Nuria la sumisa (1)

Comienza con el encuentro real luego de calientes sesiones por el chat. Nuria resultó ser toda una perrita caliente.

Llamé a Nuria para vernos esa mañana a las 10:00AM. Le di instrucciones precisas de como debía vestirse y arreglarse. Una falda corta, camiseta de tirantes con un amplio escote. Nada de pantaleticas ó tanga debajo de la falda. Un sostén de media copa que le dejaría medio pecho al aire. Esta ropa ya la había ensayado en fotos que recibí por el messenger. Su es cuerpo duro y esbelto por el ejercicio que acostumbraba todos los días. Mucho mejor que otras carajitas de menor edad. Con todo y la edad de tener dos hijas de 15 y 13 años, se veía espectacular.

Luego de vestirse, tenía instrucciones precisas de usar maquillaje exagerado y llamativo, labios con rojo intenso. No era su costumbre, pero Nuria obedecía, sorprendiéndose ella misma de su obediencia. No en vano, las sesiones de "chat" en la computadora le habían producido unos orgasmos espectaculares, pero que siempre la dejaban con ganas de más. Y así como había obedecido enviando fotos, ahora obedecía para el primer encuentro conmigo.

Le di apenas un poco mas de media hora para que se alistara, por lo que tuvo que apurarse a salir de su apartamento y buscar un taxi. Ni hablar de usar su carro. Le dije que viniera en un taxi. Esto la obligó a salir por la puerta frontal del edificio (no por el estacionamiento como a ella le hubiese gustado, mas discretamente).

La volví a llamar al celular y me dijo que estaba esperando un taxi en la acera. Estaba mortificada por su vestuario. Mientras hablábamos, vio un taxi, que finalmente se detuvo. Por otro lado, la hija de la vecina (amiga de su hija) la vio cuando llegaba al edificio. Nuria la reconoció al instante, mientras que ella no. Sin embargo, se quedó viéndola, sorprendida por su atuendo, y cuando ella estaba parando el taxi, la llamó

  • Nuria...

Nuria no volteo. Abrió la puerta del taxi, mientras yo al celular le preguntaba

Que pasó

Nuria, tardó en responderme, ya que le daba instrucciones al taxista, quien la miraba de arriba abajo, sorprendido por su atuendo.

Luego me dijo

  • Ya estoy en el taxi. Pero el taxista parece que quiere violarme. Y lo peor es que me vio la amiguita de mi hija, justo cuando me subía al taxi.

  • Mmm.. Bueno, esas cosas pasan

  • Si, pero ahora como le explico...

  • No te preocupes por eso. Preocúpate por llegar aqui. Te quedan veinte minutos, si no quieres un castigo. Y colgué.

Esperé en la cafetería pacientemente, mientras ella llegaba. Leí un periódico, mientras tomaba un café, sentado en una mesa.

Al cabo de veinte minutos, el tiempo exacto, levanté la vista y venía ella azarosa, apurada. Era la primer vez que nos veíamos en persona. Pero claro, la reconocí por las fotos y ella me reconoció.

  • Siéntate, le dije, indicándole una silla frente a mi

  • Llegas justo a tiempo.

  • Si, había tráfico, pero convencí al taxista de apurarse y tomar atajos.

  • Y como lo convenciste.

  • Bueno, tuve que ofrecerle dinero extra y mostrar un poco mas de mis senos

  • Esta bien, perrita. Desde hacía tiempo ese era mi forma de llamarla cariñosamente. A ella le gustaba, porque cuando se lo decía, indicaba aprobación de sus acciones.

  • Hiciste bien, llegaste a tiempo.

  • Te gusta que nos veamos en persona hoy

  • Si, amo. Me encanta.

Ella estaba acostumbrada a dirigirse a mi como su amo.

  • No tienes calor, perrita

Y antes de que respondiera, le abrí dos botones de su ya escotada blusa, dejando entrever sus tetas. Como estaba al fondo de la cafetería, el espectáculo era solo para mi.

Luego, con mi mano extendida comencé a buscar sus pezones los cuales descubrí del sostén primero uno y luego el otro. Rápidamente se pusieron duros. Y volví a ellos para apretarlos, haciendo que gimiera de dolor suavemente.

  • Mmm. Te estas excitando, perrita

Ella solo suspiró, mirando hacia los lados nerviosamente. Por ahora no parecia que se hubiesen dado cuenta de su estado

  • Si, me gusta.

Dijo finalmente, luego de abandonar la idea de que la gente aprobaría su atuendo y su acción. Acto seguido, le toqué la cara con mi mano derecha y busqué sus labios. Le metí sin consideración dos dedos en su boca, haciendo que abriera la boca. Luego saqué la mano y la puse bajo el mantel, buscando sus piernas que abrí con mis rodillas. Y busque con mi mano su cuquita lisa, afeitadita y metí los dedos en su rajita, que efectivamente estaba muy mojada.

  • Siéntate a mi lado, perrita.

Le indiqué que se moviera para tenerla mas cerca. Ella se paró y se colocó en la esquina a mi derecha. Una vez sentada, le dije:

  • Métete un dedo en la cuquita ahora

Le dije, mientras tomaba su mano derecha, señalándole el dedo medio de su mano. Ella tomó bajó la mano a su cuquita y metió el dedo.

  • Hasta el fondo

Y ella así lo hizo, con ayuda de mi mano. Luego de unos instantes, donde ella me miraba con ojos de lujuria

  • Ahora chúpatelo. Y ella subió la mano. Muéstrame como mamas guevo. Hazme un ejemplo con tu dedo. Y así, frente a todos los que quisieran ver en la cafetería, ella comenzó a chupar con mucho vicio, con los ojos cerrados, imaginándose que era mi guevo.
  • Te gusta el sabor de tu cuquita?
  • Si, mucho
  • Eres aun mas putita de lo que pensaba.

Ya era hora de buscar un sitio mas privado donde comerme este volcán de sexo. En consecuencia, pedí la cuenta. La chica que atendía la mesa miraba a Nuria con sorpresa. Le hice un gesto de resignación, pero cuando ella volvió tenía los ojos calientes y miraba a Nuria, que seguía ensimismada en chupar lujuriosamente su dedo.

Finalmente pagué, dejando una propina, le dije a Nuria

Ya esta bueno, vamos a buscar otro sitio. Nuria salió de su trance y se paró detrás de mi. Cuando se paraba, le levanté la falda, para que sus nalgas quedaran a la vista pública. Y cuando pasamos frente a la chica de la cafetería, le dije

  • Gracias, buen servicio.

En ese momento, le di una ruidosa nalgada a Nuria. La chica miró a toda partes, pero no dijo nada. Su mirada era todo un poema. Quien sabe, podía tantearla mas adelante.

Caminamos a mi carro, le abrí la puerta del pasajero y allí ella se subió, luego de otra nalgada. Luego di la vuelta y me subí a mi puesto de conductor en el carro y arrancamos rumbo al Motel Orquídea, en la carretera panamericana.

Mmm... ese Motel me traía gratos recuerdos de otras ocasiones.

Cuando arrancamos le dije que sacara mi guevo y comenzara a mamarlo. Ella abrió mi pantalón, bajó el cierre y los interiores hasta conseguir mi guevo ya duro, por todo lo que había pasado y lo que faltaba.

  • Comienza a mamar, perrita

Y ella se bajó discretamente, buscando mi guevo para tragarlo. Esta manera de conducir no cumple con las normas de seguridad, pero se las recomiendo a la gente arrojada. Por supuesto que me costaba concentrarme en la vía, con este servicio especial que me estaba dando Nuria. Inclusive comencé a meterle mano y la hice que se pusiera en cuatro sobre el asiento, de forma que su culo podía ser un espectáculo a los carros vecinos. Y mi mano tocando sus nalgas, subiendo su falda.

