo que quiera.

Acompañó la frase llevando la mano hasta su bolso que descansaba sobre la mesa. Rebuscó al tacto y cual no sería mi sorpresa cuando sacó una zanahoria de tamaño mediano. La lubricó con la boca tan expertamente como antes había lamido mi miembro y me la entregó.

-Soy suya amo. Su perrita. Su puta.

Cogí la zanahoria de su mano y con delicadeza la coloqué en la entrada de su cueva trasera. La introduje lentamente notando una nula resistencia que confirmaba sus palabras. La humedad entre sus piernas se había convertido en una fuente y yo notaba que tampoco podría resistir mas así que sujetándola las muñecas la penetré lenta pero firmemente sintiendo el abrazo de su coño.

-Ahhh amooo. Siii, deme más por favor.

Quería disfrutar del momento por lo que continué la lenta penetración. Ella gemía y se retorcía de placer hasta que un grito y un temblor en su interior me confirmaron su orgasmo.

Yo necesitaba mas aún. Aceleré el ritmo de mis embestidas y ella respondió a su vez convirtiendo los gemidos en alaridos. Mi orgasmo estaba a las puertas ya y ella debió notarlo porque giró la cabeza mirándome con lujuria y me dijo:

-Amo lléneme por favor! Márqueme como su puta!

Esas palabras fueron todo lo que necesitaba para estallar en un maravilloso orgasmo que provocó que golpeara su interior con fuertes chorros de semen. Sentirlo la hizo temblar en otro orgasmo mas parejo al mío.

Exhaustos los dos logré sacar fuerzas para tomarla en brazos y sentarme en el sofá con ella sentada en mis rodillas. Ronroneando apoyó su cabeza en mi hombro, alzó la mirada y de nuevo me sonrió con sus ojos iluminados.

-Mi amo. Adoro el poder obedecerle.

Este ha sido mi primer relato, acepto críticas constructivas y para cuanto queráis podéis escribirme a mi correo: donatienm40@gmail.com