Nuria y la amnesia

Nuria va a una fiesta y se encuentra que es la reina de una orgía.

Hola, voy a contar mi historia. Es una historia de excesos. Una historia de peligros para cualquiera que no tenga la predisposición que tenía yo. Soy Nuria, una profesora de matemáticas de la universidad de la Complutense de Madrid. Quizá alguien me conozca, pero para los que no, describiré mi aspecto. Tengo el pelo negro rizado, cogido en un moño. Mis dientes tan blancos como mi piel contrastan con el negro de mis ojos. Además tengo las piernas largas y un pecho, en mi opinión un poco grande.

Tengo la necesidad de compartir mi historia porque quiero que el que la lea sepa que el sexo no es solo una postura y un amante. A mi, me gusta mucho el sexo. Da igual como y con quien. Para mi el sexo es una forma de vida. Las matemáticas son otra forma de vida. Voy a relatar lo que me pasó al final de una de las clases de matemáticas I de la carrera de informática.

Al terminar la clase siempre tengo abierta la puerta de mi despacho para que los alumnos vengan a preguntarme cuales son sus problemas o a ver los exámenes que querían revisar. En esto que llegó un alumno, en una de las tardes plácidas de marzo unos meses antes de los exámenes de junio, se acercó Juan, uno de mis alumnos más avanzados.

-Hola Nuria. Tengo un problema de matemáticas que no sé resolver.

Me quedé perpleja, pues conocía de la capacidad de Juan para las matemáticas. Juan era un muchacho muy apuesto al que había visto alguna vez por las noches en los bares de Huertas, que es por donde salía y habíamos compartido alguna discursión sobre las clases o haber tomado alguna copa de vez en cuando.

-Dime Juan, sorpréndeme.

-Si tengo una polla de veintitrés centímetros, con un grosor de seis, en qué culo puede entrar.

Esa declaración me dejó muda. Me enfadé y lo eché. No podía creer lo que decía.

-Vete, desgraciado. Qué te crees que dices

-Ahora resulta, que después de follarme varias veces en la última semana no quiere saber nada de mi.

-¿Qué carajo dices niñato?

-¿Es que no se acuerda? No me dirá que no se acuerda de los polvazos que nos pegamos en tu casa el sábado pasado.

Estaba amnésica. Resulta que aquel niñato me había follado. Pero cuándo, cómo.

-¿Quieres que te lo demuestre?

-¿Cómo carajo me lo vas a demostrar?

Juan se bajó los pantalones y se sacó la polla. Justo lo que había descrito.

-Dios

Me quedé fría. Juan me cogió por la cintura. Yo, totalmente excitada cerré la puerta y me dejé llevar, era sexo lo que aquel niñato quería y con aquella polla

Me dio la vuelta, me subió la falda de tubo que llevaba, me bajó las bragas y cual fue mi sorpresa, que en vez de darme por el coño me la metió de un golpe en el culo. Un grito que no surgió de mi garganta me sorprendió. No me dolió.

-Ya te lo he demostrado. Esta polla no cabe en cualquier culo.

Sacó la polla, se subió los pantalones y me dijo:

-Debes mirarte tu amnesia. De todas formas, esta noche si quieres que continúe con la follada, podemos quedar en casa de Sonia. Ha organizado una fiesta. Recuerda la polla que tengo y seguro que te convencerás.

-Si… ¿Sonia no es la tutora de la carrera?

-Efectivamente. Y tú eres la anfitriona de estas fiestas del sexo que siempre montamos. Espero que no faltes.

Estuve pensando durante una hora qué hacer. Y al final decidí ir, por que era lo que me pedía el cuerpo. Y además si no me gustaba, qué coño, seguro que me gustaría.

La casa de Sonia era un chalet de las afueras de Guadarrama. Allí había varios coches de lujo como mercedes y audis que no bajaban del A6. Entré y vi algo que me dejo más caliente que nunca. Se había montado una orgía excelsa. Había rubias de pechos enormes con juguetitos. Había negros con pollas más grandes que los juguetitos (debían ser "prostitutos"), había estudiantes que habían pasado un casting. Mujeres hombres, putas, maricones… Había de todo allí, pero todos de un atractivo enorme. Yo entre y me encontre con una mano que me tapó la cara. Alguien me bajó la falda. Después el tanga. Yo mientras bebía de un vaso que me habían dado a ciegas. Y de repente allí estaba. Juan. Lo supe por su polla. Me arrodilló y la puso en mi boca. Yo la abrí lo que pude y empecé a chuparla. Apartaron la mano de mi vista. Aquella mano era la de Sonia. Sonia llevaba un arnes enorme. Mi boca siguió succionando aquello mientras empezaba a tocar los huevos. Luego el culo, el prieto culo de Juan. Me chupé un dedo y lo ensarté de un golpe en el culo de mi alumno.

-Estamos en paz.

-De eso nada. Hoy te vas a llevar lo más grande. ¡Luis ven!

Luis era un chico negro que portaba una polla de kilo.

-Haz eso que te gusta hacer con todas las putas.

Luis cogió mi ano y la metió de golpe. Fue un golpe certero y de sumo gusto. Empezó a follarme y a bombear. Su polla no era tan grande como la de Juan, pero casi.

-Veo que tu culo todavía puede con más.

De repente me pusieron boca arriba, tumbada en el suelo. Levantaron mi culo hasta ponerlo horizontal mirando al techo. Juan se puso de pie justo encima mía donde yo le miraba el culo, y el negro justo a mi espalda. Estaba apoyada con el cuello en el suelo y los dos cabrones metieron sus pollas en mis dos agujeros. Empezaron a bombear y a destrozarme. Dios era algo superior. De repente Juan la sacó de mi coño y empezó a escupir en el culo que me estaba perforando el negro.

-Bueno, ahora viene lo bueno.

Juan cogió su polla y empezó a penetrarme analmente. A profundidad. Eso me dolió era horrible, quemaba, pero cada vez me gustaba más.

No pude sino gritar y todos lo que estaban follando por la casa me miraron y abandonaron a sus amantes para acercarse. Entonces empezó lo que nunca pensé que pasaría. Empezaron a turnarse para ir jodiendome el culo durante toda la noche. Los tíos con sus pollas y las tías con consoladores. Algunas tías penetraban a los tíos con sus consoladores mientras me follaban a mi. Yo era, como dijo Juan, la reina de la fiesta. Era, según lo que me enteré que decían: La puta con el culo más profundo del mundo.

Empezaron las corridas en mi culo, en mi cara. En la cara de las otras putas que se follaban entre ellas. Algunas se metían consoladores dobles por el culo o por la raja. Otras practicaban el "sándwich" con arneses entre ellas. Los tíos ya no podían más y las tías se terminaban entre ellas. Había sido una gran fiesta.

Yo volví a mi casa en el coche de Juan. No podía sentarme. Entonces me dijo.

-Nuria. Debes escribir lo que ha pasado hoy, por que con tu amnesia no me extrañaría que un día no quisieras venir. Y nos dejarías a todos hundidos.

-Te haré caso.