Cuando íbamos subiendo la carretera panamericana, pasó un casi accidente, delante de un fiscal de tránsito. Tuve que frenar bruscamente y Nuria se cayó, casi me muerde. Estos son los riesgos.

El fiscal me pidió los documentos de conducir y del carro. Se dió cuenta de lo que estaba pasando, por lo que me dijo:

  • Te voy a poner una multa por conducir en forma imprudente.

  • Como que imprudente?

  • Si, casi provocas un choque múltiple por tu manera de conducir. Inclusive voy a llamar para remolcarte el carro

  • Pero ya va, no podemos arreglar esto de alguna manera

  • A que se refiere, señor

  • Mira a esta putita. Ella te puede dar una mamada de guevo maestra. Eso te lo digo por experiencia.

El fiscal se sorprendió, pensaba que le iba a ofrecer dinero y le estaba ofreciendo sexo. Tardó un segundo en reaccionar y me dijo

  • Bueno, sígueme.

  • Un momento, como te llamas

  • Pedro González, me respondió

Prendió la moto y me hizo señas que los siguiese a un sitio solitario, tras unos matorrales.

Allí se bajó de la moto y abrió la puerta del lado de Nuria. La jaló con firmeza mientras me decía.

  • Vamos a ver si es verdad que es buena.

  • Claro que si, y si quieres, después vamos a estar en el Motel Orquídea todo el día, por si te quieres unir a la fiesta cuando termines de trabajar.

Normalmente no me gusta mucho compartir a mis perritas, pero tenía algo en la cabeza. Pedro puso cara de vicioso y se bajó la bragueta del pantalón, sacando su guevo ya medio duro. Se lo presentó en la cara a Nuria, diciéndole,

  • Chupa putita. Mientras tanto la hizo ponerse de rodillas al lado del carro.

  • Parece que eres buena mamadora, le dijo, mientras le agarró el pelo y le manejaba la cabeza a su antojo

  • Muy bien, sigue así y te voy a llenar tu boca de puta con mi leche

Nuria, escuchando esto, se estremeció, abrió mas aun la boca, tragando el guevo hasta donde se lo permitía la garganta. Me sorprendió gratamente lo puta que era Nuria, aceptando que yo la ofreciera y tragándose el guevo de Pedro con mucho vicio. En eso comenzó a tocarse las tetas y él la cacheteó, diciéndole:

  • Quien te dio permiso para tocarte

  • Nuria murmuró algo ininteligible, pero bajó las manos y siguió mamando, tratando de tragando el guevo hasta el fondo.

  • En medio de la tremenda mamada de guevo que le estaba dando, aproveché para tomarles unas fotos con mi cámara digital. Quien sabe, podrían ser útiles.

  • Buena puta, ahora me vengo, dándole unos violentos movimientos a su cabeza. Trágatelo todo, sin derramar una gota de leche.

  • Ahhh... esta puta si mama rico.

Y dirigiéndose a mí dijo

  • Con este trabajito, dejamos lo de la multa. Esta puta puede ser una mina de oro, pero creo que aceptaré tu invitación para cuando quede libre, como a las tres de la tarde.

  • No hay problema, Pedro. Pero tendrás que venir acompañado. Te esperaremos, verdad, Nuria?

  • Si, amo

Esto último hizo que Pedro casi se decidiera a abandonar el trabajo, pero finalmente se montó en su moto y partió.

  • Vamos, Nuria, continua mamando como sabes hacerlo, le dije mientras bajaba de nuevo el cierre de mi pantalón.

Y Nuria retornó a la posición que tenía antes del casi accidente.

Al poco rato llegamos al Motel, donde pagué la habitación y estacionamos en la cabaña asignada. La cabaña tenía un Jacuzzi y ducha, muy bonita. Muchos espejos, en las paredes e inclusive en el techo.

La fiesta iba a comenzar en serio...

Esta historia continuara.

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