Nuria: de ama de casa a golfa para todo
Primer relato en el que me someto a los caprichos sexuales de mi marido sin rechistar.
Hola amigos,
Mi nombre es Nuria, tengo 43 años y llevo 12 casada con Carlos. No tengo tipo de modelo como muchas mujeres que se ven en Internet. Soy rellenita, aunque no gorda, mido 1,67 y tengo unos buenos pechos, y el coño sin depilar, en definitiva un tipo que suele gustar a los hombres. Hace tiempo, por motivos personales que no creo que sean de interés aquí, digamos que perdí una especie de apuesta. Aquel hecho me convirtió una vez al mes, durante dos años, en esclava total de mi marido. He de decir que nuestra vida sexual y de pareja siempre había sido muy satisfactoria. Sigue siéndolo, pero ahora una vez al mes me somete a sus caprichos morbosos y yo por lo que decía, no tengo más remedio que obedecer sin poner absolutamente ningún "pero". Al principio me costó mucho y fue una especie de shock aunque ya estoy más acostumbrada. De todas maneras, cada mes, sigo temiendo que llegue ese día. Lo que os cuento hoy, para que os hagáis una idea, fue lo primero que me obligó a hacer y lo más "suave". Ya iré contando las demás en sucesivos relatos
La primera vez fue en casa. Me dijo que invitaría a algunos amigos a ver unas películas y que yo debía estar en la habitación lista para cuando me llamase. No sabía lo que tenía en la cabeza, se me pasó por la mente de todo (que me obligaría a salir ligera de ropa para mostrarme como sin querer, no sé). Sin embargo lo que ocurrió fue un shock. Llegaron los amigos (eran dos, Pablo y Juanjo) y se pusieron el video del salón. Al rato me llamó. Yo llevaba un vestido de andar por casa Cuando entré en el salón me quedé helada. Pablo, Juanjo y Carlos estaban viendo un video porno. Carlos me dijo que me sentase entre Juanjo y Pablo. Yo me moría de la vergüenza. Al rato de estar allí oyendo gemidos y viendo como dos tías follaban con un tío, Carlos me dijo, "Cariño, haz el favor de quitarte el vestido para que vean que no tienes nada que envidiarle a esas dos zorras". No me lo podía creer. Allí delante de los dos amigos de Carlos. Debía haber oído mal... "Venga mi amor, quítatelo". Como os he dicho, mi disposición debía ser absoluta por culpa de la deuda que tenía con Carlos, pero esto era excesivo. Jamás había estado desnuda delante de otro hombre desde que conocía a Carlos. Pero no había alternativa. Los tres me miraban con lujuria contenida. Me levanté, me desabroché el vestido y lo dejé caer a los pies. ¡Qué vergüenza, allí delante!. Me volví a sentar. Juanjo y Pablo me rozaban con sus piernas y podía ver claramente sus erecciones. Alguna vez Carlos y yo habíamos hablado de cosas así pero jamás lo habíamos hecho. En la pantalla seguían follando y gimiendo. "Corazón...", interrumpió poco después Carlos, "Ponte de pie para que Juanjo y Pablo te desnuden del todo". ¡Joder, ¿se había vuelto loco? Una cosa era estar allí en sujetador y bragas, que ya era bastante corte, pero completamente desnuda... No podía hacer nada más que obedecer. Me puse de pie y cerré los ojos. Noté que unas manos me agarraban de los laterales de las bragas y me las bajaban hasta los tobillos. Respiré hondo y saqué los pies. No tenía nada de cintura para abajo. Aquellos dos amigos de mi marido me estaban viendo el coño a menos de un palmo. Entonces noté que me quitaban el sujetador también. Tengo unas buenas tetas que quedaron al descubierto completamente. Allí estaba completamente desnuda delante de dos extraños y mi marido que estaban viendo una película porno todos empalmados.
Me volví a sentar y abrí los ojos. Todos me miraban excitados. Yo sentía una mezcla de excitación, temor y vergüenza. Entonces Carlos dijo, "Chicos, ¿por qué no os bajáis los pantalones y los calzoncillos para que Nuria vea como os hacéis una paja". Aquello no podía estar pasando. Los dos se los bajaron hasta los tobillos Tenían las pollas tiesas como palos. Carlos también se los bajó Aquello era una pasada. Pero todavía no había terminado. Al ratito, dijo Carlos, "Si queréis podéis sobarla mientras os masturbáis. Está aquí para que la utilicéis como queráis. ¿Verdad, Cariño?" "S-s-í", dije yo como pude.
Así que antes de darme cuenta, pasé de ser un ama de casa normalita y decente, que jamás había hecho más que el amor con su marido en casa, a estar siendo manoseada completamente desnuda por dos extraños que se estaban masturbando en el salón de mi casa. No soy de piedra y tarde o temprano creo que cualquier mujer por modosa que sea, habría terminado por excitarse. Pablo y Juanjo me sobaban las tetas a conciencia, me tocaban el coño y los muslos por dentro, que es una zona que yo tengo muy sensible. Me estaba poniendo malísima y se me escapó algún gemido contenido. "Uuuufff".
Carlos no pudo aguantarlo. Se levantó y vino hacia mí. "¡Aaahhh, como te dejas sobar Nuria, qué guarra eres. Me corro joder! Que buena estás en pelotas hija de putaaaa" Y me hecho todo el semen encima. Incluso salpicó a Pablo en la polla, cosa que no sé por qué me excitó un montón. Pablo y Juanjo se volvieron locos. "Ven aquí putón que te voy a duchar en semen, cabrona" "Sí ven aquí que tu marido vea como nos corremos en tu puto cuerpo". Me obligaron a ponerme a cuatro patas y me ducharon en semen enterita. Yo estaba bastante excitada aun en contra de mi voluntad, por los manoseos pero no llegué a correrme. De eso se encargó Carlos después.
Bueno, esta fue mi primera vez como esclava de los caprichos sexuales de mi propio marido. Ha habido como otras diez o doce veces desde entonces que, por deseo de Carlos, tendré que ir relatando aquí para que os masturbéis imaginando a esta ama de casa normal y corriente haciendo las veces de zorra viciosa. Os puedo asegurar que estos realtos son absolutamente ciertos desde la primera palabra a la última.
Besos. - Nuria
Un regalito: